🎀 IV. Birthday 🎀
El arte pertenece a @Yushi_07 en X/Twitter.
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El día se veía maravilloso. Brisa fría anunciando una entrada triunfal para una lluvia por la tarde. Suaves rayos del sol proyectando figuras en las sombras de las copas de los árboles. Una apacible manta de paz en la mañana lenta.
En otras circunstancias, Utahime hubiera aprovechado la armonía de Kioto con una taza de té verde y un tazón de frutos rojos secos mientras hacía ejercicios de respiración, soltando un poco el estrés y preparándose para otro día de clases, papeleo y reuniones.
Ahora, sin embargo, tenía que luchar con su falta de sueño acumulado de casi tres noches sin dormir con una mínima de eficiencia y el cansancio que sobrevino cuando finalmente la maldición que había estado persiguiendo con Mai las había apantallado con su presencia.
No era usual que saliera a misiones, relegada más que todo a su trabajo de oficina (qué había resultado más pesado, aunque menos riesgoso que el de campo) desde que había asimilado el rango de profesor principal de Kioto. Todavía iba a misiones sola, tanto supervisadas como no, mostrando el desinterés por parte de Los Ancianos en delegarle su título oficial como hechicero de primer grado; era indignante, y si Utahime se permitía pensar demasiado en eso, frustrante y doloroso. Para su fortuna, siempre estaba demasiado ocupada o pendiente de sus alumnos como para preocuparle tal cosa a esa altura de su vida.
Y luego estaban las misiones en la que ella asumía la supervisión, como apoyo y vigía. Estaba familiarizada con eso por su largo historial de haber sido solo un comodín para los hechiceros durante una época larga. Como docente, ella podía escoger que misiones supervisar o agregar algún miembro según sea su criterio al leer los datos de la misión y conocer las virtudes y dificultades de sus alumnos, lo cual siempre fue un privilegio silencioso para meter las narices donde no la llamaban, pero que ella sabía que no podía pasar por alto, donde se permitía esconder su verdadera intención detrás de una actitud remilgada y agraciada para los líderes de Jujutsu.
Colarse en las misiones de Mai era uno de esos sucios secretos de los cuales se aprovechaba siempre que podía.
Desde su primer año, a Mai se le habían asignado misiones grandes y peligrosas, siempre por encima de su rango y capacidad, misiones llenas de malicia y arrogancia. Incluso en la capital de la hechicería, los Zen'nin siempre estaban empujando para castigar severamente a aquellos que tenían el descaro de acariciar el querer escaparse de sus garras.
La forma en que a Mai le habían dado igual cada vez que se alistaba para una misión no concordaba con cómo sostenía su arma cuando estaba frente a una maldición o como evitaba mirar directamente hacia la fuente de energía maldita, mordiendo su labio inferior y temblando cuando escuchaba al espíritu maldito gruñir, conteniendo todas las emociones para poder dar un disparo con precisión y acabar con su sufrimiento. Utahime podía identificar el horror de alguien que no quería estar ahí, pero que tampoco tenía otra opción. Mai no quería ser una hechicera, ella solo quería vivir en paz, pero ahora sola, no había forma en que pudiera vivir tranquila en la finca Zen'nin.
Utahime se había asegurado de que Mai nunca fuera sola a sus misiones, ya sea para darle apoyo y asegurar su supervivencia o para simplemente darle compañía y valor. Y cuando todos sus demás alumnos estaban en misiones, ella misma tomaba la batuta. Como había sido esta vez.
Sin embargo, Utahime subestimó su trabajo acumulado y la agilidad de la maldición para esconderse, habían dado vueltas por unos días y habían eliminado maldiciones de menor categoría mediante cazaban a la principal. El informe había sido un suplicio, pero ahora solo quedaba hacer las últimas observaciones y entregarlo, luego tendría que revisar los informes de las otras misiones de sus alumnos, verificar la ubicación de los que todavía no volvían, terminar el papeleo pendiente... Tal vez una taza de café sería más adecuado que un té.
Por el rabillo de ojo notó cómo Mai caminaba un poco más lento que ella, recordó como un grupo de maldiciones la había emboscado y ella había terminado siendo revolcada por el bosque, había patojeado un poco cuando se reincorporó. Ahora veía su celular como si quisiera distraerse de cualquier otro golpe interno.
Utahime abrió la boca con la intención de despedirla y que pudiera descansar, el informe ya estaba casi terminado y ya habían hablado juntas sobre las observaciones de la misión, no había necesidad que ella la siguiera hasta el final, también había sido una semana pesada para Mai, misión tras misión desgastante, era como si la primavera volviera activos a los Zen'nin y recordaran que tenían que hacer miserable a una vida.
Mai se detuvo de golpe, ahogando las palabras de Utahime en su garganta, Mai no había levantado el rostro del celular cuando estiró su brazo y asaltó el informe que su maestra cargaba con cuidado debajo de la axila.
"¿Mai-?".
"Puedo hacerme cargo". Ella tecleó algo más en su celular antes de mirar a su maestra con una pequeña sonrisa. "Tienes más cosas que hacer, ¿no, sensei?".
"Sufriste heridas". Replicó Utahime intentando recuperar la carpeta, Mai lo elevó un poco de su altura, poniéndose de puntillas. "Deberías descansar".
"Usted también". Alegó la chica, dando unos grandes pasos hacia atrás para alejarse de su maestra, al apoyar todo su peso en la pierna izquierda provocó que sus labios se fruncieran en una pequeña mueca que rápidamente recompuso. "Seguro que ya empezó a organizar todo su día para hacer la mayoría de pendientes, use el espacio que iba a tardar en terminar el informe para descansar".
Y con eso, antes de que su maestra pudiera dar otro argumento, la chica se esfumó al final del pasillo, dejando a Utahime con las manos en el aire, todavía intentando recuperar el documento. El repentino tiempo libre le sacó el aliento, su pequeño esquema mental desmoronándose con el tiempo extra para ella. Podía descansar en este espacio vacío, pero también sentía la fatiga acumulada, si cedía ahora entonces se desplomaría y dormiría más de lo necesario, resquebrajando su itinerario por completo.
Negó con la cabeza, su corazón enternecido por la bondad de su alumna rebelde, apreciando el gesto y disculpándose por no tomarlo para sí, con cada acto así, la impulsaba a esforzarse más. Así que en lugar de ir a su dormitorio o la sala común, se dirigió a su oficina.
La puerta se abrió de golpe antes de que ella pudiera abrirla y una cabeza turquesa se asomó. Miwa pegó un salto hacia atrás, Mechamaru la sostuvo de sus hombros para evitar que ella retrocediera más.
"¡Oh, Utahime-sensei, ha vuelto!". Había un sonido de borde en voz, pero todavía resaltó su tono alegre con una sonrisa. "Mechamaru y yo terminamos nuestro informe, también ordenamos un poco el escritorio, ¡espero que no le moleste!".
Utahime se hizo a un lado para dejarlos salir, no cayendo en el significado de sus palabras hasta que vio su escritorio limpio y en orden. Siempre había sido diligente con su trabajo de oficina, pero con los últimos pendientes y la temporada de vacaciones, las misiones se habían intensificado junto a otros asunto dentro de la escuela, todos los directores estaban saturados y ella también tenía su propio negocio en el cual invertir su tiempo, lo que había repercutido en un escritorio saturado.
Hecho un vistazo a las cosas que Miwa y Mechamaru habían movido, todo en el puesto donde ella solía colocar, además habían sacado a flote sus propios informes limpiando su tiempo una vez más. Por un momento de desconcierto se quedó de pie, sin estar segura de que comenzar a hacer, pero antes que volviera a ajustar su agenda, la puerta se abrió de golpe, una agitada Momo entró con la respiración entrecortada y el rostro trastocado por el pánico. Las alarmas en su cabeza acallaron su agenda perturbada y se concentró en el bienestar de su alumna.
"¿Nishimiya? ¿Qué sucedió?".
La niña tragó saliva y pestañeó varias veces antes de hablar. "¡Es Kamo!". Ella gritó señalando el pasillo. "¡Se hartó de Todou y ahora los dos están peleándose!".
"¡¿Cómo?!". Utahime ya estaba saliendo de su oficina y dirigiéndose a la dirección que señalaba Momo. La chica se apresuraba a su lado, todavía con la emoción que le propició el susto de ver a sus compañeros pelando en serio, guiando a Utahime, quien también era absorbida por la preocupación de relajar a su alumna. "¡Pensé que ellos ya habían llegado a un acuerdo!". Kamo y Todou siempre habían chocado, bueno, Kamo había chocado con él.
El espíritu libre de Todou y su filosofía de la vida estaba en abierto contraste con las rígidas y frívolas reglas con las cuales Noritoshi había sido criado, a las cuales se ceñía con su vida. Pero había pensando que ellos habían encontrado ya un punto medio entre cooperación, compañerismo y supervivencia. Tenía que haberlos vigilado y orientado más.
"¡Pues ellos se han vuelto totalmente locos!". Gimoteó Momo. "¡Tienes que detenerlos, sensei!".
"No te preocupes por eso". Cuando finalmente llegaron a la aula donde podía sentir ambas energías malditas chocando entre sí, Utahime se giró hacia Nishimiya y le puso una mano tranquilizante en su hombro, la expresión de terror se congeló, las lágrimas atrapadas en sus ojos. "Me haré cargo de ello".
Ajustó su haori y las campanillas repiquetearon, dependiendo de la situación tendría que darles un latigazo de energía maldita. Sin el cuidado y la preparación adecuada, su técnica se volvía inestable, con el tiempo, había logrado aprovecharse de esas irregularidades para defenderse, aunque Los Ancianos generalmente se aseguraban que ella tuviera un hechicero para asegurar su supervivencia debido a la naturaleza invaluable de su ritual, Utahime conocía los peligros de la realidad, tenía que tener el impulso suficiente para defenderse y pelear. No era algo que quisiera utilizar contra sus alumnos, por lo desagradable y doloroso que podía resultar, pero Todou era su huevo de oro, un hechicero de primer grado por excelencia y Kamo no se quedaba atrás, había pulido su técnica maldita y habilidad a tal punto que se trataba de un adversario mortal que no se detenía incluso si sangraba, volviéndolo más peligroso mientras quedaba herido.
Cuando arrastró la puerta para entrar esperaba encontrar el salón hecho un desastre, ventanas rotas, muebles dispersos, un agujero en el piso o en el techo. No a sus supuestos alborotadores mirándose fijamente con hostilidad desde los dos extremos de la habitación, cada uno en posición de combate. ¿Había venido a tiempo?
"Muy bien, ¿qué está pasando aquí-?". Se interrumpió cuando Nishimiya saltó a su espalda y le tapó los ojos con una venda. "¿¡Nishimiya!?". Un par de rápidos pasos la hicieron enderezarse ante lo fuertes que sonaban, y sintió como si un búfalo la hubiera embestido cuando los gruesos brazos, que solo podían ser de Todou, la elevaron sobre sus pies y la movieron hacia más adentro de la habitación. "¡¿Qué están haciendo?!". Su tono molesto se desbordó por su voz.
En el fondo, escucho un suave gemido por parte de Kamo, seguido de susurros. Ella intentó liberarse del agarre de Aoi a pesar que sabía que no tenía oportunidad.
El chico musculoso la dejó caer con suavidad en un asiento sin mesa, Utahime todavía lucho por liberarse así que él no la soltó, musitando un impaciente "¿Ya?".
"Ya. Puedes soltarla". Habló Kamo recuperando la compostura.
Cuando Todou la liberó, ella dejó ir una palmada en su brazo y se quitó la venda con la otra. Su ceño agriando su expresión, sus ojos miel brillando como hierro derretido, preparado para abrasar a quien quedara en su campo de visión.
La oleada de colores dispersos la descompuso, el olor a rocío y esencias florales invadiendo su nariz hizo que su cerebro se detuviera para procesar. Levantó la mirada, Miwa estaba sonriendo de forma nerviosa, demasiado cerca de su cara como si se hubiera alterado en el último momento y las palabras se hubieran quedado atascadas en su garganta, Nishimiya la jalaba para que reaccionara.
La voz de Mai y Arata inundó desde la puerta, interrumpiendo el momento incómodo de silencio; ellos entraron en procesión, cantando, Mai una botella de té verde de tiendas, Arata llevaba unos platos y cubiertos de plástico en una bolsa transparente, detrás de él iba Mechamaru con una tabla donde había un bizcocho que se movía como gelatina, con nata, fresas cortadas y cocoa.
Los alumnos dentro de la habitación continuaron con la canción, menos Kamo, quien apoyaba el entusiasmo aplaudiendo y sonriendo levemente, la voz de sus compañeros finalmente había hecho que Miwa diera un paso atrás, sonrojándose y uniéndose al coro.
Un coro de cumpleaños.
Los muchachos se reunieron alrededor de Utahime cantando de forma animada, Todou, sin perder el hilo de la canción y su tono alegre, movió una mesa para colocar el postre; frente a sus narices, Kamo sacó una única vela y la clavó en el centro, encendiéndola con un encendedor.
Cuando la canción terminó, Mai y Momo tiraron confetti de un sombrero de fiesta, explotando alrededor de todos y los demás aplaudieron, bastante complacidos con los resultados y luego giraron a ver la expresión de su sensei.
Utahime estaba paralizada, incapaz de parpadear. Nishimiya levantó una ceja.
"¿Sensei?".
"Eh... yo...". Ella se interrumpió, no muy segura de cómo continuar.
Su ajetreada agenda volvió a aparecer en su mente, como toda la lista de pendientes y prioridades eran claras en su cabeza, pero la fecha estaba borrosa.
Miwa parpadeó con compresión y un poco de terror.
"Utahime-sensei. ¿Olvidaste tu cumpleaños?".
Como un balde de agua fría hubiera caído en sus hombros, Utahime hizo una mueca sin poder evitarlo. Al fondo, Momo y Todou ahogaron una exclamación.
"Bueno, has estado bastante ocupada últimamente", intento razonar Kamo a su lado, su tono uniforme. "Era de esperarse".
"Deberías tomarte un descanso, ha sido una temporada apretada". Opinó Arata, frunciendo el ceño.
"¡Pero olvidar tu cumpleaños!". Nishimiya hizo un puchero. "Es cierto que a tu edad no quieres pensar en el tiempo que pasa, pero no puedo creer que lo hayas olvidado".
Utahime decidió no profundizar en el comentario de su alumna, sobretodo porque no podía molestarse en lo más mínimo cuando la compresión iluminaba sus rasgos. Ahora que miraba mejor su entorno y no estaba bajo estrés condicionado para asegurar el bienestar de sus alumnos, toda la habitación estaba decorada como una fiesta de cumpleaños.
"¿Ustedes... hicieron todo esto?". Contempló con admiración, Mai y Momo hincharon sus pechos con orgullo y una sonrisa de triunfo arrugó sus rostros, pero fue Miwa la que habló con un poco de timidez ajustando el ramo de flores que todavía yacía en sus manos.
"Mai y Momo hicieron de organizadoras".
"¿No querrás decir de tiranas?". Susurró Arata jugando con la bolsa de platos en sus manos, una mirada aguda de Momo lo hizo callar.
"Mechamaru, Arata-kun y yo nos encargamos de decorar, conseguir los platos y la bebida, además de limpiar un poco tu escritorio para que no te estrés mientras te relajas". Continuó la chica amablemente.
"¡Yo hice el bizcocho!". Interrumpió Todou con un grito y una gran sonrisa. "Sabíamos que no eras la mayor fan de los dulces así que buscamos con el par de tiranas algunas alternativas, el café y el cacao eran opciones accesibles".
Mai le dio la razón, "Kamo nos financió", apuntó al chico tranquilo al lado de su maestra.
El muchacho asintió, "también me presté a la práctica ilícita de engañarte para que ellos pudieran entrar".
"Aunque es un alivio que Nishimiya interviniera", bufó Aoi, "eres terrible actor, Kamo".
El mencionado abrió la boca con indignación, dispuesto a defender su honor. Momo intervino, "no, él tiene razón, apestas Kamo. Que bueno que las aptitudes de actuación no son necesarios para tu estirado currículum de heredero".
Kamo resopló y se cruzó de brazos. Disgustado.
"Pero...", la atención regresó a su maestra, que se había quedado mirando la vela con expresión solemne. Todo sonaba maravilloso y el júbilo en su corazón la paralizaba al darse cuenta que sus tres primeros años trabajaron en equipo, además que tampoco había la animosidad que había al inicio, todos confiaban entre sí. Pero... "¿Por qué?". ¿Por qué molestarse para esto?
Nishimiya se burló, "¿Cómo que por qué? ¡Pues para ti!".
"Ha sido de mucha ayuda, Utahime-sensei". La voz robótica de Mechamaru se alzó, captando la atención de los presentes. "La vida de un hechicero es dura y cruel, muchos de nosotros mirábamos el camino como una tortura eterna hasta que la muerte llegara a nosotros. Gracias a ti, hemos tomado otra perspectiva. Te agradecemos por haber estado con nosotros y nunca rendirte. Gracias, Utahime-sensei".
"Gracias, Utahime-sensei. ¡Gracias, sensei! Se lo agradecemos, Utahime-sensei. Gracias por cuidarnos, sensei. Su orientación ha sido valiosa, sensei". Las voces llegaban a ella, pero no taladraron por completo hasta que Miwa se dio cuenta que todavía tenía el ramo de flores y se la tendió de nuevo, esta vez, Utahime la tomó delicadamente con ambos manos.
Sintió picazón en los ojos, aspiró profundo para no tener que exponerse, pero se volvió demasiado difícil cuando levantó la mirada y sus alumnos le sonreían. Ella también les devolvió la sonrisa.
"No hice mucho, básicamente todo lo han hecho ustedes". Intentó razonar aunque su mente ya estaba hecha de gelatina.
