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Capítulo 16

— Gracias nuevamente.

— Sí, no te preocupes — dijo Seulgi del otro lado de la línea telefónica. — Para eso estamos, Eric.

— Entonces, ¿cómo va la familia?

Ella desde la cocina, preparándose un té verde que quedaba fresco antes de una plática tranquila, se preguntó por qué Eric se adentraba a ese tema tan repentinamente.

En su cabeza se decepcionó de él. Parecía estar obsesionado con el tema de la familia y ella entendía que él no tenía con quien hablarlo, alguien de confianza a quien contarle orgulloso o triste sucesos de su vida.

Seulgi aseguraba que era la única amiga a la que pudiera recurrir en cualquier caso y solo por eso, le siguió la corriente.

— Va bien. Los niños están creciendo cada vez más.

— Siempre lo hacen. Los vi en el patio. Están gigantes.

Seulgi asintió sonriente. Se llevó la taza a los labios y tomó un sorbo del té.

— Sunnie no se queda atrás. — Eric no respondió, y Seulgi caminando hacia la sala de estar para relajarse un rato, imaginó el lío mental que él tendría.

Tan solo una semana antes, él le había ido a visitar y con ideas locas en su cabeza le comentó querer mudarse de casa. Planeaba vivir por las costas, con una buena vista al mar y con el ambiente de relajación palpable.

Simplemente así, lo había decidido.

Ella no quiso preguntarle más al respecto ese día. No quería parecer estar interesada de repente en la vida de su ex pareja, pero era inevitable no preguntarse el por qué.

— Sí, ella es todo un personaje. — opina Eric con una sonrisa y quitándose el sombrero prosiguió a ordenarse el cabello.

Se quedó a un lado de la ventana, viendo hacia la pradera que podía admirarse de aquel lado. Seulgi seguía de pie, viéndolo desde una distancia conforme.

— ¿Qué tal su cumpleaños? Oí que varios de los amigos de mi padre asistieron.

— Todos estaban entusiasmados por ver a Sunnie. Pero ella cayó dormida una hora después.

— Parece que no pudo ocultar lo aburrida que estaba. — dijo Seulgi riéndose de la bebé y a la vez del gesto incrédulo de Eric.

— Estuvo dando vueltas todo el día. Se escapó de Yongsun, y dicen que la encontraron cerca de los establos.

— ¿Qué? — Seulgi rió.

— Iba solo en pañal ¿te la imaginas?

— Sí — continuó riendo.

— Pero aparte de eso, se comporta bien. Escucho cuando Yongsun le pregunta algo y ella le responde "Sí mamá" o "No mamá", lo justo y necesario. — Eric sonrió. — El tono en que lo dice es tierno.

Era la primera vez que establecían este tipo de conversación luego de que Eric se comprometiera y dejaran a un lado los sentimientos antiguos.

— Una vez pasé cerca del baño, y la escuché cantar una versión muy confusa de "Pipón es un muñeco".

— Irene les cantaba esa a los niños también. — dijo con ojos ya brillosos.

— Sí. Aunque Sunnie no habla mucho conmigo.

A Eric poco a poco se le desvaneció la sonrisa del rostro. Seulgi lo encontró extraño pero decidió ofrecerle también una taza de té, pero el negó rápidamente.

Ambos, luego de aquel momento estaban dando un paseo por las tierras Moon. Más allá de las colinas podía verse el sol traspasarse entre las nubes de las grandes montañas que años atrás todos los que visitaban la finca tenían el gusto de explorar.

Seulgi enfocó su vista a lo hermoso que el día estaba resultando. Luego fue mirando poco a poco cada detalle de su alrededor y se detuvo en ver la colina que tenía el camino hacia la cabaña que ahora pertenecía a Byul. La nostalgia la obligó a cambiar repentinamente el buen momento que estaba pasando. Muchas cosas había vivido en aquella cabaña.

Al pasar los meses, ella había conseguido hacer que Byul utilizara su parte de la herencia y había sido para reconstruir la cabaña; y no solo eso. Seulgi se había quedado intrigada cuando ese día Byul llegó de visita a la casa con el rostro desecho.

