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TRACK#7: DOMO

Ninguno de los dos había podido dormir bien. Ella en espera de la visita de su padre, yo por su propia intranquilidad. Al final terminamos uno sentado junto al otro viendo amanecer más rápido de lo que deseábamos, en el porche de la casa de su abuela.

—Cuéntame algo bueno…

Ella me miró a los ojos y ese era el momento en que yo podía parecerme al cristal. Totalmente transparente. Qué quieres que te cuente, comparto el mismo temor.

—No, voy a hacer algo mejor… hay una historia que desde hace algún tiempo se ha convertido en mi favorita. La llamo catástrofe, así que quizás no te guste…

—Aun así, solo cuénteme algo que me haga olvidar esta inestabilidad que da la espera. Sé que puedes hacerlo, Min Yoongi.

Min Yoongi, un nombre que yo creí sepultado, el nombre que eligieron mis padres, la persona insegura que se escudaba en otros dos rostros, sin embargo la persona de la que ella se había enamorado y que ahora amenazaba con resquebrajar mi interior para finalmente mirarme a los ojos y decir, mírame idiota, por mucho que lo intestaste, yo vencí.

La besé en la coronilla. Lena se removió entre mis brazos hasta que su respiración quedó en mi cuello. Cerré los ojos y una insulsa sonrisa quedó en mis labios.

—Es la historia de un chico que siempre tuvo miedo de sí mismo, a su verdadero yo, quiero decir, y cuando creyó que había conseguido reconciliarse con sus partes más oscuras descubrió que estaba equivocado.

—Déjame adivinar, conoció a una chica…

—No me interrumpas.

—No luzcas tan adorable.

Sus labios me besaron. No entendía cómo podíamos encajar tan perfectamente el uno en el otro solo en una de las mecedoras que estaban en el porche. Pero qué demonios, me encantaba que fuera de esa manera.

—Si me sigues besando no podré terminar y en serio quiero hacerlo.

—Vale, seré una buena chica.

La miré con suspicacia. Ella sonrió al punto que los hoyuelos se hicieran perceptibles y otra hebra en mi corazón se deshilachara. Decidí no verme en sus ojos mientras volvía a la misma posición perezosa en la mecedora.

—Pues sí, este chico conoció a una chica y el mundo se le hizo más difícil. Se dio cuenta de que no lo había conseguido, que todas sus debilidades y mentiras estaban ahí, que el caos se había desatado en su universo, y que seguía viviendo en la oscuridad mientras palidecía ante la luz de un ángel con los ojos azules. Se sintió enfermo, enloqueció de celos y envidia y nunca pensó tener la oportunidad hasta que ella apareció una vez más en su camino, y muchas, muchas veces más. Comenzó a trasformar su realidad poco a poco. Pronto descubrió que su odio tenía otras dimensiones. Que todo lo que detestaba en el rostro de ella, en realidad lo quería poseer, por eso aquella noche, cuando el ángel apareció frente a él, cuando solo quedaba una lluvia lejana en la ventana y las notas perdidas del único amigo que realmente lo había comprendido en su esencia, supo que ella debía pertenecerle, aun siendo incapaz de alcanzarla, aun sintiéndose miserable y pobre de espíritu, vivir para ella se convertiría en su pasión, en su única razón de ser después de la música. Nunca pensó que se pudiera sentir más cercano el cielo cuando ella le pidió que tocara el piano aquella noche. Allí comenzó a sentirse realmente vivo y no le importó perder la cabeza después, cuando ella decidió aceptarlo también. Tuvo tanta felicidad que todos sus demonios internos se dieron un banquete. Fue torpe, se cayó tantas veces por ella, sin embargo aprendió a quererla sin reservas y se convenció a sí mismo de que era capaz de amar, que ya no necesitaba el éxito para ser aceptado, solo porque a ella no le importaba. Ella supo separar la cantidad de personas que había dentro de él mismo y recoger los fragmentos de un corazón relleno de capas a prueba de cualquier sentimiento que no fuera la miseria. El chico se hizo tan dependiente al perfume de ella que aun cuando no podía respirar, quería mucho más, más de esa especie de morfina que ella inyectaba en sus venas cada vez que lo miraba, cada vez que susurraba su nombre a través de la noche y él la llamaba mi catastrófica locura. La dueña de la luna, la luna por sí misma. Nunca pensó que ella lo abandonaría tan pronto y entonces vino la oscuridad a reinar sobre él. Fue un desastre total que solo pudo compensar sobre las teclas del piano. Se sentía tan débil y cansado que aun así solo se alimentaba de sus recuerdos. Una ducha olvidada o el sabor del café. Un memorándum perpetuo de que la vida tenía el nombre de ella y que ser la pieza que no encaja en ninguna parte duele como el infierno. Quizás por eso lo siguió intentando, simplemente no podía conformarse con dejar ir a la única persona que había logrado comprenderlo, mejor que él mismo y entonces supo que ella no era tan brillante. Cargaba una cicatriz mucho más profunda que la suya y fue la primera vez que quiso ser fuerte por alguien más, fue la primera vez que comenzó a amarla en serio. Ya no era deseo, ya no era capricho o inmadurez, era necesidad, verla así de miserable le recordó cuánto tenía que luchar contra sí mismo por cambiar y cambiar por dentro, esa es la peor de las tareas. Sin embargo creo que el destino existe, ahora sí estoy seguro de ello, pues ella regresó a buscarlo mientras él creía que podía seguir adelante, que podía ser mejor solo por ella y también por sí mismo.

