🎀 III. Senpai 🎀
"Haibara ya estoy cansado, me voy".
"¡Nanami, espera! ¡Una tienda más, por favor!".
"Eres peor que Mei-san y eso es decir mucho, amigo...".
Haibara se encogió sintiéndose un poco culpable, Nanami había estado en un par de misiones complicadas, tal parecía que un hechicero mayor había visto su potencial y estaba tratando de explotarlo para que subiera de grado. Por lo que estaba más cansando y retraído de lo habitual. Y él lo había arrastrado cuando se encaminaba a su dormitorio para que le ayudara a buscar un regalo de cumpleaños para su hermana pequeña.
Nanami tenía buenas opiniones cuando no estaba de mal humor o cansando, juntos se volvía un poco demasiado gruñón que solo su amigo podía aguantarlo, ahora estaba bastante cansando, deteniéndose para cerrar los ojos unos momentos y el día empezaba a ponerse un poco caliente por el mediodía.
No era tanto que no había encontrado un regalo para su hermanita, era que andaba un poco ajustado de la cartera y no quería decepcionar a la pequeña cuando ella se había tomado el tiempo de darle algo hecho de sus propias manos en su propio cumpleaños, demostrando lo mucho que lo extrañaba. Desde que había venido a Tokio para la escuela de hechicería, Haibara había disminuido el contacto de su familia, ya sea porque ellos no contaban con un teléfono cerca debido a que solo había apenas dos en la provincia donde vivía o porque después de la última conversación con Azumi Yuu se dio cuenta que ella era capaz de ver las maldiciones también.
A Haibara le gustaba la escuela de hechicería, había logrado manipular mejor su técnica maldita y tenía senpais muy geniales a quienes quería demostrar su valor. Había visto cosas increíbles y maravillosas, pero en su mayoría, siempre había crisis, sangre y caos donde sea que fuera. No era algo que quisiera para su hermana pequeña. Estaba pensando aislarse totalmente hasta su graduación después del cumpleaños, con tal de que su hermana no entrara en el radar de los hechiceros.
Por eso sentía que cada regalo potencial que entraba en su campo de visión no era suficiente, pues esta sería la última vez que miraría a su familia hasta la graduación y también quería parecer un hermano mayor genial que estaba pasándola de maravilla en la ciudad, y no que se dieran cuenta que había adelgazado un poco y tenía unas ojeras de insomnio. La presión de cada misión sacando fractura en su cuerpo.
"Una más". Pidió, casi con súplica, la ansiedad y tristeza brillando en sus ojos, no le había comentado del todo su plan a Nanami, pero le había dicho que quería mantener a su hermana lejos de su negocio. Su amigo era inteligente, podía ver que planeaba algo que no quería decirle.
Nanami cerró y abrió los párpados con lentitud, tomó aire profundamente y luego suspiró, retomando su camino con una silenciosa aceptación.
No había encontrado algo que fuera digno de un hermano mayor genial que estaba despidiéndose hasta nuevo aviso y que al menos el recuerdo hiciera que Azumi lo recordará con cariño y no con exasperación, pero se topó con alguien especial que estaba saliendo de la tienda con un par de bolsas.
"¡Oh!". Una sonrisa amable iluminó sus rasgos. "¡Haibara-kun! ¡Nanami-kun!".
El tono alegre de Utahime-senpai ablandó un poco los rasgos amargados de Nanami, haciendo un gesto con la cabeza en reconocimiento. Haibara olvidó momentáneamente su dilema de hermano mayor, vibrando de emoción por volver a ver a una de sus personas favoritas de la escuela.
"¡Utahime-senpai! ¡Ha pasado un tiempo! ¿Cómo van tus pasantillas?".
Utahime levantó el pulgar, ajustándose un poco las bolsas de compras, Nanami y Haibara se estiraron inconscientemente a ayudarla con ellas, demasiado tiempo cargando las cosas de Shoko los volvió en ellos una segunda naturaleza.
