Capítulo 17
— Calma, calma...
Con un comando, Eric hizo que el caballo empezara que galopar en un solo lugar.
Byul estaba a su lado viendo que todo en el gran cuerpo del animal estuviera bien. Tenía sujetado unas tiras de cuero por si se salía algo de control — sugerencia de Eric — aunque no era necesario para ella.
No aplicaba ninguna clase de maltrato hacia los pobres animales.
Eric hizo un sonido con su boca para apaciguar el andar del animal.
No muy lejos de ellos, más allá de los laterales de la casa estaba Yongsun y Sunnie en un tapete, con sábanas, juguetes, jugo de naranjas y risas por todos lados.
— Fíjate en las patas traseras. — le indicó Eric.
Byul hizo lo que dijo, luego le afirmó que estaban bien.
Seguía al caballo a todos lados mientras Eric lo conducía. Estaba ya cansada de estar apropiadamente dos horas en eso.
Escuchó risas, risas angelicales, pensó Byul. Miró hacia donde sabía que provenían y sonrió.
Hyejin se había unido a ellas, y hacía una introducción a su llegada con una especie de danza que hizo reír a Sunnie.
Ahora estaba distanciada de Eric y este no le dijo nada, pero en cuanto Byul lo miró supo que la había atrapado mirando.
Ella apartó la mirada y corrió para colocarse a un lado del caballo y prestar atención. Se había asustado, y el silencio que se propagaba en ellos lo hacía todo más tenso.
Ella esperó que le dijera algo, sin embargo, continuaron con los actos hasta pasar al siguiente caballo traído por Jin al campo.
Byul ajustó las riendas y las carrilleras en la cabeza del caballo antes de que Eric subiera.
Jin se fue corriendo apenas lo dejó y Byul sonrió por como este lo hacía.
— ¿Qué es tan gracioso?
Ella dejó de sonreír y negó con la cabeza en dirección a Eric.
Él subió con esfuerzo al caballo. El animal fue difícil de controlar y eso era algo que no lo podía permitir. Le dijo a Byul que hiciera una nota mental de ese caballo. Pablo.
Era obvio que Eric no supiera del trato amistoso que Byul tenía con ellos, o de las veces que los caballos con simples cosas hizo reír tanto a Sunnie.
Byul evitó sonreír. En cambio, mientras Eric replicaba con el caballo, ella miró nuevamente hacia las demás.
Ahora parecía que hablaban animadamente de algo. Hyejin tenía a Sunnie sentada en sus piernas, abrazandola con adoración y también le daba besos en la parte superior de su cabeza. Tenía hechos dos moñitos a cada lado, y puesto un vestido similar al de Yongsun; uno blanco con un diseño que Byul no podía ver desde donde estaba.
Sus ojos fueron directo hacia Yongsun. Es que no podía evitar pensar en lo divina que estaba todos los días. Su cabello lacio puesto hacia un lado sobre su hombro, su sonrisa...
Byul se paralizó al pensar lo feliz que se veía Yongsun. Inmediatamente su emoción se fue al pique, y su rostro claramente cambió.
Yongsun reía, y en eso sus ojos se encontraron con los de Byul. Su sonrisa se había ido disipando en cuanto halló en el semblante de Byul algo que no se lo había esperado.
Estaba triste, nuevamente.
Yongsun había estado mirándola discretamente, no por nada estaba aquella hermosa tarde que la naturaleza les había brindado para salir. El sol, a pesar de que se hacía notar sin las nubes, no se sentía en lo absoluto por la leve brisa fría que pasaba en el día.
Incluso cuando estaban montando todo para sentarse en el aire fresco, Yongsun pudo divisar un arcoíris escondido entre las montañas, es decir, el día estaba perfecto.
Acomodó su cabello, aunque no era necesario, pero estaba considerablemente nerviosa por la actitud de Byul. Recién se habían arreglado hace unos días, no podía soportar otro distanciamiento.
Una camioneta negra aparcó delante de la casa y parecía que Eric estaba emocionado por ir a recibir a la persona.
Se bajó del caballo y le ordenó a Byul que lo mantuviera quieto. Cuando él se giró para ir corriendo a recibir su invitada, Byul suspiró y con los párpados cerrados hizo rodar sus ojos.
Estuvo mirando sus botas desgastadas y con lodo. Las bastas de su jeans se habían mojado cuando ella en la mañana había limpiado las cubetas de agua para los caballos. Y seguían mojadas debido al clima tan frío.
— ¡Hermanita!
