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TRACK#20: FEar

Maratón 5/15🩸

Canción sugerida:

Someone You Loved por Lewis Capaldi♣♦♥

Solo era otro lunes en la mañana y por extraño que sonara yo me sentía totalmente solo. Ritsu ya estaba en pie desde antes de la cinco. No me había hablado nada sobre su visita a la casa de su novio “el niño bonito,”pero era evidente que no había ido bien.

No quise molestarla más de lo que ya lo hacía regularmente, pero en mi interior solo contaba los segundos para que Issabelle entrara por esa puerta y todo volviera a ser como antes.

Una parte de mí estaba consciente de que no ganaba nada haciéndose ilusiones tontas con que ella me quisiera algún día, al menos no de la forma en la que yo la amaba desde el primer momento, aun antes de reconocerme a mí mismo.

No, para Issabelle siempre sería menos y ahora, con ese niño rico en medio, la cosa estaba peor. Quizás por eso me había descuidado otra vez. Quizás por eso me sentía más resentido con el mundo que en la mayoría de las ocasiones.

Sinceramente lo que más deseaba era gritar la agonía que respiraba bajo mi piel. La de cientos de veces que quise estar en el lugar del otro y no detrás de una ventana observándolos conversar o besarse.

Solo con recrear esa escena en mi mente era suficiente para que quisiera romper todo alrededor o prenderle fuego a la casa, ya no era capaz de elegir qué forma era mejor.

Aun en esta hora antes de que el bullicio del inicio del curso en Seúl inundara nuestras calles, antes de que todo volviera a su lugar yo me podía sentar debajo del árbol del porche y recrear con claridad cada momento a su lado.

Cuando las cosas eran más simples y aunque quedaba algo de inocencia en los dos. Ella seguía llevando trenzas y yo me esforzaba por no ensuciarme los pantalones o mi hermana me mataría.

Ambos éramos huérfanos, ambos teníamos hermanos por los que cuidar aunque en mi caso fuera al revés, pero era un universo tan grande y tan pequeño en común que no quedaba duda de que al final de sus historias de princesas y caballeros andantes yo sería el protagonista y no ese idol producido con exceso de maquillaje.

Un coche interrumpe la calma que se filtraba dentro de mis pulmones. No hace falta que me levante mucho para comprobar de quién se trata. Evito la escena a toda cosa aunque en el fondo estoy muriendo por observar. Tiempo después el motor se oye lejano y antes de lo que pueda calcular, Miguel aparece frente mí listo para reclamar.

—Este no cambia ni a palos. Y después yo soy el majadero.

—Miguel, por favor, fue suficiente con el escándalo en la casa de Nam. Deja a Ryo en paz que esta vez no te ha hecho nada.

Es increíble como la niña de mis sueños se ha convertido en esa mujer hermosa que es Issabelle. Sonrió casi a medias. No puedo conformarme, pero aun así mi traicionero corazón no se resiste.

Me prometí en estas dos semanas de ausencia que lo olvidaría. Que la dejara ir finalmente. Total y eso que decían por ahí de quien ama deja todo por ver feliz a la otra parte debería ser verdad. No… para mí era otra excusa. Una vil mentira. Mi lado más celoso lo sabía y por eso me conformaba con la delgada distancia que había entre los dos.

—Por lo visto tuvieron una mañana movida.

—La verdad llegamos ayer, Ryo, pero tú no estabas. Ritsu está francamente preocupada ¿Se puede saber que pretendes?

—¿Qué pretendo?—contesté levantándome del todo. Me limpié las manos en los vaqueros ella negó antes de susurrarle algo a sus hermano en el oído. El pequeño nos miró receloso antes de tomar su mochila y alejara dentro de la apresura trasera.

—Sabes a lo que me refiero. Me preocupas Ryo, no quiero siquiera pensar que te puedas mezclar con la gente equivocada y…

—¿Y qué? ¿Es todo lo que me tienes que decir? ¿Algo que hasta yo sé? En serio Iz, nunca pensé que fueras ese tipo de persona. Pero no te preocupes más. Es mejor, dile a mi hermana que en breve dejaré de ser ese dolor de cabeza que no la deja dormir. Voy a irme de aquí. Así ustedes podrán jugar a las casitas cómodamente, porque a fin de cuentas yo no encajo en el punto, nunca lo hecho y ahora no será la excepción.

Le di la espalda aquella versión dolorosamente hermosa de la chica que llevaba demasiado tiempo en mi corazón. Tenía rabia, pero a fin de cuentas espera que me siguiera y sentí un poco de decepción cuando eso no sucedió.

—Bueno y que más esperabas, idiota…

Golpee mi frete contar al puerta del servicio. Una mano apretó mi hombro y entonces la descubrí. Si había algo que no soportaba era verla llorar, mucho menos si yo era el responsable. Quizás por eso no le había partido la cara aquel rubio falso. Él nunca había hecho llorar, por qué yo sí tenía que hacerlo.

—Estás bromeando… no puede ser otra cosa. Ryo… tú no puedes dejarnos solas, tú… Dios, cómo digo esto…. Tú no puedes dejarme…

Era la rabia contenida lo que estaba hablando por mí y quizás por eso después de esa pelea ya no habría vuelta atrás.

—¿Por qué no puedo hacerlo? ¿No eso lo que quieres a fin de cuentas? Joder, Issabelle, lo sabes perfectamente y aun tienes el valor de pedirme que me quede. No voy hacerlo, a menos que te olvides de ese payaso y e quedes a mi lado, como debía ser, cómo soñé que sería desde que teníamos menos de diez y eras la niña con la que soñaba cada noche, con la que aun sueño…

—Sabes que no puedo hacer eso. Sabes que no quise enamorarme, pero mi corazón…

—Pertenece a otro. Ya lo sé. ¿Crees que no se nota? Es lo único que me impide acabar con ese idiota.

—Ryo…

—No, ya deja de llorar. Esto es tan estúpido. Mejor olvídalo. Qué sean felices. Dile a mi hermana que nos vemos después.

Olvidé que tenía algún otro rumbo que tomar. La capucha de mi sudadera engulló mi rostro y parte de lo que quedaba de mi alma. Era definitivo, descendería a la oscuridad con cada paso que daba.

A fin de cuentas no entendería quién podía necesitar amor, apoyo o siquiera comprensión cuando a la persona que quieras le valía un pimiento. No, esa vida no era para mí y el camino que desandaban mis pies aún llenos de sombras y figuras fantasmales, era lo único que me quedaría realmente.

***

—Estoy de los nervios, creo que moriré aun antes de que empiece el semestre. Será posible que mi cerebro ya no pueda más ¿Qué? ¿Por qué te ríes de esa forma?

Para mí era inevitable no hacerlo. Lena usaba gafas para estudiar. Tenía el cabello todo desordenado y solo llevaba una de mis sudaderas. Era la personificación de la “buena chica” que estudia hasta el amanecer y a la vez terriblemente sexy, terminé arrebatándole el cuaderno y sin otra cosa que mi obsesión por ella y sus labios, la besé.

—Yoongi… tengo un examen mañana…—fue lo que dijo, peor ambos sonreímos cuando le quite los lentes y lo volvía a intentar.

—Yoongi…

—Te amo, es inevitable que te bese, al menos un beso, te ves muy linda cuando estudias.

La besé en el cuello y ella suspiró antes de enmarcar mi rostro en sus manos. Aquel mar azul que habitaba en su mirada consiguió marearme.

—Qué mentiroso eres, tengo ojeras y ni siquiera me quedan fuerzas para seguir con la guía para el examen. Es el colmo Min Yoon Gi…

—Vas a pasar ese examen con la máxima puntuación, porque así eres tú. Vamos olvídate del resumen, cinco minutos y…

—Bésame… es lo que ibas a decir que descarado eres, sinvergüenza, sin…

Ella rio mientras yo volví a tomar sus labios. No fueron cinco minutos y quizás sí un par de horas antes de la madrugada. Era increíble que yo me olvidara de dormir, algo que en otro tiempo no hubiera hecho ni por la mujer más hermosa de la tierra o cualquier otra cosa. Solo la música y ella, solo mi musa de piel marfileña y cabellos castaños.

—Sabes... Creo que tenía que haberme olvidado del resumen mucho antes. Me siento mejor ahora...

Ella me besó en la clavícula izquierda muy cerca del otro tatuaje que compartíamos además del de la muñeca. Yo le peiné el cabello cuando volvió a incorporarse sobre mi pecho.

Había un reguero de ropa y de libros alrededor de nosotros, pero que más daba todo aquel espacio material cuando yo me sentía tan seguro, tan completo y a la vez tan dispuesto a dejar salir ese miedo final que me había angustiado toda la mañana.

—Nena…

—Dime—susurró ella y yo disimulé mi nerviosismo con una sonrisa, mientras mis manos la ceñían por la cintura y las de ella trazaban círculos en mi pecho.

—Sé que es una locura y que aún falta un año para eso, pero…

—¿Pero?—una castaña ceja se alzó en su rostro. Yo tragué duro.

—No, olvídalo, es una tontería…

—No puede serlo si estás tan nervioso. Yoongi ¿Desde cuándo tenemos secretos tú y yo?

Ahora consiguió quedar a horcajadas sobre mí. La situación no podía ser más desventajosa para mí. Okay, siempre has mandado en mi corazón, nena, pero esto es ridículo.

Ella iba a protestar otra vez y lo más probable es que termináramos peleando y cierta persona ganara una apuesta de veinte dólares. Resoplé de frustración y cambié el juego. Lena quedo debajo y no me contuve de besarle el vientre de aquella forma que la hacía suspirar y hundir sus dedos en mi pelo.

—Si quieres grítame ahora, pero lo he pensado desde que supe lo de Jimin y April y yo quiero, lo deseo mucho, nena, tengamos un niño o una niña, deja de tomarte la píldora y…

Un dedo me silenció radicalmente Dios, que no esté enfadada, resé internamente hasta desconociéndome. No podía ser más ridícula la escena. Lena me empujó un poco hasta que quedamos sentados sobre nuestra desordenada cama.

—No tienes remedio realmente. Sabes que ahora no sería el mejor momento y sabes que también tengo terror de que me suceda lo mismo que a mi madre…

—Pero eso…

—No me interrumpas ¿Vale? Solo expongo los hechos, pero…

—¿Pero?

Me acerqué a ella al borde de la desesperación, en esa palabra había una duda que bien podía hacerme el hombre más feliz del planeta o el más idiota por semejante pedido. Ella se cubrió el rostro con las manos y negó con la cabeza.

—¿Qué me has hecho, eh? Hace un año no me creería que desearía tener una familia, una casa un…

—¡Entonces sí quieres! ¿Quieres verdad? ¿No me lo estoy imaginando?

Lo dije a grito pelado. Creo que escuchamos a Lily gritar que nos calláramos desde su habitación, pero que demonios. Lena sonrió antes de tomar mis manos y dejarlas sobre su pecho.

—Escúchame bien. Min Yoon Gi, dentro de unos meses, tú serás mi marido y yo tu esposa, eso no solo significa que tendrás que decirle al mundo de nuestra relación, sino que a partir de ese punto estaré dispuesta a cualquier cosa con tal de protegerte y eso incluye, por supuesto, el hecho de que habrá alguien más con nosotros y no me refiero a tu fama o las pobres chicas que te siguen.

—¿Pobres chicas?

—Sí, porque cuando sepan que tú eres mío me ganaré el odio nacional, pero eso es lo que menos importa. Al grano, tú y yo estaremos juntos, ya lo sabes y aun cuando me aterre la idea. Sí, quiero y deseo tanto como tú tener un hijo, nuestro hijo.

Diablos aquello era demasiado, no lo pensé dos veces para besarla. Lena rio y se quejó de que no teníamos que empezar a ahora mismo.

Que aun debía terminar de estudiar. Yo me puse el suéter del pijama a regañadientes, pero no me negó que la abrazara por la cintura y espiara su guía de ejercicios. Era perfecto y sonreí maliciosamente recordando mi apuesta con Lily, alguien me debía veinte dólares.

***

La razón por la cual no podía perdonarme se llamaba Ryo. No quise molestar a Ritsu con aquella bomba, pero no había parado de llorar después de esa pelea en la entrada de servicio.

Mi hermano menor había intentado consolarme, pero de cierta manera yo me culpaba por ese comportamiento de Ryo, no sé, por darle quizás unas esperanzas que mi relación con Nam Joon se había encargado de sepultar. No sabía hacia dónde se había dirigido.

Solo que estaba preocupada y que aun así estaba segura de que no tenía caso. Si rompía con mi novio solo para que él no se fuera, Aunque fuera la idea más descabellada del mundo, no lo arreglaría. El amor que sentía por Ryo era el mismo que compartía con Ritsu o con Miguel, jamás podría equiparar su sentimiento.

—¿A dónde vas? ¿No vas a leerme antes de dormir?

Miré a mi hermano pequeño con la única mueca semejante a una sonrisa que me podía salir.

—Voy arreglar este desastre. Baja a cenar con Ritsu y te prometo que antes que te des cuenta estaré de vuelta.

—Izy, no me engañes, eso mismo dijeron papá y mamá y...

Abracé a mi hermano antes de que terminara lo que yo me sabía de memoria. El nudo en mi garganta subió un poco más sacándome algunas lágrimas más.

—No será así ¿Acaso no confías en mí? Sigo siendo yo. Además, no iré sola. Llamaré a Nam, ya sé que confías más en él que en mí, pequeño traidor…

—No digas eso… es solo que es un chico y sabe arte marciales o eso intentaron hacerme creer sus locos amigos…

—Sí, menudo grupito en él que nos fuimos a meter, pero sabes qué, debe ser verdad. Haz lo que te pido, Migue, por favor. Ritsu nos ayudó cuando no hubo nadie para nosotros. Ahora me toca ayudarla a mí.

Me hermano insistió un poco más hasta que logré convencerlo de la especie de plan que había trazado. Las luces en la calle ya se habían encendido tiempo atrás. Dónde podría encontrar a Ryo, era lo único en que podía pensar mientras caminaba abrazándome a mí misma.

No iba a cumplir la otra parte del plan, solo había mencionado a Nam para calmar a mi hermanito, de lo contrario no hubiera conseguido salir pero estaba más que convencida que para encontrar a Ryo lo menos recomendable era la presencia de mi novio.

—Perdóname—le hablé al cielo inusualmente despejado de Seúl, intentando recordar los lugres que había mencionado Ritsu cuando discutía con su hermano. La vía tres del metro hacia Gangnam, ese era mi destino.

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