Capítulo Final
Jisoo salió de la oficina después de permitirle el paso a Jennie; el señor Kim detrás de ella sin mediar palabra y luego los abogados.
La jueza había dictado su última palabra y lo plasmó con su firma en el papel oficial ya enviado a archivos.
El espacio estaba tenso. Jisoo solo podía pensar en lo agradable que era salir de esa oficina sin tener las manos de Jongin encima deteniendo lo inevitable.
Jennie se alejó del grupo con su móvil en la mano, ya con el contacto de Lisa marcado.
Jisoo se giró para aprovechar los minutos que le quedaban ahí hablando con el señor Kim, que ya había permanecido mucho tiempo callado luego de que él mismo firmara el divorcio de su hijo. Podía encontrarse como exceso de poder para interferir en situaciones ajenas, pero ninguno de los presente se quejó al tener la salida alcanzada.
El señor lo había pensado mucho, y aún estaba un poco abstraído de lo que sucedió. Pero si Jongin quería llevar ese divorcio a más, no iba a permitirlo.
No utilizaba aquella carta en asuntos como estos, prefería seguir de incógnito en las sesiones conyugales o en lo que se relaciona para no llamar la atención de los que buscaban indagar en su vida privada y familiar para llenar su reputación de críticas.
Tal vez ahora conocía las consecuencias de decirle a todos sus colegas lo privilegiada y maravillosa que era su familia.
—Muchas gracias por su tiempo, de verdad —le dijo Jisoo extendiendo su mano para estrecharla con la de él.
—No tienes que agradecer.
El señor Kim dudó unos milisegundos en darle la mano.
—La verdad sí. Ha hecho un día espectacular para mí familia.
Él sin muchas palabras, prefirió solo sonreír educadamente y alejarse para hablarle al abogado que inútilmente contrató.
Jisoo ya leía en la fría expresión del hombre, que dudaba de su respuesta.
—Supongo que le debo un favor —se arriesgó a decir.
—Para nada, Jisoo. La que debe el favor es Lalisa Manoban.
Jisoo sonrió. Al menos le había hecho sacar una sonrisa corta.
—Y le aseguro que es capaz de devolvérselo.
Ella lo había dicho de tal manera, que se logró entender el trabajo sobre humano que Lisa realizaba en las fincas. El señor Kim no estaba perdido de esa información y reconocía los esfuerzos de la joven mujer.
Pensar que esa chica que admiraba desde siempre se había convertido en la villana de la historia de su hijo, era dubitativo.
—Nos vemos, Jisoo. —se despidió él, seguido también el abogado, que levantó la mano para despedirse únicamente de ella y siguió a su jefe.
En cuanto se retiraron de la sala, Jennie con la felicidad plasmada en sus ojos caminó hasta donde Jisoo quien de igual forma se aproximó a su encuentro. Ella principalmente estaba en completo shock por cómo se habían dado las cosas sin Jongin.
—Ha estado bien —habló ya cuando estuvieron de frente.
Durante el proceso en la oficina no tuvieron el más mínimo segundo para sonreírse enormemente una a la otra tras escuchar a la jueza en la decisión.
Jennie asintió. Las palabras se le quedaban atascadas en su garganta, sus manos temblaban a una velocidad que ni siquiera lo notaba y sus cejas estaban levemente levantadas, notándose un poco tímida.
—Él seguramente se ha arrepentido en último momento. Intenté hablarle y le agradecí por todo, quería que se sintiera cómodo al haberlas ayudado.
—Debe estar pensando en Jongin.
Jisoo se encogió de hombros.
—Llamé a Lisa, dice que está en recepción.
—Entonces vamos. ¿Le contaste?
Ambas ya se hallaban caminando, Jennie ahora más nerviosa que antes. Se apresuró a llegar hasta la puerta y la abrió para Jisoo quien le agradeció con una sonrisa mientras buscaba en su chaqueta su teléfono.
—No, solo le dije que ya habíamos salido.
Jisoo presionó el botón del ascensor.
—Debe estar muerta de nervios —comentó en lo que presionaba el botón para ir al lobby.
Y no se equivocó. Apenas salieron del ascensor, en la sala de espera en recepción Lisa dando vueltas de aquí y allá, y tronando sus dedos.