Quería ser mejor, quería ser él finalmente y no una colección de personajes para esconderse de su propio miedo. Ella dijo, no, ya no puedo más. Si no regresas a mí, creo que moriré realmente.

Llevo muriendo mil veces desde que te dije adiós. Por favor, ya no más. Él solo lo creyó unas semanas después y estaba seguro que era ridículo sentirse por encima de los demás cuando descubres que los pequeños instantes de felicidad son los que cuentan.

No las casas grandes, no los anillos de oro o el número uno de la Billboard, solo esto, una sonrisa verdadera, una palabra susurrada en medio de la noche, el calor de sus brazos, el hecho de saber que mi familia sí me ama, que nunca he estado roto, solo algo perdido, que Dios sí sabe lo que hace y que nadar contra la corriente solo te desgasta.

Ese chico que quería destruirse a sí mismo para entenderse ya desistió. No podemos destruirnos por completo, nadie se queda por completo vacío, seguimos conservando parte de lo que somos aun en la más soberana oscuridad.

Solo estaba perdido y tú viniste a salvarme. Ahora yo quiero ser tu salvación también, quiero secarte las lágrimas y decirte, hey, todo está donde debe estar. Mírame, mi amor, todo está bien si estamos aquí.

Lena había estado mirándome todo ese tiempo. En silencio, un silencio solo interrumpido por el llanto en mi garganta. Ya ni siquiera tenía vergüenza de llorar frente a ella. Había descubierto que de vez en cuando, eso estaba bien. Las lágrimas son la mejor forma de lavar el alma y compartirlas con alguien era aún mejor.

—Eres un traidor, Min Yoon Gi, acabas de contarme la mejor historia de amor de todos los tiempos y después me dices que no eres romántico. Adorable mentiroso.

Ella me besó en las mejillas. Yo me refugié en sus brazos. El sol terminó de alzarse sobre el horizonte. Literalmente era otro día el que llegaba a nosotros, literalmente yo era feliz.

***

Mi padre llegó pasadas las once de la mañana y después de unos tensos minutos en que él y Yoongi intercambiaron un frío apretón de manos y mi abuela sugirió que habláramos en privado mientras Aaron y su nueva novia desmontaban el equipaje, finalmente  me di cuenta que tanto nerviosismo había sido en vano. Yoon se ofreció a ayudar a mi abuela en la cocina y me sorprendí a mí misma invitando a papá a sentarse en el porche trasero.

Aun cuando no me gustara mucho Roxanne tenía que darle la razón a la abuela. El amor podía cambiar a las personas.

