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TRACK#29: ABRAXAS

Maratón 14/15 🩸

Canción sugerida: What A Time por Julia Michaels feat. Niall Horan+ Be Alright por Dean Lewis

—Angie, Angie, espera… ¡jodida vida, pero qué diablos…!

Maldije en voz alta ganándome la mirada horrorizada de las personas que hacían fila en el restaurante. Ella había subido a un taxi con mayor rapidez de lo que pude calcular.

Gané una carrera contra mí mismo camino al estacionamiento. Debía detenerla o al menos seguirla a como diera lugar. El embotellamiento no le ayudó a ninguno de los dos y los penosos minutos que estuve lamentándome contra el volante sirvieron solo para que rechazara todos los intentos de llamada.

Aun así y cuando una especie de milagro agilizó la larga fila de coches, me di cuenta que lo más lógico para ella sería volver a su departamento o en el peor de los casos hacia otro lugar que yo no pudiera imaginar. Casi me arranqué el pelo dándole vueltas a sus razones.

Ah… por qué había dicho todas esas cosas o por qué seguía teniendo celos de mi mejor amiga. Me debatí tanto con mi propio drama que terminé agotado, pero eso no me impidió llegar primero al edificio y como mis sentidos predecían, cinco segundos después Angie apareció en el umbral con el rímel corrido debido a las lágrimas. Yo iba a decir algo cuando el portazo me paró en seco.

—No, no te atrevas a decirme nada. No quiero intentarlo. Solo márchate, déjame sola Jungkook…

—¿Y por qué haría eso? Solo trato de entenderte y créeme que no lo consigo. Mírame, solo mírame de una vez. Dime… ¿Qué sucedió para que reaccionaras así? ¿Por qué descargaste tu rabia con Lena? ¿Qué he hecho mal estaba vez?

Ella rio sin humor alguno y como si lo hiciera para molestarme se fue a sentar al sofá.

—Angie…estoy perdiendo la paciencia, intento que no me afecte, pero no quiero pensar que…

—¿Qué? ¿Qué es lo que no quieres pensar? ¿Que tengo celos de ella? Todo el tiempo Jungkook. Lena podría casarse con Suga, tener su perfecta familia o irse al quinto infierno, y siempre vas a sentir algo por ella. Y no solo eso, ni siquiera te importa ocultarlo. Así que no me vengas con amenazas y termíname ya. Será lo mejor, créeme. Ya no aguanto mirarte a la cara y recordar que me duele…

—¿Y qué te podría doler? ¿De dónde sacas eso? Pensé que ya lo habías superado, tal como yo lo superé. No voy dejar de hablarle a mi mejor amiga por una idea tan loca como esa. Si te sientes insegura entonces la culpa es mía que debía amarte más, no de ella, pero esa no es la razón ¿Verdad? ¡Mírame, mírame, joder, esto me está volviendo loco hace tiempo…tú…!

Aquellos ojos verdes parecían adormecidos y distantes. Una mancha cínica, una persona que no conocía estaba del otro lado mirándome casi con indiferencia. Qué diablos había pasado con nuestro amor y que había hecho yo para no darme cuenta antes…

—Yo… yo soy peor que ella, por eso me molesta tanto. No solo la envidio por su forma de ser, ella es más valiente que yo a la hora de decir la verdad. Prefirió dejar ir a Suga aun cuando lo quería para que no compartiera su dolor. Yo no, yo quiero seguirte teniendo entre mis manos, porque soy egoísta, muy egoísta y ahora mismo solo pienso en eso… Tú… tú solo vez la parte que llamas ángel cuando hacemos el amor, pero… pero hay más… hay mucho más… he pecado amargamente Jungkook y cada noche eso me persigue…

—¿De qué hablas? Angie… me estás asustando… qué puedes haber hecho tú para que me hables de esa forma…

—¿Qué puedo haber hecho yo? No seas ingenuo, en el fondo sabes que tengo más oscuridad que pureza como tú sueles decir, que ya no quiero solo caricias o besos susurrados, a veces solo quiero poseerte y nada más, así es más simple, si tan solo no tuviera remordimientos después…

—Remordimientos…

Susurré cuando ella se separó para ir camino del umbral.

—Por favor, solo vete, aunque no debería arrepentirme, lo hago, ya no puedo seguir mintiéndome a mí misma y es mejor que tú abandones el barco antes de que sea demasiado tarde.

La puerta abierta, la mano extendida para que saliera, no solo de la habitación, sino de su vida. Cómo había terminado en esa situación, como volvía a sentir las garras de su amor apretando mi corazón al punto de romperlo otra vez. Caminé en su dirección.

Desconociéndola por completo. Así era Angela Smith, con el cabello color escarlata y los ojos verdes más seductores de este planeta, pero era alguien más, alguien a quien no podía ponerle nombre y que me estaba terminando sin explicación aparente.

Entonces recordé un pasaje de Demian, un libro con el que nos habíamos identificado mucho y que quizás mereciera la pena releer.

"El pájaro rompe el cascarón. El huevo es el mundo. El que quiere nacer tiene que romper un mundo. El pájaro vuela hacia Dios. El Dios es Abraxas."

Eso había dicho Hesse mucho tiempo atrás y ahora parecía el dogma perfecto para la versión despiadada de ella que me estaba echando sin más.

—¿Quieres saber algo? No me importa, yo tampoco soy un santo, no puedo serlo de ninguna manera y me vale un cuerno lo que hayas hecho, no me interesa que seas egoísta, no me interesa nada más, solo me interesas tú. Angela… por favor, no me obligues a suplicarte aún más…

—¿Angela? Ahora me llamas de esa forma ¡Tú no lo entiendes! ¡No seas necio! No puedo seguir lastimándote porque eso me mata. Joder, Jungkook, no puedo seguir con esto, cuando te traicioné con otro, cuando he pensado en otro y lo peor no es eso, lo peor es que los deseo a los dos. Mi retorcida alma quiere eso en el fondo. Es una locura y hasta ahora comprendo el razonamiento de April. Nunca pensé que sería capaz de una cosa así, nunca pensé que sucedería, pero por desgracia sucedió. Te amo, pero una parte de mí se niega a ese sentimiento y esa es la que estalló hoy en el restaurante, es esa la que te alejará para siempre, porque otra ha sembrado la semilla en mí y ahora es muy tarde…

—¿Qué?—balbuceé mientras sentía las lágrimas caer como ríos calientes por mi cara.

Angie también lloraba y la puerta no pudo lucir más ancha para mí cuando ella me dio la espalda. No podía ser cierto, no otra vez, no una dura traición para dejarme en los huesos.

—No, no puede terminarse así, no ahora ¡Joder, mírame!

Algo desconocido se apoderó de mí y por primera vez tuve ganas de hacerle daño, mucho año de verdad.

—Dime que no es lo que estoy imaginando, dime que no es verdad…

Ella se quedó callada sin importarle que mi agarre en sus muñecas le dejara marcas. El silencio era lo peor. Quería correr y a la vez quedarme, quería besarla y a la vez abofetearla. Estaba fuera de mí y quizás por eso sentía mi cuerpo enfermar bajo aquellas palabras no dichas… Los celos, la rabia y la frustración hablaron por mí.

—¿Te acostaste con él? ¡Mírame a los ojos, Angela! ¿Tuviste sexo con ese tipo Ren…?

Más silencio, más lágrimas, yo no podía con aquello. Juro que nunca estuve tan cerca de cometer una locura cuando finalmente la solté. Si ella me había expulsado, ahora era yo quien no podía mirarla ni un segundo más.

—Fue un beso. Fue solo un beso... pero… él… él me dijo que una parte de mí lo desearía más y…

—Y… y te dejaste llevar. Mierda, te acostabas conmigo pensando en él. Nunca pensé que fueras tan cruel, solo cállate, cállate de una vez Angela Smith. Criticaste a Lena, pero al menos ella nunca jugó tan sucio conmigo. Al menos ella tiene algo de dignidad…

—Jungkook… no me digas eso… yo solo…

—Ya no importa, ya nada importa, ni siquiera esto—la rabia me llevó a arrancarle la fina cadena de plata que llevaba en el cuello, la misma que tiempo atrás yo le había regalado.

Estrellas, cuán falsa podía ser esa estrella ahora.

—Solo espero que sean felices y que tu parte oscura o como quieras llamarlo, se reconcilie con la mitad que yo amé, que desgraciadamente amo todavía.

—Jungkook…

Ni siquiera la besé aun cuando mi cuerpo pedía una última despedida. Atravesé el umbral con un ruido hueco en los oídos. Me faltaba el aire, me dolía todo el cuerpo y solo quería desparecer, nunca pensé que ella apareciera entre el ascensor y yo.

—Jungkook… ¿me perdonas, me perdonas… al menos esta vez? Sé que no tengo derecho, pero ¿me perdonas? Puedo permitirme hasta perderte, pero no que me odies, si tú me odias, si tú me odias… eso solo significa que estoy arruinada por completo… Jungkook, por favor…

No me gustaba aquella escena en la que ella lloraba como un pájaro herido y yo parecía su verdugo, intenté no compadecerme, intenté no sentir nada por ella pero no pude.

Gradualmente me fui aproximando, gradualmente fui pasando la línea que me separaba de la locura e hice lo impensable. Angie no reaccionó hasta mucho tiempo después y del ángel malherido no quedó nada.

Aquel beso enfermizo se fue extendiendo como el fuego en la paja seca, fue devorando cada espacio con demasiada rapidez y fue muy tarde cuando las paredes cambiaron y me encontré sin camisa sobre su cuerpo semidesnudo en el sofá.

—No voy a quedarme después de esto. No voy hacer más promesas—no intenté encontrarle alguna explicación mientras mis manos terminaban de sacarle el vestido.

Hermosa, así era ella, con la piel nívea y exquisitamente ruborizada. En el fondo trataba de ponerme en el lugar de Ren, yo haría lo mismo o quizás algo peor, haría cualquier cosa por tenerla a mi lado, no solo en cuerpo, sino en alma y corazón.

—Lo sé, no merezco tanto.

Fue lo que dijo antes de volverme a besar, de esa forma totalmente diferente que me hablaba de cambio en su interior, que me sabía a pecado y que desgraciadamente me gustaba mucho más.

Ángel o demonio, fruta prohibida y jugosa, fui perdiéndome en su cuerpo, en cada valle húmedo que encontró mi boca y no me importó ser brusco, quizás hasta demasiado, no me importó que el dolor que vendría después fuera como una condena, encontré mi abismo y mi salvación dentro de ella, sucumbí a sus caricias y no hubo nombres, ni abrazos después que las llamas se convirtieron en brazas humeantes.

Ella aun intentaba arreglarse el vestido cuando yo terminé de ponerme la polera. Una última mirada culpable, una última palabra silenciosa y el peso de mi cobardía. Aun así me arrodillé frente a ella, aun así la besé en el vientre.

—Dame tiempo, dame tiempo para…

Ella asintió y sin pedir permiso nos volvimos a besar. Esa noche, cuando llegué a casa, una sombra enorme me cubría con sus alas.

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