Le había preguntado qué le ocurría, pero no le respondió. Byul se había ido al patio por un poco de aire fresco, ella la observó desde la ventana de su oficina.

La vió fumar un cigarro, y la vió mirar sus botas ensimismada, cerrando los ojos de vez en cuando y parecía estar alejando pensamientos. Luego, cuando Seulgi se había concentrado en unos documentos y volvió a ver por la ventana, la vió dirigirse hacia la cabaña. Aunque estaba a nada de anocher ese sábado, no le impidió irse a tales horas; no se preocupó.

Lo que sea que estuviera malgastando los sentimientos de Byul, ella misma sabría solucionarlo. Al día siguiente, con el rostro serio y lleno de ojeras, Byul le dijo que compraría la cabaña y junto a ella unas diez hectáreas alrededor.

Seulgi supuso que al llegar ese día, estaría contenta por la decisión, a fin de cuentas estaba preocupada porque Byul recibiría lo mismo, como una familia. Pero ese día, no fue tan bueno ver a su hermana tan inexpresiva.

— Voy a despedir a tu hermana.

Seulgi volvió de ese pequeño recuerdo para escuchar a Eric. No supo cómo reaccionar, solo se cruzó de brazos y volvió a mirar en la misma dirección de antes, justo la que Eric estaba viendo.

De reojo se dio cuenta que Eric estaba bebiendo de su botellita.

— Me parece, que no puedo ni siquiera preguntar el por qué. — ella lo miró aún en su posición que más que nada desprendía seguridad. Él siguió observando las montañas con el viento protagonizando el ruido de la naturaleza. — Es tu trabajo después de todo.

— Sí, pero tú eres su hermana...

— Buscas que la defienda, para que después me ataques con frases sabias, y... a todas estas ni siquiera sé por qué tanto odio tienes hacia ella. — dijo con voz tranquila, él incluso quedó impresionado por lo suave que sonó aquella acusación.

— Tú más que nadie me conoce. — entre sus dedos jugó con un cigarrillo listo para ser encendido.

— No vayas a fumar aquí, los niños van a verte y no quiero que me estén preguntando toda la noche qué era eso que estaba en tu boca.

Eric rió con gracia, sin embargo, no guardó el cigarrillo. El se giró por completo para ver a Seulgi.

— Moon Byul sigue en las mismas.

Seulgi resopló y después formó una sonrisa con sus labios, negó lentamente con la cabeza no creyendo que Eric estuviera hablando el mismo tema de hace tiempo.

— Si quieres contarmelo, hazlo mientras regresamos adentro.

Ella empezó a caminar de regreso a la casa con Eric a su lado contándole con un supuesto orgullo en su voz por haber descubierto algo que nadie había notado.

— La he atrapado mirando a mi esposa en una variedad de ocasiones, nuevamente. No le he comentado nada, hace como si no lo supiera, creyéndome un tonto.

— Bueno, ella no se equivoca. Guarda el cigarrillo.

— Lo está haciendo en mi propia casa, delante de mi gente.

— Byul es sin duda una de las mujeres más discretas que conozco. — Seulgi terminando de decir eso, Eric detuvo la conversa.

Entraron a la casa, Seulgi dejando pasar a Eric primero y recordándole nuevamente guardar el cigarrillo. Se dirigieron a la oficina en silencio.

Cuando Seulgi se dejó caer en la gran silla, suspiró todo el aire de sus pulmones. Eric no tomó asiento, puso su manos en la silla frente a él y pensó como continuar con la conversación.

Pero de una manera poco vista, Seulgi lo había despistado de sus acusaciones y en pocas palabras con ese cuento de volver a la casa, le había dicho que dejara de hablar de su hermana o, que no le interesaba.

— No puedo tolerar que siga faltándole el respeto a mi esposa. El único que puede hacerlo...

— ¿Eres tú? — lo interrumpió ella.

