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Final: Bodies on bodies on bodies

La omega había salido del apartamento con sus tareas pendientes, sabiendo que Tzuyu y Jeongyeon estarían bien en su ausencia. Desde que las tres se convirtieron en pareja, habían encontrado un ritmo armonioso. La tensión y las inseguridades que alguna vez existieron entre ellas se habían disipado. No había celos entre las dos alfas ni entre Nayeon y ellas. Más bien, había una profunda confianza en el vínculo que compartían.

En el apartamento, Tzuyu y Jeongyeon estaban relajadas en el sofá, conversando y compartiendo anécdotas sobre los últimos días. Desde aquella noche en que todo cambió, el nivel de intimidad entre ellas había alcanzado nuevas alturas. El deseo mutuo no era motivo de rivalidad, sino una fuente de energía que fluía libremente entre las tres.

"Nayeon estará de vuelta pronto", comentó Jeongyeon con una sonrisa tranquila, cruzando una mirada cómplice con Tzuyu. No había prisa ni ansiedad. Sabían que cuando Nayeon regresara, volverían a estar en perfecta sincronía, disfrutando de esa conexión única que habían creado.

Tzuyu, con su habitual carisma juguetón, se estiró en el sofá, mirándola de manera relajada. "Sí, pero mientras tanto, podemos disfrutar este momento, ¿no crees?". Jeongyeon sonrió en respuesta, sintiéndose completamente cómoda a su lado.

No había necesidad de preocuparse por dinámicas complicadas o emociones turbulentas. Cada una de ellas había aceptado su papel en la relación. Sabían que lo que compartían iba más allá de los límites de la competencia o la posesividad. Habían llegado a un entendimiento profundo, en el que podían amarse mutuamente sin reservas ni miedos.

Las cosas estaban tomando el rumbo que habían acordado desde que se volvieron pareja. Las promesas que se hicieron no fueron simples palabras, sino compromisos que ahora estaban listas para cumplir. Tzuyu y Jeongyeon sabían que había algo más profundo que compartir entre ellas, una conexión que no solo incluía a Nayeon, sino también entre las dos alfas.

El tema de marcarse mutuamente había estado sobre la mesa desde que marcaron a Nayeon. Las tres sabían lo que eso significaba: un acto de unión permanente y de confianza absoluta. Nayeon ya llevaba las marcas de ambas alfas en su piel, como un símbolo de la protección y amor que compartían. Pero ahora, era el turno de Tzuyu y Jeongyeon de dar ese paso. Y aunque sabían que no era común que los alfas se marcaran entre sí, se habían prometido ser diferentes, romper con los moldes y seguir lo que sentían, no lo que la sociedad esperaba de ellas.

Tzuyu miraba a Jeongyeon con una mezcla de emoción y determinación. Sabía que, como alfas, había una cierta expectativa de que mantuvieran su independencia, de que no se vincularan de la manera en que los alfas lo hacían con omegas. Pero lo que sentían iba más allá de los roles establecidos. Querían demostrar que su amor y compromiso no tenía fronteras, que podían pertenecer la una a la otra de la misma manera en que pertenecían a Nayeon.

La alfa rubia también sentía esa electricidad en el aire. Sabía lo que significaba marcar a Tzuyu, y más importante aún, lo que significaba ser marcada por ella. Pero en su corazón, no había dudas. "Ya es hora de cumplir lo que prometimos", dijo Jeongyeon suavemente, rompiendo el silencio entre ellas. No era una orden, ni una presión; simplemente una verdad que ambas sabían.

Tzuyu asintió, acercándose a Jeongyeon con la misma tranquilidad. "Sé que no es lo común para nosotras, pero lo que tenemos es único", respondió. "Si ya marcamos a Nayeon, es justo que hagamos lo mismo entre nosotras. No solo por ella, sino porque lo queremos".

Ambas sabían que este paso no tenía vuelta atrás, que una vez se marcaran, estarían unidas para siempre, de una forma que pocas alfas entenderían. Pero eso no importaba. Lo que importaba era lo que significaba para ellas. Este era el siguiente paso natural en su relación, una forma de igualar el terreno y reafirmar que su amor no tenía límites, ni reglas preestablecidas.

El momento se sintió solemne y, al mismo tiempo, íntimo. Tzuyu tomó el cuello de Jeongyeon suavemente, acariciando la piel con los dedos, mientras sus miradas se conectaban en una comprensión mutua. No había temor ni dudas, solo el deseo de sellar su vínculo de la manera más profunda posible.

Cuando Nayeon regresara y viera las marcas en ambas, sabría que el lazo entre ellas era aún más fuerte de lo que ya era. Las tres estaban unidas, y ahora, tanto Tzuyu como Jeongyeon lo estarían entre sí de una manera que iba más allá de lo físico: un vínculo marcado por la confianza y el amor.