"¡Nu uh! ¿Usted cree que toleraría a Kamo o a Todou por puro gusto por mi cuenta? ¡Ni hablar!". Opinó Nishimiya.
"Grosera". Gruñó Kamo, parecía estar tolerando los azotes de su compañera solo por su maestra, pero por supuesto, la rubia estaba aprovechándose de eso.
"Lo que Momo quiere decir es que... todo esto era un ambiente nuevo o tal vez nuestra última oportunidad de ser capaces de superarnos en algo, además de controlar nuestras habilidades. Y todos éramos algo desconfiados de todos, es debido a su orientación que hemos logrado sentirnos cómodos aquí." Concluyó Miwa, sonriendo ampliamente.
Utahime sorbió, recibiendo un par de palmadas duras de Todou en su espalda.
"Bueno, entonces, ¿vamos a comerlos todos juntos?". Estaba frenética por cambiar de tema, pero también quería comenzar con esta pequeña reunión que le habían dado sus alumnos.
"Primero tiene que soplar la vela y pedir su deseo". Intervino Mechamaru deteniendo a Arata quien estaba por sacar los platos de la bolsa.
Los ojos volvieron hacia Utahime, quien aspiró profundo, contempló el fuego por unos instantes de finalmente soplar la única vela del postre. Sus alumnos aplaudieron y empezaron a dispersarse para servir los platos y la bebida.
Arata se acercó tímidamente a un costado cuando le entregaba su porción de postre, sonriendo con suavidad, su alumno de primer año era tan adorable.
"¿Qué pidió, sensei?". Preguntó con genuina curiosidad, sus ojos brillando cuando se sentaba a su lado.
"¿Quizás que Los Ancianos se ahoguen con su propia saliva y le den finalmente el asenso?". Tanteo Mai sirviendo la bebida, Momo le dio un codazo por su insensibilidad que hizo que parte del líquido se derramara en la manos, ella lanzó una ahogada maldición y miró con cierto recelo hacia abajo.
Utahime no se lo tomó con calor, no cuando Mai estaba sufriendo por esas y más decadencias en su carrera. Tarareo sin comprometerse mientras miraba a todos sus alumnos, buenos muchachos, un poco temerarios, pero no serían buenos hechiceros si no hubiera un poco de locura en ellos. Muchachos que estaban logrando abrirse un camino en su mundo caótico y encontraban aliados en los cuales confiar, amigos que aunque perdieran en el camino, les impulsarían a seguir adelante. Cuando un hechicero caía nunca se desvanecía, su voluntad siempre caía en alguien más y por eso se continuaban levantando.
No importaba el camino que escogieran al graduarse, habían adquirido una férrea determinación de combate, Utahime vibraba al pensar que algo en ese crecimiento había sido debido a ella y no podía dejar caer su sonrisa.
Colocó una mano en la cabeza de Arata, el niño tembló un poco, pero luego se relajó cuando su maestra empezó a acariciarlo con suavidad.
Tenía muchas deficiencias y dificultades que enfrentar, la vida nunca había sido amable y a estas alturas, ella nunca había esperado que lo fuera. Siempre había luchado férreamente contra todo lo que se le presentaba, y el mundo muchas veces la tumbó y la revolcó como si no valiera nada y se burlara de sus esfuerzo.
Sin embargo, ahora mismo, se sentía realizada. Todo había valido la pena. Las heridas y cicatrices se sentían como victorias.
Nunca había pedido nada, consciente de que todo lo que tenía debía ganárselo a uñas y dientes. Sin embargo, si podía disfrutar de más veladas como estas en el futuro, le bastaba.
Un año más para ver de nuevo como todos habían crecido.
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Una celebración con nuestros niños de Kioto. He estado leyendo la novela de Jujutsu y la verdad que siempre estoy pegada a la lectura cuando leo un poco más de los chicos de Kioto, porque siento que no pude saber de ellos lo suficiente y me pone demasiado feliz leer sus interacciones. ¡Ellos en verdad adoran a su maestra!
Por cierto, no tengo ni idea de cómo es el ciclo de clases en Japón, tuve la intención de revisar, pero ya había empezado a escribir esto cuando pensé en revisar y ya era demasiado tarde para arreglarlo. De todas formas las maldiciones no tienen temporada de aparición y el instituto de hechicería es casi como un internado, así que si me equivoqué con los tiempos y que tal vez los alumnos no deberían estar para febrero hagan como que no hay problema. Ajajaj.
(Resulta que me dormí así que por eso la actualización tardía. De hecho todavía sigo medio dormida, perdón por cualquier desliz...).
¡Gracias por tu lectura!✨
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