TRACK#8: COUNTLESS MINUTES
Si me preguntaras por una palabra capaz de definirme estoy segura que esa sería ritmo…
De acuerdo, puede sonar demasiado radical, pero lo primero que recuerdo en mi vida es eso, el beat interminable de mi corazón mientras saltaba la cuerda, tendría solo cuatro años y ya sabía lo que quería hacer con mi vida.
Quería bailar, mi cuerpo tenía esa capacidad para hacerse eco de mis pensamientos, era mi propia terapia, la manera de defenderme cuando las heridas eran demasiado profundas siquiera para calcularlas.
Era la morfina que anestesiaba mis sentimientos, la primera razón y la última, en puntos finales, era mi esencia y por eso ahora, justo como otras veces había salido a correr y el resultado era encontrarme en uno de esos lugares abandonados al lado de las vías del tren.
Un sitio dominado por la maleza y las flores silvestres, con todo lo mágico y extraordinario de lo simple. Martin Garrix sonaba en mis auriculares mientras intentaba ralentizar lo superficial de mi respiración y pasaba los temblores de las lágrimas a mis músculos.
Me hacía consciente de cada parte de mí mientras quemaba mis recuerdos de un amor condenado al fracaso. La gente solía decir que ese primer flechazo era imposible de borrar, ahora yo podía decirlo a ciencia cierta, pero de ese único encuentro en el que le hice saber quién era realmente, sabía que estaba destinada a un no.
Que había llegado mucho tiempo hacia delante y que ser impuntual en los asuntos del corazón se pagaba con creces. Aun así la mayoría de mis partes de encargaban de recordadme que era inútil.
Que me iba a continuar preocupando y que quizás había confundido los sentimientos y Shin Hye sí veía claramente lo patético que había sonado rescatar una historia ‘que nunca sucedió.
A fin de cuentas estás últimas semanas como aprendiz en Big Hit me habían servido para darme cuenta que debía abandonar un sueño de cristal y comenzar a pensar ciertamente en mí. Ser mesera en un maid café restaurant no era un trabajo despreciable pero no precisamente lo que me hacía sonreír cada día.
No era la aventura de sentir el ritmo devorándote las venas o terminar la jornada empapada en sudor con la certeza que hoy has crecido un poco. Por eso había intentado borrar ese otro error de correr detrás de él y escuchando el consejo de mi mejor amiga, mi solicitud para Life Style Movement había sido entregada una semana atrás.
Ahora cuando el bendito sobre seguía en la superficie de mi escritorio y los nervios me atenazan el estómago con solo imaginar lo que podría significar, bueno pues ya no parecía tan fácil. Sin embargo, contar los minutos en mi reloj personal.
Recordar Tokio, un barrio en Busan y el centro de Seúl, era un viaje de dentro hacia fuera y mi alma se quedaba en medio mirando el cronómetro pasar.
Soledad, he ahí el mejor calificativo que podemos buscarle a los momentos que compartimos con nosotros mismos.
Pero si pudieras separar todas las personas que contenemos, una a una, como alguna clase de super poder, si pudiéramos iluminarnos por completo, como el pianista deja las notas en cada pulsación, como mi corazón sigue el patrón que otro ha creado y las trasforma en más vibraciones, como las ondas crecen y crecen y engullen una multitud que se cuestiona cada segundo.
Como lo que algunos catalogan con la etiqueta del arte otros lo ven como incomprensión o simplemente como el placer de no ser descubierto se entiende cuando la supernova te explota frente a la nariz y es muy tarde para volver atrás.
Sí, cada paso de mi coreografía podría ser comparado con una catástrofe, pero al final solo era eso, una vía de escape, una forma de decirle a esa versión perfeccionista, mira , ya lo tengo controlado, para que las otras partes de mí, tal como estos minutos que se pierden en el reloj, encajen finalmente.
Dibujar un mapa es fácil cuando lo hacemos en otros y aun así nos equivocamos, pues podrás entenderme ahora si te propones capturar tu alma en un solo movimiento. Sigo rezando por eso, una respuesta, una que realmente pueda detener el dolor de la incertidumbre.
Mientras tanto nos seguimos desperdiciando, tal como los minutos contables, los que te definirán al final, los que recordarás con el nombre de errores o pruebas, cuando en realidad no son más que hechos, solo tú puedes cambiar el final.
••RHYTHM••
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