"Gracias", asintió ella, "¡Aunque todavía es muy pronto para ver verdadero resultados, estoy segura que las cosas van por buen camino! ¡Pero todavía tengo que esforzarme más!".
"¡Sería genial que nos dieras clases! ¿Cierto, Nanami?".
Nanami hizo un movimiento letárgico con la cabeza, tan lento que hizo que Utahime frunciera el ceño y Haibara se volviera consciente de cuánto tiempo llevaba arrastrando a su amigo.
"¿Nanami?".
"Solo está cansando, yo... eh". Haibara se encogió y miró al suelo. "Estaba ayudándome a buscar un regalo y creo que me excedí un poco...".
A pesar que había bajado el tono al final, Utahime asintió en reconocimiento. Hizo una revisión general de ambos muchachos, "parece que no han tenido éxito". Señaló.
"Es solo que...", se le atoró las razones en la garganta, no muy seguro de cuánto debería de decir, "no la he visto en un tiempo y me gustaría que fuera especial...". Se limitó a decir.
Utahime concedió. "¿Por qué no intentas cocinarle algo? Las galletas son una buena opción o tal vez algunos postres sencillos. O también arreglos flores pequeños".
"No sabemos cocinar". Recordó Nanami antes que Haibara, ya con los ojos medio cerrados. Los regalos caseros tenían el peso emocional y sentimental que Haibara quería transmitir, pero habían sido los primeros en ser descartados cuando recordaron que ninguno de los dos tenía conocimiento culinario. "De todas formas, ¿Dónde lo cocinaríamos?".
"La escuela tiene cocina". Los muchachos miraron a Utahime con asombro, ella lanzó una risa irónica. "¿Qué? ¿Me van a decir que han estado viviendo de bentos del supermercado todo este tiempo?". Ante su silencio, la pequeña sonrisa divertida se marchitó. "No puedo creerlo, chicos. ¿Shoko nunca se los mencionó?". Ellos negaron. "¿Getou-kun?". Se encogieron de hombros, ella resopló. "Cielos, lo esperaba de Gojo. Normalmente el grado superior lo indica al menor y les mencionan todo el protocolo para usarlo. Aunque a esta altura no me sorprendiera que los tres tontos hayan olvidado su existencia también, con lo poco que pasan explorando la escuela actualmente".
"Entonces, ¿hay cocina?". Pregunto esperanzado Haibara, Utahime asintió.
"Aunque eso no resuelve el como cocinar, con tanta prueba y error nos quedaríamos sin dinero". Opinó Nanami con un tono arrastrado por el sueño y la frustración.
"Puedo enseñarles". Utahime vibraba de emoción en contraste con el rubio. "Uso seguido la cocina, es más barato y saludable hacer tu propia comida".
Ella tomó de los brazos a ambos y lo sacó de la tienda. Haibara sonrió ampliamente, la esperanza volviéndose a gestar dentro de él.
"Supongo que todavía no nos vamos a casa...". Murmuró Nanami a punto de desmayarse, pero todavía moviéndose hacia adelante.
...
"¿Hmm? ¿Eso huele bien? ¿Qué está pasando aquí?". Como un sabueso que olfatea a su presa, Suguru Getou invadió la cocina, abriendo en demasía sus ojos rasgados al darse cuenta de donde se encontraba se trataba. Observó todo con desconcierto, como si en realidad hubiera sólo seguido el olor sin tomar en cuenta la ubicación del lugar o su identificación.
Solo sabía que había tenido una semana del asco, estaba muy cansado y era un hombre hambriento. Casi había llorado de decepción al darse cuenta que ya no tenía ningún alimento comestible en el pequeño refrigerador de su habitación (al parecer había olvidado sacar lo último y este se había podrido, contaminando lo demás), y que tenía que volver a salir a la ciudad para comer algo, entrando en una especie de trance donde sus huesos le desgarraban los músculos por un descanso y eso estómago le carcomía por comida decente lejos del repugnante sabor de las maldiciones, cuando un olor que se sentía como hogar y calidez invadió sus fosas nasales. A partir de ahí, solo se movió en modo automático.
