Capítulo 25
Eric cruzó el umbral de la puerta y entró de forma decidida a la oficina de su padre.
Su padre dejó el bolígrafo a un lado de los papeles y al ver cómo su hijo se acercaba a su escritorio, se dejó caer en el respaldo de su silla.
Había recibido una llamada de su hijo antes de que llegara, se había dirigido a él con una voz impetuosa que nunca antes había escuchado de su hijo. Solo le había comunicado parte de lo que tenía planeado y lo demás estaba por aclararlo.
— Tenía razón.
— ¿En qué Eric?
Eric movía sus dedos con ligereza sobre el cuero del respaldar de la silla que tenía al frente suyo y de la que no tenía pensado sentarse.
Necesitaba tener claros sus objetivos y no andar con rodeos, eso se había planteado.
Observó al señor Nam, un viejo ya de cabello blanco producto de los años y con arrugas debajo de sus ojos. A pesar de verse delicado, era una persona de hierro. Eric estaba orgulloso de lo que había sido su padre, todo lo que logró viniendo de una familia humilde y sobre todo lo que le enseñó para llegar hasta donde él estaba.
Aunque era fácil, teniendo un padre que te estaba dando todo, a Eric le dificultó su débil manera de ser. Trabajó en su juventud por mejorarlo, a veces quería dejarlo porque teniendo a Seulgi de su lado, se le hacía difícil endurecerse o parecerlo. Con ella a su lado era muy amoroso.
Pero en vista de las cosas que ocurrieron con ella, los efectos en su persona se hicieron relucir en cuestión de meses.
Y su padre se estaba dando cuenta de lo que era Eric ahora.
La mirada estridente que poseía en su rostro, era algo nuevo.
— Le avisaré a Vanessa que deje pasar al abogado — el señor Nam levantó el teléfono y presionó el botón que le enviaba directo a llamar a la oficina de su secretaria.
Cuando le avisó, al colgar suspiró. Miró a Eric que estaba de brazos cruzados, sus cejas medianamente fruncidas y su mandíbula estaba apretada.
En lo único que pensaba, era en deshacerse de Moon Byul, como fuese.
No podía dejar que se saliera con las suyas y que le arrebatara a Yongsun, a su esposa.
Ya ni siquiera pensaba en Sunnie. La niña estaba en otro capítulo aparte, que si le pidieran negarlo, no lo haría. Aseguraba haber sentido una conexión antes, cuando estaba una bebé, porque estaba seguro de sus acciones y sentía que era su hija. Pero poco a poco, ese supuesto cariño que le había crecido ya no estaba.
Ni siquiera le importaba su bienestar, lo único que le importaba a Eric era que Yongsun le pertenecía y haría lo que fuera porque se quedara.
No por amor, ni por compromiso. Él no iba a dejar que alguien como Byul, que había salido de la nada, le quitara a su esposa descaradamente.
— No hagas un escándalo, te lo ruego Eric.
— Moon Byul-yi se llevó a Yongsun papá. No saben dónde están y tiene a Sunnie.
— ¿Un secuestro?
— No, pero se ha llevado a Yongsun.
— Seguramente ella le pidió algún favor.
— La empleada me dijo que había llegado Seulgi. Que todas subieron al coche con maletas. — dijo en un tono exclamado, parecía estar contando una salvajada de hecho.
El señor Nam lo miró incrédulo.
— ¿Por qué me estás contando eso como si no fuera la gran cosa?
— No entiendes. — Eric se alejó de la silla empujándola fuertemente contra el borde del pupitre y se dio la vuelta.
Ahora observaba unos cuadros que adornaban el espacio.
Su padre no podía entender la gravedad del asunto. No cuando el nunca pasó por un corazón roto y ahora la hermana de esa persona venía a quitarle su esposa.
¿Qué iba a saber su padre?
El señor Nam había captado la manera en que su hijo hablaba, ni siquiera se le notaba lo inmensamente preocupado que suponía estar.
