2: She got used to it so quickly that it seemed natural for her
La forma en la que le temblaban las piernas era señal de que habían hecho algo extraordinario al aceptar por completo ese acto tan sucio y pecaminoso. Pero, fuera de ayudar a la alfa castaña, se lo estaban disfrutando. Nayeon, sobre todo, miraba fascinada y extasiada.
Jeongyeon ahora estaba en la misma posición en la que Nayeon había estado hacía unos minutos. La fiebre había vuelto en Tzuyu y la necesidad de atenderse era inminente. Ella había aceptado ser penetrada por Tzuyu también. Ella era una alfa con la mente muy abierta y, en más de una ocasión, lo había hecho con otras alfas.
Era el momento. Tzuyu respiraba pesadamente mientras estaba encima de Jeongyeon, con la punta de su verga en la entrada de su culo. Se estaba resistiendo para no penetrarla de golpe, pero pronto estaría adentro.
"¿Estás lista ya?", preguntó Tzuyu, sudando y respirando con dificultad.
Jeongyeon asintió, su cara se transformaba mientras Tzuyu entraba. Primero abrió la boca por la sorpresa, luego cerró los ojos mientras gemía. La alfa entraba centímetro a centímetro, llenando su culo deliciosamente.
Para Jeongyeon la sensación era una mezcla embriagadora de placer y dolor. La forma en que la polla de Tzuyu la quemaba por dentro con cada pulsación y cada aliento la hacía gemir de una manera que nunca había experimentado antes.
Tzuyu era grande, pero lo importante realmente es que tenía un grosor impresionante y estaba dura, tan dura que parecía concreto.
"Joder," gimió la rubia.
"Tu culo es tan apretado, Jeong," suspiró Tzuyu, cada palabra cargada de una intensidad que resonaba en el cuarto.
"Entra por completo," pidió Jeongyeon, su voz saliendo casi como un sollozo, su necesidad un poco patética, pero ante los ojos de las otras era solamente el destino que debía suceder dentro de ella. Quería sentir todo de ella, cada centímetro llenándola y reclamándola.
Sintiendo la urgencia en la voz de la alfa, comenzó a moverse con más determinación. Cada empuje era profundo, llenándola por completo y sacando gemidos de puro placer de la alfa. Nayeon observaba todo, se sintió atrapada en una mezcla de fascinación y deseo, sus propios instintos despertándose con cada sonido, cada movimiento.
Aumentó el ritmo, sus manos aferrándose a las caderas de Jeongyeon con una firmeza que hablaba de su necesidad de control. La rubia, a pesar del dolor inicial, comenzó a moverse al unísono con Tzuyu, sus cuerpos sincronizándose.
La alfa rubia, con su rostro lleno de deseo, agarró su propia polla y comenzó a masturbarse, sincronizando sus movimientos con los empujes de Tzuyu. Se sentía llena, cada centímetro de la deliciosa verga de Tzuyu la hacía sentir una mezcla embriagadora de sensaciones.
No solo por el tamaño y lo caliente que era, sino que ella sabía a qué lugares llegar dentro de su cavidad. Cada que entraba llenaba todo.
Nayeon, observando de cerca, se aseguraba de que Tzuyu no le hiciera daño a Jeongyeon. La preocupación se mezclaba con el deseo mientras veía a su amiga alfa perderse en los intensos efectos de su celo. Completamente consumida por sus instintos, no mostraba señales de detenerse. Sus movimientos eran frenéticos y necesitados, y cada vez que entraba y salía del culo de Jeongyeon, ambas gemían al unísono.
"Oh joder. ¿Qué demonios? ¿Por qué me follas así?", decía Jeongyeon entre jadeos, su voz llena de mezcla de sorpresa y placer.
La forma en que la rubia fruncía el ceño, su expresión de deleite y agonía, era algo que Tzuyu no podía ignorar. Aunque no estaba completamente en sus cinco sentidos debido al celo, la vista de Jeongyeon disfrutando intensamente debajo de ella solo la impulsaba a seguir con más fuerza y sensualidad.
"Tan rico, alfa... Oh sí, más", exclamó la rubia, su cuerpo temblaba con cada embestida. Los sudores bajaban por su frente.
La omega no podía evitar sentirse fascinada y un poco aturdida por la intensidad de la escena. "Oh Dios mío", murmuraba para sí misma, sus ojos grandes y llenos de asombro.
