Capítulo 5
—¡¿Una niña?!
—Sí.
—¡Ahh! Que emoción~
—Jeongyeon... ya.
Ella se cubrió los labios con ambas manos.
—Que emoción, ¿cómo reaccionó Jongin?
—No te lo puedes imaginar —Jennie mintió y bebió de su té de hoja de guayaba.
Jongin aquel día se había ido a celebrar con sus peones y Jennie no había sabido de su paradero hasta el día siguiente que despertó y ya él se hallaba durmiendo en la cama. Pero Jennie más que nadie sabía que estaba siendo un hipócrita.
Le había visto como se le desfiguraba el rostro, pero inmediatamente sonrió para ocultar su decepción. Jennie no podía creer que en pleno siglo veinte aquel hombre que había "amado" en su debido tiempo, y con el que posteriormente se había casado, pensaba de tal forma.
—¡Que emoción! ¿Ya han pensado en un nombre?
Jennie pensó en Lisa, ella no se había enterado aún. Pensaba decirle ella misma, pero ¿cómo hacerlo?
—No, bueno... yo no. Él quiere ponerle "Jongseo".
Jeongyeon hizo lo posible para no mostrar un gesto en desacuerdo.
—Que lindo, pero ¿no deberías elegirlo tú? —Jeongyeon se rió aporreando la mesa del comedor con la mano.
Jennie también se empezó a reír conciente de que era muy cierto y lo mismo pensaba ella. Jongin antes de saber el sexo del bebé estaba pensando en llamarle "Jongin" tal cual y Jennie solo pensaba en que no dejaría que eso pasara. Ahora su marido tuvo la idea para el nombre de su hija pero Jennie no se mostraba totalmente de acuerdo.
Siempre, desde un principio había pensado en que deseaba que Lisa le pusiera un nombre.
Se dio cuenta de los ojos brillantes que Jeongyeon tenía al mirarla. A Jeongyeon le gustaba cuando Jennie hablaba de su bebé con ella, que le contara cómo se sentía en lo que avanzaban los días, si quería comer algo en específico. Se preocupaba mucho por ella, casi como una madre, pero una muy joven.
La vida que había tenido Jeongyeon no había sido fácil. Su novio la había abandonado cuando había caído en una deuda millonaria. Muchos afirmaban que era un buen chico con ella, y que al dejarla la estaba dejando libre de todo negocio oscuro, también aseguraban que él la amaba.
Jennie, que había sido amiga de Jeongyeon durante la secundaria, pero estudiando en otra escuela, se había enterado de eso y había decidido ayudarla haciéndola parte de su familia.
Jennie no quiso tocar el tema.
—Estaba pensando... —Jennie movió sus manos nerviosas sobre la mesa luego de terminarse todo el té.— En que sí, el papá debería... escogerle un nombre.
Jeongyeon obviamente no entendía el doble sentido de aquellas palabras. Sonrió "comprendiendo" y se encogió de hombros, no podía interferir en las decisiones de su patrona y menos en relación con su bebé.
—Bueno, al final, le quedará bien cualquiera. Apuesto que será hermosa Jennie.
Jennie movió la cabeza asintiendo.
Esperaba ansiosa poder hablar con Lisa y darle esa noticia. Las semanas pasaban enseguida y hasta ahora después de un largo tiempo no había podido hablar con ella.
Aún así, sentía la oportunidad rasparle la piel y emocionada esperó hasta que se diera el momento de verla a los ojos, frente a frente y sin peligro.
[•••]
Cuatro meses después, a Lisa le habían cambiado el turno. Era una lástima para ella, pero en cambio la señora Manoban estaba que brindaba de alegría por tener a su hija un poco más cerca.
Esa última noche que durmió en los establos con sus demás compañeros, había llorado. Se aferraba a la sabana de algodón con miedo a que pasara algo en lo que ella no iba a estar; quería gritar por ello, los nervios no la dejaron dormir.
Sus ojos amanecieron hinchados y Lisa al terminar su labor en la finca, salió a su hora establecida y regresó a casa de sus padres para descansar luego de su terrible noche.
Ella no tenía una casa fija, ni siquiera se había independizado por completo de su madre. Vivía con ella desde siempre, con sus hermana Jisoo y Minnie.
Ambas mujeres eran casadas, con bebés y que sabían llevar la finca de su padre con ojos dorados. Tenían un talento cotizado por millones, ningún inversor se les iba de las manos.
Lisa, bueno, ella era la menor de las hermanas y por ahora se había enfocado en hacer algo de dinero propio. Desde que había muerto su padre las cosas en su vida se habían desaliñado. Era la única apegada al señor, sabía todos sus planes y secretos de la finca por él. Pero el destino le había hecho una mala jugada al llevárselo tan pronto.
Cuando recién buscaba trabajo para entretenerse con algo, o como Lisa le había dicho a su madre: "Tomar experiencia propia" y que luego de cumplir unos años trabajando para los Kim, le había prometido a su madre organizar su vida y ayudarle en el trabajo a sus hermanas.
Lisa había hecho varios planes con respecto a su familia. No había vuelto a estar con Jennie sexualmente, pero al menos podía verla algunos segundos cuando salía hacia el coche de Jongin para una cita médica, según lo había escuchado de Jeongyeon hablando con Minho.
Tenía ganas de estar con Jennie sin límites de tiempo, y para siempre a su lado. Aquello le había hecho pensar opciones de escape. Sí, ella quería tomar a Jennie y llevársela muy lejos. Pero si le contaba, sabía que esta se iba a negar.
Lo último que Lisa había estado pensando durante el viaje en su auto de regreso a la finca de su familia, era que podía comprarle a su madre la cabaña vieja en la colina que usaban ellos en su infancia para instalarse en vacaciones.
Sonaba muy bien esa idea. Para cuando Jennie se decidiera ya tendría un lugar en donde establecerlos.
Lisa tenía el turno de nueve de la mañana a tres de la tarde. En su tiempo libre se la pasaba en el taller de ebanistería que tenían en casa confeccionando su reciente obsesión. Una cuna. Eso le mantenía distraída de todas sus preocupaciones con respecto a que Jennie estaba allá, en algún peligro.
Habían otras cunas en la casa, podía utilizar la de sus sobrinos pero la que confeccionaba tenía mucho sentimiento puesto de ella. En todo el sentido de la palabra, era importante para ella darle ese regalo a su bebé.
Tal cual había hecho Jisoo para su hijo.
Todas sus decisiones eran tomadas pensando en su familia. Lisa entendía que ahora ella debía ser la cabeza de su hogar, Jennie y su bebé. Nada debía hacerles falta, necesitaban un techo, una cama, ella como pudiese se los daría. Pero eran pensamientos que se desvanecen conforme recuerda en que posición estaba.
Se había acostado con la esposa de su patrón. A la que él les había exigido respeto, a la que no les permitió ni siquiera ver de reojo.
Lisa no se arrepentía, sin embargo, el dolor por todo lo que caía en sus hombros era irremediable. Al principio pensaba en su padre y en lo decepcionado que estaría de ella, pero no podía competir con el orgullo y lo enamorada que estaba de la esposa de ese hombre.
Su ética se había desvanecido ante todo contacto con aquella mujer desde que la había visto.
Le gustaba mucho. Es comprensiva, amable y linda. Todo en una sola persona y cada vez que Jennie estaba fuera de casa no paraba de verla. Le aterraba la idea de que fuera obvia pero no podía despegar los ojos de ella cuando estaba muy lejos como para ser descubierta.
Jennie se había dado cuenta y le había gustado. Ella sonreía y a veces salía de casa con intenciones de que Lisa la viera. Para ella, Lisa era extremadamente guapa, y sabía que podía tener a cualquier chica pero no, estaba allí entre la hierba y caballos comiendosela con los ojos. No pudo evitar pensar que, a veces solo una mujer necesita que alguien la mirara de esa forma en que Lisa lo hacía para sentirse bella.