Jeongyeon había entrado a la ducha poco después de que Tzuyu terminara. El vapor llenaba el baño mientras el agua caliente caía sobre su piel, relajando cada músculo. Sabía lo que estaba por venir, y la expectativa la hacía sonreír para sí misma. Mientras tanto, Tzuyu, con su cabello castaño aún húmedo, esperaba en la cama. Solo llevaba un top y un bóxer, su cuerpo relajado pero su mente anticipando el regreso de la otra alfa.

Minutos pasaron, y Tzuyu no podía evitar pensar en la suavidad de la piel de Jeongyeon bajo el agua, cómo las gotas se deslizarían por su cuerpo. Pero cuando escuchó el suave crujido de la puerta del baño abriéndose, sus pensamientos se interrumpieron. Jeongyeon entró en la habitación con una sonrisa pícara y un bote de lo que claramente era lubricante en la mano.

"Esta vez será más suave que nunca", susurró la rubia con una voz seductora mientras caminaba hacia la cama. Tzuyu sintió una oleada de deseo recorrer su cuerpo solo al ver la confianza de Jeongyeon al acercarse. Cuando la rubia se inclinó para besarla, Tzuyu correspondió el gesto con suavidad al principio, disfrutando del contacto lento de sus labios, pero el deseo rápidamente creció dentro de ella. No pudo evitar enredar sus brazos alrededor del cuello de Jeongyeon, intensificando el beso, volviéndolo más necesitado, más hambriento.

Jeongyeon dejó escapar un suave suspiro entre el beso, sintiendo cómo Tzuyu la deseaba. Sus cuerpos ya conocían ese lenguaje, el lenguaje que compartían como alfas, donde la rivalidad no existía, solo una atracción pura e innegable. Sin romper el contacto, la rubia deslizó su mano por el cuerpo de Tzuyu, comenzando en su abdomen y bajando lentamente hasta su bóxer. Tzuyu respiraba entrecortadamente cuando los dedos de Jeongyeon llegaron a la tela, rozando ligeramente la dureza que esperaba debajo.

"Ya estás lista", murmuró Jeongyeon contra sus labios, palpando su erección sobre la tela con una delicadeza provocadora. La castaña soltó un gemido suave, arqueando un poco su cuerpo hacia la mano de Jeongyeon, queriendo más, necesitando más. La anticipación crecía en el aire, y ambas sabían que esta vez sería diferente, más suave, sí, pero no menos intensa.

Tzuyu se permitió relajarse bajo el toque de su amada, confiando completamente en ella. Había una conexión entre ellas que iba más allá de las palabras.

"Vamos con calma", susurró Jeongyeon, su tono suave, pero con un filo de autoridad que no dejaba lugar a dudas sobre quién controlaba el ritmo esta vez.

Ya respirando con dificultad por el deseo que la consumía, la miró con los ojos entrecerrados, llena de necesidad. "No puedes pedirme calma si te quiero dentro de mí", dijo, su voz apenas un susurro. "Te deseo tanto que me quema".

Jeongyeon sonrió, su mirada oscureciéndose mientras mantenía la calma que prometió. "Iremos con calma ahora... y luego te follaré duro y rápido, ¿sí?", respondió, su tono bajo y cargado de promesas.

Las cuales evidentemente cumpliría.

Tzuyu asintió mientras su cuerpo temblaba en pura antelación. Los besos se volvieron más intensos, sus lenguas encontrándose con hambre mientras sus manos comenzaban a explorar cada rincón de sus cuerpos. Las manos de Tzuyu recorrieron la espalda de Jeongyeon, tirando ligeramente de su camiseta para acercarla más, mientras la otra alfa respondía con un roce firme contra sus caderas. El calor de sus cuerpos llenaba la habitación, junto con sus olores mezclándose y creando una atmósfera cargada de deseo. Cualquiera que estuviera cerca podría oler la intensidad de dos alfas en pleno acto, una declaración sin palabras de lo que estaba sucediendo.

Tzuyu sintió cómo la mano de Jeongyeon se deslizaba por su abdomen de nuevo, hasta su bóxer, esta vez sin detenerse. Los dedos de la rubia encontraron su erección, ahora completamente dura, pulsando bajo su tacto. Al igual que Jeongyeon, Tzuyu no tardó en devolver el gesto, su mano alcanzando la entrepierna de la rubia y encontrando su propia erección firme. Ambas estaban listas, duras y tensas, como si cada toque fuera un choque eléctrico que las empujaba más cerca de perder el control.

Pero Jeongyeon mantuvo su promesa de ir con calma, por ahora. Con un movimiento rápido, la rubia tiró de Tzuyu hacia la cama, haciéndola caer sobre las sábanas mientras ella se posicionaba sobre su cuerpo. Tzuyu no pudo hacer más que dejarse llevar, sus ojos clavados en los de Jeongyeon, esperando el siguiente movimiento. Y Jeongyeon no decepcionó.