Jisoo parecía ver todo en cámara lenta. Jennie poco a poco aceleró su caminada hasta revasarla queriendo llegar pronto a donde Lisa que veía a cada persona que pasaba tratando de encontrar sus caras.
Jisoo rió cuando Lisa logró verlas, y apaciguó sus pasos al ver que Jennie se apresuró más de lo que estaba para llegar.
Se detuvo unos momentos. Quiso dejarlas hacer lo que tenían que hacer.
Lisa tenía contraído su rostro al ver como Jennie llegaba hasta donde ella, y Jisoo supo que estaba botando algunas lágrimas por la preocupación, y seguramente el susto que se plasmó en los ojos de Lisa al verla llegar.
Lisa le tomó de las manos a Jennie por los temblores que sí notó cuando estuvo a punto de abrazarla.
—¿Qué pasó? ¿Por qué estás así? —preguntó desesperada.
Jennie ni siquiera pudo responder. Estaba muy emocionada que olvidó hacer las palabras en su cabeza. Bastó solo con abrazar a Lisa para deshacerse ahí mismo en cuerpo y alma.
Lisa seguramente que pensó lo peor. Ni siquiera correspondió al abrazo de lágrimas, Jennie sentía contra su piel la rigidez del cuerpo de Lisa.
Jisoo llegó hasta donde ellas, sonriendo por lo confundida pero a la vez asustada que se veía su hermana por gusto.
Lisa la miró fijamente buscando al menos una respuesta por parte de ella y Jisoo le levantó las manos con los dos pulgares hacia arriba.
—Todo salió bien —le dijo ya soltando la emoción que hasta ellas misma había reservado en la oficina hasta estar con Lisa.
—¿Qué? —su voz había desaparecido sin llegar a formular su incredulidad en una palabra.
Sus manos se encontraron la suave tela de la blusa de Jennie cuando por fin correspondió al abrazo, intentó buscarle el rostro a Jennie pero ella se rehusaba a enseñar lo débil que estaba siendo horita mismo y escondió su cara entre el hombro y el cuello de Lisa.
—Ocurrió un golpe sorpresa, que ni te lo puedes imaginar.
—¿Qué golpe?
—Ya te lo contaremos en el camino.
Jisoo le dió unos golpecitos en el otro hombro disponible y Lisa separó una de sus manos del abrazo para también estrechar a su hermana contra ella y Jennie.
Las palabras no eran necesarias porque Jisoo sabía de sobra lo tanto que Lisa deseaba tener a su familia oficialmente.
Jisoo había pasado noches imaginando estar en los zapatos de Lisa y la terrible sensación en su pecho no hacía justicia con lo que se debía sentir en carne propia; nada más y nada menos que su hermana pequeña pasando por aquella pesadilla.
Jisoo se alejó, caminó por detrás de ellas para darles privacidad en lo que terminaba de hacer la llamada a Rosé. Se quedó observando en el ventanal del edificio los locales al otro lado de la calle y pensó en comprar algo que no fuera verduras para celebrar con los niños.
Por otro lado, Lisa intentaba tranquilizar a Jennie.
Los sollozos se habían apagados pero ella todavía no mostraba querer hablarle o tal vez mirarla.
Lisa movía sus manos por toda su espalda, mirando todos los muebles al rededor, perdiéndose en la felicidad que le ocasionaba recordar lo firme que había sido los últimos días para demostrarle a Jennie que todo estaría bien y que había valido la pena cada cosa. No sólo se pasaban por sus memorias el miedo y la angustia reciente de lo peor que podía suceder hoy; sino también los años que pasó segundo a segundo viviendo por ellas, soñando con ese día.
Lisa tampoco tenía palabras para explicarse a sí misma el sentimiento.
En el lado derecho de su pecho, podía sentir todavía los latidos desenfrenados del corazón de Jennie.
Depositó un beso en el cabello arriba de su oreja y la acercó más a su cuerpo.
Cerró los ojos por unos minutos, inmortalizando los brazos de Jennie envolviendo su cuerpo, ambos rebosantes de felicidad viviendo el primer instante totalmente de ellas.
Lo siguiente que pasó la tomó por sorpresa. Rápidamente vió a Jisoo colocarse frente a ella impidiendo darse cuenta de lo que pasaba.