— No tengo tiempo para estas cosas. Ya eres un hombre Eric, con una hija y esposa. Arregla tus asuntos y que sea de una forma responsable. No estés involucrando mi nombre, y mucho menos el de tu madre.
Culminando sus palabras, el señor continuó revisando facturas y demás cosas frente a la mirada atónita de su hijo. Fingía no darse cuenta, pero el enojo de Eric podía percibirlo hasta en las cejas.
— Ni siquiera sé por qué he venido aquí. — dijo Eric con voz amarga.
Se dio la vuelta ajustando su camisa de un color marrón oscuro, abrió la puerta con brusquedad y estando fuera, la cerró estrepitosamente.
El señor Nam observó la puerta con disgusto. No había logrado entender lo que ocurría.
Si su hijo no le explicaba, no podía ayudarlo de cierta forma.
Él sólo había llamado para contratar un abogado, diciéndole que tenía que demandar a alguien. Luego llegó a su oficina — en un edificio construido en una de sus fincas especialmente para hacer negocios —, y en palabras cortas, habló de tal forma que no pudo comprender cuál era el problema.
Tal vez era su edad y por eso no comprendía con rapidez las cosas, pensó.
El señor Nam, de todas formas estaba a gusto con su respuesta.
[...]
Seulgi tenía cuatro hijos: todos varones, de nueve años, siete años, seis años y el último de un año y medio. Eunbi tenía una niña de tres años y un niño de seis, los cuales estaban al cuidado de su abuela y tías, debido a que sus madres estaban realizando un viaje por Oceanía.
Estas eran pequeñas notas mental que recordaba Yongsun ahora acostada en la cama de lo que fue la habitación de Byul.
También recordó con una sonrisa, algunas de las historias que Seulgi le contó sobre Byul. Podía parecer extraño, pero ninguna era del tipo vergonzoso que al final la protagonista sale corriendo para no escuchar. Eran historias buenas, sobre todo de ella y su papá.
Yongsun pensó, que nunca ella hubiera podido imaginarse estar tan unida a su padre; y eso que era el más cercano a ella.
Apenas eran las nueve de la noche, y Byul estaba en la sala con Sunnie y los niños. Habían planeado quedarse jugando un rato después de la cena.
Yongsun había preparado una coartada para ir a la habitación en donde dormirían y recostarse un poco. A cada hora, se formaba un martirio en sus nervios nada más plantearse dónde estaba.
Digamos que este tiempo a solas, mirando hacia la televisión apagada del frente de la cama, era para intentar despertar si en tal caso se trataba de un sueño.
Escuchaba algunas risas desde su posición, y eso la hizo sonreír expandiendo sus labios como nunca. Sus manos estaban unidas sobre su abdomen, y recordar a esa pequeña criatura dentro de ella, le hacía querer estar con Byul.
Justo tocaron la puerta y cuando respondió al llamado con un "Pase", se erguía rápidamente en la cama.
Sunnie entró a la habitación en pequeños saltos, con el cabello suelto y el flequillo gemelo de Byul desordenado a tal punto de cubrirle los ojos. Ella corrió hasta la cama e hizo impulsos para subir hasta que las manos de Byul le tomaron de los costados y la subió.
— No tienes que tocar la puerta — le dijo Yongsun a Byul, teniendo ya el cuerpo exhausto de Sunnie en su regazo.
Byul estaba de pies a un lado de la cama, mirándolas intensamente.
— No quería que te asustaras — le respondió suave.
Sus ojos ahora estaban conectados únicamente a los de Yongsun. Poco a poco se desviaban a sus pómulos y antes de que llegara su mirada a los labios insitandola siempre a perder el control, Byul miró el abdomen de Yongsun.
— Aquí — Sunnie le señaló el espacio que había en la cama.
Byul de todas maneras pensaba hacerlo, pero sonrió agradecida por aquella mirada tierna y sobre todo, la pequeña voz que Sunnie tenía. Ambas cosas encajaban a la perfección para hacerla pedazos.