La rubia se inclinó sobre Tzuyu, comenzando a besar su cuello lentamente, dejando un rastro húmedo por cada centímetro de piel que tocaba. Sus labios descendieron por el pecho de Tzuyu, hasta que, con un movimiento hábil, deslizó el top de la castaña hacia arriba, liberando sus senos. Jeongyeon no perdió tiempo en tomar uno de ellos en su boca, chupando y lamiendo con una intensidad que hizo que Tzuyu soltara un gemido gutural. Cada movimiento de la lengua de Jeongyeon parecía prender fuego en su piel, haciéndola arquearse en la cama, buscando más contacto.

Los besos y lamidas se intensificaron, mientras la alfa rubia seguía atacando su cuerpo, cubriéndolo de caricias y su suave toque. Tzuyu estaba perdida en el remolino de sensaciones, sintiendo cómo la rubia la hacía suya, cómo cada rincón de su cuerpo era devorado por ese deseo suave, pero poderoso que solo Jeongyeon sabía controlar.

Cuando Jeongyeon finalmente bajó el bóxer de Tzuyu y liberó su erección, ambas se quedaron quietas por un instante, disfrutando de la vulnerabilidad y el deseo palpable que llenaba la habitación. Jeongyeon observó una gota de semen que resbalaba por la punta, y sin pensarlo dos veces, se inclinó y la atrapó con sus labios, haciéndola deslizarse suavemente en su boca. Tzuyu soltó un gemido ronco, inclinando la cabeza hacia atrás, los ojos entrecerrados por la intensidad del placer.

Jeongyeon sonrió al ver la reacción de Tzuyu, y, con un movimiento lento y deliberado, empezó a deslizar sus manos por el cuerpo de su compañera, explorando, provocando. Cada caricia era una mezcla de ternura y lujuria, una contradicción que reflejaba la intensidad de sus sentimientos.

La alfa castaña no tardó en corresponder, tomando la iniciativa en quitar la ropa de Jeongyeon, su mirada recorriendo cada centímetro de la piel desnuda que iba revelándose ante ella. Cuando sus manos bajaron el bóxer de Jeongyeon, ambas sintieron la conexión eléctrica entre ellas intensificarse. Las caricias se hicieron más profundas, los besos más exigentes, y las respiraciones se mezclaron en una sola.

Sentadas una junto a la otra, ambas alfas sentían la intensidad del momento apoderarse de ellas. Las respiraciones entrecortadas, el calor creciente de sus cuerpos y el deseo palpable creaban un ambiente cargado de pasión. Con cada beso, sus labios se unían en un juego feroz, como si intentaran consumir el aliento de la otra, profundizando el vínculo que compartían en ese instante.

El toque mutuo comenzó de manera casi tímida, sus manos explorando lentamente, pero la necesidad de ambas era demasiado grande para la contención. Tzuyu deslizó sus dedos con firmeza hacia la erección de Jeongyeon, envolviéndola con una suavidad que contrastaba con la dureza de su propio deseo. En respuesta, Jeongyeon hizo lo mismo, su mano rodeando la excitación de Tzuyu, acariciándola con un ritmo cuidadoso al principio, pero que aumentaba en intensidad con cada movimiento.

La sincronía entre ellas era perfecta, los puños de ambas subiendo y bajando en un compás compartido, uno que parecía marcado no solo por el deseo, sino por una necesidad de conexión profunda. Sus labios se mantenían unidos, aunque de vez en cuando se separaban para liberar un gemido o un suspiro. A medida que el ritmo se aceleraba, el contacto visual entre ellas se volvía más penetrante, como si estuvieran comunicándose en un lenguaje sin palabras.

Ambas se aferraban a la otra, dejando que sus cuerpos hablaran, cada movimiento cargado de un anhelo que sabían que solo aumentaría con el tiempo.

Mientras continuaban sumergidas en el placer, Tzuyu deslizó su mano lentamente por el cuerpo de la rubia, acercándose a su erección con una mezcla de confianza y delicadeza. Cuando llegó a la punta, presionó suavemente con el pulgar, frotando en círculos, provocando un estremecimiento visible en Jeongyeon, quien cerró los ojos por un instante, disfrutando de la caricia. Al abrirlos, los posó en Tzuyu, su mirada ardiente.

"Wow, esa mano es realmente talentosa", susurró, entremezclando deseo y admiración en cada palabra.

La más joven dejó escapar una sonrisa, sus ojos chispeando de picardía. "Tú me enseñaste cómo darle placer a un pene así". Mientras retiraba su mano, Jeongyeon, sin querer perder el contacto, se apresuró a tomarla a sí misma, envolviendo su erección con firmeza, manteniendo el ritmo con una sensualidad ya natural en ella.

"¿Quieres que te la meta ya?", Jeongyeon dejó caer la pregunta como si fuera una promesa cargada de expectativa, sus labios rozando los de Tzuyu, sus respiraciones mezclándose.

Asintió con una sonrisa provocativa. "Hace rato que quiero eso, de verdad". Sin dar lugar a dudas, la rubia se acercó y la besó, salvajemente, apretando sus cuerpos con fuerza. Fue un beso cargado de pasión desbordante, un intercambio donde ambas parecían querer devorar a la otra, sin contenerse.

Tzuyu obedeció sin dudar, moviéndose con una mezcla de expectación y sumisión que hacía que el ambiente se sintiera aun más cargado de tensión. Se colocó tal como la rubia le había pedido, apoyando sus manos y rodillas en la cama, su cuerpo completamente expuesto y vulnerable. Con el aire frío de la habitación acariciando su piel, un escalofrío la recorrió, pero el calor en su interior no hacía más que aumentar, esperando con ansias el toque de Jeongyeon.

La rubia se tomó un momento para contemplarla, deleitándose en la visión de Tzuyu entregándose por completo, antes de aplicar una generosa cantidad de lubricante en su entrada. El primer contacto de los dedos de Jeongyeon fue suave, exploratorio, como si estuviera probando la sensibilidad de Tzuyu. Lentamente, comenzó a presionar, introduciendo un dedo con cuidado, abriendo el camino mientras observaba cada reacción en su compañera.

Tzuyu respiraba entrecortadamente, sus músculos tensándose por la mezcla de placer y anticipación. Aunque deseaba sentir a Jeongyeon dentro de ella de una vez, sabía que este ritmo lento y controlado solo haría el final aun más satisfactorio. Cuando Jeongyeon introdujo un segundo dedo, Tzuyu dejó escapar un gemido, bajando la cabeza y cerrando los ojos mientras se dejaba llevar por las sensaciones. Cada movimiento en su interior enviaba oleadas de placer a través de su cuerpo, haciéndola estremecerse.

La rubia, notando el efecto que estaba causando, decidió ir un poco más allá. Con la misma calma, fue abriéndola hasta introducir un tercer dedo, girando la muñeca ligeramente para asegurarse de que Tzuyu se acostumbrara a la sensación. Tzuyu se aferró a las sábanas, arqueando la espalda y dejándose llevar, sus gemidos volviéndose más profundos, más roncos. Su cuerpo temblaba cada vez que Jeongyeon movía los dedos en su interior, y cada segundo que pasaba aumentaba su necesidad, su deseo de ser llenada por completo.

La preparación era lenta, pero cada momento estaba cargado de un placer que la hacía suspirar, y cada gemido que escapaba de sus labios no hacía más que avivar la pasión entre ellas.

Una vez que Jeongyeon notó que el cuerpo de Tzuyu estaba completamente preparado, tomó un último respiro antes de continuar. Con un chorrito de lubricante en la punta de su erección, la deslizó suavemente, posicionándola con precisión en la entrada de Tzuyu, que esperaba con evidente ansia. Sin embargo, antes de avanzar, la rubia inclinó su cuerpo sobre el de Tzuyu, susurrándole con voz suave pero firme.

"Cariño, quiero que lo sueltes un poco. Relájate y deja que lo meta hasta el fondo. Entonces, cuando lo haga, me aprietas ligeramente". Tzuyu, respirando profundo para calmarse, asintió obediente, aflojando sus músculos lo mejor que podía, aunque el pulso acelerado en su pecho traicionaba lo ansiosa que estaba.

Con una calma infinita, Jeongyeon comenzó a adentrarse en ella, despacio, repitiendo el mismo ritmo meticuloso que había usado con sus dedos. Lo hacía con tanta precisión, cuidando cada milímetro, que Tzuyu podía sentir cada cambio en el grosor y la presión, cada centímetro de su falo deslizándose en su interior. La intensidad de la penetración crecía con cada segundo, y aunque el cuerpo de Tzuyu ya estaba más acostumbrado, cada vez era una nueva y desafiante experiencia sentir a Jeongyeon llenándola así.

Los gemidos de Tzuyu resonaban en la habitación, profundos y entrecortados, acompañados por su respiración que se volvía cada vez más pesada. Su espalda se arqueaba suavemente con cada centímetro que Jeongyeon avanzaba, y cada movimiento parecía sacarle un suspiro o un gemido más profundo. Era un equilibrio perfecto entre el placer y el reto, una sensación tan intensa que parecía casi abrumarla.

Jeongyeon, por su parte, mantenía una concentración total, buscando el balance entre el placer de hundirse en Tzuyu y la necesidad de hacer que lo disfrutara al máximo. Cuando finalmente estuvo completamente dentro, ambos cuerpos se quedaron quietos un instante, absorbiendo la conexión, la profundidad del momento. Fue entonces cuando Tzuyu comenzó a apretar suavemente, como Jeongyeon le había pedido, provocando que la rubia dejara escapar un suspiro de puro placer.

La tensión acumulada entre ellas estalló cuando Jeongyeon sintió el apretón de Tzuyu alrededor de su falo, un placer tan intenso que apenas podía contenerse. Era el momento de ir con todo, y, sin reservas, comenzó a moverse con una fuerza decidida, cada embestida haciéndose más profunda y certera. Tzuyu jadeaba bajo ella, sintiendo cómo cada entrada llenaba hasta el último rincón, el peso y el ritmo de Jeongyeon martillando su cuerpo con una intensidad que la dejaba sin aliento.

Completamente entregada, aferraba las caderas de Tzuyu con firmeza, sus manos hundiéndose en la piel y trazando un mapa de deseo con cada movimiento. La presión de su cuerpo contra el de Tzuyu parecía aumentar con cada segundo, como si ambas buscaran fusionarse en un solo ser. Tzuyu, con el rostro apoyado en la cama, dejaba escapar gemidos que resonaban en la habitación, cada sonido subiendo de volumen conforme Jeongyeon la penetraba más fuerte, más profundo, sus movimientos implacables.

"Eso es", murmuraba Jeongyeon entre gemidos, su voz entrecortada y cargada de pasión. "Tómalo todo, todo, todo". Su respiración se volvía cada vez más irregular, pero sus movimientos seguían siendo precisos y firmes, cada palabra acompañada por un golpe que la hundía aun más en Tzuyu. "Estoy enamorada de este culo", soltó en un susurro ronco, sin detener el ritmo, sus manos aferrándose a Tzuyu con una mezcla de deseo y adoración.

El cuerpo de Tzuyu respondía a cada embestida, sus músculos apretándose alrededor de Jeongyeon, intensificando el placer de ambas. Cada vez que Jeongyeon la llevaba al límite, Tzuyu sentía cómo su propio deseo la inundaba, sus gemidos transformándose en suspiros entrecortados y su cuerpo temblando bajo el peso de la rubia.

La habitación estaba cargada de placer, sus cuerpos sudados reflejaban la intensidad de cada movimiento, cada embestida que Jeongyeon dirigía con precisión al cuerpo de Tzuyu. La piel de ambas brillaba bajo la tenue luz, y sus respiraciones entrelazadas llenaban el aire con un ritmo frenético que aumentaba con cada segundo. Tzuyu estaba completamente entregada, sus manos aferradas a las sábanas, el cuerpo arqueado y su mirada nublada por el placer mientras sentía cómo esa verga la llenaba de una manera que pocas veces experimentaba. Cada empuje de Jeongyeon era un recordatorio de cuánto le gustaba esa conexión, de cómo cada centímetro en su interior la hacía gemir de pura satisfacción.

Y, aunque ninguna de las dos lo notó al principio, su entrega no pasó desapercibida. Nayeon había llegado y, al escuchar los gemidos en la habitación, no pudo evitar acercarse con curiosidad. Abrió la puerta suavemente y se encontró con una escena que la dejó cautivada: Tzuyu, gimiendo y retorciéndose de placer bajo las atentas y concentradas embestidas de Jeongyeon, cuyos ojos no se apartaban de su compañera. Con una sonrisa traviesa, Nayeon decidió que sería parte de aquello, pero no sin antes disfrutar un poco más de la vista.

Con movimientos lentos y calculados, comenzó a desvestirse, cada prenda cayendo al suelo mientras sus ojos seguían clavados en el espectáculo frente a ella. Observaba cada reacción en el rostro de Tzuyu, cada gemido que escapaba de sus labios, mientras Jeongyeon continuaba con su labor, ajena a la presencia de la espectadora. Nayeon, ahora desnuda y lista para unirse, disfrutaba de la intensidad en el aire, de la entrega total entre las dos alfas, preparándose para el momento en que su intervención no solo sería bienvenida, sino necesaria.

Nayeon se acercó con movimientos lentos, asegurándose de no interrumpir el ritmo entre ellas dos demasiado bruscamente. Cuando colocó sus manos en las caderas de la rubia, Jeongyeon se sobresaltó ligeramente, pero en cuanto se giró y la vio, cualquier sorpresa desapareció. Nayeon estaba allí, desnuda, con la mirada ardiente y el aroma embriagador que la caracterizaba, un aroma que despertaba todos los instintos de las alfas al instante. Sin necesidad de palabras, sus labios se unieron en un beso intenso, hambriento, con las babas por todas partes, estaban ciertamente hambrientas.

Mientras Jeongyeon y Nayeon se besaban, Tzuyu, curiosa por el repentino cambio, giró la cabeza para ver qué sucedía. Encontró a las dos inmersas en un intercambio feroz y, al darse cuenta, Jeongyeon se separó de los labios de Nayeon solo un instante para mirarla con una sonrisa traviesa y sugerente.

"Móntame", le indicó a Tzuyu, sus ojos oscuros con un brillo de deseo. "Así Nayeon puede montarte a ti". La sugerencia hizo que el cuerpo de Tzuyu se estremeciera, y asintió, incapaz de reprimir el gemido que se escapó de sus labios al imaginar la posición que adoptarían.

Jeongyeon se retiró lentamente de su interior, haciéndola temblar mientras el vacío que dejaba acrecentaba su deseo. Tzuyu, con sus manos apoyadas en la cama, se acomodó para quedar encima de Jeongyeon, su cuerpo alineándose con el de la rubia. Mientras lo hacía, Nayeon se acercó aun más, colocando una mano en la espalda de Tzuyu para guiarla con suavidad. La omega observaba con deleite cómo ambas alfas se preparaban para recibirla, sintiendo la emoción y la intensidad del momento, lista para sumarse a esa conexión compartida.

Tzuyu y Jeongyeon se miraron brevemente, ambas con una mezcla de deseo y expectación en los ojos, sabiendo que la entrada de Nayeon haría que ese momento se volviera aun más intenso. Nayeon, con su característico toque seguro, acarició suavemente la espalda de Tzuyu, su presencia un recordatorio de lo que estaba por venir.

Mientras Tzuyu se movía sobre la polla de Jeongyeon, Nayeon se acercó con una sonrisa llena de picardía, colocándose justo encima de Tzuyu. Con cuidado, apoyó sus manos en los hombros de Tzuyu, bajando lentamente mientras dirigía una mirada traviesa a ambas alfas.

Tzuyu sintió el calor de Nayeon acercarse y gimió al notar cómo se posicionaba. "Nayeon... ¿estás lista para esto?" susurró entre jadeos, sintiendo cómo el cuerpo de la omega se unía al suyo en una posición que las unía a las tres.

Nayeon sonrió, acomodándose para que la polla de Tzuyu se alineara con su entrada. "Más que lista," respondió en un tono que mezclaba dulzura y deseo. "Quiero sentirte dentro de mí, Tzuyu." Y, con un movimiento lento, pero decidido, Nayeon comenzó a bajar, sintiendo cómo la llenaba centímetro a centímetro.

Tzuyu gimió al sentir el calor de Nayeon envolverla. "Dios... Nayeon, estás tan apretada," susurró, incapaz de contener su placer.

Desde su posición estratégica, Jeongyeon tenía una vista privilegiada de ambas, deleitándose en cada reacción y cada jadeo. Sostenía las caderas de Tzuyu con firmeza mientras alzaba su propia cadera, penetrando su apretado y delicioso cuerpo en un ritmo constante y decidido. Observaba con una sonrisa de satisfacción cómo Nayeon, encima de Tzuyu, se deslizaba con lentitud, llenando su húmeda entrada con cada centímetro de la alfa.

"Así es, Nayeon... quiero ver cómo te llenas completamente," susurró Jeongyeon, su tono bajo y lleno de deseo. "Quiero escuchar cada maldito gemido mientras lo tomas todo."

Nayeon jadeó, moviéndose cada vez más rápido mientras sentía la dureza de Tzuyu en su interior, alcanzando el fondo con cada movimiento. "Tzuyu... te sientes tan perfecta dentro de mí," murmuró, su voz entrecortada por el placer. "Tu polla me llena exactamente como quiero... necesito más."

Tzuyu, atrapada en el centro de esa conexión apasionada, jadeó al recibir las embestidas de Jeongyeon por detrás y sentir cómo Nayeon la cabalgaba sin tregua. "Nayeon... estás tan apretada... me vuelves loca," susurró, aferrándose a las caderas de la omega mientras la ayudaba a moverse más rápido. "Quiero escucharte gemir por mí, saber que te encanta sentirme dentro de ti."

Jeongyeon, sin detenerse, dejó escapar una risa suave y provocativa. "¿No es perfecto, Tzuyu? Mira cómo Nayeon te monta, tan desesperada por ti." Con una embestida aun más profunda, arrancó un gemido más fuerte de Tzuyu. "Aquí las tres, atrapadas juntas... espero que estés lista para mucho más, cariño."

Nayeon, sin detener el ritmo, miró a Tzuyu con los ojos nublados de lujuria y una sonrisa traviesa en los labios. "Dame todo lo que tienes... quiero gritar tu nombre mientras me haces sentir así," susurró, y se dejó caer completamente, sintiendo cada centímetro llenarla al límite. Su cuerpo temblaba con cada movimiento, completamente rendida al placer que las envolvía a las tres.

Jeongyeon detuvo sus movimientos, sacando su polla lentamente de Tzuyu, quien soltó un gruñido de frustración al sentir ese vacío repentino. Nayeon, sin embargo, no dejó de moverse sobre ella, aumentando el ritmo mientras Tzuyu la miraba con los ojos entrecerrados, disfrutando de cada segundo en que su omega continuaba cabalgándola.

"¿Por qué paras?", preguntó Tzuyu, entre jadeos y con la respiración entrecortada, volviendo la cabeza hacia Jeongyeon, sin poder ocultar su frustración.

Jeongyeon, con el pecho agitado, esbozó una sonrisa débil. "Me correré antes que nuestra omega si no paro," respondió con voz ronca, tomando un respiro para recuperar el control. "Dame solo un momento... quiero sentirte hasta el final, Tzuyu."

Nayeon sonrió, aprovechando que ahora tenía toda la atención de Tzuyu para ella. "No te preocupes, haré lo mío", murmuró Nayeon con una sonrisa traviesa mientras se movía más rápido, sus manos deslizándose por el torso de Tzuyu. "Yo me aseguraré de que tu alfa esté ocupada... y muy bien ocupada."

La alfa en cuestión soltó un gemido bajo, apretando suavemente las caderas de Nayeon mientras la ayudaba a moverse. "Omega... no sabes lo bien que te sientes... eres perfecta," jadeó, perdiéndose en el calor de su omega.

Al verlas, se mordió el labio, disfrutando de la escena mientras se recuperaba. "Vaya, Nayeon... haces que me muera por volver a entrar", dijo con una risa baja, deleitándose en los sonidos que hacían mientras aguardaba el momento de regresar.

Nayeon no dio tregua, dejándose llevar completamente por el placer. Su cuerpo temblaba sobre Tzuyu mientras alcanzaba su clímax, soltando gemidos y gritos ahogados que llenaron el cuarto. La omega se aferró con fuerza a Tzuyu, hundiendo sus uñas en su piel mientras su cuerpo liberaba oleadas de placer que la hacían estremecer, y en un arrebato de instinto, se acercó al cuello de la alfa y le mordió, marcándola con necesidad, pura necesidad.

El mordisco de Nayeon envió una corriente intensa a través de la alfa, quien no pudo evitar gemir profundamente al sentir cómo la omega la apretaba desde dentro, cada contracción intensificando las sensaciones para ambas. Sin embargo, Tzuyu no llegó a su límite; más bien, su excitación crecía, cada vez más ansiosa por el siguiente paso.

"Nayeon... te sientes increíble... casi me haces llegar también", murmuró Tzuyu, sus manos aun firmemente en las caderas de la omega, mientras sus ojos brillaban de deseo.

La alfa rubia las observaba como podía, apenas pudo contener una sonrisa mientras recuperaba su compostura. "Parece que nuestra omega necesitaba todo de ti, Tzuyu," dijo con voz ronca, acercándose de nuevo. "¿Listas para que vuelva a unirme? Porque me muero de ganas de sentirte otra vez, cariño".

Nayeon, aún jadeando y con el rostro ligeramente sonrojado, se retiró un poco, todavía temblando. "Eso es lo que quiero ver... a las dos en acción otra vez," murmuró con voz suave, sus labios dejando un rastro de besos en el cuello de Tzuyu mientras se acomodaba, esperando verlas continuar.

Tzuyu sonrió, sus ojos brillando con anticipación. "Entonces, Jeongyeon... ¿vas a esperar mucho más? Porque necesito que vuelvas a llenar mi cuerpo."

Jeongyeon se posicionó con determinación, su mirada fija en Tzuyu mientras esta le abría las piernas, ofreciéndose sin reservas. Con un movimiento lento, pero seguro, Jeongyeon se adentró hasta el fondo, llenándola por completo. Ambas soltaron un gemido en cuanto se unieron de nuevo, y Jeongyeon se inclinó hacia Tzuyu, susurrándole con voz ronca y llena de deseo.

"Uff... nunca me canso de sentirte así... eres perfecta para mí," murmuró Jeongyeon antes de empezar a moverse con más intensidad, aumentando el ritmo. Sus embestidas se volvieron duras y rápidas, cada golpe llenándola hasta el límite, haciéndola sentir cada centímetro, cada pulsación.

Tzuyu, atrapada en el placer, arqueó su espalda mientras sus manos se aferraban a los hombros de Jeongyeon, sus uñas clavándose en su piel. "Jeongyeon... más... no pares," jadeó, su voz entrecortada por cada golpe que recibía. Los ojos cerrados, completamente entregada, sintiendo cómo el cuerpo de Jeongyeon se fundía con el suyo en cada movimiento.

Nayeon, observando la escena, se mordió el labio inferior, extasiada por el espectáculo de las dos alfas en plena conexión. Deslizó su mano suavemente por el cuerpo de Tzuyu, tocando su piel caliente y acariciando sus senos, mientras su boca descendía hasta su cuello, dejándole besos suaves entre los jadeos. "Dios, Tzuyu... te ves tan hermosa cuando Jeongyeon te toma así... no puedo apartar la vista," susurró Nayeon al oído, encendiendo aun más el ambiente.

Jeongyeon no cedió en intensidad, sus embestidas cada vez más profundas, golpeando el punto perfecto en Tzuyu que la hacía temblar. El cuerpo de Tzuyu reaccionaba a cada entrada, sus expresiones de placer dejándola completamente vulnerable, entregada a la alfa rubia que la dominaba con cada movimiento.

Jeongyeon, sin dejar de moverse, notó el pecho sudoroso de Tzuyu, sus músculos tensándose y relajándose con cada embestida. La visión era irresistible; se inclinó hacia adelante, tomando uno de sus senos en su boca, chupando y mordiendo suavemente su pezón, provocando un gemido fuerte de Tzuyu, que soltó un jadeo intenso.

"Joder, Jeongyeon... ¿cómo puedes ser tan grande y sentirte tan bien?", jadeó Tzuyu, su voz entrecortada mientras sus dedos se hundían en el cabello de la rubia, acercándola aun más a su pecho.

Jeongyeon soltó una risa suave, mirándola con una mezcla de lujuria y satisfacción. "¿Te gusta, cariño? Porque no pienso parar hasta que te sienta temblar completamente." Aumentó el ritmo de sus embestidas, cada golpe más decidido, llenándola hasta el fondo, buscando llevarla al límite.

Jeongyeon aceleró sus embestidas, cada movimiento más profundo y desesperado, hasta que finalmente sintió cómo el cuerpo de Tzuyu comenzaba a temblar bajo ella, un claro indicio de que estaba al borde del clímax. Las piernas de Tzuyu se tensaron, y Jeongyeon no perdió un segundo en intensificar su ritmo, ansiosa por llevarla más allá.

Observando el éxtasis en sus rostros, Nayeon se acercó y, sin apartar los ojos de la escena, extendió la mano hacia Tzuyu, tomando su polla firmemente. Con un toque experto, comenzó a estimularla, su mano subiendo y bajando con precisión, sincronizando sus movimientos con las embestidas de Jeongyeon. El nudo de la alfa rubia empezó a crecer lentamente, hinchándose cada vez más a medida que la presión aumentaba dentro de ella y Tzuyu.

Jeongyeon soltó un gemido fuerte, la intensidad del placer apoderándose de ella mientras sentía cómo su nudo se expandía, atrapándose en el interior de Tzuyu. La conexión era absoluta, sus cuerpos fundiéndose en un frenesí de deseo, llevándolas ambas al borde de la euforia. Nayeon, concentrada en darle placer a Tzuyu, aumentó la velocidad de su mano, provocando que esta también se acercara rápidamente a su límite.

Ese fue el instante en que Jeongyeon decidió sellar el momento en el vínculo definitivo. Con una respiración entrecortada, inclinó su rostro hacia el cuello de Tzuyu, sus labios rozando la piel caliente y sensible antes de abrir la boca, dejando que sus dientes rozaran suavemente. Tzuyu, captando el gesto, dejó que un temblor de anticipación la recorriera antes de girarse hacia Jeongyeon y hacer lo mismo, ambas entendiendo el significado profundo de lo que estaban por hacer.

Con una mezcla de firmeza y delicadeza, Jeongyeon hundió sus dientes en la piel de Tzuyu, dejando una marca precisa y definitiva. Tzuyu respondió en el mismo instante, mordiendo el cuello de jeongyeon con una intensidad que sellaba su conexión, asegurando que el lazo entre ambas alfas se mantendría siempre fuerte y sólido. A cada presión de los dientes, un estremecimiento recorría sus cuerpos, intensificando la euforia del momento, la marca un reflejo físico de su entrega mutua.

Nayeon observó en silencio, sus ojos brillando con una mezcla de fascinación y admiración mientras ambas sellaban su vínculo.

Los tres cuerpos exhaustos yacieron juntos en la cama, sus respiraciones volviendo lentamente a la calma. Cuando el nudo de Jeongyeon cedió y la última gota de su esencia se derramó dentro de Tzuyu, se deslizó fuera de ella con suavidad, dejando que ambas se acomodaran en la cama, enredadas y satisfechas, justo como siempre les gustaba. Dos alfas y una omega, una conexión única y profunda que les daba un descanso merecido después de la intensidad compartida.

Jeongyeon se recostó al lado de Tzuyu, sus dedos acariciando suavemente su brazo mientras compartían un último beso. Tzuyu, sintiendo el cansancio en cada músculo, dejó escapar una risa suave, sabiendo que había logrado ser una auténtica vaquera, montando a su alfa hasta el límite. Nayeon, con su dulzura natural, se acurrucó a su lado, con una sonrisa de satisfacción, sus ojos brillando de amor mientras las observaba, sabiendo que era la omega que completaba su vínculo, la pieza que equilibraba el deseo y la ternura entre las tres.

Sin necesidad de palabras, se besaron lentamente, una cadena de labios que pasaba de una a la otra, en un gesto que les recordaba la conexión que compartían, la armonía perfecta que formaban cuando estaban juntas. Finalmente, dejaron que el sueño las envolviera, sus cuerpos relajados y en paz, sabiendo que ese momento de descanso era tan necesario como el amor que se habían dado.

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