Por un segundo, pensó él, se había descontrolado y había dicho algo que solo había pronunciado cuando estaba solo desahogandose en silencio.

— Sabes lo que quiero decir.

— Ni idea, pero déjalo hasta ahí. Hubiera preferido no saber eso.

— No...

— Sí, Eric. Tengo demasiadas cosas por hacer y te soy sincera, no me gusta que vengas a hablarme de mi hermana como si fuera mi enemiga también.

Él la miró con seriedad. Por su rostro no pasaba más que simples parpadeos y suspiros que se confundían con estar apenado por la situación.

Eric asintió y le sonrió.

— Está bien. La verdad es que, pensé que podías hablar nuevamente con ella. Debe estar pasando algo por su cabeza. Tengo esta sensación de hace un año, y que mi matrimonio haya dado una vuelta diferencial, me hace pensar que ella está metida en esto.

Seulgi pensó, que Eric nunca dejaría de insistir sobre ello.

No tuvo otra opción. Mientras miraba el bolígrafo sobre sus papeles frente a ella, decidió tomar ciertos atrevimientos con Eric, y con lo que muy probablemente se arrepentiría. Meterse en la vida de Byul nunca había sido algo de lo que pensada a cada rato, de ser así sabría el por qué del comportamiento que tuvo esta aquel día en que se quedó con la cabaña de la familia.

Seulgi estaba segura, que hablando se encontraba una solución.

No quería dudar de su hermana, jamás lo había hecho. Pero ¿qué pasaría si Eric tuviera razón en lo que decía?

Simplemente no iba a contarle nada a Eric. No la echaría al fuego.

— No te prometo nada. — le contestó ella.

Él inmediatamente se colocó su sombrero y se despidió de ella con un bajo "hasta pronto". Seulgi lo miró salir de su oficina pero antes de que saliera, ella se levantó y lo acompañó hasta la salida.

>>>

Ya era de noche. Yongsun acababa de sacar a Sunnie de la ducha y le estaba secando el cabello corto mientras la bebé veía muy concentrada una cómica en la televisión.

Al pasar el tiempo, y Sunnie ya con tres años, muchas cosas fueron añadidas poco a poco a la casa. Para Yongsun el concepto de "demasiados juguetes" se quedaba corto con los que tenía Sunnie en el cuarto de arriba. Eso era un tema aparte del cual no dejaba de asombrarse.

La televisión era una distracción que le favorecía en estos casos. Podía hacer cualquier cosa y sabía que Sunnie no se escaparía de la habitación o empezara a tocar cosas. Temía eso Yongsun, que pudiera tocar algo que le hiciera daño, o que corriera por pasillos y se golpeara.

Infinidad de cosas.

Cuando terminó su labor, desconectó el aparato, lo guardó enseguida y apagó la luz de la habitación. Caminó hasta la cama y se dejó caer exhausta por el día que ambas llevaron.

Sunnie seguía sentadita en la orilla de la cama viendo televisión, con su batita azul que le llegaba hasta los talones y el cabello peinando hacia un lado. Yongsun no podía verla pero Sunnie tenía las cejas fruncidas, un adorable gesto en los labios, sus mejillas inflamadas naturalmente y sus pies juntitos extendidos por el colchón.

Yongsun quería cerrar los ojos pero no. Cuando lo hacía, terminaba abriendolos de un salto para no descuidar a Sunnie.

Era muy protectora.

Ella también se quedó mirando la televisión plana, pero empezó a recordar sus acciones aquel día que estuvo con Byul y Sunnie en el invernadero. El momento estuvo lleno de tensión con cada segundo que pasaba.

Remontando sucesos importantes en ese año que pasó. Yongsun pudo estar tranquila con lo se refiere a la amistad de Krystal y Byul, ya que aquella mujer se había ido a un viaje de negocios y por lo que Byul le había contado, eran muy buenas amigas. No habían rebasado ningún límite.

Ella sabía que no.

