Capítulo 13
Jennie estaba recostada en la cama, Ella junto a ella con un chupete en la boca y jugando con un peluche rosa con estampados de estrellas más grande que ella misma.
Empezaba la madrugada, Ella se había levantado ya para su suerte.
Ella le había cambiado el pañal y dado de comer. Ahora se hacían compañía.
Después de esperar mucho, Jongin se había salido con la suya y había certificado a Ella con su apellido.
Era algo de lo que no podía dejar de pensar, porque Jennie en todo el trayecto había estado esperando que algo lo evitara.
Ella daba por hecho que este día llegaría y que no lo detendría nadie.
Pero ya cuando había leído Kim Ella, unas inmensas ganas de llorar la había amenazado y se sentía decepcionada de ella misma por no interferir o al menos hacer el intento.
Afirmaba amar a Lisa con toda su alma, y por otro lado dejaba que todo esto sucediera y le hiciera daño. Y no podría decirle aquello, por eso había pasado todos los días sin salir a pesar de las ausencias de Jongin.
Después de aquella discusión con Jongin, ambos se ignoraron por dos días hasta que él la llevó sin avisar al Tribunal y se dio todo tan rápido.
Algo que le había llamado la atención fue la manera casi espeluznante con la que Jongin la observaba, como si quisiera encontrar reacciones en ella.
La había vigilado en todo el camino.
Cada día que pasaba, lo notaba más extraño, tenso, con gesto enojado y realmente temía por su familia, Lisa y Ella.
Se sentía fatal.
Por un lado quería escapar de esa vida, no soportaba vivir con Jongin ni un minuto más, lo estaba empezando a odiar aún cuando ella era la culpable de todo lo que se estaba aconteciendo.
Pero, sí, era cierto que cada vez que pensaba en un escape, no tenía idea de dónde iría ni cómo sustentar a su hija.
Sus padres hablarían de ella como la hija sin fundamento y tonta por dejar a Jongin; eso sin que todavía supieran que Ella no era hija de él. Ella quedaría fuera de la familia, eso seguro.
Su madre seguramente hablaría de ella a sus espaldas con sus amigas, y no precisamente cosas buenas porque la conocía. Jennie no podía imaginarse eso porque lo único que había hecho toda su vida era hacerle caso a su madre y hacerla feliz.
Sentía ganas de llorar, parecía que con cualquier cosa ella no estaba satisfecha. Jennie había querido demostrar lo buena mujer que era al casarse con Jongin, y se había prometido ser toda la dama que su madre en momentos de rabia le afirmaba no ser.
Si fue un matrimonio arreglado, pero cuando empezaron a conocerse mejor, veía en Jongin algo bueno, podía decir que estaba casi enamorada y ella apostaba que él de ella también.
Cuando él se mezcló con los negocios, dejó de ser el mismo joven apuesto y amable.
Mientras Jennie se perdía en sus pensamientos con ojos en Ella mordiendo el peluche, recordó como en una de sus citas Jongin le confesó haber estado enamorado de su mejor amiga y que esta llegó a ser su novia.
Habían hablado de todo un poco, pues estaban conociéndose y el tiempo era fundamental.
Antes el asunto entre ellos se había desvanecido y solo se hablaban para lo justo y necesario. Se sentían raros en ese matrimonio pero ahora, quien podía imaginarse que empezaba a sentir miedo de él.
Jennie estaba pensando también en las palabras de Lisa que se repetían una y otra vez. Ella le había confesado tener un lugar para vivir y dinero. Jennie trató de imaginarse el lugar y viviendo en él.
No iba a pasarle nada si estaba con Lisa. No importaba el lugar ni cuánto dinero suponía Lisa tener.
Aún así, e independientemente de las ganas que algunos momentos tenía de irse, las posibilidades de salir victoriosa eran escasas.
Se regañaba ella misma por no escuchar antes a Lisa.
Prácticamente esperó a que el asunto se volviera más denso. ¿Qué iba a pensar Lisa de ella? Andaba buscando soluciones de último momento y no tenía palabra, como muchas veces se lo dijo su madre.
Aún así, ella estaba segura de que Lisa haría lo que fuera para cumplirle.
Le empezó a doler la cabeza por las horas que había consumido llenándose de preocupación.
Se acurrucó mejor debajo de las sabanas blancas y le dijo a Ella en un susurro que se acostara junto a ella.
La bebé se dejó caer en el espacio que daba Jennie a su costado, entre sus costillas y el brazo extendido para que ella reposara su cabecita, luego Jennie le acomodó la sábana para cubrirla a ella y a su nuevo compañero de guerra que su abuelo Kim le había obsequiado.
Jennie le quitó el chupete y empezó a mover su pies sobre el colchón para dormirla, pero Ella levantó sus piernitas al aire, llevándose la sábana consigo y eso la hizo reír.
—Shh, vas a despertar a Jongin. Ven acá. —ella la atrajo más a su cuerpo y la abrazó por la pancita.
Jennie escuchó el intento de Ella por decir mamá y al menos el sonido tan tierno de su voz la hizo sonreír enormemente.
Todavía le era increíble que aquella bebé la había formado ella en su vientre, y por supuesto con una sonrisa le seguía dando créditos a Lisa.
La ayudó y repitió varias veces la palabra "mamá", hasta que tuvo una buena idea. Jennie empezó a decir muy bajo el nombre "Lisa".
Se lo decía muy bajo, y la bebé por instinto buscó los labios de Jennie para ver como se pronunciaba y aprender una de los nombres que más tendría significado en su vida.
Esa madrugada, Jennie había sentido miedo de estar bajo el mismo techo que Jongin.
Podía sentir que la casa tenía una mala vibra, aunque su madre le hubiera dicho que tales cosas no existían y que la vibra la ponía ella en el ambiente.
Su madre siempre cargaba una vibra, eso era cierto.
Se dijo a si misma que no pensara negativamente por el bien de Ella y Lisa, y con los pensamientos en sus momentos más felices trató de dormir a las dos.
[•••]
Lisa estaba despertando después una noche completa de conversaciones. Compartiendo recuerdos, gustos, hablando de chicas y chicos, especialmente sobre las conquistas de Taehyung; había caído en la cama rendida. Pero estaba tan asombrada por la conversación que había tenido, que una vez más antes de quedar dormida pensó en Jennie y su bebé.
La había sumergido en los recuerdos más hermosos que tenía, y esos eran cada vez que las veía o estaba con ellas.
Lo primero que hizo al sentarse en la vieja cama fue asomarse por la ventana nublada por el frío.
No podía ver hacia la casa con claridad, pero sí notaba la luz encendida de una habitación.
Se levantó más rápido y ligero, despertándose con apuro y evitando rituales matutinos para sus pobres músculos viejos y cansados del trabajo.
Volvió a ver por la ventana. El cielo empezaba a tomar un azul oscuro por la llegada imparable del sol.
Escuchó unos golpes en la puerta de su cuarto. Habían sido tres hechos con lentitud.
Se quedó de pies en medio del todo, miró una última vez por la ventana, rápidamente se retocó los ojos y con duda se acercó hasta la manigueta, abrió la puerta solo un poco para ver de quién se trataba.
Su mirada indagadora se concentró en Jongin frente a ella.
Por más que le había sorprendido, Lisa fue inteligente y no hizo ningún otro gesto además de las cejas fruncidas demostrando los confundida que estaba con su visita.
Jongin suspiró.
El olor a alcohol le llegó a inundar las fosas nasales. Estaba pasado en tragos y estaba en su puerta mirándola con una sonrisa extraña.
—Patrón ¿Qué... hace aquí?
Cerró un poco más la puerta, aún así podía verlo tambalearse tratando de sacar la botellita de su cuero.
—Estaba... celebrando en casa... sólo...
El nivel de ebriedad que demostraba era un nivel desastroso.
Estaba totalmente fuera de sí y entonces fue cuando Lisa se asustó.
Los borrachos siempre buscaban a alguien como objeto de desahogo, insultan y sacan de casillas hasta que ellos mismos se den por vencido.
—Debería recostarse.
Lo último que hubiera querido era darle ayuda a su patrón para regresarlo a casa, pero no debía permitírselo.
Estaba preocupada por Jennie.
Y no lo iba a permitir hasta que ella supiera que todo estaba bien y que Jennie se encontraba con la bebé a salvo.
—Venga —ella le dio chance de pasar.
Jongin lo pensó un rato. Se balanceaba de aquí y allá, se golpeó el hombro con el marco de la puerta, casi se le cae la botellita de Talisker, pero Lisa hizo que entrara.
—No...
—Debe recostarse.
Él hizo un movimiento con la manos para que no siguiera ayudándolo.
Se zafó de su lado y recostó su espalda en la pared bebiendo a sorbos lo que quedaba de la botella.
El cuarto estaba oscuro y aunque deseaba examinar cual era el aspecto de Jongin para encontrar señales de forcejeo, no encendió la luz.
Se mantuvo observando su silueta hasta que vio como se empezó a deslizar por la pared y cayó en el suelo murmurando palabras incomprensibles para Lisa, pero para él eran un desahogo de su subconsciente.
—Señor —lo llamó dando un paso hacia él, esperando que el crujido de la madera no la delatara.
Parecía dormido.
—Patrón...
Se había dormido.
Ella volvió a susurrarle, inclinándose hacia él con las manos sobre las rodillas pero no hubo respuesta.
Caminó con cuidado y salió de ahí sin inmutarse a cerrar la puerta.
No había salido el sol del todo. En los bordes hacia las montañas se presenciaba un color naranja y superior a ese un color celeste dejaba a un lado el oscuro que abrazaba las pocas estrellas que quedaban.
De pronto recordó que tal cual se había levantado, estaba vestida ahora mismo. Un pantalón de tela, un suéter de mangas largas, las mismas botas y llevaba su cabello recogido con una liga baja.
Su presentación ante Jennie siempre había sido formal, ahora le intrigaba cómo le miraría ella vestida así.
Ella no gastaba su presupuesto en ropa de moda o artículos innecesarios, el dinero que poseía estaba ahorrado o bien lo utilizaba para ayudar a su madre, entre otros materiales que poco a poco compraba para la renovación de la cabaña familiar.
Jennie que en algún momento pensó en la sencilla forma en que Lisa vivía, había asumido que era pobre.
Se notaba lo dependiente que Lisa era con su trabajo.
Así que seguramente, pensaba Lisa, Jennie no le habría creído lo de la cabaña y el dinero que poseía, que muy a su pesar había saltado con esa opción para sentir segura a Jennie de la decisión, no por querer hacer uso de la herencia que había debatido con su hermana de que no era necesario en su vida.
Lisa se acercaba.
Todos aún dormían, y podía estar un poco aliviada por ser sábado. Estuvo alerta de todos modos aunque sabía que debía tener más cuidado al llegar a la casa ya que Jeongyeon madrugaba para preparar café.
Cuando llegó, fue directo a una de las ventanas del lateral izquierdo. Se asomó a la ventana que dejaba ver el comedor.
Supuso que Jeongyeon estaba ya levantada porque las cortinas estaban abiertas.
Ya no era el frío de la mañana que le hizo temblar. No quería que Jeongyeon la atrapara en esos andares y que luego se quejara con el capataz sobre sus actos.
Respiró profundo.
Se había decidido regresar para no buscar problemas.
En un momento le pareció buena idea pero ahora, estaba segura de que estaba loca.
Mientras caminaba por el mismo lado en que llegó, por una de las ventanas escuchó perfectamente el llanto del único bebé que vivía en casa.
Se detuvo tocando la ventana. Estaba segura de que provenía de esa habitación, el llanto se escuchaba demasiado cerca.
Hizo lo que tenía en mente hacer. Tocó dos veces con sus nudillos muy suave y cerró los ojos con impaciencia ante la demora.
Negó con la cabeza al darse cuenta que podía ser la habitación de Jeongyeon y que esta cuidaba a Ella esa noche. Soltó una palabrota internamente por su idiotez.
No pensaba lo que hacía.
Pero para su buena suerte, cinco segundos después Jennie abrió la ventana.
Se había quedado paralizada viendo a Lisa ahí parada, mientras que la esta le lanzaba constantes preguntas llenas de preocupación.
Pero Jennie no se lo había esperado.
¿Estaba loca? ¿Qué hacía a esas horas por ahí?
El llanto de Ella la volvió a la tierra. La bebé estaba en la cama en paños menores y con el estómago vacío, reclamandole atención de primera a ella. Y por otro lado estaba Lisa que no dejaba de preguntarle si estaba bien.
—¿Qué... haces aquí? —preguntó con dientes apretados y regañandola con los ojos.
No esperó a su respuesta y se dio la vuelta dejando la ventana abierta. Atendió a Ella con los ojos de Lisa mirando por primera vez como Jennie le colocaba el pañal y le vestía nuevamente con un pantaloncito amarillo a juego.
La levantó de la cama y empezó a calmarla antes de que Jeongyeon escuchara el comienzo de una rabieta.
Caminó hasta la ventana para que Lisa le respondiera semejante locura que estaba haciendo.
Pero Lisa estaba más entretenida viendo a la bebé y cada vez más, preocupada por la razón en que lloraba tan exaltada.