— Listo — dijo Byul sentada del otro lado de la cama. Sunnie cuando se levantó del pecho de Yongsun quedó en medio de ambas y acercándose a Byul con toda confianza, la empujó por el pecho para que recostara la cabeza en la grande almohada.
Yongsun hizo lo mismo, dejó caer su espalda en la cama y por el rabillo del ojo observó a Byul ser dominada por la niña.
Luego Sunnie se sentó, dándole la espalda a los rostros de sus madres y señaló la televisión con la esperanza de que le ayudaran a encenderla.
Yongsun ya había visto el control en la mesita de su lado, justo a la derecha del jarrón. Lo tomó, presionó el botón rojo apuntando hacia la pantalla y la encendió; buscó algún canal para niños, pero no encontró alguno.
— Mi mamá no deja que los niños vean cómicas. — se explicó Byul luego de verla recorrer los canales sin detenerse en alguno.
Yongsun enseguida se sintió avergonzada por haberle programado horas de cable en la noche a Sunnie para que durmiera más rápido, cuando en casa de Byul se aplicaban otras normas.
Nunca le había preguntado a Byul cómo quería que criara a Sunni, es decir, qué cosas quería que le dejara hacer o qué cosas no le permitiera. Y aunque Byul no le dijera algo sobre la timidez de Sunnie o la forma tan simple pero acostumbrada en que usaba un teléfono, sabía que Byul tendría sus modos para criar y Yongsun estaba pensando en preguntarle después.
— Ah — respondió, y dejó el control nuevamente en la mesa.
Sunnie se quedó un rato sentada, observando la pantalla en el canal de animales y que ahora proyectaba los delfines rebasando el agua.
Byul se puso cómoda. Dobló su brazo izquierdo bajo su cabeza para recostarla. Había prestado atención a la televisión, tomando un tiempo de relajación y descanso.
Se dejó llevar por la tranquilidad de la habitación.
Entonces reaccionó. Pudo estar por primera vez tranquila en su habitación, acostada, dejándose llevar por la compañía y supo que no se había sentido así en mucho. Cada vez que tocaba la cama, no podía estar en ningún momento sin pensar en Sunnie y Yongsun, y ahora se daba cuenta lo afortunada que estaba siendo.
De pronto lo había olvidado, había hecho como si fuera algo normal del día y es que estaba realmente muy cansada que teniendolas ahí, su cabeza quedó en blanco, y hasta casi cayó dormida de lo confiada que estaba.
Podía verlas y cuidarlas muy cerca.
Vio la espaldita de Sunnie balancearse hacia delante y luego regresar rápidamente.
Echó un vistazo rápido a Yongsun y esta se encontraba con los ojos cerrados. Byul se levantó con cuidado de la cama para no despertarlas, entonces colocó una mano detrás de la espalda de Sunnie y poco a poco la acostó a un lado de Yongsun.
Yongsun abrió los ojos lentamente y miró a Byul de pies acomodando a Sunnie en su lado. Yongsun también estaba cansada, como últimamente se estaba sintiendo, y también se había dejado llevar por el sueño.
— ¿Te vas?
Byul terminó de acostar a Sunnie, a lo que Yongsun la abrazó fielmente para proporcionarle calor.
Byul, ya estando conforme con que había hecho que Sunnie estuviera cómoda en aquellos dulces brazos, miró a Yongsun y en sus ojos halló preocupación.
Le asintió, luego caminó hasta el otro lado de la cama y le susurró para no despertar a Sunnie.
— Dormiré en el sofá.
— No Byul, duerme aquí — Yongsun le agarró del brazo para evitar que se alejara.
La cama era lo suficientemente grande para las tres, pero Byul tenía conocimiento de que todos estos años ambas dormían cómodamente en una cama del mismo tamaño y ella lo que haría es arruinarles el sueño con su presencia. Byul quería que estuvieran lo más a gusto posible siendo su primera noche ahí.
— Va a despertarse Sunnie.
— No lo hará — insistió Yongsun.
Byul la miró un raro, Yongsun tenía ojos suplicantes y si seguía mirándola fijamente, al final aceptaría su propuesta aunque ella estaba segurísima de darles todo su espacio.