Haibara asomó la cabeza desde la cocina, un gorro y un delantal acompañaban su imagen, y Getou se sintió cada vez más desconcentrado. La imagen de una cocina lo ponía patas arriba, ¿desde cuando tenían cocina? Más importante, ¿Haibara sabía cocinar? ¿Entonces, por qué siempre había comprado comida barata del mercado? Y mucho más importante, ¿se había ganado su simpatía lo suficiente como para que compartiera con él un poco de esa comida que olía delicioso?
"¡Getou-senpai!". Saludo el muchacho alegre, Nanami ahora también se asomó, moviendo la cabeza en signo de saludo, vestido de la misma manera que Haibara. En serio, estos dos resultaron una caja de sorpresas.
"Chicos", empezó Getou, colocando su mejor sonrisa carismática, los bordes descuidados de su cabello y las ojeras debajo de sus ojos no ayudaron con su postura relajada, pero con suerte, si su encanto no funcionaba, lo haría la lástima. De cualquier manera funcionaba para él. "Que agradable sorpresa".
"Tú".
Una tercera forma se manifestó, de forma inconsciente debido al tono y a la memoria muscular que eso indicaba, Getou tuvo la previsión de levantar las manos en modo de resignación, como si de esa manera pudiera apaciguar de antemano. Por un instante entre el cortocircuito de encontrar a sus kohai, identificar la cocina de la facultad, el delicioso olor, el hambre y y el cansancio, tuvo la impresión que olvidaba algo y que debía rebuscar rápidamente en su memoria para encontrarlo, antes que su pequeña senpai se lo hiciera saber.
Pero estaba demasiado amodorrado y disperso para pensar con claridad, así que se quedó quieto, con las manos alzadas y la mirada fija en Utahime-senpai que tenía el mismo aspecto que sus menores con la excepción que el delantal de ella estaba bordado con su nombre y unas flores. Sin ningún rastro de sus colas a los lados de sus hombros, sino un bonito moño que dejaba al descubierto su nuca. Lanzó una risita al imaginarse que al idiota de su mejor amigo le gustaría mucho ver ese aspecto hogareño de su senpai y lo enojado que iba a estar cuando Suguru se lo comentara.
Seguramente pensar en el berrinche de Gojo no había sido su mejor línea de pensamiento puesto que su risa solo hizo que Utahime frunciera más el ceño y diera un amenazador paso hacia adelante. Y Getou se había enfrentado a maldiciones horribles y había estado en escenarios espeluznantes, pero estaba física y mentalmente agotado, casi vulnerable y decaído, y el pequeño y firme paso de su Utahime-senpai siempre había sido decidido y sin temor, no podía culparlo por encogerse cuando incluso en su total capacidad Utahime siempre había tenido la energía para abrirse paso y hacerse respetar.
"Perdón". No sabía porque se disculpaba, pero sabía que había algo que había molestado a Utahime, algo que había hecho o quizás no había hecho, pero que de cualquier manera no podía recordar. Su instinto le decía que debía pacificar la situación con rapidez.
Claramente Utahime no se creía su disculpa porque camino hasta él, su pequeña figura haciendo encoger su gran altura. "¿Siquiera sabes por qué te estás disculpando?". Ella presionó su dedo índice en su pecho de forma acusadora.
Getou trago saliva. ¿Qué demonios pasaba por la cabeza hueca de su amigo albino para que encontrara divertidas esta clase de situaciones con su senpai? Getou tampoco había tenido padres estrictamente reguladores, así que había sido un poco descuidado con la autoridad, hasta que llegó a la escuela de Jujutsu, personas que se le ponían enfrente y buscaban corregir su comportamiento, y se dio cuenta que odiaba que le llamaran la atención, la oleada de vergüenza al darse cuenta que estaba fracasando. No era un santo, pero si hacía algo descuidado no quería que nadie se diera cuenta, por lo que lo hacía con diligencia, pero cuando lo atrapaban no podía detener el aluvión de bochorno. Yaga siempre había tenido esa influencia en él, y Utahime-senpai, cuando no estaba gritando por culpa de Gojo, porque no podía tomar en serio su histeria. Ahora recibiendo de lleno su mirada de decepción y molestia, Getou solo quería encogerse sobre sí mismo y disculparse por haber nacido.
"Eh... no". Se rió más que todo por los nervios. "Perdón por eso". Agregó un poco tímido.
Utahime dio un paso atrás, examinando a su kohai. Ella volvió a entrecerrar los ojos, ahora con menos calor y un pequeño destello de compresión. Dió un suspiro.
"¿Quieres comer un poco, Getou-kun?".
La forma en que se animó casi hizo saltar a Utahime hacia atrás, como si un gran danés estuviera a punto de embestirla.
"Me encantaría, senpai". La sonrisa ahora se veía menos cansada, incluso si solo era porque estaba emocionado por comer algo que olía delicioso.
Utahime le indicó que se sentará, Nanami seguía sus instrucciones y ahora la comprensión vino a su mente. Así que era ella quien estaba capitaneando a los de segundo año. Eso sonaba lógico, no veía de que otra manera ese par de muchachos pudieran organizarse lo suficiente para ponerse a cocinar, probablemente Nanami era diligente en todo lo que hacía, pero siempre le había parecido que era demasiado rígido para los labores del hogar, razón por la cual seguía los pasos de Utahime como si tratara de absorber todo el conocimiento.
"Oh, eres tú. Hola".
Getou se giró a su costado, Haibara había pasado caminando de regreso a la cocina, dejando que alguien más se sentara a su lado. Quizás era porque había pasado demasiado tiempo desde que se habían visto, pero Shoko parecía un poco consumida y pálida, su figura cada vez más frágil al lado de los músculos de Suguru. Pero su sonrisa despreocupada seguía ahí, con matices de cansancio y ojeras un poco marcadas, se veía tan frágil como una hoja seca con una nublada esencia de tabaco combinándose con su loción de primavera.
"Te ves como un desastre". Apuntó dándole un muy suave codazo, el tacto la hizo reír, ella siempre había tenido muchas cosquillas y odiaba que se aprovecharan de eso.
"¿Yo?". Ella se burló. "Creo que tu espejo está roto, Suguru. Estás del asco".
"Si", concedió. "Me siento como tal".
Ambos lanzaron un par de risas secas.
"¿Tú sabía que estos dos cocinaban?".
"No, pero en nuestra defensa, creo que no lo hacían. Haibara me comentó que Utahime-senpai los ayudo con algo hace unos días y ellos les pidieron que les enseñara más cosas". Añadió tomando un pedazo de cabello descuidado entre el índice y el pulgar.
Guardaron un silencio unos momentos mientras el trío terminaba de servir la comida, el olor del alimento llenando el pequeño comedor cerca de la cocina. Y ambos sintieron cómo sus glándulas salivares se ponían a trabajar.
"Oye", Getou dobló el cuello para hacer hincapié en el susurro . "¿Sabías que teníamos cocina?".
Shoko arrugó la cara, haciendo memoria. Hubo destellos de iluminación que se desvanecían mientras zapateaba con un pie.
"¿Creo que si?". Ella le dio una mirada de reojo, balanceando su cabeza. "¿No nos lo dijeron en primer año como en el primer semestre?".
"¿Lo hicieron?". Getou intentó hacer memoria de los tipos de segundo año que habían estado por encima de ellos, habían intentado ganarse el respeto de los del primer año actuando un poco odiosos hasta que el dúo demoníaco de Grado Especial que eran Gojo y él los había hecho orinarse en sus pantalones. Luego quedaron al cargo de los de tercer año, Utahime y Mei Mei, donde ellas habían continuado con la orientación que supuestamente los de segundo año les habían dado. Getou no había pensando mucho en eso o en la metodología que tenía el instituto para tratar al nivel que estaba debajo de ellos.
Los tres habían hecho las cosas más divertidas para Nanami y Haibara, sin saber si ese realmente era lo que se esperaba de los de segundo año para sus kohai.
Los recuerdos quedaron en el olvido cuando Utahime les sirvió un generoso plato, y ahí se dio cuenta que aunque Shoko se veía tan pequeña a su lado, ella seguía siendo una voraz amante de la comida que solo competía con el apetito de Gojo.
Utahime los observó comer mientras sonreía, un extraño contraste entre complacencia y severidad que ninguno de los dos tomó en cuenta debido a su hambriento estómago; solamente cuando habían terminado se dieron cuenta que ella los estaba esperando con otra de sus charlas sobre la responsabilidad y el deber con sus kohai que los derribó a ambos.
...
Los días en los que sus lentes se rompían por una maldición o la misma fuerza de empuje de su energía maldita, eran los peores días para Satoru. Agrega que Suguru continuaba en una misión y ninguno de los niños de segundo año quería cruzar camino con él cuando se veía de mal humor, dejándole sin ningún tipo de distracción que le hiciera olvidar su molestia. Su cabeza palpitaba por el continuo uso de Seis Ojos y la exposición constante a cada estímulo mínimo que existía sin ninguna pequeña barrera que redujera el impacto; se sentía mareado y con náuseas, tanto que caminar hacia la enfermería con Shoko se sentía como arrastrarse. Ya podía ver la sonrisa maliciosa de su amiga, encendiendo un nuevo cigarrillo mientras se tomaba su tiempo para hacerle un "diagnóstico" cuando era bastante claro que el dolor estaba en su cabeza y en sus ojos.
Tal vez era bueno que Suguru no estuviera, porque probablemente vería su lado vulnerable y pondría música demasiado fuerte en la enfermería mientras distraía a Shoko adrede para retrasar su curación, bailando y cantando de forma desafinada con la excusa que la chica necesitaba un descanso (lo cual no era mentira, pero había malicia en que fuera el momento cuando él estaba herido) y la muy desgraciada le seguiría el juego.
Maldita sea, tenía amigos horribles.
"Ugh... que molesto". Gruñó tomando asiento en medio del pasillo, tal vez si se veía muy miserable apelaría al lado amable de Shoko. Está empezando a sentir que le palpitaban hasta las venas y cada halo de luz le resultaba como un rayo láser en sus ojos.
Aplastó la espalda en la pared y se deslizó hasta tocar el suelo, escondió su cabeza entre sus piernas esperando que la oscuridad de su uniforme le diera cierto alivio, pero todavía recibía estímulos externos, todavía podía ver algunos objetos incluso con los ojos cerrados y tapados, y eso solo incrementaba sus mareos. Apretó más su cabeza contra sus extremidades esperando que todo dejara de dar vueltas y palpitara enviando ráfagas de dolor a todo su craneo.
Solo un momento más. Pensó presionando las palmas en los ojos. Un poco más y estaré como nuevo.
"¿Gojo?".
Las voz había dado un diminuto instante de alivio en cuanto resonó en su cabeza, pero volvió a arremeter el dolor en cuanto se terminó, debido al breve interludio de paz, el regreso se sintió como un latigazo cervical.
Gojo gimió, pegando la espalda a la pared con mayor ímpetu, tambaleándose al suelo.
"¡¿Gojo?!". Los pasos acelerados sonaban como vidrios rompiéndose con puñetazos, otro gemido se deslizó de sus labios en contra de su voluntad.
La presencia empezó a irradiar calidez, la energía maldita cerniéndose sobre él y relajando su propia caótica energía de maldición. En su suplicio no había podido identificar de entrada a quien pertenecía esa aura, ahora con la dueña tocando suavemente su hombro y hablándole suavemente para llamar su atención, la respuesta era clara. Intento enderezarse, ser encontrado hecho un ovillo no era nada gratificante y honorable como indicaban sus apodos, pero siseo al intentar quitarse los brazos que impedían que la luz traspasara a sus ojos.
"¿Qué sucede? ¿Estás herido? ¿Dónde te duele?". El tono preocupado de Utahime no era nuevo, pero si lo era siendo dirigido a él, tal vez la única vez que la había visto angustiada por algo relacionado a él fue después de que la misión con el barco del Plasma Estelar saliera muy mal.