Tzuyu sentía su propio clímax acercarse, comenzó a moverse aún más rápido y con mayor urgencia. "Te voy a llenar con mi semen, ¿estás lista?", gruñó.
Ella solo asintió frenéticamente y cerró los ojos, preparándose para lo que vendría. Tzuyu sacaba por completo su polla del culo de Jeongyeon y se metía de golpe hasta el fondo, una y otra vez, cada embestida más intensa que la anterior.
No pasó mucho tiempo antes de que Tzuyu llegara al límite. No pudo más porque el culo de Jeongyeon estaba tan apretado, tan deliciosamente estrecho, que la ordeñó al punto de volverla casi loca. Los gemidos de la rubia llenaron la habitación, volviéndose cada vez más altos y desesperados cuando el nudo de Tzuyu comenzó a hincharse.
Tzuyu era consciente del dolor que un nudo completo podría causar, retrocedió unos centímetros, asegurándose de que solo una parte de su polla estuviera dentro mientras descargaba todo su semen en el interior de la alfa. La rubia agarró a Tzuyu del cuello y la besó, callando sus propios gemidos mientras la alfa seguía corriéndose, liberando oleada tras oleada de calor.
"Está tan caliente", jadeó.
"¿Mi semen?", preguntó Tzuyu también jadeando.
"Tu polla", respondió con una sonrisa satisfecha, lo que hizo que Tzuyu soltara una risa entrecortada acompañada de otro chorro de semen, llenándola aún más.
"Tu culo lo es aún más, joder", gimió de vuelta, mientras retiraba lentamente su polla del interior de Jeongyeon. La sensación de calor y estrechez la hizo estremecerse.
Ella podía decir que había bajado un poco su necesidad, pero lo que sentía en ese momento era más grande. Una gran mezcla de sentimientos deseosos. Sus ojos se encontraron con los de Nayeon, y por un instante, todo se detuvo.
Tzuyu se sentía consumida por una oleada de emociones que iban más allá del mero deseo físico. Era una mezcla de gratitud y una necesidad profunda de conexión. Se inclinó hacia Nayeon y la besó con suavidad, un beso lleno de promesas y agradecimiento.
La pelinegra sonrió, sus mejillas ruborizadas. "Siempre estaré aquí para ti, Tzuyu. Siempre", le dijo sonriendo. Había entendido lo que sentía la alfa.
Tzuyu le devolvió la sonrisa, sus ojos llenos de gratitud y cariño. Le dio un último beso suave en los labios, un gesto lleno de ternura y promesas. Luego, como si el peso de todo lo vivido finalmente la alcanzara, se dejó caer rendida en la cama, exhalando un suspiro profundo.
Jeongyeon, viendo a Tzuyu tan agotada, se acomodó a su lado, colocando una mano protectora sobre su abdomen. La omega observó la escena, sintiendo una mezcla de alivio y satisfacción. Sabía que Tzuyu necesitaba descansar más que nada en ese momento, y ella misma también se sentía agotada, aunque sus pensamientos seguían corriendo a mil por hora.
Nayeon se acomodó al otro lado de Tzuyu, asegurándose de que la alfa estuviera cómoda y bien cubierta. Miró a Jeongyeon y vio un destello de complicidad en sus ojos. Sin decir nada, las dos comprendieron la importancia de lo que acababan de vivir. Habían cruzado una línea, una que podría cambiar la dinámica de su relación para siempre.
Y qué va.
"Descansa, Chewy", susurró Nayeon, acariciando suavemente el cabello de la alfa.
Jeongyeon asintió, sus propios ojos comenzando a cerrarse por el cansancio. "Sí, descansemos. Sería lo mejor".
El cuarto se llenó de una tranquilidad silenciosa, interrumpida solo por la respiración suave y acompasada de Tzuyu, que ya estaba profundamente dormida. Nayeon sintió una paz inusual, a pesar de todo lo ocurrido. Sabía que había hecho lo correcto al ayudar a Tzuyu en su momento de necesidad, y también sabía que no estaba sola en esto. Con Jeongyeon a su lado, sentía que podían manejar cualquier cosa que viniera.
Finalmente, Nayeon dejó que el cansancio la venciera, cerrando los ojos y dejándose llevar por el sueño. Al igual que Tzuyu, cayó rápidamente en un sueño profundo, segura de que, pase lo que pase, su mejor amiga y su vecina y amiga estarían al despertar.