Ciertamente, tenía miedo de todo eso, de que acabara ese preciado día y lo que menos quería es dormir para desperdiciar el tiempo. Sentía que si dormía junta a ellas — como siempre deseo — al despertar continuaría la misma lucha, después de todo, no era seguro la salida al problema que planeaba Seulgi; al despertar, esas ganas que tanto tenía porque fueran suyas, continuaría sintiéndolas.
Era otro pesar. Seguía sintiéndose incompleta nada más pensar que Eric estaba seguramente en su casa, planeando buscar a Yongsun por dondequiera y arrastrarla nuevamente a la casa.
— Tengo que hablar con Seulgi — le dijo a Yongsun.
Al menos necesitaba escuchar qué pensaba Seulgi en privado, pues antes estaban rodeadas de niños y sobre todo con Yongsun ahí, ella no diría los contra de todo eso.
Nuevamente Byul pensaba en no tomar descanso hasta que pudiera librarse legalmente de Eric.
Yongsun cambió completamente la expresión de su rostro, estaba seria, casi inexpresiva pero por sus cejas levemente fruncidas le delataban el sentir.
Ella no entendía por qué de repente Byul actuaba de ese modo así que trató de ocultar lo extraña que eso le hizo sentir. Solo quería que durmiera junto a ella y Sunnie, al fin.
No le siguió insistiendo, le soltó del brazo y cerró sus ojos dándose la vuelta para abrazar a Sunnie.
Ahora no quería ni pensar en las razones de Byul, además de que estaba sensible y en cualquier momento se pondría en llorar por cualquier cosa, Yongsun estaba realmente cansada y solo quería dormir.
Byul no había visto el modo en que Yongsun respondió su simple excusa, estaba empeñada en pensar lo que ocurriría mañana. Sin lograr obtener una reacción por parte de Yongsun, extensión su mano hasta la cabecita de Sunnie para darle una pequeña caricia y en continuidad, se inclinó para besar la sien de Yongsun.
Caminó hacia la puerta que directamente le hizo salir hacia el pasillo que le dirigía a la sala.
— Pensé que ya te irías a dormir — comentó Seulgi al verla llegar y sentarse en el sofá gigante frente a ella e Irene.
Byul se dejó caer contra el respaldo sin mucho ánimo y negó con la cabeza.
Uno que otro pensamiento le volvía a angustiar y a provocarle estrés, con solo imaginarse que vendría de ahora en adelante.
Estaba totalmente dependiendo de lo que pasara. Ella misma, ante esta clase de pensar, contribuía a desvanecer su propia mentalidad y solo necesitaba unos minutos para arreglar sus ideas.
Irene estaba con sus pies sobre el regazo de Seulgi, habían estado hablando de todo lo acontecido antes de que arribara Byul. Tenía su codo apoyado en el respaldar para encariñar un poco el cabello de Seulgi. Ahora ambas prestaban atención a la silueta de Byul, que tenía los ojos cerrados clamando paz.
—Deberías descansar Byul — dijo Seulgi.
Irene asintió, y por ahí mismo bajó los pies para reacomodarse.
— Voy a quedarme aquí un rato.
— ¿Sunnie ya se ha quedado dormida? — preguntó Irene. Ella seguía encantada con la pequeña caminante que había estado jugando tímidamente con sus hijos.
La había visto solo observar lo que los demás hablaban, y siempre se aferraba a Byul de algún lado. A Irene le había fascinado como aquella niña adoraba a Byul, sin duda todos estos años tanto Byul como Yongsun hicieron un esfuerzo sobre humano para verse y que Sunnie la reconociera, pensaba Irene.
— Sí. Yongsun le estaba buscando el canal para niños y se ha puesto a cabecear cuando lo dejó en el de animales.
— Ay no — Irene se cruzó de piernas y apoyó sus manos en su rodilla con una cara arrugada tan solo escuchar la decepción de Sunnie — Ya se acostumbrará.