—No me veas como el enemigo. Sé que enviar todas tus cosas a Seúl y cortar tus tarjetas de crédito no fue la mejor forma de intentar reconciliarnos. Sin embargo…

—Crees que estoy haciendo esto solo para molestarte. No, no fue la mejor forma de reconciliarnos, pero eso ya no importa. Quiero pensar en el aquí y el ahora y antes de que pongas palabras en la boca de él o la mía, debes saber que fui yo quien inicio este compromiso. Fui yo quien le pidió a él que nos comprometiéramos seriamente y creo que tú hiciste lo mismo con Roxanne…

Mi padre calla mientras me ofrece la espalda. Va a recostar sus brazos en el barandal del porche. Yo no me doy por vencida y hago lo mismo. Deja el orgullo atrás, solo te lastima y te hace perder tiempo. Las palabras de él regresan a mi mente. Un consejo oportuno de la única persona que parece comprenderme en realidad.

—Solo quiero tener a mi padre de vuelta, mi mejor amigo, el único que me soportaba cuando estaba de malas con los demás. Quiero que volvamos a ser como antes. No, quiero que seamos mejores, esta conexión, este amor que ha llegado a mi vida nunca podría reemplazar el que siento por ti. No quiero escoger entre mis dos personas favoritas. Solo son formas diferentes de un mismo amor y yo nunca estaría completa, no verdaderamente si te perdiera a ti.

—¿Quién dijo que me has perdido? Eso no pasaría nunca, mi niña. Yo solo… no podía entender la realidad. No podía creerme que mi hija ya no fuera una niña y sí una mujer, una mujer más fuerte de lo que yo esperé en alguna ocasión… quizás… solo me dejé obnubilar por el recuerdo de Jane. Roxanne, aunque no lo quieras creer, ella me ha ayudado a entenderlo, ella me ha quitado la idea de minusvalía que Jane me dejó y no, yo tampoco quiero perderte por necedad u orgullo. Solo espero que puedas perdonarme y que él también pueda comprenderme el día que tengan hijos.

—¡Papá! Aun no nos casamos y ya piensas en…

—Ya, no le hagas caso a este viejo tuyo y dame un abrazo. Siempre serás mi princesita, llena de barro en las mejillas y con mal carácter…

—Papá…

Era ridículo que ambos nos aguantáramos las lágrimas. Aaron apareció en el porche para tener una conversación similar y advertirme que la abuela llevaba media hora hablando con Yoongi.

Algo a tomar en cuenta. Mi padre quiso hacer algo al respecto y reclutó a mi novio y al inconsciente de Aaron para armar la barbacoa. Melanie, la novia de mi hermano, la abuela y yo nos encargamos de terminar en la cocina. Desde allí escuchaba las voces de los chicos en el patio.

—No te preocupes de más. Ese chico es más duro de lo que parece.

La abuela sabía leer muy bien mi rostro y por eso solo me limité a asentir mientras escogíamos la carne y las hamburguesas. Media hora después yo salía al porche con tres botellas de cerveza en la mano.

El calor del verano había hecho estragos en los chicos y encontrarme con una versión morena de Min Yoon Gi, aún con el espeso flequillo rubio platinado era algo más que picante, una especie de invitación ilícita.

—Gracias—dijo él con una sonrisa que le sonrojó el rostro. Yo sonreí de vuelta.
—De nada.

Melanie apareció para comunicarles que ya podían empezar con la carne y las hamburguesas. Mi padre asintió y yo regresé a la cocina. Siendo perfectamente consciente que la mirada de Min Yoon Gi seguía sobre mí.

***

No sé qué era, quizás el hecho de estar bajo un calor infernal o de trabajar codo con codo con su padre y su hermano. No lo podía entender, pero verla solo llevando esos shorts de mezclilla cortos y un top color cereza, era demasiado para mis sentidos. Aaron bromeó sobre eso y para mí era tan extraño no recibir comentarios puntiagudos que cuando el señor Park me llamó aparte para conversar temí lo peor.

—Muchacho, no tienes que mirarme así, no voy a patearte, solo quiero decir que… lo siento. Todo lo que pude haber hecho mal con respecto a ustedes. Solo no podía ver más allá de mis miedos o mis prejuicios y sé que puede parecer como que de repente borro todo lo que hice y decido interpretar el papel del perfecto suegro, pero es que nunca había visto a mi hija tan a gusto consigo misma.

Nunca mi niña había brillado tanto y por improbable que parezca me alegro que haya encontrado a alguien que pueda cuidar de ella en el futuro. Es solo eso, así que mejor ándate con cuidado o…

—No hace falta la amenaza, señor Park, ella pega como un chico…

Pensé que la expresión seria de él iba a asesinar mi intento de broma pero la carcajada que soltó terminó por descolocarme más que si me hubiera dado un puñetazo.

—Es bueno saber que la educamos bien. Ah… Aaron, eso es para hoy…
La tarde pasó sobre nosotros y cuando el hermano de Lena sugirió que saliéramos por la noche, pues yo maldije internamente. Mi plan era tomar una ducha con mi nena y luego descansar de un día martirizante por el sol.

—Vamos a pasarlo genial. Creo que nunca había hecho esto con Aaron.

—¿Qué cosa?—pregunté haciendo el nudo de la corbata que había elegido para esta noche.

—Una cita doble, déjame ayudarte…

Ella terminó de hacer el nudo dejándolo un poco más debajo de mi cuello. Si yo había estado muriéndome por sus piernas toda la tarde, ahora tenía garantizada una combustión interna con esa minifalda y las medias de rejilla negra.

—Mmh… conozco esa mirada y te voy advirtiendo que tienes que esperar.

—Vale ¿Y qué dice mi mirada exactamente? —pregunté con el indicio de una sonrisa, vi el relámpago ser sustituido por la niebla en sus ojos azules. Lena siguió suspendida de mi corbata mientras se mordía el labio inferior.

—No voy a caer tan rápido en tu trampa. Al menos no antes de medianoche.

—¿Media noche? ¿Qué hay de especial a medianoche?

—No lo sé y mejor termina de prepararte. Aaron odia la impuntualidad.

Lena desfiló frente a mí y yo disimulé la risa mordiéndome el labio inferior. Iba a ser una noche larga.

***

Las luces de aquel club dibujaban nuevos destellos sobre el cabello de él. Aaron se había perdido con Melanie tiempo atrás. Yo había preferido quedarme en la barra saboreando un Martini mientras pretendía no conocerlo y seducirlo como esas chicas de las pelis de Hollywood.

—No te imagino con un cigarrillo entre los labios. Creo que te verías terriblemente sexy—terminé mi trago y sentí la electricidad corriendo por cada una de mis terminaciones nerviosas.

Él sonrió de esa forma ladeada que hacía completo el conjunto. Un chico malo, vestido de negro, con la corbata desaliñada sobre la camisa y el cabello platinado.

Ojos almendrados y profundos como la noche, labios de un imposible color sangre que te daban ganas de morder sin arrepentimientos. Era una invitación completa a mis sentidos y quizás los efectos del alcohol comenzaban a sentirse en mi cerebro o simplemente era la felicidad de saber que por primera vez en mucho tiempo estábamos bien, verdaderamente bien.

No lo podía explicar, por eso fue muy tarde cuando me descubrí susurrándole al oído que dejáramos el lugar. Yoongi no lo pensó dos veces para tomar mi mano y seguirme en la oscuridad. Dejamos atrás un tumulto de cuerpos que se balanceaban al ritmo de la mezcla que el Dj había escogido para una noche calurosa en la Florida.

Afuera todavía quedaban reminiscencias del humo de cigarrillos ajenos, alcohol, perfumes mezclados con sudor o simplemente personas besándose sin tapujos en la otra esquina de aquella callejuela oscura. Nosotros habíamos elegido un pacto mejor, por eso yo seguía tirando de sus dedos mientras recordaba el camino a mi antigua escuela secundaria.

—Hey, espera ¿A dónde me estás llevando?

—¿Qué? ¿No confías en mí?

Me detuve en medio de la calzada. Él cerró la distancia que había construido solo para entretenerse en los mechones que escapaban del moño que había escogido para esta noche.

—Ciegamente, ya lo sabes.

Comprendí que no me hacían falta más palabras y antes que el subidón de adrenalina que había experimentado todo el día me dejara, volví a recuperar el control sobre su mano.

—Entonces solo… déjate llevar.

***

No podía creerme que estuviéramos a punto de allanar una propiedad privada. Pero qué diablos, no me importaba, a estas alturas cometería un crimen solo por hacerla feliz.

O quizás la culpa fuera del alcohol, al que solemos achacarle nuestros instintos más animales, fuera como fuera, la ayudé a pasar la cerca de malla y luego yo mismo estuve dentro del campus de aquella escuela.

Había luna llena en un cielo totalmente despejado y los sonidos de la ciudad se camuflajeaban como ecos lejanos, sin embargo yo aún era capaz de oír el latido de mi corazón mientras ella me ofrecía su mano y atravesábamos el patio que regularmente estaría lleno de estudiantes al empezar septiembre.

—Estuve aquí hasta noveno grado. Te morirías si supieras que mi primer beso fue en esa taquilla que acabamos de pasar.

—¿Y qué es lo que quieres hoy, revivir ese primer beso?

Ella me abrazó por el cuello mientras yo hacía otro tanto con su cintura. La caprichosa brisa de la noche movió algunos mechones sobre su frente. Lena suspiró sobre mis labios.

—No, esta noche haremos algo mucho mejor que ese primer beso fallido. Vamos.

Sonreí siguiendo el camino que marcaban sus botas de tacón alto. Pasamos un conserje que daba vueltas cerca de la entrada principal y nos escondimos de su luz como dos adolescentes antes de forzar una ventana.

—Dios mío, ¿es una piscina olímpica?

—Shh… habla más bajo y ayúdame con esto…

Obedecí mientras terminábamos de entrar en aquel lugar que sin dudas luciría más alucinante con las luces prendidas, pero increíblemente surrealista solo iluminado por las tenues sombras de neón bajo el agua.

—¿Puedes verme?—preguntó ella y yo no me había dado cuenta de que estaba muy cerca del reflejo cristalino de la piscina.

—Por supuesto y ahora qué se supone que hagamos…

—No rompas el romanticismo Min, me agradecerás que me demore si todo sale bien y no nos pescan.

—Sería un escándalo ¿Qué haces allí atrás?

Escuché el ruido de una taquilla al cerrarse penosamente. Luego la figura difuminada de Lena estuvo más cerca.

—Aseguro el perímetro ¿Qué? Eso solía decirme Mei cuando veníamos aquí.

—Mei Lin también…

—Desde los siete años ella ha estado a mi lado, ambas hemos sido ancla de la otra hasta hoy.

Hubo un ruido metálico y luego varios roces hasta que descubrí con demasiada lentitud que ella se había arrojado a la piscina y ahora los reflejos verdes bajo el agua se mezclaban con su siluetea.

—Estás loca, realmente loca…

—¿Y qué? ¿Acaso es un pecado ser feliz? Ahora mismo yo estoy en el cielo y no me había equivocado, todo sigue igual de mágico aquí.

Lena nadó más lejos de la escalerilla donde yo me había quedado adivinando si las figuras en el techo de la piscina eran reales o me encontraba en alguna parte no descubierta de mis sueños.

—Yoon… comienzo a envejecer aquí sola. Vamos… no puedes saber a qué me refiero si no lo experimentas…

Un poco de agua terminó mojándome el rostro y parte de la camisa. Estaba helada para mi sorpresa y torpemente me saqué la ropa para unirme solo en ropa interior a su improvisada travesura.

—Ahora no te escaparás. No, ya no…

—Recuerda que no puedes gritar, si alguien nos atrapa… ¡Yoon!

Ambos salpicábamos al otro mientras yo trataba de perseguirla en el agua. Qué más daba, si gritaba era de alegría, de pura alegría infantil mientras derrochábamos y aspirábamos burbujas de aire antes de sumergirnos por completo.

Hubo un instante en el que supe a qué se refería. Debajo del agua la piscina era otro universo, como abrir una puerta secreta hasta un lugar propio adornado con luces de neón verde amarillo.

Un arcoíris donde una chica flotaba alrededor y me descubrí a mí mismo deseando una apnea eterna. Nunca había besado a nadie a tres metros bajo el agua. Creo que existía un libro que hablaba de tres metros sobre el cielo, cómo era posible que yo encontrara la fórmula para todos mis problemas a tres metros bajo una película de agua, cómo era posible que yo no sintiera la presión de la fuerza de gravedad cuando mis labios tocaban los de ella.

No lo entendía, no tenía por qué hacerlo. Aquí, en este momento de adorable soledad a tu lado, es cómo si contuviera mi alma en un domo de cristal y finalmente, esa semilla dentro de mí fuera una flor. Una flor que creí perdida, resplandeciendo en medio de la nieve.

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