Byul levantó la cabeza curiosa. Tuvo que hacerse a un lado ya que el caballo le impedía ver hacia la casa.
Seulgi estaba saludandola detrás de la cerca de madera que separaba la casa del campo, a su lado estaba Irene con expresión seria y con un maletín negro.
Por lo que había escuchado muy temprano, Eric les pondría una vacuna a los caballos. Pero Byul estaba sorprendida era por la persona que había recurrido para el favor.
Empezaron a conversar entre ellos, Irene parecía no querer estar en ese lugar porque no prestaba atención a ninguno de los dos. Miró las montañas, sonrió al ver a Sunnie despeinar el cabello de Yongsun y detuvo su mirada en Byul para saludarla con un descuidado gesto en la mano.
Byul sonrió. Irene era una persona que sin duda le causaba gracia. Era sincera, no ocultaba nada si en realidad le parecía inaceptable, y por supuesto, muchas veces le había corregido a Byul aspectos de su vida que con mucho gusto ella aceptó.
Unos minutos después, los tres se estaban acercando a Byul con el caballo todavía sujetado.
— Te estaba saludando. — le dijo Seulgi ya llegando a su lado y la atrajo de los hombros para darle un abrazo. — Tiempo sin verte.
— No es para tanto. — dijo con dificultad al estar atrapada en los brazos de su mayor.
— Claro que sí, mamá no deja de hablar de ti.
— Hola Byul, que bueno verte. — saludó Irene palmandole el hombro cuando Seulgi la soltó.
Eric miraba de brazos cruzados la escena. En todo el transcurso que intercambiaron unas palabras él observaba la interacción de Seulgi con Byul.
Parecía no ser la mujer que quería arrebatarle a su esposa.
Pero no dejó sobornarse él mismo con pensamientos que no encajaban con el momento y se enfocó en explicarle nuevamente a Irene lo que deseaba.
Ella lo miró con seriedad. Que no era tan tonta cuando se había graduado de veterinaria en una buena universidad.
Ella no había aceptado que Seulgi le pidiera hacer ese favor a su ex novio. Por favor, Irene había pensado que Eric era lo suficientemente dependiente para contratar otra persona, pero claro, teniendo a una amiga que podría hacerlo gratis no desperdiciaría el dinero.
No le importaba el dinero, pero si se trataba de Eric, entonces sí.
— ... Tétanos. — terminó de decir Eric.
— Sí, ya lo tiene claro.
— Quería hablar contigo, mientras tanto.
Tanto Irene con Byul se sorprendieron. Seulgi por un lado estaba ya cansada de lo mismo.
Los dos se alejaron un poco de Irene que empezaba a hacer lo suyo con las jeringas y de Byul que la ayudaba con el caballo.
Irene trabaja en silencio, y Byul no platicaba.
Eric le había silbado a los demás hombres que se habían acercado a presenciar el hábil trabajo de Irene, les ordenó a todos que ayudaran a traer los caballos.
Fue algo rápido, Irene insertaba la aguja, sacaba, y siguiente.
Pero aún así llevó un hora y media en terminar. Al final de todo eso, Eric las invitó a cenar amablemente.
Byul ayudó a Irene con sus cosas. Eric y Seulgi ya estaban dentro de casa hablando con seriedad y a escondidas.
Hyejin ya estaba con la señora Berta preparando la cena.
Yongsun se acercaba llevando a Sunnie de la mano y con todas las cosas de su mini picnic. La bebé iba cargando como pudo las sábanas dobladas y un caballo de juguete que recién le habían regalado, mientras que Yongsun llevaba el tapete y las otras bolsas de lo que estaban usando.
Irene cerró la puerta del auto y dio la vuelta para agradecerle a Byul el increíble trabajo que su esposa no pudo hacer. Pero cuando pasó frente al coche, justo Yongsun pasaba a su lado también en dirección a Byul.
Irene vio como la cabeza de Yongsun se giró hacia Byul, y Byul la miraba a ella de una manera distinta a la que debía ser. Sunnie también miró a Byul. Fue lo más extraño que pudo presenciar.
Parecía que querían decirse algo.
Pero ella sacudió sus manos y ajustó su jeans antes de ir hacia Byul que ya la estaba mirando inexpresiva.
— Gracias por todo Byul, de verdad que eres maravillosa... más que tú hermana.
— De nada, encárgate de ella cuando estén en casa. — le dijo entre risas.
— Por supuesto que lo haré. Me dejó sola en todo esto mientras ella hablaba con ese tipo.