Haciendo un breve paréntesis aquí, se podría decir que Krystal, el tiempo que estuvo interactuando con Byul se había dado cuenta que ya había alguien en su vida. Algunas veces invitó a Byul junto con Wheein a beber unos tragos, y a cenas u almuerzos. Nada fuera de lo normal. Conversaciones chistosas, y una que otra anécdota.

Krystal se había portado bien.

Pero empezaron otros problemas como que, Yongsun tenía que estar vigilando a Sunnie en todo momento para específicamente evitar que esta llamara o preguntara por Byul. También por sus pequeños escapes fallidos hacia la libertad.

Otras de las cosas que simplemente no se tenía el control era que ya eran tres cumpleaños en los que Byul la pasaba fatal. Yongsun estaba segura de que era la razón por el mal humor que de pronto se hizo presente en la vida de Byul y que escondía con esfuerzo inútil. Trató de arreglar eso con más visitas inesperadas y salidas al campo.

Pero sin duda alguna, el impacto que tuvo Byul al escuchar a Yongsun contarle sobre que Sunnie ya tenía declarado el apellido de Eric, fue el detonante a sus constantes sufrimientos. Fue precisamente la tristeza que notó aquel día Seulgi en ella.

Había ido entusiasmada con Sunnie hacia el invernadero en cuanto vio a Byul entrar en él. Su alegría podía notarse en sus ojos y en la sonrisa que tenía al saber que Eric había inscrito ya a la bebé en un jardín de niños.

Con tan solo imaginarse a su bebé en uniforme, sentía ganas de llorar. Quiso compartir ese sentimiento con Byul y eso había hecho hasta que, mientras le contaba a lujo de detalles — como Eric se lo contó a ella — cada uno de los pasos que se debía hacer para llevar a cabo la inscripción, se le escapó decir "Nam Sunnie".

A Byul se le desfiguró el rostro.

Se había mantenido en esos minutos de silencios confusa, más que triste.

Ese día, Byul no sabía qué hacer para dejar de llorar. No lo demostró delante de ellas, pero si estuvo la noche entera pensando en una solución para su familia.

Sus lágrimas salían por si solas cuando recordaba la normalidad en que Yongsun se lo dijo. Sin ningún titubeo.

Pensó que era una mala jugada de Yongsun, que estaba haciéndolo para verla sufrir. Y por eso ha estado alejada. Claro que Yongsun no tenía idea de que en la forma de decirlo, le había afectado.

Ella no era consciente de sus palabras. La información se le había salido de la boca sin querer, y lo único que deseaba era transmitirle a Byul, que no pasaba nada, que tendría solución y que ella estaba llevándolo perfectamente.

Logró confundirla y alejarla más de lo que estaban.

— Sun, ya ven a dormir.

Sunnie con un desequilibrio que puso nerviosa a Yongsun, se dio la vuelta en el colchón, gateando rápido llegó hasta ella y se le acomodó entre los brazos.

Yongsun deshizo el doblado de la colcha y la extendió para cubrirlas. Apagó la televisión y tarareó cualquier nota para ayudarla a dormir.

Justo cuando pensó que ya estaba dormida, Sunnie le había preguntado con voz baja en dónde estaba Byul.

— Debe estar descansando.

Yongsun había visto como Byul saludó hoy a Sunnie como siempre; besos, un abrazo enorme y preguntas casuales entre ellas, pero seguía decaída. Yongsun había tenido sostenida la manita de Sunnie mientras ambas veían a Byul solo pensar.

Nadie se asomaba por el invernadero, pero Byul se encontró fuera de estar realmente. Pensaba una y otra vez lo que ocurría, el comportamiento de Yongsun, y el hecho de que ni siquiera su hija pudo tener su apellido.

Sunnie se había quedado callada junto a Yongsun, y miraba a Byul preocupada ya que sus ojos estaban tristes.

Sunnie, entre sus brazos, captó su atención y volvió a preguntar, esta vez queriendo saber si mañana podían ver a Byul. Su voz quedó enredada entre sí se decía "mañana" o "manana" y Yongsun le corrigió enseguida. Sunnie bostezo y sabía que en cualquier momento quedaría inconsciente.

