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TRACK#12: NOT SO SIMPLE

—Okay, creo que ya no se nos olvida nada ¿April?

—¿Eh? Lo siento solo estaba…

—Pensando de más. Ven aquí.

Ella dejó de doblar el suéter que había estado en sus manos en los últimos minutos y terminó acurrucándose contra mi pecho. El cabello le había crecido al menos un palmo más y ahora le llegaba más debajo de la cintura. Era un deporte para mí peinarla mientras ella suspiraba contra mi cuello.

—No tienes que despedirte de Amelia si no lo deseas. Solo pensé que era mejor que todo quedara en claro antes de regresar a Corea, pero eso no significa que estés obligada.

April asintió pero no dijo nada. En su lugar me abrazó más fuerte y yo sonreí como el bobo que era mientras aspiraba su aroma. Una mezcla de vainilla y fresa.

—Ya conversamos por teléfono ayer. Fue una odisea y ya sabes. No quiero que al final se interponga entre nosotros. No quiero que también te lastime. Me volvería loca si te volviera a perder.

Esta vez esos ojos ámbar están frente a los míos. April seguía sin ser consciente de todo lo que movía en mí con esa mirada. No solo era un estallido de pasión, me tocaba las cuerdas del corazón con una facilidad que lograba asustarme. Junté la frente a la de ella.

—Nada, escucha bien, nada ni nadie podrá hacer eso con nosotros ¿No fui lo suficientemente claro ayer?

Mi mano ya había atrapado la de ella y en ese mismo instante no podía dejar de acariciarle el anular izquierdo donde un nuevo anillo con nuestros nombres y la fecha de nuestra unión resaltaban sobre el aro de plata que ya le había regalado. Yo tenía uno idéntico en el mío. April se humedeció los labios antes de contestarme.

—Sí, has sido muy explícito últimamente.

—¿Y entonces?

—Y entonces dejaré de ser una tonta y rezaré porque salga bien. Por primera vez en mi vida me siento completa y eso es por ti. Ahora por favor, bésame o corro el riesgo de perderme entre estas malditas dudas con respecto a Amelia.

Sonreí ante eso. Ella iba a protestar cuando finalmente junté mis labios a los suyos.

—Espero que estés consciente de que no me conformaré solo con un beso. Quiero a mi esposa por completo, con o sin dudas.

April también sonrió mientras me enmarcaba el rostro con sus manos. Ninguno de los dos tenía remedio.

—Por supuesto. Ya sabes que tampoco te dejaría ir después.

Ninguno de los dos agregó más nada y el tiempo se movió más rápido hasta el momento en que ella terminó de caminar en mi dirección y la imagen de Amelia Clark nos despidió desde lo alto de las escaleras eléctricas del aeropuerto.

—Sigo pensando que tu madre me odia ¿Será porque soy asiático?

—Créeme, mi amor, eso es lo que menos le molesta. Todo lo que me haga feliz a mí, le sentará fatal a ella.

—Ya, no te pongas de mal humor, Ape.

—No estoy de mal humor Chimmie y por cierto ¿Saben tus padres de esto, lo saben todo?

April levantó la mano que me sostenía y yo vi nuestros anillos. No, no tienen la menor idea y menos que mi visita es para decirles que seré padre.

Tengo miedo, sí me estoy muriendo por dentro, pero solo basta que te mire para que no me importe. Termino abrazándola por la cintura cuando la fila del checking se hace visible.

—No, pero ya lo sabrán. No te preocupes. Todo saldrá bien.

Ella tuerce el gesto, pero termina recargando su peso en mí. Se ha puesto unos jeans deslavados y me cuesta controlarme cuando está tan cerca. Su voz me acaricia el oído mientras su otra mano descansa sobre mi corazón.

—Solo si estás a mi lado. Entonces todo saldrá bien.

April sonrió de aquella forma que me desarmaba por completo y yo abrí la boca para intentar articular algo cuando fuimos llamados por la empleada del checking. Unas horas después no tendría idea de que sería más complicado que eso.

***

Creo que habíamos regresado a cierto estado de normalidad. Al menos ella no me evitaba como antes. Estábamos en la playa y después de casi arrastrarla físicamente al mar, ambos habíamos disfrutado de encontrar conchas en la orilla e irlas apilando por formas y colores.

A Angie le gustaba el sol y su piel marfileña se había ruborizado lo suficiente para que yo perdiera el aliento con demasiada facilidad.

—Lo estás haciendo otra vez.

—¿El qué?—me hice el inocente mientras le retiraba la arena de uno de los largos mechones de su cabello de fuego. Ella abrió solo un ojo para mirarme. La sonrisa la traicionaba flagrantemente.

—Lo sabes perfectamente. Hay mucha gente alrededor. Es un milagro que no te reconocieran.

—No suelo exhibirme sin camisa todo el tiempo. Considérelo un privilegio.

—Oh, y ahora sale el narcisista. No tienes remedio.

Ella me arrojó una toalla antes de incorporarse del todo. Yo era el tonto más enamorado sobre la faz de la tierra, mientras la contemplaba desde la sombra de la cala donde habíamos estado.

El cabello aun húmedo la cubría como un halo resplandeciente, haciéndole demasiada justicia al bañador enterizo color verde botella. Ya no era esa niña tímida que conocí meses atrás. No, algo había cambiado y mi amor también sufría de ese giro traicionero.

Ella sonrió mientras me ofrecía la mano y yo comprendí que a los ojos de otra persona estaba babeando de más. No me importó y acepté restando más dudas a mi colección. Era un poco más baja que yo y por eso su cabeza llegaba a mi barbilla.

No me iba a conformar con solo ir de la mano, por eso la abracé, sintiendo como su cuerpo encajaba a la perfección en el mío. Como era suave y olía a salitre. Salitre y el perfume natural de Angie.

Cerré los ojos y me dejé llevar por sus caricias en mi espalda. La amaba tanto que ni siquiera podría describirlo. Moriría por ella sin pestañear. Lo que fuera se lo daría para verla feliz.

—Jungkook… quiero conocer a tus padres…

Lo dijo tan suavemente que temía estar soñando. Creo que se me notaba en el rostro porque ella sonrió antes de rozarme los labios con los suyos.

—Estoy lista para más contigo. Hagámoslo, mi amor.

—¿Estás segura? No quiero que me malinterpretes. Este viaje, estos momentos a solas no han sido una estrategia, solo quería…

—No lo compliques ¿vale?, siento haber…siento haber estado distante estos últimos días. No eras tú el problema. Más bien me sentía extraña, pero ahora lo sé. Quiero dar el siguiente paso ya. Quiero caminar todo el trayecto a tu lado. Te amo, cada segundo más y más. No creo ser capaz de detenerme.

Me quedé sin palabras, por un instante solo existía el verde azulado de sus ojos y nada más. Una media sonrisa fue apareciendo en su rostro.

—No tiene por qué ser tan rápido y no tienes porqué mirarme como si fuera un mal sueño. Solo lo pensé y lo dije ¿No querías que te dijera hasta el último de mis pensamientos?

¿Pero qué estaba haciendo? Sacudí la cabeza y ya era muy tarde mientras la levantaba en volandas y corría hacia el mar. Angie chilló pero luego estallaron más risas mientras ambos éramos engullidos por el agua y una loca felicidad.

Nos detuvimos solo cuando los sentimientos pasaron a otra cosa. Ella me miró los labios y yo hice lo mismo, sin embargo me detuve antes de que fuera realidad. Angie abrió mucho los ojos, yo sonreía mientras la abrazaba más por la cintura.

Sus piernas me rodeaban bajo el agua y todo conspiraba para que perdiera la cabeza con más facilidad de lo normal.

—Me haces tan feliz. No tienes ni idea, no tienes ni idea de cuánto te amo.

Ahora si no me iba a detener y cuando ella iba articular algo mis labios tomaron la sal en los suyos. Sentía el mar mecernos y mis pies luchar contra la piedra a la que me había amarrado, sin embargo nada se comparaba a lo que pasaba dentro de ese beso.

La forma en la que ella se aferraba a mí y como me rehusaba a dejarla ir. Jugamos un poco más con la suerte hasta que en un descuido la piedra se tambaleó y terminamos riendo por lo estúpido que había sido quedarnos así. No dudé en alzarla en brazos mientras salíamos del mar.

Tomamos una corta ducha para remover la sal y aún quedaban más bromas hasta el momento que regresamos a casa. Yo había acordado llamar a mis padres más tarde mientras decidíamos qué cenar.

—Me vale la ensalada y los ravioles de ayer. A decir verdad estoy hecha polvo...

Ella se dejó caer sobre el sofá y yo terminé de cerrar la puerta. No conté con sus manos en mi cintura.

—Bueno aun puedo hacer un par de cosas…

Sin dudas la nueva Angie no se andaba por las ramas y tuve que sonreír cuando sus manos comenzaban a coquetear con cierta zona ilícita de mi cuerpo. Llegué a tiempo de hacerla cambiar de opinión.

—Creí que primero te apetecía comer. Yo estoy muerto de hambre desde esas brochetas.

Conseguí pasar sus brazos alrededor de mi cuello. Ella se apretó contra mi cuerpo de aquella forma sugerente que me arrancaba el juicio.

—Últimamente me gusta cierto postre con sabor a chocolate—dijo ella antes de besarme y juro que si no hubiera sido por el timbre de mi celular hubiera sido demasiado tarde.

—¿Sí?—contesté aun con la respiración agitada.

—Kook… ah… no te alarmes, pero Jin está enfermo y no sabemos muy bien qué hacer. El muy cabeciduro no quiere que nadie lo ayude, pero ya le ha dado fiebre dos veces y no sabemos qué hacer. Jisoo está intentando contactar a Jimin también… Cielos, si tan solo mi hermanastra estuviera aquí.

—Cálmate Lily, por favor. Ahora no puedo hacer otra cosa que preocuparme. Intenta convencerlo de ir al hospital y busca a Tae, es el único que queda en Seúl además de Jin. Joder, estaré allí mañana a primera hora. Intenta calmarte, por favor. Seguro es solo gripa.

—Vale, vale, lo siento…

Lily colgó dejándome aún más angustiado. Justo ahora tenía que suceder esto.

—Hey, shh, ven aquí—Angie me rodeó con los brazos y comenzó a acariciarme el cabello. Era obvio que había oído toda mi extraña conversación con Lily.

—Todo va a estar bien.

***

—Ayúdame con el cierre, por favor.

Dijo ella y yo corrí a subir una cremallera que después me moriría por bajar. April se veía espléndida en ese vestido agua marina. Había elegido un moño del que salían algunos mechones rebeldes y que yo solo podía remarcar como adorables.

Ni siquiera habíamos descansado más de una hora y ya nos alistábamos para cenar con mis padres en el restaurante del hotel.

—Gracias, y a ver el cuello de tu camisa ¿Qué, por qué me miras así?

Ella no lo sabía o no quería admitirlo, pero era muy gracioso verla en el papel de esposa preocupada. Cielos, ni siquiera yo me creía eso, por muy real que fuera, April seguiría siendo mi novia eternamente.

—Te ves hermosa, mucho más hermosa, es solo eso.

—¿Estás seguro que saldrá bien? No lo sé, creo que me daría un infarto si uno de nuestros hijos se apareciera a decirme que en dos semanas se había casado y su esposa estaba esperando dos bebés. Por mucho que te comprendan, sigue siendo una bomba.

—Lo sé, creo que me gustaría estar ebrio justo ahora.

—Y a mí poder emborracharme.

Ambos reímos de la absurda broma, pero qué más podíamos hacer sino que seguir adelante. Tomé a mi mujer de la mano antes de abandonar la habitación y creo que por mucho que me esforzara en ocultarlo me temblaban las rodillas mientras me acercaba a la mesa donde mis padres ya me esperaban.

De pronto sentí el peso de lo que había hecho casi sin pensar. De pronto me di cuenta de que ya nuestra relación no sería igual y que la palabra responsabilidad aún me quedaba algo grande.

Aun así forcé lo mejor que pude una sonrisa antes de abrazar a mis padres y ver como elogiaban a April. Un camarero nos preguntó que deseábamos ordenar y agradecí que mi padre se tomara la atribución de decir nada por ahora.

Era evidente mi nerviosismo y por eso antes de que mi mamá acabara de decir que nos veíamos muy bien juntos terminé tartamudeando la verdadera razón de ese encuentro.

—Mamá, papá, me acabo de casar legalmente con April y ella espera gemelos, mis gemelos…

Creo que el tiempo no se había dilatado tanto para mí antes de aquel momento, creo que nunca hubiera tenido el valor de haberlo pensado bien y justo cuando las caras desencajadas seguían a algo llamado palabras, el timbre de mi celular taladró el asfixiante silencio.

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