Jennie se alejó sin separarse completamente de Lisa al momento de escuchar a Jongin tras suyo, en lo que parecía reclamarle algo a alguien. Pero no había sido hasta que lo vió caminar hacia ellas que Jennie reaccionó y quiso arrastrar a Lisa hacia atrás, aunque no evitaría nada.
Jisoo se interceptó entre Jongin y Lisa.
—Jongin —le había colocado la mano en su pecho con tal de detenerlo.
Él tenía la mirada fría, casi de un modo fúnebre. Ojos puestos en Lisa, sin siquiera asomarse para ver a Jennie. Ella pasó a segundo plano cuando Jongin se acercó con intenciones de propinarle un golpe a Lisa, cosa que evitó Jisoo con su presencia.
—Aléjate de aquí Jisoo.
—Cómo crees, no cuando te estás comportando así.
Lisa pensaba hablarle, pero era lógico que él rechazara cualquier cosa que tuviera que ver con ella. Se mantuvo quieta, sintiendo las manos de Jennie en su espalda y observando a Jongin revelarse como muchas veces hizo.
—No puedo creer que estés apoyando esta atrocidad —se expresó muy airado.
Ninguna se inmutó a contradecir.
Jisoo logró empujarlo suavemente para alejarlo de ellas, y avanzó con él a otro lado de la habitación. La verdad que se estaba saliendo de sus manos lo que pasara después de lo firmado.
Ahora tenían que lidiar con un disgustado, melancólico y disconforme Jongin.
—Dios mío Jongin, ya deja de actuar como si te importara de verdad tu matrimonio —le decía susurrando, ya que por el rabillo del ojo se dio cuenta de la cercanía del señor Kim.
Él tampoco había mejorado su postura, seguía notándose algo descontento.
—Ha sido tu hermana la culpable de esto.
Jisoo suspiró, cansada ya del mismo tema.
Por un segundo, antes al salir de la oficina con papeles firmados, pensó que todo estaba terminado y su cuerpo clamaba por alguna siesta en paz por las horas de sueño que ofrecieron ese día.
—Dame una razón para no romperle la cara —le siguió hablando Jongin, moviendo sus manos con efusividad, el ceño fruncido y respirando aceleradamente.
—Que ya estás grande para estas cosas. Por favor solo acéptalo, quiero irme a casa, y tu padre está preocupado por ti... no le hagas pasar por otra tontería.
Jongin incapaz de asumir aquellas palabras y sobre todo, la derrota que le humillaba delante de raimundo y todo el mundo, asintió simulando comprender lo que escuchaba.
Lisa se había dado la vuelta para por fin ver a Jennie, y en medio todo el caos preguntarle cómo había estado todo allá dentro. Ella en lo personal estaba más interesada en la mujer que tenía al frente suyo con ojos rojizos y preocupantes por la intimidación que provocaba el enojo de Jongin. No importaba realmente lo que pasara después. Vió que Jennie estaba todavía muy impresionable como hablar y buscó a Jisoo con la mirada para indicarle que ya saldrían del edificio.
Pero cambió de opinión al verla tan entretenida hablándole a Jongin.
Sin más que hacer ahí, Lisa se dio la vuelta y le comentó cariñosamente a Jennie que saldrían en un momento.
No podía pensar dejar a su hermana con Jongin exaltado botando humo hasta por las orejas.
Dejó a Jennie a un lado, se acercó a ambos para llamar la atención de Jisoo quien no le hizo caso aunque estuviera en su campo de visión. Buscaba aunque sea una mirada fugaz para indicar la partida. Pero luego de unos segundos, cuando sus ojos se cruzaron con los de ellas, los de Jongin también lo hacían pero caminando hacia ella.
Lisa dijo su nombre muy bajo, buscando hacerlo reaccionar o detener al igual que lo hacían sus manos extendidas hacia el frente, ella quería arreglar —si se podía— de una manera más civilizada la situación.
Jennie hizo lo que pudo para estar a unos dos pasos de Lisa, halarla del brazo y evitar que Jongin le tocara y aunque Jisoo lo intentó de igual forma, llamándolo y tomándolo de los hombros, el puño de Jongin solo se detuvo cuando chocó con la mejilla izquierda de Lisa.
—¡Jongin! —gritó Jennie, llamando la atención de los seguridad.