Byul sonrió mínimamente. Seulgi hizo lo mismo al imaginarse el pequeño cuerpecito tambalearse.
— Se parece mucho a ti — le dijo a Byul.
Irene se echó a reír sonoramente. — Tiene una que otra cosa, pero es toda la cara de Yongsun.
— Que suerte — fue la humilde opinión de Byul. Se echó también a reír cuando Irene asintió con muchas ganas.
Su cuñada siempre buscaba la forma de molestarla de buena forma.
— Y ¿cómo está Yongsun? — preguntó Irene. En el momento que estaba compartiendo se le había hecho raro que ella no estuviera junto a Byul, en vez de eso se había metido al cuarto.
Pensó durante la cena que tal vez Yongsun estuviera apenada con todo lo que estaba pasando. Ella era la patrona de Byul, después de todo. Ahora podía preguntarle a Byul sobre ello ya que no le agradaba del todo que se sintiera así.
Irene pensaba que podía llegar a ser muy buena amiga de Yongsun.
— No sé.
— Ha estado distanciada.
— Tampoco va a tomar todo esto en relajo amor — le respondió Seulgi observandola brevemente a su lado — Ha sido muy inesperado para ella.
— ¿Tenían planeado salir de la casa de Eric? — preguntó nuevamente Irene.
No es como si Byul no quisiera hablar de sus cosas, o las situaciones por las que tuvo que pasar, delante de su hermana y cuñada. Lo contrario, ella estaba bien con ello, pero el sentimiento extraño que se le formaba en el pecho no le dejaba interpretar la situación, era como si algo no estuviera bien, como si faltara algo por concluir y era eso exactamente.
No podía tomarse todo a la ligera pero tampoco podía dejarse llevar por el negativismo.
De todas formas iba a hablar con Seulgi después.
Intentó calmarse y disfrutar al menos de lo que tenía. Y era mucho más de lo que se había imaginado.
Recapacitó por un segundo. Tanta suerte habían tenido al ser ayudadas por Seulgi, que estaba dejando pasar el gozo del día en preocupaciones del mañana.
— Creo que está igual que yo. No sabemos que va a pasar y hace extraño todo esto — respondió con simpleza, mirando solo a Irene.
— Todo va a salir bien — volvía a decir Seulgi — Me molesta que estén tan preocupadas por algo pequeño.
Seulgi, se cruzó de brazos y frunció sus cejas.
— Byul, Eric no puede quitarte a Sunnie, y tampoco puede obligar a Yongsun a quedarse con él. Tiene razón Seulgi.
Byul sabía todo eso. Sin embargo, se disponía a pensar cosas donde no lo había.
Asintió lentamente y les dio una sonrisa a ambas. Y se engrandeció aun más al recordar al pequeño bebé que crecía dentro de Yongsun.
Aquello le había alegrado la noche.
Le contó rápidamente a Irene como habían planeado — luego de la fiesta — escaparse decididamente de ahí. Por poco contaba la relación de la señora Kim y Yongsun pero estuvo a tiempo de reemplazarlo por cómo se sentían con todo ya.
No le correspondía hablar más allá, y menos de cosas personales de Yongsun.
Irene tampoco se podía creer cómo todos estos años, la vida de Byul pasó al olvido. Nadie realmente se preguntaba por ella, solo daban por hecho su gran desempeño en esa finca y listo.
Obviamente, no podía faltar la curiosidad de Irene por saber cómo había reaccionado cuando Yongsun le dijo que estaba embarazada, y Byul muy contenta le contó cada detalle.
Bromearon un rato con Byul. Le dijeron lo valiente que había sido por tener cositas con Yongsun, y al final de las risas le preguntaron dónde había sido el dichoso acto, a lo que Byul solo se sonrojó y sin responderles, evadió el momento al contarles el día en que nació Sunnie, lo que les hizo sacar más carcajadas a las demás.
Irene y Seulgi no entendían cómo Byul estaba contando aquello tan feliz, cuando ese día le había pasado de todo, y ni siquiera pudo ver a su bebé hasta que pasó unos días.