Satoru negó con la cabeza, reusándose a deshacerse de su postura rígida presionada contra el suelo, sin dejar de ocultar su cara dando inconscientemente la respuesta a Utahime, quien hizo un recorrido por su cuerpo buscando sus lentes de sol o alguna otra herida aparte.
Con un movimiento fluido, tocó la cabeza de Gojo y la acarició con suavidad, todo el temblor del chico se detuvo como si le hubiera dado una cachetada.
Utahime tenía una idea de lo que le sucedía, probablemente era algo usual y esperado entre los usuarios de los Seis Ojos, aunque todo lo que ella había investigado al respecto no afirmaba ni desmentía como la sobrecarga sensorial afectaba al mismo; muy posiblemente la ambigüedad era una forma del clan Gojo de proteger a cualquier portador actual, en respuesta a la ya suficiente información filtrada que existía para usar en su contra debido a tratarse de una técnica que reiteraba en la sangre y en el tiempo.
A veces se olvidaba que Gojo también era susceptible a verse envuelto en esos tipos de problemas que habían afectado a usuarios anteriores, a pesar de su gran confianza y fuerza que, aunque a regañadientes, se daba a conocer cómo alguien invencible.
Ella había estado investigando más sobre sus Seis Ojos después de que volvió de la misión que casi lo mató, tratando de comprender un poco más de su cambio de energía maldita y también (y que el cielo nunca lo supiera) porque se preocupaba por Gojo, incluso si este la volvía loca la mayoría del tiempo. Buscando en secreto una manera de ayudarle, apoyarlo, aunque sinceramente nunca pensó en que surgiera una oportunidad de ponerlo en práctica, en especial porque no quería que él la confrontara al respecto y embarra por el suelo sus sentimientos afectivos.
Ella no podía controlar preocuparse por él cuando había momentos en que actuaba tan infantil como un niño pequeño que le recordaba a sus hermanos menores, y al mismo tiempo tenía que verse en vuelto en desgracias y combates de diferente índole, acelerando su crecimiento y teniendo que adoptar un porte más maduro de lo que requería su edad; él seguía siendo un muchacho y nadie debía de tomarse la libertad de olvidarlo, y dejarlo por su cuenta solo porque era un poco mocoso y tenía una gran fuerza maldita que no cabía en su larguirucho cuerpo.
Empezó a tararear sin dejar de acariciar su cabeza, los sedosos y suaves cabellos albinos retorciéndose entre sus dedos, él estaba tan afectado que Infinito se mantenía abajo. Por un momento, Utahime se movió con rigidez sintiendo que estaba sobrepasando una línea fina trazada entre ellos, si, el bastardo se metía con su mente y en su espacio todo el tiempo, y ella casi siempre respondía con agresión, pero ellos nunca se habían permitido un tacto gentil entre ellos. Generalmente Gojo jalaba de sus coletas o dejaba caer su barbilla sobre ella, o incluso la levantaba por debajo de los hombros haciendo alarde de su baja estatura, y como ella era un poco mecha corta, siempre intentaba responderle con violencia, no temiendo en realidad hacerle daño porque Gojo era demasiado fuerte y porque nadie lo tocaba si no era con su permiso.
Ahora, estaba segura que Gojo no le había dado ningún permiso de tocarlo. Él estaba vulnerable y al parecer, también estaba sufriendo. Utahime no podía quitarse la sensación de que se estaba aprovechando de eso. Pero él no había hecho alarde de hacerla a un lado o de estar molesto por la intromisión. Solo estaba ahí, quieto y en silencio, como si hubiera dejado de respirar.
Continuó la melodía, tambaleándose un poco a los lados a la falta de sus campanillas, por lo que tenía que controlar el flujo de su energía maldita con las ondas de su voz y el movimiento de su cuerpo, su energía chocando con la caótica y dolorida de Gojo. Nunca había pensando alguna vez que su debilucha y dorada energía algún día entrara en contacto con la salvaje y blanca energía de Gojo, pensó que el latigazo sería inminente y la migraña la haría vomitar, pero no fue así.