— Tal vez. — y con eso le dio un beso en la parte superior de su cabeza, internamente deseándole buenas noches a ella y a Byul.

Pero no lograba dormir.

Estaba sintiéndose responsable de aquel distanciamiento de Byul. Y Yongsun volvía a remontarse que jamás lo hubiera dicho o actuado con malas intenciones.

En cuanto se durmió Sunnie, sus impulsos por ir hacia Byul se volvieron continuos.

Eric aún no había llegado y aunque pensó que sería arriesgado debido a que normalmente cuando Eric no llegaba a casa temprano, era por estar con sus colegas consumiendo alcohol.

Pero ella no quería pasar otra semana más viendo a Byul tan mal y sin la alegría que poseía a pesar de las infortunios.

Se levantó con mucho cuidado, cuando estaba ya de pies viendo hacia el cuerpecito de Sunnie ajustarse a las almohadas que ella le colocó alrededor, empezó a cuestionarse si valía la pena dejarla sola un rato.

Más o menos pasó cinco minutos y al final sí valía la pena. El comportamiento derrotado de Byul no solo le había afectado a si misma, también Sunnie estaba preocupada.

Se dio la vuelta y salió de la habitación, cerrando la puerta sin hacer ruido.

Igualmente antes de salir de la propia casa, dudó el seguir avanzando.

Logró moverse hacia el exterior, no podía dejar que Byul continuara con esa barrera que se interponía entre ellas, entre seguir adelante y estar unidas como siempre.

Cuando se asomó a la habitación donde Byul dormía, se encontró con la cama vacía. Muerta de miedo al ser atrapada por otro trabajador, retrocedió y se escabulló hacia afuera de la estructura.

Su intención era regresar a casa corriendo. Pero ahora estaba interesada en dónde estaba Byul.

No demoró mucho esa duda, porque en cuanto llegó a visualizar la casa entre su perspectiva y gracias a la luz de la luna por haberla guiado a salvo en el camino de regreso, vió a Byul caminando hacia ella.

Iba con una linterna alumbrando el camino, y su cabeza estaba mirando hacia abajo así que supo que aún no la había visto.

Yongsun, como si nunca la hubiera visto en estos días, aceleró sus pasos a su encuentro. Debía admitir que le temía un poco a la oscuridad tras ella, una oscuridad que la ayudaba a pasar desapercibida en su escape. Pero ahora deseaba estar en esa luz que Byul tenía, estar entre sus brazos y saber que si eran atrapadas, Byul sabría que hacer para cuidarlas.

— Byul. — susurró a pesar de estar completamente solas. Byul miró hacia el frente buscándola entre la oscuridad.

Levantó la linterna y Yongsun fue cegada por la luz.

— ¿Qué pasa? — preguntó a punto de entrar en pánico. Se detuvo viendo como Yongsun se acercaba a ella con un rostro que no le daba seguridad.

¿Qué hacía en medio de todo, en la oscuridad, corriendo hacia ella con un alivio notorio en su rostro?

Byul pensó lo peor.

Cuando Yongsun la abrazó por el cuello con fuerza, inmediatamente apagó la linterna.

— ¿Ocurrió algo? ¿Estás bien? — pasó sus manos por la fina cintura de Yongsun y la atrajo hacia ella con la igual fuerza que estaba recibiendo.

— Quería hablar contigo ¿Dónde estabas?

— Fui a visitar a mi madre... ¿Por qué saliste a esta hora?

Yongsun recobró el aliento.

— Es que en serio quería hablarte.

Era luna llena, y en el extenso campo era recibida esa luz. Yongsun se alejó de su cuerpo y trató de observar el rostro de Byul.

Logró ver un asentimiento y por fin pudo verla a los ojos fijamente. Tanto lo había extrañado y ahora su corazón podía estar tranquila con aquella carga de energía.

— ¿Y Sunnie?

— Está dormida. — Yongsun tomó la mano de Byul y entrelazó sus dedos.

La arrastró hacia la casa.

— No podemos, Yongsun. Eric se va a dar cuenta.