Pasaron unas dos horas desde que Tzuyu había pegado el ojo. El calor de la alfa había incrementado considerablemente comparado con la última vez. Jeongyeon ya se había hecho a la idea de que ella sería quien estuviera para Tzuyu cuando Nayeon no pudiera, cuando ella estuviera demasiado cansada para continuar.
Para Jeongyeon, suponía un esfuerzo mayor que Tzuyu la penetrara comparado con Nayeon, pero estaba definitivamente feliz de ayudarla. La cosa estaba en que no era un crush; Tzuyu no le interesaba de esa manera. Jeongyeon tenía una serie de necesidades diferentes. Si bien le encantaba aparearse con omegas, acompañarlos en sus celos o hacerlo ocasionalmente, su loba pedía a gritos otro tipo de interacción. Desde besarse con sus amigos alfas hasta tener sexo con alguno de ellos, no importaba si era más activa o pasiva.
Tzuyu sabía de ello, sabía muy bien que Jeongyeon invitaba alfas a su departamento y podía escuchar los gritos a través de las paredes. Eso no solo invadió su mente como una incógnita, sino que le provocó aún más problemas hormonales con relación a su celo.
Jeongyeon estaba perdida entre las sensaciones. La sensación que ella estaba ahora experimentando era indescriptible. Cada centímetro de la verga de Tzuyu estaba en su interior de una forma más que deliciosa, era completamente adictiva. Tan adictiva que no quería que se saliera de ella. Parecería una blasfemia si lo hiciera.
Jeongyeon estaba encima de Tzuyu, montándola como antes Tzuyu lo había hecho con ella. El vaivén de sus cuerpos se sincronizaba con cada movimiento, una danza de placer y deseo. Tzuyu, aún en el frenesí de su celo, gemía y jadeaba, sus manos aferrándose a las caderas de la alfa, guiándola y empujándola con una fuerza casi desesperada.
¿Y Nayeon? Nayeon estaba encima de Jeongyeon, también montándola. La omega, con su piel resplandeciente por el sudor y sus ojos brillantes de lujuria, se movía rítmicamente sobre la rubia. Cada empuje de la omega se sincronizaba con los movimientos de Jeongyeon, creando una cadena de placer ininterrumpida que fluía entre las tres.
Tal vez a la omega le había gustado un poco demasiado estar en ese vaivén de las dos alfas. Cada movimiento, cada contacto de piel contra piel, la llevaba a nuevas alturas de placer. Ella no iba a tener reparo de sentir vergüenza. Ya se había cogido a su mejor amiga. ¿Por qué no hacerlo también con su vecina? Digo, ella ya estaba ahí desnuda.
También la rubia había encontrado su gusto en tenerla de esa manera tan deliciosa. Jeongyeon no tuvo vuelta atrás, no tuvo reparo alguno cuando Tzuyu la empezó a penetrar tan rico, tan duro, tan rápido. Cada embestida de Tzuyu era tan intencionada, tan necesitada y tan real que la tenía atrapada en una marea de placer, no dudó en hacer lo mismo con Nayeon.
La omega, encima de Jeongyeon, gemía y jadeaba, su cuerpo moviéndose en sincronía con los movimientos de la rubia. La pelinegra estaba dispuesta a aguantar lo que fuera necesario con tal de ser anudada. Ya había dejado su arrobamiento de lado. Estaba adicta, sedienta de las sensaciones que solo estas dos alfas podían proporcionarle.
"Más, por favor, más", suplicaba Nayeon, su voz entrecortada por los gemidos.
Jeongyeon no necesitaba más aliento. Con cada embestida, llenaba a Nayeon completamente, su ritmo aumentando conforme sus cuerpos se sintonizaban. Sentía la polla de Jeongyeon llenándola completamente, una y otra vez, cada vez más profundo, cada vez más rápido.
"Qué coño tan apretado, joder", decía la rubia mientras agarraba de la cintura a Nayeon para penetrarla completamente. Nayeon gemía lastimosamente con cada embestida, su cuerpo temblando de placer.
"Sí, tan apretado. Me aprieta tan rico", gimió Tzuyu, sus palabras cargadas de lujuria y satisfacción. Se refería al culo de Jeongyeon, por supuesto.
La escena era un enredo de cuerpos y deseo. Tzuyu estaba abajo, con la alfa montada sobre ella, la rubia de espaldas a la castaña, y encima de Jeongyeon, Nayeon, moviéndose al ritmo de las embestidas de ambas alfas. La configuración parecía una danza sincronizada de placer, cada movimiento amplificando las sensaciones de las tres.
Tzuyu se aferraba a las caderas de Jeongyeon, sus dedos marcando la piel suave de la rubia mientras sus embestidas se volvían más intensas. La sensación de estar dentro de Jeongyeon, apretada y cálida, la estaba llevando al borde. Sentía cada pulso, cada contracción, y sabía que estaba cerca de un nuevo clímax.
Jeongyeon, atrapada entre las dos, gemía y jadeaba, su cuerpo reaccionando a la sobrecarga de placer. Cada empuje de Tzuyu la llenaba completamente, y Nayeon, encima de ella, se movía en sincronía, sus propios gemidos mezclándose con los de las alfas.
Nayeon, con las manos aferradas a los hombros de Jeongyeon, sentía el calor y la presión de cada embestida. Su cuerpo estaba en llamas, cada centímetro de su piel vibrando con placer. "Más... por favor, más", suplicaba, su voz entrecortada.
Tzuyu, con una sonrisa de satisfacción, aceleró el ritmo, sus embestidas volviéndose más profundas y fuertes. "¿Te gusta, Nayeon? ¿Te gusta cómo te folla?", preguntó entre gemidos.
"Sí, sí, me encanta", jadeó Nayeon, sus palabras saliendo en un susurro.
La habitación estaba llena de los sonidos de sus cuerpos chocando, de gemidos y suspiros, de piel contra piel. Era un concierto de lujuria, una sinfonía creada por el instinto y la necesidad.
Jeongyeon, sintiendo la tensión aumentar en su propio cuerpo, sabía que estaba cerca. "Voy a... voy a correrme", dijo, su voz temblando.
"Hazlo, Jeong, córrete para nosotras dijo Tzuyu, sus palabras una mezcla de orden y aliento.
Jeongyeon no pudo contenerse más. Con un grito de placer, se corrió, su cuerpo temblando violentamente mientras sus músculos se contraían alrededor de la polla de Tzuyu. Nayeon, sintiendo la oleada de placer de la alfa rubia, se unió a ella, su clímax llegando en una explosión de sensaciones que la hizo gemir y arquearse, aferrándose a los hombros de la rubia para no caerse.
Tzuyu, al ver y sentir a las dos chicas corriéndose, dejó que su propio clímax la arrasara. Con un gruñido profundo, se corrió dentro de Jeongyeon, su semen llenando a la rubia otra vez mientras su cuerpo se sacudía con la intensidad del orgasmo. La alfa castaña podía sentir cada contracción, cada pulso, y sabía que estaba liberando toda la tensión acumulada en su cuerpo.
La alfa rubia se desplomó sobre Tzuyu, su pecho subiendo y bajando rápidamente. Nayeon, aun temblando, se dejó caer al lado de ellas, sus piernas temblorosas y su corazón latiendo con fuerza. Los tres cuerpos, sudorosos y exhaustos, se quedaron quietos por un momento, disfrutando del resplandor posterior a su intensa sesión de sexo.
Luego de unos minutos, las tres quedaron tendidas en la cama, sus cuerpos entrelazados en un enredo de piel sudorosa y miembros temblorosos. Pero honestamente, sus olores ya eran un poco insoportables y era evidente que el dormir no era suficiente para satisfacerlas. Necesitaban algo de comer y darse un buen baño para continuar.
Nayeon fue la primera en romper el silencio, su voz suave. "Creo que necesitamos un descanso. No solo para dormir, sino para comer algo y darnos una ducha. Estamos todas agotadas y oliendo a pura necesidad."
La alfa rubia rio ante aquello. "Necesidad, claro".
Tzuyu asintió, su mano, acariciando suavemente la espalda de Nayeon. "Tienes razón. Además, el baño nos ayudará a relajarnos un poco."
Eso hicieron exactamente. Se metieron con toda la mala intención del mundo. A Tzuyu le haría bien tomar un baño para bajar un poco los síntomas y las otras dos solo estaban allí de compañía mientras se bañaban.
Para Nayeon, se suponía que su función en la casa de Tzuyu era bajarle la fiebre dándole su coño para que se descargara en él. Pero las cosas evidentemente fueron por otro lado.
Primero que nada, ella no pensó realmente que le daría su coño a la vecina de Tzuyu. Pero ahora que la admiraba, fue un poco difícil. Fue difícil, muy, muy difícil ver cómo se balanceaba la punta de la verga de la rubia en la ducha.
Era el turno de Jeongyeon. Primero se había bañado Tzuyu, la cual estaba a un lado, envuelta en una toalla, esperando a las otras dos. Se miraba de lo más sensual. Sus hermosas tetas con sus pezones rosaditos, su hermoso cabello mojado, bíceps y piernas tonificadas, y más abajo estaba la gloria pura. Se le hacía agua la boca a la omega, pero también a Tzuyu.
La alfa castaña miró a Nayeon con cierta complicidad mientras la otra se aseaba. Cuando ella se dio cuenta de la mirada intrusiva de esas dos, habló. "¿Por qué me miran?".
"Estoy esperando mi turno", dijo Nayeon queriendo sonar inocente. Luego dirigió su mirada a Tzuyu.
"Yo estoy esperándolas a ustedes, no me quiero quedar sola en la habitación".
La rubia frunció el ceño y volvió a mirar a Nayeon, a la cual descubrió viéndole la entrepierna. "¿Tienes hambre, Nayeon?".
Esta levantó la mirada, sonrojada. "Sería bueno que comiéramos algo para seguir ayudando a Tzuyu".
"¿Qué se te antoja comer?", dijo Jeongyeon, tomando su polla y acariciándola, cosa que Nayeon notó muy bien.
"Puedes dejar eso de lado, no necesitas que te ruegue por ello".
"¿Rogar por qué?", dijo, esta vez pasando el pulgar por la punta. Nayeon rodó los ojos.
"Termina rápido para que podamos comer las tres".
Después de bañarse, Nayeon se dirigió a la cocina para preparar algo rápido para que pudieran comer. Se las arreglaron para tener una comida tranquila antes de que Tzuyu empezara a sentirse incómoda de nuevo. Sabían que su celo no duraría más de 24 horas, pero todavía faltaban varias horas por delante.
Sentadas a la mesa, disfrutaron de la comida que Nayeon había preparado, charlando animadamente entre bocados. Sin embargo, pronto los boxers que Tzuyu se había puesto comenzaron a molestarle. Se sentía incómoda por muchas cosas, incluyendo el delicioso olor de Nayeon que la tentaba a seguir, lo atractiva que se veía Jeongyeon con un par de bóxers y una camiseta, y el aroma a pino que también la atraía. Su instinto no estaba precisamente a su favor en ese momento.
Después de la comida, se acomodaron de nuevo en la cama, preparadas para lo que viniera a continuación. Lo que Tzuyu sentía eran ganas, ya eso de la fiebre no era un tema.
Su verga parada lo era.
A Jeongyeon no le importó ponerse de rodillas frente a la cama donde Tzuyu estaba sentada y, sí, empezó ella con la ayuda. Le chupó la punta, provocando un jadeo de la alfa. "Carajo," susurró Tzuyu con los ojos cerrados.
Nayeon y Jeongyeon estaban a cada lado de la polla de Tzuyu, alternando sus lenguas por el falo de una manera lasciva. La rubia primero le dio paso a Nayeon, quien engulló la polla de Tzuyu casi por completo, succionando con fuerza hasta hacerla temblar. Subió y bajó la cabeza mamando como si tuviera hambre, sus movimientos firmes y decididos.
Luego fue el turno de Jeongyeon. Ella hizo igual que Nayeon, comenzando a chupar la punta antes de bajar, tragándola casi toda como había hecho la omega. Tzuyu estaba en el cielo, sus gemidos resonaban en la habitación, aumentando la intensidad del momento.
Jeongyeon le volvió a dar paso a Nayeon, quien nuevamente tragó la verga de Tzuyu, y luego Jeongyeon tomó su turno otra vez. Tzuyu, con sus manos en los cabellos de ambas, las guiaba, colocando sus bocas en posiciones estratégicas: una en la base por el lado lateral y la otra en la punta.
"Eso, tómenla toda, joder", jadeó Tzuyu, su voz entrecortada por el placer abrumador.