Ambas empezaron a caminar hacia la casa. Byul acompañándola solamente.
Yongsun y Sunnie ya estaban en el portal, y con una mirada muy poco disimulada, Yongsun antes de entrar a la casa desde su posición dio una última ojeada a lo que hacía Byul con aquella mujer que desconocía.
Byul hizo como que no la vió y preguntó por los niños a Irene.
— Prometo ir a verlos, cuando se controlen las cosas por acá. — dijo Byul deteniéndose justo antes de los escalones de la casa.
— ¿No vas a pasar?
— No puedo, cuando terminen estaré aquí. No te preocupes.
— ¿Cómo que no puedes?
Irene se cruzó de brazos, visiblemente molesta.
— No te olvides de que aquí sirvo a la familia.
— Ja, debes escucharte. — ella dio un paso hacia Byul. — ¿En serio dejas que te sigan tratando mal aquí? A mi no me engañas, este no es el mejor trabajo del mundo.
Byul sonrió.
— Espera, espera. Guarda esa energía para Seulgi.
— Estoy hablando en serio Byul. Las demás no quieren aceptarlo, pero yo sé por qué estás aquí.
— No creo que sepas. — dijo sonriendo por lo serio que se volvió el asunto.
No sabía. No había modo de que Irene supiera.
Byul rió con más ánimo ante la mirada de su cuñada.
— Ya en serio, si quieres trabajar como esclava, te contrato. Mira que no sabía que eras tan servicial como lo demostraste hoy.
Byul no dejaba de sonreír. Ahora que lo mencionaba Irene, no dejó escapar esa idea. Ella trabajando cerca de la cabaña, en donde en un futuro viviría su familia.
Irene logró ver ese destello en sus ojos por la increíble idea.
— ¿Ves? Sabes que... ni siquiera lo discutiremos. En cuanto dejes este lugar serás bienvenida en casa como la nueva capataz.
Ambas sonrieron y fue cuando la puerta se abrió de repente.
— ¿Qué hacen? Dejen de hablar a mis espaldas.
— No creo que estés en posición de decir eso.
Irene subió los escalones y abrió más la puerta para pasar ella sin siquiera tocar a Seulgi.
Seulgi por su parte miró con ojos muy abiertos a Byul, indicando lo aterrada que estaba.
— ¿No quieres entrar?
— No, de todas maneras no debo. Voy a checar a los caballos.
— ¿Cómo dices? Anda, entra que las señoras cocina exquisiteces.
Byul negó.
— Byul, ven acá. — insistió.
Entonces Byul fue con ella obligada a aparentar que nada había pasado entre la familia Nam y ella.
Seulgi la llevaba de la mano, y al pasar el comedor, dirigiéndose hacia la sala pasando el pasillo se encontraron con Yongsun de frente.
Ella las siguió, observando como sus manos estaban entrelazadas y luego viendo como se soltaban al entrar a la sala.
Era poca la lava que se hervía en el volcán Barú. Estaba enojada y ella sabía que podían darse cuenta. Querer averiguar quién era esa mujer, pasó al olvido.
Quien fuese, parecía conocer a Byul desde hace mucho. La cosa era que Byul fuera tan descarada de dejarla hacer eso delante de sus ojos.
Mientras la comida se hacía, Seulgi y Eric pasaron el rato hablando entre ellos, cosas de la juventud, omitiendo muchos detalles.
Solo era por tener un tema al azar, ya que ninguna de las demás se atrevía a decir algo.
Yongsun estaba sentada junto a Eric en un sofá, y frente a ella estaba Byul en uno individual. Seulgi e Irene estaban en otro doble muy cerca de Eric.
Byul solo miró sus manos, las estiraba sobre sus muslos y evitaba por sobre todo tener contacto con Eric o con Yongsun.
Le daba escalofríos la situación.
Era un terrible mal tercio.
Yongsun evaluaba mentalmente lo que pasaba. Byul estaba con ellos, como si fuera un colega más y Eric no comentó nada. Aquella mujer que hablaba con Eric fingiendo estar interesada en las cosas que él decía, al parecer tenía una amistad con Byul. Nuevamente la imagen de sus manos entrelazadas llegó a su cabeza y apretó su mandíbula de pura rabia.
Vio su boleto de escape cuando Hyejin apareció con Sunnie en sus brazos ya en pijama.
Byul observó a su hija pasar con timidez por su lado hasta llegar con Yongsun.