Gojo estaba disperso y tal vez, un poco desconfiado por la energía extraña invadiendo la propia, pero no opuso mucha resistencia cuando las ondas de la melodía de la voz de Utahime se propagaron por toda la extensión de su energía maldita, cada onda dejando su consciencia un poco más unida y la caricia en su cabeza rebajaba el dolor en la misma.
Después de que Utahime terminara el primer tiempo, Satoru levantó un poco la vista de sus brazos, sus largas pestañas blancas balanceándose como alas de pájaro al aterrizar, aleteos suaves y largos, el brillo cerúleo iluminando el interior. Se veía adormecido y un poco perdido.
Utahime se aclaró la garganta, tratando de ignorar cómo sus mejillas se sentían calientes, detuvo sus caricias y puso la mano en su hombro.
"Vamos", empezó con suavidad, "Shoko todavía tiene que revisarte".
Gojo murmuró algo que no entendió y presionó los ojos. Utahime llevo su mano libre a sus coletas, aquella que Gojo siempre tiraba sin piedad, quitándole la cintas y probando el nivel de su paciencia; ahora ella se deshizo las cintas por voluntad propia, acomodándola alrededor de la cabeza y tapando sus ojos. Las cintas de su cabello estaban lejos de funcionar de forma adecuada, pero al menos bloquearían un poco la luz hasta que llegaran a la enfermería.
Esta vez, si escucho lo que Gojo dijo entre dientes, "Gracias, senpai", antes de levantarse con cuidado, Utahime alzándose después de él.
Con torpeza, Gojo estiró el brazo y sostuvo la manga de su haori. Utahime le dedicó una mirada, el agarre del albino no era con su usual aire desvergonzado y exento, sino que cohibido y dudoso. Sintió que las palabras se le atoraban en la garganta. Él seguramente volvería a ser el insufrible mocoso en cuanto Shoko lo atendiera.
Todavía no podía dejarlo colgando en la incertidumbre. Tenía un deber como su senpai de proteger a sus menores incluso si estos eran retorcidos y groseros como Satoru Gojo.
Jaló su manga y Gojo la soltó sin convicción, encorvándose en su puesto, pegando un breve salto cuando ella volvió a anclarse a él ahora por medio de su mano. Él estaba retraído y había ladeado la cabeza con desconcierto, como si no pudiera asimilar que Utahime estuviera sosteniéndole la mano por propia voluntad.
"Vamos, andando". Ella lo empujó con ella y Satoru presionó su pequeña mano, la forma en que incluso en su estado apagado todavía la envolvía por completo.
Y si Shoko tenía una opinión al respecto cuando ambos llegaron todavía tomados de la mano, ella no mencionó nada, atendiendo a Gojo sin mayor drama más que una suave burla, como si supiera que no podía descuidarlo mientras la aguda mirada de su senpai estaba encima de ella.
*
*
*
Básicamente la intención de estos escritos es tener pequeños momentos de Gojohime implícito y no centrarme en su relación como tal, porque la diva de la semana es nuestra mamá miko 🎋🎼❤️, pero ufff les digo que este capítulo estuvo un poco difícil de no caer en demencia y empezar a escribir Gojohime intenso JAJAJA 🤣.
No se supone que los escritos tengan al intención de extenderse a varias cosas como este 😹. Las próximas entradas serán más cortas.
Inicialmente tenía la idea de escribir breves momentos de Utahime actuando como una senpai responsable, casi como una figura adulta para ellos teniendo en cuenta que a los adultos en Jujutsu les importa un bledo sus alumnos, no pensé que la parte de Haibara tuviera un poco de relación con la de Getou, haciendo parecer que la de Gojo se mirara bastante a parte de todo (lo cual tiene sentido hasta cierto punto porque fue lo primero que escribí), pero las cosas tomaron su propio rumbo al final y me gusto. ✨
¡Muchas gracias por tu lectura! ¡Ten un bonito día! 🌼
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro