TRACK#28: THE ORANGE SPOT
Maratón 13/15🩸
Canción sugerida: Everything I Do (I Do It for You) por Bryan Adams
No sé si podían haber unos minutos más deliciosos, sinceramente no quería ponerle nombre mientras la observaba dormir por primera vez entre mis brazos. Era como hacer realidad mi sueño más secreto. Quizás por eso me dediqué a repasar su perfil con un dedo y verla dormitar ante mi intromisión solo me hizo sonreír más.
Habíamos tenido que separarnos a la fuerza cuando el guiso de una de las ollas daba señales de quemarse también por primera vez. Reímos por la ridícula escena en la que yo tuve que salir solo en ropa interior para apagar lo que sería un incendio en potencia y ella se quedó con mi polera a modo de pijama mientras me acompañaba a la cocina.
Era una experiencia diferente y cuando se nos acabó la histeria por ese descuido, no hubo otro lugar que para los besos y las caricias prohibidas en una esquina de la encimera.
Me sorprendió cuando fue ella quien me condujo de vuelta a la habitación. Ya no esperaba tanto de aquella afortunada mañana cuando Ritsu susurró a mi oído de que hoy se tomaría el día libre definitivamente.
Que era algo que se debía hace tiempo y yo traduje eso como la palabra felicidad. Así habían transcurrido nuestras horas entre murmullos y besos, entre promesas y ojos multicolores.
—¿Qué? ¿Por qué me miras así?—preguntó ella a lo que yo tuve que contestar con una risa ahogada.
—Nada… o mejor dicho… todo… solo tú que eres mi todo…
—Jin… deja de mimarme tanto.
—¿Y por qué haría eso? Me gusta verte así de brillante, me haces muy feliz.
No sé qué expresión estaría traduciendo mi rostro exactamente. Quizás demasiado melosa para la definición del amor en la mente de un chico, pero eso me valía un pimiento.
Me gustaba cuando ella se dejaba llevar por mi ambición, cuando me miraba los labios y se dilataban más sus pupilas, era el preludio, la canción de la lluvia antes de una tormenta y finalmente probaba el solo cuando sus labios cedían a los míos.
Si algo me encantaba de esos besos era eso, la entrega, Ritsu me dejaba ver un pedazo de un mundo desconocido que yo deseaba habitar permanentemente. A veces aparecían las colinas bajo el agua, otras, todo estaba de cabeza en un cielo repleto de suaves nubes de algodón de azúcar.
No tenía idea de cómo describirlo con claridad, quería ser su satélite por siempre, venerarla y besar cada centímetro de su perfecta piel sin importarme que existiera el tiempo o unas estúpidas reglas.
—Cariño mío ¿Qué me dices de salir a comer?—pregunté cuando se nos acabó el aire, ella suspiró sobre mis labios y me encantó que se mordiera el labio inferior en respuesta a mis caricias en su cintura. Sinceramente, me costaba pensar en otras cosas cuando solo llevaba mi polera y nada más.
—No lo sé, el hermano pequeño de Issabelle debe estar al llegar y con Ryo no puedo contar para que le cuide. Lo siento, ya estoy con mis problemas otra vez, es solo que…
La interrumpí con otro beso que esta vez logró colocarme encima de su menudo cuerpo.
—Pues invitémosle también. Justo me estaba acordando del nuevo restaurante que abrieron en el centro y más que una salida, quería ofrecerte un cambio de perspectivas…
—Kim Seok-Jin… ¿Qué estás tramando dentro de esa cabecita caprichosa?
—¿Caprichoso yo? Bah, espera a que veas lo que puede ser un capricho…
Ella se encargó de llenar de risas la habitación mientras yo le hacía cosquillas por todas partes. Me encantaba verla ruborizada para variar.
—¡Vale, vale! Pero no te acostumbres, la próxima vez no servirá ese truco…Y cambiando de tema ¿No vas a quedarte esta noche?
Esa pregunta no la esperaba y creo que la mueca decepcionada que se pintó en su rostro tradujo mi reacción. Maldito reality show justo ahora.
—Lo siento, a veces daría lo que fuera por volver a la normalidad. Olvidé decirte que tendremos un reality show en las próximas semanas…
—¿Uno de esos programas de variedades en vivo?
—Exacto…pero, pero no te pongas triste ¿Vale? Serás todo en lo que pensaré esos benditos días. Ritsita, yo sin ti estoy totalmente perdido.
Aquellos ojos marrones matizados con manchas azules lo llenaron todo.
—No es necesario que pidas perdón, mi amor, lo entiendo, yo también soy un desastre, solo promete que nunca estarás en un romance de esos por arreglo… prométemelo, te juro que moriría si algo como eso llegara a pasar.
—¿De celos? ¿Serías capaz de celarme ciertamente?
Ella sonrió antes de enmarcarme el rostro con sus pequeñas manos.
—Sería capaz de destruir un mundo entero solo por tenerte a mi lado. Ahora olvidémonos de todo una vez más. Quiero desaparecer como hace segundos, solo tú puedes llevarme a ese lugar…
No pude contestar nada porque era ella quien me estaba besando. De mi rostro, sus manos pasaron a mi espalda y fue muy tarde cuando no pude tensar las riendas del control.
Las paredes se disolvieron entre susurros y llamados prohibidos para los demás. Nuestro lugar secreto fue apareciendo en el horizonte como una mezcla de atardecer con amanecer, una nueva isla a la que llamar de forma independiente.
***
La parte que más podía agobiarte del amor, era realmente la misma por la cual caías en ese pozo sin fondo con el mismo nombre. Eso lo iba aprendiendo sobre la marcha, y aun cuando las dudas me carcomían en algunas ocasiones, aun cuando no estuviera totalmente seguro, lo importante era que seguía adelante.
La verdad a veces no entendía cómo mi humor podía fluctuar con tanta rapidez. Cómo un día me despertaba lleno de energía y luego me apagaba como la llama de una vela, era frustrante.
Mei Lin me había dicho que no llegaría hasta la tarde, por eso me conformé con asaltar su despensa (básicamente comida chatarra cuando no estábamos juntos) y mirar sin ver cualquier cosa que pusieran en la tele.
La cabeza me daba vueltas y más vueltas, ella había acertado totalmente. La vida que ambos teníamos nos separaría por al menos dos semanas. Dos semanas que para mí serían un calvario y en las que tendría que sonreír hasta que me salieran grietas en la cara.
Qué vendría después, con seguridad el inicio de otra gira mundial, más sesiones fotográficas y conferencias de prensa. Suga dijo algo esta mañana que fue como una especie de interruptor para mí. Estaba dispuesto hacer oficial su compromiso con Lena ante los medios.
Yo me ilusionaba con estar en su lugar, pero conocía la respuesta de ante mano. Mei Lin odiaba esa palabra, únicamente soportaba que lleváramos una relación porque en el fondo me amaba.
De eso estaba casi seguro, digo casi…porque en momentos de egoísmo como justo los que vivo ahora, solo podía cuestionarme, por qué a mí y no a otro, qué veía en mí que se pudiera nombrar con la palabra especial.
—¡Diablos, necesito hacer algo que no sea pensar!—me levanté del sofá casi gruñendo.
Apagué la tele y fui directo a la pequeña habitación donde ella solía trabajar. El olor a pintura me recibió como una promesa. Como la promesa de que el alma de ella también vivía allí y por tanto yo podía calmarme y esperar.
Había pinceles de todos tamaños y tipos y por extraño que pareciera, Mei Lin era muy meticulosa en cuanto al material para trabajar. Todo estaba ordenado, por tamaños y colores y no pude evitar sonreír cuando encontré parte del estuche de pintura spray que le había comprado en Los Ángeles.
Cuánto había pasado desde entonces, su fiesta de cumpleaños, nuestras primeras peleas o el hecho de que poco a poco todos tuviéramos novia. Sacudí la cabeza alejando ese razonamiento. El objetivo es no pensar Taehyung…
Tomé uno de los botes de pintura finalmente. El de color verde para ser exactos. Había un espacio en la pared que aún no había sido marcado por las invenciones de ella. La superficie estaba carcomida por el tiempo, parte de los ladrillos se dejaban ver detrás del maltratado papel tapiz. Agité el bote y tracé una línea insegura.
No, me falta algo… me faltas tú…
Esa idea casi consiguió asustarme, cuando me di cuenta que lo mejor para mí era dejarlo todo salir, por eso regresé a la pequeña sala estar, en el librero estaba un Xbass de tamaño mediano y no dudé en conectarlo a mi celular.
Hip hop, Epik High, los viejos tiempos y todas mis memorias a flor de piel. Era como embriagarse pero en el buen sentido. De pronto el verde no me bastó y terminé apoderándome del estuche de aspersores por completo.
Perdí la noción del tiempo. Reí como un loco mientras tarareaba sin parar. Los recuerdos se fundieron con aquella distorsionada realidad. Un rostro fue apareciendo en el muro entre salpicaduras y desordenadas manchas.
Qué importaba, yo volvía a ser libre y ni siquiera me daba cuenta de que también mi cuerpo se unía al ritmo que salía del drum box, era magia, era el sabor de la libertad rezumando en mis labios y por primera vez en mucho tiempo no tuve miedo de volar.
Estuve un poco más en ese estado de euforia descontrolada, lo suficiente para que mi lista de reproducción favorita volviera a comenzar y las canciones que Mei Lin había dejado en mi teléfono hicieran su aparición. Mi momento de terapia había terminado y por eso no me importó tenderme sobre el piso alfombrado y encontrar la representación de las estrellas que habíamos montado en el techo.
Una divertida tarde que después nos costó un par de caídas y moratones en las rodillas, pero a fin de cuentas un capítulo más de nuestra historia. Levanté una mano sobre una de esas estrellas, la que ambos habíamos decidido como nuestra.
La música era un leve murmullo para mí. Cerré los ojos agotado. Quisiera quedarme para siempre en este lugar. Renunciaría a todo, sepultaría mis ansias y solo existiría para ti. Una lágrima traicionera comenzó el diluvio. No fui muy consciente de ello y quizás sí me quedara dormido.
Hasta que una persona comenzara a darme golpecitos en los hombros. Era Mei Lin, quien me miraba con una arruga trastornado su ceño, en franca señal de preocupación.
—¿Estás bien? Taehyung, me estás asustando.
Me incorporé solo un poco para comprobar el desastre que había alrededor. Los botes de pintura vacíos y la alfombra embadurnada, creo que hasta mi cara tenía un poco de eso también. Mei seguía arrodillada frente a mí con más preguntas en los labios. Yo no podía sentirme más ridículo y confundido a la vez.
—Vale, está bien, no tienes que decirme nada. Ven, vamos a tomar un baño y cambiarte la ropa.
Asentí casi por inercia, era como si mi alma estuviera asustada fuera de mi cuerpo mirando lo que sucedía. Cómo ella se convertía en una especie de madre para mí y me llevaba de la mano camino al cuarto de baño.
Me ayudó a sacarme la chaqueta y entonces me di cuenta de por qué había tanta preocupación en su pequeño rostro. Mi muñeca izquierda se había arañado con algo y un hilillo de sangre aun vagaba por allí. Quise decir, no es lo que estás pensando, pero sus brazos no me dejaron opción.
Mei se convirtió en una especie de tabla de salvación para mí y no supe que había comenzado a llorar otra vez hasta que mis lamentos llenaron el rumor del agua en la bañera a medio llenar.
—Shhh…. ya, todo está bien. Estoy aquí. No temas, solo apóyate en mí.
Ni siquiera entendía por qué había comenzado con aquel trago tóxico y dramático, ni siquiera me lo explicaba a mí mismo, pero no quería soltarme de ese abrazo. No comprendía cuánto miedo podía tener si ella me dejaba de abrazar.
Era paralizante y solo cuando el agua comenzaba a salirse y ella tuvo que ir a cerrar la llave, tuve el valor de comprobar mi demacrado reflejo en el espejo. Tenía la cara marcada con manchas anaranjadas y una mano en el centro del pecho de la playera.
Era un desastre y lo peor es que ahora reconocía, ahora entendía parte del sufrimiento que me acercaba a mí mismo, parte de las viejas cicatrices y mi propia debilidad.
—Ven aquí, cariño…
Mei volvía a ser mi interruptor. No dije nada mientras terminaba de separar la ropa de mi cuerpo, como se haría con las capas de una cebolla, como se hacía con esos suvenires de muñecos que tienen muchos dentro y al final están vacíos.
Ni siquiera me inmuté cuando mi cuerpo entró en contacto con el agua. Aún estaba trastornado y solo pude pedir algo cuando Mei se alejaba camino a la puerta…
—Mei… ¿Te quedas conmigo… un poco más?
Ella miró por encima de su hombro mientras doblaba algo entre sus manos. Sus ojos marrones estaban empañados y en el fondo yo sabía la razón. Nunca debió verme así, nunca debió enamorarse de alguien como yo.
—Por supuesto.
Fue su respuesta y minutos después estuvo frente a mí, esponja en mano. Era una tarea mecánica en la que evitaba mirarme. Sin embargo, yo no apartaba la vista de su rostro, de su perfil recto y delicado, de sus labios sonrosados o de sus magníficas pestañas.
El agua se fue llenado de color: amarillo, naranja, rojo, verde, violeta, luego una mezcla negruzca, como si aquel gel con olor a naranja se llevara mi oscuridad también. Suspiré cansado. El agua fue cambiada por otra y ella se sentó en la esquina de la bañera.
—Por… por qué intentaste hacerlo… No te estoy reclamando nada, pero sabes lo que eso significa para mí. Mi mejor amiga hizo algo semejante una vez y aun cuando habíamos hablado en alguna ocasión de eso, tú me prometiste...
Lo sé, quise contestar, pero no lo hice. Mei rompió en llanto finalmente y estoy seguro de que hubiera huido de mí de no ser por mi mano alrededor de su fina muñeca.
—Perdóname, per… perdóname, no quería que me vieras así…
—Taehyung, no te das cuenta que eso es lo de menos ¡Cielos, cuando abrí esa maldita puerta y te encontré en suelo, pensé lo peor! No contestabas, tardaste unos minutos para abrir los ojos y no sé si era más pintura que sangre, pero…
—Shh… ven aquí—me salí de la bañera aun goteando. Mis brazos la rodearon y peiné su cabello casi con desesperación—Perdóname, perdóname otra vez por hacerlo, yo solo me perdí de veras, yo solo… me sentí inseguro…
—¿Y por eso la tomaste con tus venas? ¿Por eso te automutilaste? Joder, por qué, por qué cuando todo parece marchar bien sucede algo como esto. Mírame bien, pequeño idiota, no voy a dejarte hacerlo otra vez, no voy a dejarte ¿me oyes?, aunque sea lo último que haga. Buscaremos ayuda juntos, seré fuerte por ti si eso me garantiza que la pesadilla se irá finalmente. No puedo darme el lujo de perderte, no ahora, ya nunca…
Mei gritó sobre mis labios antes de darme un beso en el que se confundieron lágrimas y sangre. Dolor y ternura, contradicción y racionalidad. No lo quise averiguar de veras mientras ella terminaba entre mis brazos aun con la ropa puesta.
Solo vi el agua teñirse una vez más de colores perdidos, solo fui consumido por el éxtasis cuando la muchacha de los ojos castaños tiró del telón y todo se incendió bajo la luz.
***
—Así que un reality show, menudo rollo—dijo ella antes de probar su helado.
Acabábamos de salir de la primera consulta oficial de nuestro embarazo. April y los chicos estaban bien y con suerte dentro de unos meses sabría si serían niños o niñas, quizás uno de cada cual.
Eso me emocionaba a sobre manera y ambos habíamos bromeado sobre nombres y pintura para las habitaciones. Qué locura, cuando aún faltaban muchos meses y miles de cosas por hacer.
—Sí, un reality justo ahora. Será una lata, lo único bueno es que Hitman sabe todo. Creí que me mataría cuando nos atrapó hablando de sobre los chicos.
Ella arruga la nariz antes de tomarme de la mano. Por increíble que parezca desde que le contamos la verdad a nuestro manager, ha sido como una especie de bálsamo, atrás los nervios y las peleas sin fin; y en parte creo que eso también había aliviado a mi dulce April, que no dudó en besarme de alegría cuando le di la noticia de que ya no teníamos que escondernos de nadie más.
—Si te sirve de algo, voy a extrañarte cada milisegundo que dure ese programa. Aunque eso ya lo sabes, Park.
Sonreí ante eso y antes que pudiera cambiar de opinión me solté de su cariñoso tacto para sacar la cajita que había comprado mientras ella pasaba la revisión. Tenía un pequeño lazo amarillo encima y April arqueó las cejas sin dejar de sonreír cuando la puse frente a su copa de helado.
—Ya pasamos por esto. No necesito más nada ¿Qué hiciste esta vez?
—No es para ti exactamente. Vamos, si no lo abres no lo sabrás.
—¡Qué insistente! Bien, veamos…
Crucé los dedos debajo de la mesa para que ella tuviera la misma reacción que yo cuando los vi por primera vez. Poco a poco vi cambiar la expresión de su rostro hasta que unas traicioneras lágrimas aparecieron para complicarlo todo.
—Oh… cariño, disculpa, de haber sabido que no te gustarían…
—Pero qué dices… no me gustan… me encantan y… Dios, con todo el trajín de la mudanza y establecernos, lo había olvidado, pero tú no. Gracias, son preciosos…
Los patucos de bebé eran color mandarina, ya que no podía saber qué sexo tendrían elegí algo hermoso y neutro para variar. Tenían unas estrellitas cogidas de las cuerdas de estambres y era la cosa más adorable de este mundo. April me tomó de las manos y ambos besamos lo nudillos del otro.
—Bueno… ya que dijiste que te gustan, deja de llorar, eso no le hace bien a nadie aquí y cambiemos de tema ¿Cuándo llegará Miranda? Es una lástima que el reality comience mañana. No podré estar ahí para pasar por ella al aeropuerto.
—No te preocupes por eso. Mi amiga sabe defenderse sola y debe ser pasado mañana. Ya quedé con una inmobiliaria para ver algunos departamentos. Mientras tanto tú concéntrate en el trabajo. Luego veremos qué sucede.
—Eso será difícil teniéndoos lejos, pero daré lo mejor de mí. Ahora estoy obligado más que nunca. Debo protegerlos a cómo de lugar.
—Debemos, recuerda que tú y yo somos el mismo equipo, y en cuanto a planes. Creo que lo mejor será esperar. Ya nada puede separarnos, así que no hay porqué correr, señor Park.
—Sí, pero tampoco podemos desperdiciar ni un minuto, señora Park, por eso he decidido que esta tarde, usted y yo nos vamos al parque de diversiones.
—¿En serio? Por Dios, no voy a uno de esos desde que tenía… qué se yo, como doce años…
La risa de April invadió el lugar, al punto de llevarnos algunas miradas curiosas. Yo no resistí la tentación de acariciarle el rostro para ser, si es posible aún más feliz.
—Por eso mismo. Quiero una tarde de novela contigo ¿Qué me vas a responder?
—Mmh… mi esposo sí que es un embustero…déjame ver. Si tú quieres una tarde de novela conmigo, pues yo quiero una noche de luna de miel. Es lo justo.
—Vale, supongo que estoy de acuerdo, de todas formas, la distancia va a matarme en estos días.
—Cuánto drama, solo levanta el auricular y oirás mi voz, de hecho eso no hace falta. Nunca pude borrarte de mi mente o mi corazón cuando estuvimos lejos. Siempre estuviste ahí, cantándome cada noche, acariciándome en silencio, aun cuando me sentía desesperada, pensar en ti fue una especie de cura infalible para la oscuridad. Así que si me quieres como tanto dices, quince días, no serán nada…
—Te amo ¿sabías? Y me estoy arrepintiendo de traerte a una heladería al aire libre.
—¿Y eso por qué?
Sonrío ante la pregunta. Me ganaría por lo menos un regaño por exhibicionismo, pero a esas alturas, me daba igual. Me quité la gorra sin dejar de mirarle a los labios. April enarcó una ceja antes de que yo terminara de enmarcarle el rostro con ambas manos.
—Por esto—susurré sobre su boca y aun con la sonrisa pregonando felicidad en la mía la besé, y el mundo nuevamente volvió a pertenecernos solo a nosotros.
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