Poco a poco fueron quedándose sin plática. Irene le había sugerido a Byul contarle todo a la señora Moon, ya que era una de las principales que estaban ansiosas por todo. Y Byul les prometió, que cuando todo pasara ella misma se encargaría de montar una buena comida y se sentaría a contar junto a Yongsun su historia.
— Ya es hora de que vayamos a dormir, mañana nos espera un gran día — Seulgi dijo dejando caer con poca fuerza su mano en el muslo de Irene.
Irene la miró esperando a que se disculpara por ese pequeño golpe. Pero Seulgi se levantó rápidamente y le agarró de la mano para levantarla con una sonrisa que decía muchas cosas a la vez.
A Irene no le quedó de otra que sonreírle pero sin mirarla, como quien no quiere la cosa, y se dejó llevar hasta casi salir de la sala.
— Descansen — les dijo Byul.
— ¿Vas a quedarte ahí?
— Sí.
— No quiero verte ahí cuando regrese por un vaso de agua — apuntó Seulgi en un tono bajo y con una sonrisa que luego fue borrada cuando sintió el manotazo en su espalda por parte de Irene.
Byul se rió cuando vio a su hermana perdiéndose en la oscuridad del pasillo con los hombros bajos y por la sonrisa ladina que tenía Irene.
— Ve y descansa tu también Byul, ellas te necesitan — se despidió de Byul con un gesto en la mano y partió a su habitación que era una de las que quedaba del otro lado.
Las luces de la sala estaban tenues. Eran de un color amarillo y cada farol estaban en una esquina, más las pequeñas lámparas de mesa. Las cortinas estaban cubriendo las ventanas, así que Byul no podía ver más que la tela muy lujosa frente a ella, donde su mirada se había perdido.
Para los minutos que pasó ahí, tenía claro que Yongsun ya debería de estar dormida, así que no podía regresar a la habitación como si nada e interrumpirlas.
Se posicionó de forma vertical en el sofá, extendiendo sus piernas por los almohadones y suspirando de lo cómodo que se sentía ahí.
Tan solo unos segundos después, antes de quedarse dormida, abrió sus ojos sorpresivamente al recordar a sus bebés.
Era extraño para ella, pero quería verlos y se iba a levantar a hacerlo. Tenía toda la libertad de hacerlo y por nada del mundo iba a desperdiciar esas ganas.
Se levantó como si no estuviera adormilada, caminó hasta el pasillo que le dirigía a su habitación, abrió con cuidado la puerta y de la misma forma la cerró.
Estaban dormidas en la misma posición de antes, mirando hacia la puerta principal, Yongsun abrazando el cuerpo de Sunnie y cubiertas por la sabanas.
Byul caminó hasta ellas, parecía muy ensimismada en la escena que sus ojos afortunados tenían presente.
En un principio iba a recostarse directamente en donde Sunnie le había mandado antes, pero al final se desvió hacia el otro lado de la cama en donde estaba Yongsun y donde había estado parada ella antes.
Antes de que pudiera llegar, Yongsun abrió los ojos lentamente y observó a Byul moverse hacia su lado. Ella como estaba de espaldas, pensaba quedarse así porque no se le había olvidado la pequeña manera en que Byul se estaba comportando antes, pero sin controlarse sus impulsos, olvidó todo eso y con mucha calma — para no despertar a Sunnie — se giró hasta estar boca arriba y ver a Byul continuar el recorrido hacia su esquina.
— ¿Qué haces despierta? — preguntó Byul en susurro, se arrodilló en el piso y pasó su brazo derecho por encima de la cabeza de Yongsun, apoyándolo sobre la almohada gigante. El otro brazo fue a parar cerca del vientre de Yongsun y con su pulgar daba caricias.
Yongsun no le respondió, pasó saliva y se enfocó en disfrutar de la atención.
Después Byul recostó sus codos sobre el colchón para mejor sostenibilidad, pero sin mover sus manos de donde las tenía.