Miraba a Jennie hacer lo posible para calmarla entre "Shhs".
—¿Tendrá hambre? —preguntó Lisa esperando ser de ayuda.
Ella tenía las mejillas y nariz sonrojadas, lágrimas en las pestañas y su boquita le temblaba. Lisa estaba conmovida y quería saltar adentro para tomarla en brazos.
Jennie se sacó un pecho por encima de su bata y acomodó a la bebé para alimentarla. Enseguida se calmó dejando su manita en el pecho de Jennie para sentir su calor.
Lisa se dio cuenta del brillo que Ella tenía mientras observaba a Jennie, aunque era más probable que fuera por el llanto abandonado.
—No puedes estar aquí, te verán.
Lisa asintió ahora mirándola a ella y enseguida le respondió.
—Jongin está en mi cuarto.
—¿Qué?
Volvió a asentir y Jennie miró a Ella. Le gustaba admirarla y a Lisa le encantó poder hacer lo mismo con ellas mientras le terminaba de contar el por qué de su visita.
—Se ha quedado dormido en el piso, muy borracho.
Escuchó el suspiro de Jennie.
—¿Estás bien? ¿No te ha molestado? —Jennie levantó la mirada y se encontró ahora con los ojos preocupados de Lisa.
Admitió lo animada que se había puesto al saber que se había arriesgado a llegar hasta allí para saber si estaban bien.
Le encantaba la forma en que le preguntaba con demasiada dulzura a pesar de las circunstancias.
—Ni me he dado cuenta que salió. Estamos bien Lisa. —dijo con voz suave.
Notó como la postura de Lisa fue cambiando. Ahora se veía más relajada y absorta completamente en lo que le ofrecía el día de hoy el destino.
Ver a Jennie alimentar a Ella.
Se había quedado minutos observando, y de vez en cuando miraba a Jennie a los ojos para sonreírle en agradecimiento por esperarse un rato más.
Todo estaba en orden.
En cuanto Jongin se desperatara estaría confundido, regresaría por si mismo a la casa y Jeongyeon lo mandaría a dormir.
Ahora solo tenía que retirarse con discreción. Ya luego se quedaría alrededor de las camas para cuando se levantara Jongin la viera cerca.
Pero la situación no estaba siendo vigilada.
Alguien regaba las plantas muy temprano sin esperarse ver algo fuera de lo normal, ni mucho menos hechos que darían por confirmadas sus teorías.
Al empezar el fin de semana, Jeongyeon sabía que Jennie trataría de descansar y estar más tiempo en cama. Quería hacerle un favor y regar ella misma las plantas llenas de vida que su patrona añoraba.
Cuando terminó en la esquina, prefirió tomar atajo hacia los arbustos del frente pensando en conectar la manguera y regarlos también. Pero al dar vuelta se encontró con Lisa concentrada mirando algo en la ventana.
Ella había preferido interrumpirla y averiguar qué sucedía con ella al estar a esas horas por ahí, pero retrocedió con cuidado y logró esconderse entre la pared.
Se sentía como si fuera ella la intrusa.
Aún así, captó los gestos de Lisa. Lo que sea que estaba mirando la tenía muy inmersa. Jeongyeon concluyó que Lisa parecía estar contenta con la vista, sus ojos saltaban y por alguna razón no quería despegar la vista.
La sorpresa se dio cuando al llegar el momento en que Lisa se debía retirar, Jennie con necesidad se inclinó hacia fuera de la ventana y la besó.
Lisa pasó su mano por el cabello de Jennie hasta meterlo detrás de su oreja, mientras esta seguía besándola con cariño.
Por último, Lisa fue la que se inclinó y le dio un beso a Ella en la cabeza como despedida. Jeongyeon no pudo ver el beso que le propinó a la bebé, pero sabía que era para ella.
Para ese momento, Jeongyeon retrocedió asustada de lo que había visto y corrió hasta la puerta de la sala trasera para entrar con el susto en su cuello.
No hacia falta ninguna otra prueba para lo que ella había estado suponiendo bajo la presión de si era cierto o no.
Ella se arrepintió de haber visto aquello y se negaba a que fuera real.
Solo esperaba que la situación no tomara caos por cuenta de su propia boca.
Ella se había imaginado la escena en que se lo contaba a Jongin, y no le gustó.
Estaba aterrada, y en lo único que pudo pensar el resto de la tarde fue en la mirada de Lisa feliz, enamorada, y en los besos que Jennie le dio a esta como nunca la había visto dárselos a Jongin.
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