Nayeon y Jeongyeon obedecieron, sus lenguas moviéndose con avidez y coordinación. Nayeon lamía y succionaba con fuerza, disfrutando del poder que sentía al tener tanto control sobre la respuesta de Tzuyu. La alfa rubia, por su parte, aplicaba una combinación de succión y lamidas suaves que complementaban perfectamente los movimientos de Nayeon.
Las dos chicas trabajaban en perfecta armonía, sus miradas ocasionales llenas de deseo y complicidad. Tzuyu no podía contener sus gemidos, cada segundo de la estimulación combinada la llevaba más y más cerca del clímax.
La tensión en el cuerpo de Tzuyu crecía con cada movimiento. Sus caderas se movían ligeramente en respuesta a la estimulación, buscando más contacto, más fricción. De repente, le haló del pelo a Nayeon hacia arriba para que la mirara y se inclinó para besarla con mucha pasión antes de devolverla a que se la chupara.
Hizo lo mismo con Jeongyeon, le tomó del pelo y la besó antes de halarla a que la succione. "Tan buenas las dos, van a hacer que me corra", jadeó Tzuyu, sus ojos llenos de lujuria y placer.
Nayeon se despegó de la punta un momento, sus labios hinchados y brillantes. "Hazlo en nuestras bocas, alfa", dijo, su tono la hacía parecer otra persona, alguien completamente dominada por el deseo.
Tzuyu gruñó y la volvió a obligar a que chupara, apretando su cabello con firmeza. La alfa estaba en el borde, cada vez más cerca del clímax. Jeongyeon y Nayeon se turnaban con una precisión perfecta, cada una aportando su toque único, mientras la tensión en el cuerpo de Tzuyu se intensificaba.
Nayeon y Jeongyeon redoblaron sus esfuerzos, sus lenguas y labios trabajando en una sinfonía de placer. La respuesta de Tzuyu se hizo más urgente, sus gemidos más profundos y su respiración más errática.
Estaba a punto de explotar.
Y así lo hizo, gritó, gimió y jadeó cuando todo el semen empezó a salir a chorros en la boca de Nayeon. Esta comenzó a acumularlo en su boca mientras Tzuyu perdía la puta cabeza. Jeongyeon bajó al nudo que se estaba formando y lo chupó, buscando algo de apoyo para la alfa castaña. Eso la hizo botar aún más semen en la boca de Nayeon.
Cuando echó el último chorro, Nayeon haló a la alfa rubia. La tomó del cuello, le bajó la frente para que su rostro quedara boca arriba y le hizo abrir la boca. Entonces procedió a echarle el semen que tenía en la boca antes de fundirse en un beso apasionado.
Esa escena de ambas compartiendo su semen, hizo que Tzuyu echara otro chorro y se deleitara. La intensidad del momento la sobrepasó, y un último espasmo recorrió su cuerpo, haciéndola sentir tan complacida. Nayeon y Jeongyeon seguían besándose, sus lenguas mezclando el sabor de Tzuyu mientras sus cuerpos se apretaban con lujuria renovada.
Tzuyu, aun jadeando, las observaba con ojos entrecerrados, su mente embotada por el placer y el agotamiento. La visión de las dos mujeres compartiendo ese momento tan íntimo la llenaba de una extraña mezcla de orgullo y deseo renovado. Se incorporó lentamente, sin querer romper la conexión entre ellas, pero sabiendo que su cuerpo necesitaba descansar un poco más.
"Ustedes van a acabar conmigo", murmuró Tzuyu, su voz ronca por los gemidos y gritos. Nayeon y Jeongyeon se separaron del beso, sus labios hinchados y brillantes por la saliva y el semen. Ambas la miraron, con los ojos aún nublados por el placer.
Ahora sí.
Tzuyu se recostó un rato. No estaba débil, realmente, pero necesitaba un breve descanso y eso hizo.
Por otro lado, a Jeongyeon y Nayeon se les quedaron las ganas encima. No dejaron que el tiempo pasara. Jeongyeon se puso de pie y la omega probó lo que quería, de lo que tenía sed. Antes había estado mirando, ahora iba a drenar a la otra alfa para que le diera su semen.
De rodillas, tomó la verga de la rubia y la lamió con avidez.
"No seas tímida, traga un poco para poder alimentarte", dijo Jeongyeon con una sonrisa lasciva, acariciando el cabello de Nayeon. La omega no necesitó más invitación. Abrió la boca y se la metió profundamente, succionando con fuerza mientras sus manos acariciaban los muslos de Jeongyeon.