Jisoo, junto al abogado colega que había prácticamente corrido hacia ellos, lo alejaron de una adolorida Lisa.
La expresión de Jongin tan orgullosa, la sonrisa que se dibujó en sus labios y esos malvados ojos que otras veces Lisa atisbó, le aseguraron a Lisa que estaba muy complacido con su actuación.
Uno de los guardias de seguridad le preguntó si estaba bien, a lo que ella solo asintió despreocupada mientras se tocaba la mejilla con la mano y dejaba que las suaves manos de Jennie le examinaran. Vió que todavía tenía los ojos llorosos, aunque ahora sospechaba que se le habían irritado por ver cómo Jongin la golpeaba.
—Dios mío Jongin. —el señor Kim pasó sus manos por el poco cabello que le quedaba.
Jisoo dejó que los demás se llevaran a Jongin cuando el señor Kim les ordenó a sus secuaces que lo hicieran.
Lisa se concentró en la preocupación que se detectaba en la voz de Jennie.
—Sí, estoy bien —le aclaró a Jennie con voz tranquilizadora.
Había estado deshaciéndose de la imágen de Jongin mirándola de esa forma, aunque sonara en su cabeza un poco loco, que él se hubiera desahogado con su cara había sido la fresa del pastel.
—Creo que me lo merecía —le dijo a Jisoo con una diminuta sonrisa asomarse en la comisura de los labios.
—Al menos ya se lo han llevado.
Jisoo tomó el alivio que le indicaba su cuerpo hacer, podía descansar ahora y culminar su misión regresando a casa para compartir con su familia.
Que haya terminado toda esa vida que una vez su hermana ocultó, y que ella personalmente ayudó a mejorar, Jisoo se sentía inmensamente feliz con su granito de arena, que para Lisa y Jennie había sido el más grande gesto de cariño.
Ella estaba ahí, delante del amor que se desprendía por los poros de su hermana y su cuñada, ambas observándose con enormes sonrisas en sus rostros. Jennie negando estar tranquila con el golpe que Jongin le había dado a Lisa, y Lisa riendo por el rostro de Jennie enojado. Al final no se hizo esperar las risas entre ellas y cautivó la atención de Jisoo.
Lisa un poco indecisa le tomó la mano a Jennie, quien se la capturó con fuerza y entrelazó sus dedos cariñosamente mientras le sonreía a Lisa nerviosa.
Todo era nuevo, cada toque que se daban era el primero de muchos en esa larga vida que les quedaba.
—Bueno, ya vámonos. Yo pago la primera ronda —anunció Jisoo, mirando a Lisa con sus cejas haciendo un movimiento arriba y abajo.
Lisa rió no muy convencida de aquello.
Durante el camino a casa, Jennie decidió irse con Lisa, y Jisoo en su auto con la variedad de comida y golosinas que había comprado. Jennie le contó cada detalle, cada sentimiento negativo que se ante puso en su mente y que por momentos pensó que nada saldría bien.
Jennie era consciente de su error, ella entendía que la opinión de los demás se interponía en esas oficinas. Una mujer que le es infiel a su esposo, y no cualquiera específicamente, tenía malos modales, era mal vista por todas partes. Ella entendía que quisieran arruinarle sus planes, que la dejaran con un hombre al que no amaba como un castigo.
Pero ella se había dicho una y otra vez, que había actuado solo por amor.
Con Lisa era todo diferente. Fue la única persona que le hizo ver el mundo de otra manera, la única que le encendió esa chispa de "anda, arriésgate".
Con ella se atrevió a todo.
Aunque después, esos meses que se alejó de Lisa, se diera cuenta de sus actos y tratara de tapar el sol con un dedo, que estuviera al borde de perder la cabeza entre lo que creía correcto y en lo que el corazón le gritaba en regresar; ella siempre se arriesgó y lo haría muchas veces más por estar con Lisa.
Lo que si no le cabía duda, era que Lisa haría lo mismo, aunque ahora estuviera notoriamente nerviosa y alejada, lo que la hacía parecer tierna a sus ojos.
Cuando llegaron a casa antes que Jisoo, Jennie no me hizo ningún comentario a Lisa sobre lo terriblemente nerviosa que estaba. Simplemente sonrió, el día era demasiado bueno, y ya ella se encargaría después de hacerla relajar.
