Después de enfadarme con los chicos y Laura, decidí arreglar las cosas con ellos tomando unas cervezas en el bar de siempre. Y así podía emborrachar a Laura y Jason y hacer que se liasen de una vez.

Justo ese día que quería hablar con todos, cada uno había decidido irse a su propia casa -menos Laura, claro-, lo que suponía tener que llamar a tres casas distintas y pagar una factura de teléfono bastante grande.

-¿Sí?

-Hola Kirk, soy Carmen.

-¡Hola! Oye, siento haberte dejado tirada con las clases de guitarra, es que después de la bronca que nos echaste necesitaba irme a mi casa.

-Oh, ya, tranquilo. Realmente sólo estoy enfadada con James. Bueno, la cosa es que quiero hacer las paces con vosotros y había pensado en tomar unas cervezas.

-¿Invitas tú? Estoy sin blanca.

-¿Un famoso sin dinero?

-Todos tenemos nuestros momentos de pobreza.

-Está bien, invito yo...

-Genial. Entonces nos vemos allí a las 8. Hasta luego.

-¿A las 8? ¡Espera Kirk...!

A las 8 no podía, pero de todas formas, ¿quién sería yo si no me escapara de aburridas reuniones con los de la universidad?

En fin, la conversación con Jason y Laura fue más o menos la misma que con Kirk, Lars ya se había enterado de que habíamos quedado y me quedaba la peor conversación: James.

-¿Quién eres y qué coño quieres para despertarme de la siesta?

-H-hola James, soy Carmen. Perdona, ya te llamo luego.

-¡C-carmen! No pasa nada. ¿Qué querías?

-Hemos quedado en el bar a las 8 y quiero que vayas. O sea, a ver, no quiero que vayas como tal, es sólo que quiero verte... ¡Veros! A todos, sí. Y...

Carmen, cállate.

James se rió ante esa situación, y yo no sabía qué me pasaba.

-Tranquila, te he entendido. Allí estaré.

-Vale. Te quiero... Ver. En el bar. ¿Invitar a una cerveza? ¡Da igual, adiós!

-Yo también te quiero, Carmen...

La conversación más incómoda de la historia. Y lo más gracioso es lo que provocó esa conversación.