Irene hizo un sonido adorable al ver a Sunnie con su linda pijama, con los mismos moños y unas mini pantuflas blanquitas con forma de conejos.
— Dios mío, es hermosa. — comentó Seulgi.
Yongsun la subió a sus piernas y la abrazó por el torso haciendo que la bebé colocara su cabeza en el pecho.
Sus ojos dieron a parar inmediatamente en el rostro de Byul y por instinto Sunnie le sonrió.
Ninguno de los presentes se esperaba eso. Irene fue la que rió completamente enamorada de la pequeña niña que era imposible ser hija de un hombre como Eric.
Eric se levantó de su lugar ignorando los halagos de las dos mujeres a su hija y fue por una de sus botellitas en el estante a sus espaldas. Luego regresó y se sentó en el otro sofá individual, lejos de Yongsun.
— Gracias Irene por tu trabajo, fue excelente.
Irene asintió. No dejó de hacerle señas a Sunnie para que le prestara atención. Pero la bebé estaba ensimismada con Byul.
Byul estaba sonriendo, no podía ignorarla.
— Es encantadora. — Irene dijo mirando a Byul para afirmar el hecho, cosa que asustó a Yongsun.
— Sí.
Byul se sentía orgullosa, y Yongsun podía verlo en sus ojos. Ambas habían formado a aquella niña y nadie les daba mérito.
Yongsun observó a Byul. Se veía extremadamente bien con su chaqueta jeans, camisa marrón, y sus jeans. Pero sus manos entrelazadas volvió.
— ¿Tienes mucho trabajo aquí Byul? — preguntó Irene.
Byul le sonrió, sabía que ahora ella quería llevársela de ese lugar por motivos no exactos. Habían muchas cosas de fondo.
— No tanto, Irene. — la sonrisa que le dio a esta, Yongsun no la dejó pasar así nada más. — Es bueno.
Sunnie ya se estaba quedando dormida en sus brazos, la observó dormir mientras escuchaba la conversación.
— Puedes decirnos.
Byul sonrió, pero fue más para que Eric viera que eran solamente bromas. No quería que malinterpretara las cosas y la despidiera para cumplir a las demás.
— Me encanta mi trabajo.
— Y sigo sin entender el por qué. Mamá asegura entenderlo, pero yo no puedo.
— ¿Cómo está la señora Moon, Seulgi? — quiso saber Eric, literalmente para variar de tema.
— Pues no deja de hablar de Byul, la quiere con ella en casa. Por lo demás está bien. Visita de vez en cuando la cabaña y por cierto... — Seulgi miró a Byul emocionada. — Contrató un personal para que termine con las remodelaciones. Quedará hermosa.
Byul negó. No quería que nadie tomara manos en su futuro hogar, quería ella misma remodelarlo.
— Quería hacerlo yo misma, Seul.
— Créeme, le dije eso. Pero ya sabes cómo es.
Byul suspiró y miró fugazmente a Sunnie dormir. Luego a Yongsun, que estaba petrificada.
— ¿La cabaña? ¿No era de la familia? — preguntó Eric.
— Ahora le pertenece a Byul. — dijo cortante Seulgi. — Lo merece, estuvo con Papá trabajando mucho tiempo, lo menos que podía tener era la cabaña.
Eric, que tenía recostado el codo en el respaldar, y con su mano tocó su barbilla interesado en el tema. Observó a Byul.
— Les diste toda la finca a tus hermanas, y parte del dinero también. Solo te quedaste con la cabaña. — resumió con una sonrisa. — Bien pensado.
Las únicas que no rieron fue Irene y Yongsun ya que Byul solo lo hizo para no verse "insultada" ante el diminutivo de estúpida.
— Sé que era importante para todos. — explicó, y con disimulo señaló a Eric, como diciendo lo importante que había sido para él.
Él frunció las cejas y Byul le quitó la mirada.
— Muchos recuerdo hay ahí.
Seulgi asintió.
— Es algo bueno Byul. Pasará a tu familia después. Ya tienes un lugar especial donde establecerte cuando termines lo que sea que estés experimentando trabajando con Eric.
Las palabras de Seulgi hacia Byul fueron suficientemente exactas para que Yongsun uniera cabos.
Byul le sonrió a su hermana. Eran palabras que no hacía falta decir, pero que al menos le hacían saber lo contentas que estaban en su familia por la decisión.
— Sí, gracias. En realidad... — Byul observó a todos, pero solamente para caer unos segundos en los ojos sorprendidos de Yongsun. — Ese es el plan.
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