— Él llegará tarde.

Byul suspiró y solo se dejó llevar.

— No estás segura de eso...

Yongsun, cuando ya había llegado a los laterales de la casa, trató abrir la puerta del pequeño cuarto donde se había llevado a cabo la mayoría de sus reuniones. Pero estaba cerrado.

En ese momento, supo que no tenía tiempo para enfocarse en dónde estar. Yongsun estaba más interesada en aclararle ciertas cosas a Byul y en aquel momento lleno de pánico por ser atrapada, entendió que no había otra cosa por la que arriesgara tanto cómo lo estaba haciendo con Byul.

Ese impulso de hacerlo, solo le había dado una respuesta a lo que por mucho tiempo se negó a pensar.

Se giró para ver a Byul. Estaba mirándola con una expresión cansada, derrotada.

Byul sabía de qué quería hablar Yongsun.

— Será rápido...

— No creo que deberíamos estar haciendo esto.

— Byul, por favor. Te estás escapando de esto. Estás actuando como siempre tuve miedo de que lo hicieras.

Byul bajó la cabeza y solo observó perdidamente lo poco abrigada que había salido Yongsun de casa. Solo tenía una bata puesta y sus sandalias.

— Hay serpientes alrededor, ¿por qué saliste así?

— No quiero que sigas alejada. Sunnie me ha preguntado por ti antes de dormir, y quiere verte mañana.

Byul sonrió automáticamente y miró brevemente a los ojos de Yongsun para después regresar su vista hacia abajo, como recibiendo un regaño.

Ahora se sentía apenada por su comportamiento.

Lamentó no poder ver la parte buena del asunto; es decir, era ella la mamá de Sunnie después de todo.

— Sé que no debí decirte sobre el apellido, igual me ha afectado a mi el día que lo supe... pero Byul solo es una palabra. — Yongsun se estaba sintiendo aliviada al ver un asentimiento por parte de Byul. — Ella te ama demasiado y lo que menos quiere es que la dejes.

— Eso no lo voy hacer, nunca lo haré Yongsun. — la miró enseguida en alerta. — Te lo prometí antes... solo que, no te voy a mentir, lo di todo por perdido en ese momento.

Yongsun asintió comprendiendola. Levantó sus manos y tomó a Byul de la cintura para acercarla. Recostó su cabeza entre el pecho y el hombro de Byul.

— Lo habías dicho, con tanta determinación que me vi alejada de ustedes.

— No quise decirlo así, estaba tan concentrada hablando que se me ha escapado.

Byul recordó lo que le había estado contando. Sunnie en el jardín de niños.

Sonrió mientras le daba un beso a Yongsun en su cien.

Sunnie vestida con uniforme, era una imagen adorable en su cabeza.

Estuvo tranquila, ahora que Yongsun le había explicado. Tal vez fue exagerada su forma, pero realmente ahora lo veía muy tonto.

Se enojó consigo misma, por no tomar acciones antes de que pasara algo así.

Era más difícil todo, que su hija en serio fuera Sunnie cuando esta llevaba el apellido Nam. Una familia poderosa que en cualquier problema tomaba actuaciones superiores a lo que ella podía enfrentarse.

Sunnie era su hija, y tal vez Yongsun no veía algún problema entre lo social y lo que realmente era. Pero para Byul era importante cada aspecto que tendría que ver con su bebé.

Aun así, estuvo mejor en cuanto escuchó las palabras de Yongsun ¿Quién más que ella para hacerla reaccionar?

Byul se había aislado en el pensamiento de pasar tiempos lindos con Sunnie, y este pequeño lapso lo desmoronó.

Había tenido miedo, miedo de que legalmente ella no pudiera tener ese derecho de estar con Sunnie.

Yongsun por otra parte, se aferró a Byul en todo sentido. Pensó, por un momento que Byul iba a dejarla. Y ahora que Byul volvía a recordarle sus palabras de hace años, le colocó al revés del mundo ante la posibilidad de perderla por todo lo que venía encima.

No quería que la dejaran sola.

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