La primera que las atacó con preguntas fue Rosé, que apenas se enteró en medio de las sonrisas de las demás, empezó a saltar con un grito de júbilo.
Los niños no entendían muy bien pero empezaron a saltar emocionados y gritando junto a Rosé por toda la sala. Menos Ella, que estaba con un camión de juguete en sus manos viéndolos a todos desde un lateral del sofá.
Ella por un momento miró a todos sus primos hacer alboroto, y más cuando en breves instantes Jisoo hizo sonar la bocina de la camioneta anunciando su llegada.
Jennie acudió a su lado y la levantó en sus brazos para abrazarla con mucha intensidad. Lisa era como siempre abatida por el grupo de niños eufóricos que no olvidaban su rutina al ver a su tía Lisa; luego pasó por un fuerte abrazo de Rosé y por último, antes de que pudiera llegar hasta donde Jennie, Jisoo le llamó para brindar rápidamente en la cocina.
Pensaba hacerlo a espaldas de Rosé, pero ella llegó tomándolas por sorpresa, fulminando con sus ojos especialmente a Jisoo.
—Fue su idea —dijo Lisa, guardando la botella para después bajo la seria mirada de Rosé.
Salió de la cocina con una sonrisa, dejando a aquellas dos arreglar sus asuntos aunque sabía de sobra que a Rosé solo le gustaba asustar y divertirse con Jisoo.
—Ya se lo has contado —le acusó Jennie. Ella estaba sentada en el sofá con Ella en su regazo; justo cuando entró y las halló ahí, parecían estar hablándose entre secretos, así que Lisa supuso que se refería a que le había contado sobre lo de que tendría un hermanito o hermanita.
Lisa se acercó con la misma sonrisa tímida.
—Se me ha escapado.
Antes de que pudiera sentarse y reposar junto a ellas lo que restaba del hermoso día, la señora Manoban apareció casi con lágrimas en los ojos luego de que uno de sus nietos corriera a avisarle que todos estaban emocionados y saltarines en la sala; ella se sospechó lo mejor.
—¿Es lo que estoy pensado? —preguntó con manos colocadas en su boca, incrédula, y viendo emocionada a Jennie asentirle— ¡No puede ser! —le extendió los brazos a Lisa, la abrazó con la mayor fuerza que sus brazos le permitían, diciéndole al oído lo feliz que estaba, lo cuán orgullosa estaba de ella por todo su esfuerzo y valentía.
Palabras que se quedaron plasmadas en su interior.
Luego la señora le ofreció sus brazos a Jennie. Lisa levantó a Ella, la depositó en el sofá para permitirle a Jennie levantarse sin realizar esfuerzo y de inmediato la señora la envolvió en sus brazos soltando una risita cómica.
Lisa las miraba con ojos soñadores. Su madre y la mujer de su vida, ambas dedicándose felicidad frente a ella.
—¡Bienvenida oficialmente a la familia! —Jennie rió al escuchar del otro lado el grito célebre de Jisoo e Rosé.
La señora Manoban le dedicó un par de palabras a ella, pero lo que marcó definitivo a Jennie fue el agradecimiento que la señora le dio por hacer tan feliz a Lisa.
Otra de las cosas que hizo su suegra y que venía haciendo desde que habían anunciado el embarazo, fue posar su mano en el vientre de Jennie de tan solo unas semanas y preguntar cómo iba todo.
Jennie pensó que la señora Manoban nunca dejaría de sentirse contenta con la llegada de más nietos. Algo que por supuesto agotaría a la señora Kim.
Sin duda esa era la familia con la que quería pasar el resto de su vida.
Decidieron armar la mesa en el jardín a un costado de la casa, uno que cuidaba mucho la señora Manoban como si fuera su propia familia. Ahí había mucho espacio y al final utilizaron la mesa que ya se encontraba para las tardes de té o reuniones familiares antiguas.
Los niños más emocionados que ellas mismas desempacaron las bolsas de comida bajo la supervisión de Rosé y Jennie.
Lisa estaba con manos en todas partes sin al menos terminar una tarea.
Estaba tan ajetreada, feliz, confundida, por todo. Pensaba que el aire que respiraba era parte de un sueño y que pronto despertaría con ojos en charco.
Miraba a Ella junto a los niños, luego ayudó a Jisoo en traer las cajitas de jugo para ellos, al terminar echó un breve vistazo a Jennie.
Permanecieron sus ojos detallando cada sonrisa, cada parpadeo de ella en esos momentos.
La noción del tiempo estaba perdida. No pensaba despertar de esa ensoñación, no teniendo la felicidad del rostro de Jennie diciéndole minuciosamente que había cumplido su palabra.
Y Lisa la mantendría hasta que sus palabras dejaran de salir de su boca, hasta que no volviera a parpadear, porque después de todo, ellas eran todo lo que podía desear hasta el final.
En cuanto se sentaron para empezar a degustar, la señora Manoban llamó a Minnie por videollamada y habían hablado un largo rato sobre las buenas nuevas. Saludaron a los niños y a Jennie especialmente.
Luego de la llamada, continuaron con los sucesos en las oficinas, hablando de la reacción de Jongin y la obra de caridad del señor Kim. A Jisoo se le había escapado el golpe que había recibido Lisa y la señora Manoban preocupada, se dirigió a la cocina por un paño con hielo.
Ella amenazaba con denuncia a Jongin, pero todas se negaron a involucrarse en esa área otra vez.
A medida que avanzaba la comida, hablaron sobre el bebé que venía en camino y dejaron pasar de largo las insinuaciones de Jisoo por la siguiente bebé que ella haría pronto. Lisa y Jennie se rieron en algunas ocasiones por las expresiones incrédulas que hacía Rosé.
Cuando las demás se entretenieron con la señora Manoban sobre el tema de la escuela, y a la misma que iría Ella luego de que se recompusieran económicamente; Lisa admiró a Ella comer ya más acostumbrada a los palillos para niños. Se inclinó hacia ella buscando entablar conversación, en lo que Jennie lo hacía con Rosé.
Lisa estaba siendo atenta con Ella, no dejaba de ver a aquella niña por la que había luchado mucho tiempo.
Le colocó un mechón de cabello detrás de su pequeña orejita para que no le hiciera estorbo mientras termina el tteokbokki.
Ninguna comentó cuánto tiempo les tomaría habitarla, pues ellas estaban feliz de vivir bajo el mismo techo como ahora. Y Lisa no lo negaba, ella más que nadie quería seguir viviendo bajo el techo de su familia, que Ella creciera en un mismo ambiente al que ella creció.
Tampoco habían hablado sobre el próximo trabajo de Lisa, que estaba más animada que nunca a hacer cualquier cosa. Tal vez por eso dieron por hecho su lugar en la finca como desde un inicio debió de ser.
Por ahora no era algo que le preocupaba.
Lo último que quisieron hacer al terminar luego de unas horas la apetitosa comida que Jisoo había comprado, era ir a la cabaña que estaba prometida a ser de ellas cuando quisieran.
Mientras iban en la camioneta de Jisoo camino arriba porque ya el auto de Lisa no estaba en condiciones para adentrarse a una excursión; aquel tema le hizo recordar a Lisa la deuda que tenía con Jisoo.
Sinceramente ella no sabría cómo pagarle todo lo que hizo por ellas. Desde su comprensión a la situación, hasta el abogado y la plática que le hizo al señor Kim para salir de esas.
Apenas llegaron, Jennie se había quedado sin palabras.
Lisa la comprendió, hasta ella misma no asimilaba lo bien que se veía después de años. Se adelantó para abrir la puerta con las llaves que su madre le había otorgado, puesto que seguirían por un tiempo durmiendo abajo en la finca, Lisa apagó las luces que habían quedado encendidas por precaución.
Jisoo le contaba a Jennie todo lo que hicieron en la cabaña en su niñez. Ella llevaba de la mano a Lisa hacia el interior con ganas de saciar su curiosidad ante lo desconocido.
Jennie pudo controlar las lágrimas débiles que amenazaban con salir. Miró a Lisa viajar alrededor de la estancia con Ella.
Realmente estaba impresionada, y Jisoo lo notó cuando le preguntó qué le parecía su hogar.
Jennie como ya llevaba haciendo parte del día, no pudo formular las palabras correctas. Solo siguió con la mirada a Lisa y en cuanto Jisoo se movió para ver otras áreas, ella encantada con todo también lo hizo.