Permaneció mirando a Yongsun. Cómo sus párpados rogaban por permanecer cerrados pero ella volvía a abrirlos para no quitarle la mirada a Byul.
— Estás durmiendote — le dijo Byul riéndose. Movió su mano colocada encima de su cabeza hacia a su cabello para darle caricias ahí también.
Yongsun se sentía en el cielo.
— No — ella tampoco quiso quedarse corta con los cariños y levantó su mano izquierda, la que estaba más cerca de Byul, y la posó primero en su mejilla, mirando todavía a los tiernos ojos de Byul.
A medida que iba subiendo su mano por la mejilla de Byul, Yongsun cerró los ojos por la textura tan delicada de su rostro y de su cabello.
Terminó también, dándole caricias en el cabello detrás de su oreja.
— Qué pasa — preguntó Yongsun en voz baja.
Se le hacía extraño tanto silencio y ternura, además de que estaba al tanto de su conversación con Seulgi, así que algo debía querer decirle.
— Solo quería verlos — respondió Byul dejándose querer y sin dejar por su parte, las caricias en el vientre de Yongsun.
Yongsun sonrió tomando en cuenta las palabras que acababa de escuchar y luego de hallarles significado, sonrió.
— ¿Crees que sea niño?
Byul le correspondió la sonrisa enseguida.
— Puede que sí — le dijo viendo en los ojos de Yongsun un brillo único.
Yongsun se removió un poco para estar a disposición, y dejó su mano libre apoyada en su vientre, muy cerca de la de Byul.
— En la escuela me habían hecho una prueba con un bolígrafo sobre la palma de mi mano para saber el sexo de mis futuros bebés.
Totalmente encarada con el tema de conversación, Byul se mostró interesada en saber más sobre ello. No hace falta decir que también buscaba aprovechar un tiempo con ella.
— ¿Qué te salió?
— Niña y después niño — comentó Yongsun con un entusiasmo disimulado por el sueño.
Byul le sonrió y poco a poco se fue acercando a ella. Se dejaba querer profundamente por las prodigiosas manos de Yongsun, hasta que Byul las empezó a sentir detenerse conforme avanzaba en el espacio hacia sus labios.
— Pues está bien así, aunque me encantaría más clones tuyos. — le habló de tal forma que Yongsun suspiró puro aire caliente de sus fosas nasales — Ya veremos.
Byul se inclinó lo que faltaba para darle un casto beso, sin llegar a completar la unión de sus labios y por ahí mismo se separó para seguir observandola y haciéndole caricias.
Ahora su rostro estaba más cerca del de Yongsun.
— ¿Quieres hacerle la competencia a Seulgi?
Byul rió silenciosamente y volvió a darle un corto beso. No veía para nada mal la idea, si todo fuera solo con Yongsun.
— Irene me ha preguntado por ti antes, estaba preocupada.
— Y qué le has dicho.
— Que ambas todavía estamos un poco congeladas con todo esto.
— Sí.
Byul vio que Yongsun dejó los ojos cerrados unos segundos, luego cuando los volvió abrir, con la mano que tenía para darle caricias a Byul, le atrajo hacia ella para plantarle un beso, pero esta vez atrapando mutuamente sus labios y presionandolo con fuerza.
— Cuando regresemos mañana, puedo enseñarles nuestra casa. — Le había dicho a Yongsun, provocándole un revoltijo en su estómago con solo escuchar "nuestra casa".
Sus labios sólo deseaban volver a tocar los de Byul en ese mismo instante. Byul parecía estar diciéndole cosas sobre mañana, y ella estaba que no quitaba la vista de sus labios moviéndose al hablar.
No importaba cuán extraño se comportaran de pronto, podían volver a compaginar en una idea y vuelta.
— ... y Seulgi me ha dicho que todo está de nuestro lado — terminó de contar Byul, continuando sus masajes en el cuero cabelludo de Yongsun.
— De verdad quiero estar contigo — se sinceró Yongsun.
— Lo sé. Yo también quiero. — Byul terminó acercándose más y volvió a darle un beso más calmado que el anterior.
En vista de que Byul no quería regalarle uno de esos besos que le encantaban hasta hacerle agua el espinazo, por su propia cuenta, alzó su cabeza para buscar de sus labios.
Pero Byul le empujó con sus labios aún sobre los suyos, hacia el colchón para que Yongsun no continuara realizando fuerza.
Cada vez más apresurado, Yongsun movía sus labios fogosamente y sin dejar de lado sus debilitantes caricias detrás de la oreja a Byul, que sin saberlo, le estaba enviando señales a todo su cuerpo.
Ambas por falta de aire, y porque seguramente el sonido de sus besos terminaría despertando a Sunnie. Se fueron detuviendo, con sus narices a solo un milímetro de la otra intercambiaban respiraciones.
Permanecieron así, mirándose claramente sabiendo lo que pasaba con sus cuerpos.
Pero las dos controlaron ese impulso cegador que muchas veces antes les llevó a unirse íntimamente en cualquier sitio, y disfrutaron de mirarse con complicidad.
Tampoco — se decía Yongsun ahora muy despierta por la sensación que los besos de Byul le envió en todo el cuerpo — era el lugar para eso.
— Échate aquí junto a mi — le pidió Yongsun luego de separarse un poco.
— Claro que sí — le susurró Byul, esta vez sin remedio. Se levantó del piso para ayudar a Yongsun a mover un poco el desmayado cuerpo de Sunnie.
Yongsun no tenía miedo de que Sunnie pudiera moverse por toda la cama y cayera luego al piso, porque ahora tenía su sueño pesado luego de saltarse la hora de su siesta por estar con sus primos, así que Yongsun pensó, que podía disfrutar un poco del calientito cuerpo de Byul.
Ella se desplazó hacia el centro de la cama para dejarle la esquina a Byul. Cuando ya Byul estaba en la cama, Yongsun levantó de las sabanas que anteriormente ella había sacado, para darle un extremo a Byul y que se cubriera.
Byul dejó su brazo extendido, lo cual fue directamente una invitación para que Yongsun se acurrucara en su pecho, y así lo hizo. Ella recostó su cabeza en el brazo quedando su frente apoyada en el pecho de Byul y pasó su brazo para rodearle su cintura.
— ¿Así está bien? — preguntó Byul sonriente y plantando un beso en la coronilla de su cabeza.
Yongsun asintió de inmediato y enredó sus pies con los de Byul, se impulsó más cerca de ella y aspiró su perfume.
Ya no le importaba lo anterior. Yongsun admitía que antes se iba a dejarse desmoronar por una simple actitud. Byul nunca se había mostrado así con ella, era todo al revés, y Yongsun no acababa de entender como había podido tener la actitud de aquella vez que alejó a Byul por meses de su lado.
Había sido muy cruel, y lo recordaba ahora cuando se había medio que enojado por una simple acción — irse un rato a la sala —.
Mientras tanto, Byul retomaba las caricias ahora en la espalda de Yongsun.
Prácticamente Yongsun se había quedado dormida entre sus brazos, por primera vez, en cuestión de minutos. Byul lo estaba disfrutando al máximo, pero sin dejar de ver a Sunnie para verificar que estaba bien entre las sabanas y algunas almohadas que Byul le colocó con mucho esfuerzo en la esquina de la cama por seguridad.
Yongsun no se había despertado al menos con sus movimientos y seguía aferrada a su cuerpo con mucha determinación.
Permaneció despierta alrededor de dos horas, mirando la televisión lanzar imágenes aleatorias y con el volumen bajo.
Aquel momento muy esperado, había llegado por mitad, porque al día siguiente empezaría la recuperación de la otra parte.
Aunque tenía dudas a los resultados, ella misma recordó que Seulgi era su hermana y que no le mentiría por nada del mundo sobre algo tan delicado para ella.
Debía seguir con la cabeza en alto y por estas horas de sueño que le quedaban, disfrutar de la cama en la que muchas veces soñó tener a ambos angelicales cuerpos en sus brazos.
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