Jeongyeon dejó escapar un gemido profundo, su cuerpo reaccionando de inmediato al calor y la humedad de la boca de Nayeon. La alfa apoyó una mano en la pared para mantener el equilibrio mientras la omega trabajaba en ella con dedicación.
"Así, Nayeon. Así. Trágatela toda", susurró Jeongyeon, su voz ronca por el deseo. Nayeon respondió con un gemido, aumentando la velocidad de sus movimientos, sus labios sellados alrededor de la polla de la rubia mientras su lengua la acariciaba con destreza.
Tzuyu, desde su posición en la cama, observaba con ojos entrecerrados, disfrutando del espectáculo. Ver a Nayeon y Jeongyeon interactuar de esa manera solo aumentaba su deseo, a pesar del breve descanso que estaba tomando. Su propia excitación no disminuía, y sabía que pronto estaría lista para unirse a ellas de nuevo.
Como hizo con Tzuyu, la omega comenzó a chuparla tan rico, succionando y tomándola toda. Era como si fuera su comida del día.
La polla de la rubia era un deleite demasiado delicioso. Estaba tan dura desde que comenzó a chupar a Tzuyu, que era maravilloso.
La omega se concentró en su tarea, sus labios moviéndose suavemente arriba y abajo, su lengua trazando círculos alrededor de la punta. Jeongyeon gemía de placer, sus manos aferrándose a la cabeza de la omega, guiándola, pero permitiéndole mantener su ritmo.
"Joder, Nayeon, lo haces tan bien", murmuró Jeongyeon, su voz ronca por el deseo. Nayeon respondió con un gemido, succionando con más fuerza, deleitándose con la reacción de la alfa.
Tzuyu, todavía recuperándose en la cama, no pudo evitar sonreír al ver a Nayeon devorando la verga de Jeongyeon con tanta pasión. Era una vista que alimentaba su propio deseo, sintiendo una renovada oleada de calor recorrer su cuerpo.
Nayeon, sintiendo la dureza y la pulsación de la polla de Jeongyeon en su boca, aumentó la intensidad de sus movimientos. Sus labios se cerraron con más firmeza alrededor de la verga, succionando y lamiendo con una precisión que hizo que Jeongyeon temblara.
"Así, Nayeon. Sigue así", susurró Jeongyeon, su respiración entrecortada. La omega no dejó de mirarla a los ojos, su mirada cargada de lujuria y determinación. Nayeon sabía lo que quería, y no se detendría hasta que Jeongyeon alcanzara el clímax.
Jeongyeon comenzó a moverse ligeramente, sus caderas empujando suavemente hacia la boca de Nayeon. Los gemidos se hicieron más fuertes, cada movimiento enviando olas de placer por su cuerpo. La rubia sentía cómo su orgasmo se acercaba, la presión acumulándose con cada segundo que pasaba.
Nayeon, sintiendo la creciente tensión en el cuerpo de Jeongyeon, intensificó sus esfuerzos. Su boca se movía con más rapidez, su lengua trabajando incansablemente para llevar a la alfa al límite.
"Voy a... joder, Nayeon", jadeó, sus manos aferrándose con fuerza al cabello de la omega. Nayeon no dejó de succionar, preparada para recibir todo lo que la alfa tenía para darle.
Con un último gemido de placer, Jeongyeon se corrió, su semen llenando la boca de Nayeon en oleadas calientes. Nayeon tragó con avidez, cada gota, hasta que no quedó nada. La rubia se tambaleó ligeramente, recuperando el aliento mientras Nayeon se levantaba, sus ojos brillando con satisfacción.
Tzuyu se acercó lentamente a Nayeon, quien aún estaba de rodillas, y tomó su barbilla con suavidad.
"Eres la omega más buena del mundo", dijo Tzuyu, acariciando el rostro de Nayeon antes de tomar una gotita de semen de la rubia que corría por su barbilla y llevarla de vuelta a su boca. "Voy a follarte ahora para hacer que te corras tanto, Yeonnie. Te lo mereces, te mereces todo".
Jeongyeon, jadeante y todavía recuperándose, se acercó por detrás de Tzuyu y besó su cuello. "Quiero follarte a ti también cuando me recupere, me apretaste tan bien".
Tzuyu volteó un poco, con una sonrisa maliciosa. "Hagamos esto. