•012•
Al tomar asiento ambos permanecieron en un silencio agradable mientras observaban sus alrededores, a diferencia de otras veces el ambiente estaba no acompañado de música a la lejanía, esta vez eran ellos dos nada más, Tn al sentirse nerviosa inspiró profundo para intentar iniciar una conversación.
— Este lugar tiene una linda vista, -comentó la morena al soltarse el cabello y respirar profundo- además de lo obvio.
— ¿Qué es lo obvio? -preguntó Armando extendiéndole una soda.
— Escucha... -susurró al cerrar los ojos.
Luego de un momento escepticismo se dio cuenta de algo, la brisa era acompañada por el canto de grillos que vivían a la orilla entre la maleza, el río emitía un suave arrullo que reflejaba la luz plateada de la luna y a pesar de ver los autos y la ciudad no podia escucharlos. La morena observó en su rostro calma acompañada de una suave sonrisa, por lo que permaneció en silencio un rato más.
— Llevo semanas en Miami, -afirmó el apoyando sus codos sobre las rodillas- y no había sentido un momento de calma como este.
— Este lugar es secreto, -siguió en voz baja para no romper la magia- aquí puedes cerrar los ojos y olvidar el mundo.
El pelinegro escuchó aquello sintiendo el peso de las palabras rebotar como un eco, por lo que se permitió relajarse unos segundos, nada de venganza, órdenes o enojo.— Es hermoso.
— Sí, lo es... -susurró embobada apartando la mirada al referirse a él- Bueno, quiero tu opinión. -volvió a él con su hamburguesa en mano.
— No te vayas a decepcionar, -dijo al quitar el envoltorio bajo la atenta mirada de la chica- pero, no soy tan fan de las hamburguesas...
— Oh... Lo siento, puedo comprar otra cosa si quieres. -murmuró apenada.
— No me refiero a eso, -habló fingiendo pena, solamente prefería cualquier cosa que no fuera una carne seca en pan aún más seco- la probaré y te diré si en verdad es bue-
Al abrirla por completo se encontró con un pan esponjoso, dos carnes y abundante queso cheddar mezclados en una jugosa hamburguesa con un aroma increíble, al verla dar el primer mordisco se llevó la sorpresa de ver como disfrutaba cada segundo. Por lo que se animó a probarla.
"Vaya, nada mal..." pensó al sentir como su boca gozaba las sensaciones de la carne y queso sin olvidar que el pan estaba ligeramente tostado con un aderezo muy bueno.
— ¿Y...? -preguntó curiosa dando un sorbo a la soda de naranja.
— Nada mal... -aceptó al tragar aquello- debo haber comido las peores de Miami sin saberlo. Esto es otro nivel.
— Sí, es un sitio que conocemos los locales, -dijo señalando su alrededor- los turistas no vienen por aquí.
Algo en el tono despectivo de esa oración le causó curiosidad.— ¿No te agradan los turistas?
— Los que son amables sí, pero, los niños de papi que vienen aquí sintiéndose superiores a los demás me enferman. -añadió recordando la noche que conoció a Mike- se sienten superiores por tener dinero.
A pesar de la neutralidad de Armando debido a la naturaleza por conocerla, estaba empezando a notar que no era tan molesta, pero eso no cambiaba nada, debía seguir con su plan así que dejó de interesarse realmente conversando de temas triviales, disfrutando de los silencios que habían al comer.
Al terminar volvieron a sus vehículos para dar una vuelta juntos, por lo que mantenían una velocidad constante para mantenerse cerca, Tn estaba más que feliz, sentía como sus manos temblaban por la emoción, Armando era un chico que se interesaba por lo que decía, prestando atención a cada palabra y mostrándose curioso por conocerla.
— Así que tu padre es una leyenda. -comentó al detenerse en un semáforo.
— Sí, él y mi tío han estado en servicio por veinticinco años.
— ¿Veinticinco...? -eso era extraño, se supone que Lowery había arrestado a su padre, pero se volvió policía un año después. No cuadraba.
— Sí, Marcus y él han sido la pareja de policías que más años ha permanecido unida... -lo que al principio fue contado con alegría ahora cambió a tristeza- pero, mi tío se retiró luego del atentado, nunca lo había visto tan asustado.
— ¿Estuviste ahí? -preguntó ocultando la felicidad en su voz.
Antes de poder responder tuvieron que seguir ya que el semáforo cambió a verde, llegaron hasta el edificio de Tn, permaneciendo afuera para seguir con la conversación. Armando y ella tomaron asiento en una banca viendo los autos pasar.
— Sí, yo estaba ahí... -dijo al recordar esa noche- estábamos celebrando que mi prima acaba de tener a su bebé y que Marcus es abuelo... cuando menos me lo esperé escuché disparos afuera, salimos para ver que sucedía y todo se vino abajo... Mike estaba en el suelo rodeado por un charco de sangre.
Sin soportarlo la pelinegra comenzó a llorar abrazándose a sí misma, sollozando en silencio como una niña asustada, y Armando lo disfrutó, de forma interna obviamente mientras daba caricias de falso consuelo a la chica mientras se calmaba.
— Todo esta semana a sido un asco, -confesó al estar más tranquila enderezándose- me sacaron del caso, tuve al imbécil que le disparó a mi padre y no pude alcanzarlo, Marcus se retiró... pero a donde quería llegar es.. gracias.
— ¿Por qué? -preguntó fuera de lugar, dejando que la confusión fuera notoria en su rostro.
— Eres un alivio para una semana horrible, si soy sincera no pensaba llegar a Dodge Island hoy por ser un sitio horrible para mí, pero... -sintiéndose valiente tomó la mano del pelinegro para dedicarle una sonrisa sincera- al verte llegar me sentí tranquila, y pasé una noche muy linda gracias a ti.
Armando estaba tan contrariado que ni siquiera se opuso al sentir la mano de la chica sobre la suya, su piel era suave y agradable. Al alzar la mirada vio en esos ojos marrones una luz hipnotizante que llegó a confundirlo por un segundo antes de ser interrumpidos por el sonido de su teléfono.
— Lo siento, -al revisar la pantalla notó varias llamadas perdidas de su madre- carajo... debo irme.
— No importa. -habló sonrojada poniéndose de pie.
— Sobre lo que dijiste, también siento que has sido una sorpresa agradable desde que te vi... -y era cierto, no era quien él pensaba- y me gustaría darte mi número para poder seguir en contacto.
Ambos compartieron sus teléfonos rápidamente en el trayecto a las motos, cuando ella terminó respiró profundo al tomar una decisión.
— Me gustaría que volviéramos a salir, si está bien por ti. -susurró él mientras seguía tecleando su número en el celular de la chica.
— Me encantaría... -respondió aceptando el teléfono y volviéndose loca al sentir como le daba un beso en la mejilla.
— Que descanses. -sonrió en una mezcla coqueta y victoriosa al verla congelada mientras el se subía a su moto.
Estaba listo para irse cuando sintió que lo detuvo para rodear su cuello y unir sus labios en un beso lento, luego de la emoción inicial se obligó a rodearle la cintura disfrutando en el fondo la suavidad de su piel mientras sentía sus senos apretarse contra su pecho, causándole un gemido a la morena que le permitió introducir su lengua iniciando una nueva sensación en él, sintiéndose hambriento por escuchar más de esos lindos gemidos en cuanto se separaron en busca de oxígeno.
— Y-yo tuve que preguntarte si podía besarte... -susurró apenada con un sonrojo en sus mejillas.
— No me molesta que lo hayas hecho. -respondió aún aturdido- La próxima podría ser yo quien te robe un beso...
— Lo siento... ya debías irte.
— Si vas a despedirme así siempre no me quejo. -bromeó dejando un beso en su frente- Descansa, bonita.
— igual tú... -volvió a su motocicleta para despedirse del chico e ingresar al estacionamiento del edificio.
Al verla irse Armando permaneció allí sin terminar de procesar lo que había hecho, besó a la chica y lo disfrutó de verdad, pero, aún así la voz en su cabeza le susurró que sería aún más fácil de lo que había imaginado. Se puso el casco para irse a su departamento mientras pensaba en los ojos de Tn.
Se les quiere <3
¡SE BESARON! ¡QUE VIVA EL AMOOOOOOOR!
Paso a avisar que se viene salto temporal.
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