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Capítulo 28

Patrick Damasco

Las palabras de mi padre retumban en mi cabeza "En este negocio deben tener en cuenta una cosa: solo se tienen el uno al otro, hagan lo que sea por protegerse, no hay nada más difícil que llorar a quien se ama. Eviten a toda costa que eso pase y si llegase a pasar, al otro tendrán que vengar".

—Te lo juro, Paolo. Juro que ese maldito italiano va a pagar por tu muerte, Maximiliano Santoro no sabe con quién se ha metido.

Toda esta lucha por el territorio, tenía un precio, eso siempre lo supe; sin embargo, siempre fui un hombre derecho y no me anduve por las ramas. Maximiliano me quiso neutralizar, pensó ser más inteligente que yo, y sí, es cierto, me tomó en un momento de vulnerabilidad, ese fue mi error, pero no volverá a pasar. Ese italiano pisó sin autorización el infierno y ahora el diablo irá por él.

Durante mucho tiempo pensé en este momento, y siempre le dejé muy claro a Paolo todo lo que debía hacer si yo partía. Había ejecutado planes para él que debía seguir si yo moría, lo que jamás hice fue detenerme a pensar qué pasaría si fallecía él. Es que en mi mundo no existía una vida sin mi hermano, en mundo yo no me percibía sin él y ahora que veo su cuerpo sin vida, no puedo asimilarlo. A pesar de sus vicios y sus malos negocios, es mi hermano y el amor que siento por él es indiscutible. Me niego a aceptar su muerte.

La puerta comienza a sonar y oigo la voz del puma del otro lado. No quiero ver a nadie, pero no puedo negarme a verlo a él. Estoy seguro que me tocará enfrentar con esa pequeña parte de la vida de mi hermano que tanto detesto.

—¡Adelante, puma! Entra de una vez y terminemos con esto —digo ante el insistente toque de puerta.

Camino de un lado a otro sin saber realmente qué hacer, froto mi cabello, sintiendo la frustración e impotencia correr por cada célula de mi cuerpo. Olec, dónde diablo se ha metido. Saco mi teléfono del interior de mi bolsillo y antes de marcar su número le indico al puma que haga silencio mientras realizo la llamada. Al tercer repique me contesta.

—Lo siento mucho, señor.

—Más va a sentirlo otro, ¡escúchame con atención!

Le cuento a Olec lo que tengo planeado porque en este momento solo confío en él. Maximiliano quería guerra, pues ahora la va a tener. En México tenemos retenido a unos de sus hombres, al cual pensaba utilizar para pactar con él. Ahora todo será de otra manera, han despertado al demonio que hay en mí y este demonio no hace pacto con nadie, ahora van a conocerme realmente. No sé imaginan lo que les espera, lo que saben de mí hasta ahora, se quedará minúsculo en comparación con lo que vendrá de ahora en adelante.

Guardo el teléfono de nuevo en mi bolsillo y camino hacia donde se encuentra el puma.

—Hablemos —le indico, colocando mi mano sobre su hombro.

—Esto es burda de fuerte, hermano. De verdad, lo siento —dice sincero, lo sé porque su voz suena cortada, y veo en su garganta como traga grueso.

Los negocios del Puma y Paolo eran algo... desalmados, y sé que no soy San Patrick de Jesús, pero secuestrar personas solo por dinero y, especialmente, mujeres o niños, me parecía algo extremo, sobre todo para Paolo porque él no tenía necesidad de hacerlo, pero vaya que le gustaba llevarme la contraria y hacerse el "independiente" El puma manejaba el estado donde vivía a la perfección, tenía conexiones en la policía y sus mañas para hacer lo que quisiera y con el dinero que Paolo invertía, rápidamente crearon una producción de dinero en base a secuestros realmente impresionante. Yo siempre me he mantenido al margen, lo mío es el transporte de la cocaína, las rutas, mi terreno, yo sabía cómo y dónde poner la droga de los mejores proveedores y era reconocido por eso. Ese era el motivo de mi guerra con los italianos ellos querían dominar el envío y la producción del mundo y para eso debían eliminarme, cosa que les había quedado muy grande. Yo siempre iba un paso delante de ellos, hasta ahora.

—No me detendré a llorar por mi hermano no hay tiempo para eso, dime ¿Sus negocios?

—Hasta ahora todo lo tenemos al día, tenemos un cargamento a espera de cobro y es todo —Frunce sus labios y masajea su barbilla temblorosa

¡Odio hablar con alguien cuando está hasta las nubes de droga!

—Ya, enviaras ese dinero en su momento a uno de mis hombres y no volverás a tener contacto con mi cuñada y...

—Patrick, pero ... —me interrumpe.

Respiro hondo para no desplomarle los sesos. Quién se cree para interrumpirme o cuestionarme.

—¿Disculpa? —Doy dos pasos hacia él—. Espero que no quieras objetar a mi orden. —Clavo mi mirada en la suya y el alza las manos indicándome que no es lo que pienso.

—Listo, mano. Cálmate, será cómo tú digas.

—Es lo que espero, por favor consigue gasolina, encendedores y que hagan un agujero en la tierra del jardín.

—¿Qué piensa hacer?

¡Bendito sea el señor! Otórgame paciencia para no dispararle ahora mismo.

—¿Vas a hacer lo que te pido o no? Mi paciencia se está terminando.

Lo veo dudar, bajar la mirada y luego mirándome agrega

—Solo porque es mi costilla el que está muerto en esa cama dejo que me hables así, okey.

Suelto una risa irónica y sin pensarlo sujeto su rostro y pongo mi armamento dentro de su maldita bocota.

—Te aconsejo que no me busques, solo te toleraba por ese que vez ahí. ¡No me tientes!

El comienza a quejarse. No logro entender lo que dice y tampoco me interesa. La puerta de abre y en un segundo siento la punta fría de un revolver en mi nuca.

—Suelte a mi jefe —me susurran.

—Baje el arma o los matamos ahora mismo —Escucho decir a Olec, quien con una mano apunta al Puma y con la otra al sujeto que no logro ver.

Todos se mantienen alertas. Todos nos miramos a la espera de rendición por parte del otro. Nadie quiere ceder, nadie da su brazo a torcer por unos minutos. Hasta que el Puma hace señas a su hombre y este retira el arma de mi nuca. Lo pienso, cruzo una mirada con Olec y cuando veo un "todo bien" en su gesto saco el arma de la boca del bastardo del Puma que, automáticamente, comienza a masajear y mover su mandíbula.

—Las cosas no tienen por qué terminar así, Cálmate un poco —dice entre risas.

«¡Idiota!»

No digo una palabra, lo miro altivo y sonrió de lado.

—Lo que te pedí —ordenó en el tono más pasivo que puedo, aunque pasivo no es exactamente como suena.

—Ya mismo, jefe —Vuelve a reír y sale de la habitación con el chico que me apuntó antes.

No sé cómo Paolo podía hacer negocios con un hombre tan repulsivo como ese. Le haría un favor a la humanidad y este país si tan solo acabar con su miserable vida, aunque recuerdo bien la promesa que he hecho de no asesinarlo. Paolo me conocía perfectamente y estaba consciente de que yo no toleraba la personalidad tan bastarda de ese hombre, si se puede llamar así.

Ya a solas con Olec, me cuenta un poco más acerca de cómo están las cosas en México. Mi adrenalina sube al escuchar que el hombre que agarraron en España y que ahora está en nuestro galpón en México es nada más y nada menos que Doménico, la mano derecha de Alessandro, el chupa medias de Maximiliano y mi ahora, eterno rival y no precisamente por el terreno. Alessandro es el "novio" oficial de Esmeralda y a estas alturas, así como yo sé de él, estoy completamente seguro de que él sabe que Esmeralda está conmigo.

Lo cierto es que mis planes no son bonitos para ninguno de ellos, y Doménico no sabe lo que le espera.

—Volvemos mañana a México, prepara todo —le indico a Olec.

—Señor, ¿qué hará con el cuerpo del joven Paolo?

Lo que haré con mi hermano es la decisión más difícil que he tomado en mi vida, pero es algo qué debo hacer. Inspiro hondo y camino hacia el cuerpo de mi hermano.

—Descansa tú, que yo lo haré cuando logre vengarte —Digo, mirando su rostro que luce más pálido que siempre—. Envuélvelo bien con esa sábana y tráelo al jardín —doy orden a Olec.

—Sí, señor. Disculpe, en su habitación he dejado unos documentos con información detallada sobre Cristopher Johnson.

—Bien luego me ocupo de eso.

Fueron mis últimas palabras hacia él, para salir a enfrentarme con las fieras de mi cuñada y Esmeralda.

No las encuentro en la sala y tampoco en la cocina, pregunto a uno de mis guardias y me indican que se encuentran en la habitación de Esmeralda, y luego de pensarlo brevemente decido que lo mejor será no empeorar las cosas y no pisar esa habitación. Ordeno que las busquen y las lleven al jardín. Ya me tocará escuchar el grito histérico de Valentina, estoy cien por ciento seguro de que va a repudiar mi decisión, pero lo tendrá más remedio que aceptar. Veo salir a Olec de la habitación con el cuerpo de mi hermano en brazos y aún me parece mentira.

—¡Maldita sea! —grito desenfrenado. Me apoyo con las manos sobre mis rodillas. Mi respiración se encuentra agitada—. Una botella de tequila —pido fuertemente.

«Debo controlarme, yo puedo con todo. La situación no me domina yo domino la situación, domino el maldito mundo y pongo a mis pies lo que se me antoje».

Logro estabilizar mi respiración e inicio una pequeña hasta el jardín. Cuando llego, me encuentro al Puma, sus hombres y los míos. El cuerpo de mi hermano reposa en el agujero.

—Aquí tienes, mano. —El puma me entrega una pequeña jarra con gasolina.

Les indico a todos que se aparten, miro hacia atrás y no veo ni a Valentina, ni a Esmeralda.

«Valentina va a odiarme, pero esto no puede esperar».

Camino despacio y llego a donde se encuentra mi hermano. Rocío solo un poco de gasolina sobre su cuerpo y le entrego la jarra a Olec que se encontraba justo detrás y, a su vez, él me hace entrega de unos cerillos. Les indicó a todos que se aparten lo que más que puedan y hago lo mismo, pero solo un poco.

Con las manos trémulas, enciendo el cerillo.

—Nos vemos en el infierno, hermanito. —Aviento el cerrillo sobre él y corro a donde están los demás.

El crepitar de las llamas es lo único que se escucha... Hasta que el lamento más escalofriante que he oído se hace presente.

—Nooooo, Paolo. Cómo me haces esto.

Era la voz de mi cuñada Valentina. 



Hola, hola, mis bellezas... Espero qué me perdonen por la muerte de Paolo, pero tenía qué pasar. Se vienen cosas muy buenaaaaaaas... Estamos en la recta final, cuéntenme qué les parece hasta ahora. Quiero agradecer a las chicas del grupo de Whatsapp, amo tenerlas allí, son lo máximo. 

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