No fue hasta que entraron a la habitación más grande, que Jennie suspiró conmovida por la cuna de madera que se cruzó delante suyo.
Escuchó a Lisa decirle a Ella que aquel objeto era para su hermanita o hermanito que demoraba en llegar.
—Estaré a fuera —avisó Jisoo antes de salir.
—¿Te gusta?
—Me encanta —Lisa escuchó la sinceridad en la voz de Jennie y sonrió— No puede ser más perfecta. De verdad es hermosa.
Lisa encontró una buena oportunidad para hablarle a Jennie a solas cuando Ella se entretuvo con algunos bordes de la cuna que examinó con detenimiento.
Jennie le sonrió, cosa de la que luego se arrepintió cuando Lisa se mostró receptiva a cualquier cosa que le colocara de nervios. Aun así, Jennie optó por terminar de acercarse ella a su cuerpo y la abrazó.
Un gesto más en su colección nueva de momentos bonitos con Lisa.
Lisa le devolvió el abrazo con delicadeza.
Jennie estaba sorprendida por el cuidado que recibió y recibía de Lisa durante su embarazo. Parecía querer involucrarse de lleno en todo lo que hiciera, rellenando el tiempo que perdió de su embarazo pasado con este en proceso.
Ni siquiera podía recibir un abrazo de verdad por el miedo de Lisa a hacerlo daño.
Cuando Ella lanzó una pregunta al aire desde donde se encontraba, Lisa se separó de Jennie para atenderla con prontitud.
Le contestó cariñosamente y Jennie pudo jurar que con cada gesto bonito que Lisa hacía, podía caer desmayada. No sabía si eran sus hormonas trabajando, o seriamente había adoptado una debilidad por la mujer que le robaba el aliento.
Ella no quedó del todo clara cómo podía encender las luces desde el armario donde le había indicado Lisa. Preguntó una vez más "¿Dónde?" Y Lisa se ofreció a ayudarla.
—Voy en un segundo Ella —le avisó. Pero no iba a ir sin antes, con una sonrisa, voltearse hacia Jennie para soltar lo que tanto quería decirle desde que supo que estaba nuevamente embarazada.
Su sonrisa desapareció mientras más pensaba lo que quería.
—Los protegeré con todo mi ser Jennie, cada día de mi...
—Lo sé —le interrumpió Jennie al conocer exactamente esas palabras, las mismas que escuchó hace cuatro años atrás.
No quería arruinarle el momento a Lisa, para nada, ella solo pensaba que con una simple mirada o caricia se convertiría en llanto hasta quien sabe cuando se detendría. No quería hacerlo ahora, quería disfrutar un rato antes de sumergirse en las lágrimas que un día quiso derramar por alegría.
Liss le sonrió. Le gustaba saber que sus palabras no habían muerto aquella noche en el establo, donde Jennie le había entregado toda su vida, su cuerpo y su confianza.
No sabía cómo le había hecho para tener el valor de enfrentarse a todo.
Bueno, ahora que lo pensaba en esos minutos observando a Jennie, la respuesta estuvo siempre delante suyo, como ahora.
Una gota del amor que recibía tan solo verlas a ellas, era suficiente para pasar en medio de un tornado, suficiente para hacerla fuerte aun cuando no hay solución; suficiente para matarse el lomo con tal de hacer realidad la vida que siempre deseó y soñó por las noches de regocijo, solitaria en su habitación.
—Mamá —le llamó Ella desde el armario soltando un suspiro adorable.
Jennie sonrió al estar en primera fila ante la reacción de Lisa cuando escuchó la palabra salir de los pequeños labios de Ella.
La reacción fue fugaz, pero la sonrisa que ejerció ese llamado, Jennie no la iba a olvidar.
Cuando Lisa fue hasta donde Ella para levantarla y enseñarle el interruptor, le dio un par de besos en sus mejillas agradecida. Ella con cada beso, se retorcía en los brazos de Lisa por las cosquillas que estaba recibiendo de sus manos.
Jennie se sumó a ellas con una sonrisa verdadera, y en un descuido se acercó rápidamente al rostro de Lisa para besarla en sus labios; los labios más sinceros que había conocido en su vida.
FIN.
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En la noche o la madrugada de mañana voy a estar subiendo el Epílogo. <3
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