Jennie tambien la empezó a ver, le daba sonrisas tímidas tal cual niñas de escuela y de un día a otro, le empezó a gustar; hasta aquel día que Lisa la consoló luego de Jongin haber peleado con ella.
Jennie no había pensado dos veces en lanzarse hacia Lisa, y esta le correspondió. No iba a negarse nunca a esos brazos. Y es que para Lisa no había otra mujer.
Pero ¿qué había obtenido?
Al día siguiente de aquella noche, fue incómodo. Lisa sentía que Jennie lo había hecho por despecho, por venganza, y declaró que debía ignorarla porque después de todo, cualquier mal paso y ella podría decirle a su marido que se había aprovechado de ella. Pero ese método de supervivencia no había durado ni dos días cuando la siguiente noche Jennie se la encontró "accidentalmente" de nuevo en los establos.
Compartieron ideas de lo que estaba llevando, y se aclararon dudas sobre lo que sentían. Lisa le había dicho que gustaba de ella, y eso bastó para Jennie.
Jennie se había sentido amada de una forma muy diferente a la acostumbrada.
—Vaya, al menos toma algo de aire fresco —Jisoo entró a la ebanistería con su atuendo rutinario. Botas, jeans, camisa roja de botones y el cabello suelto a su esplendor.
Lisa no le prestó cuidado y siguió afilando la madera con la máquina.
—Los meses han hecho de ti lo que una mujer no puede quitar... la seriedad —Jisoo pasó entre el aserrín del suelo y mesas llenas de diseños de madera.
Se detuvo en una estantería a ver las partes de la cuna que Lisa había hecho ya.
Pensó unos minutos que comentarios hacer sobre eso. Lisa no había dicho nada sobre que iba a ser "mamá" a sus familiares, la vergüenza de ser vista de otra manera por su madre y hermanas la consumía. Ya llegaría el día en que pudiera decirlo a gritos con orgullo lo que había pasado, pero por ahora se disponía a ocultarlo.
—¿Un trabajo? —le preguntó Jisoo imaginando que era así. Lisa asintió.— Está quedando perfecto.
Bien, eso era lo que quería escuchar.
—Quería recordarte, que tu parte de la herencia... mamá ya la depositó en tu cuenta.
Lisa dejó la máquina apagada en la mesa y se quitó los guantes para sacudirlos. Se quitó los lentes protectores y movió sus labios para despejarlos del aserrín que había salido disparado.
—Sí, eso me dijo.
—Estupendo, ya era hora.
—Pues no era necesario...
—Lisa, es tu parte.
—Pero no lo quería.
—Lo sé, pero de algo bueno debe servir. Puedes... no sé, irte de viaje para despejar tus ideas, una piscina en casa o, ¡ah! ya sé —Jisoo hizo sonar sus dedos por la idea que se le acababa de ocurrir.— Puedes remodelar la cabaña de la colina.
Lisa la había estado mirando con seriedad desde que su hermana había empezado a decirle todas esas cosas y, había captado su atención apenas mencionó la cabaña.
Realmente Lisa tenía planes de vivir allí, y puede que su hermana tenga razón.
—Siempre te había gustado ese lugar. El bosque, el olor a madera, aire fresco, la cascada...
Lisa sonrió bajando la cabeza reconociendo esas palabras.
—Anda que sí. —Jisoo le sonrió.
—Algo...
—Lo sé.
—Ahora sabes todo —se rió Lisa rodando los ojos.
—Siempre lo he sabido todo —ahora hizo una posición engreída para subrayar su sarcasmo.
—Claro, JisJis.
—¿Cuántas veces que no me llames así? —se sonrojó por el apodo que Lisa el había puesto desde que Jisoo había padecido de tartamudez y no podía pronunciar su nombre.
Lisa se rió con más ganas y esquivó una bola de aserrín que Jisoo había agarrado con el puño de la mesa.
Después de todo las palabras de su hermana mayor le habían inspirado a realizar todas las cosas que tenía en mente y que se había negado a hacer por un tiempo. Solo tenía que ponerse en marcha y hablar con Jennie lo antes posible.
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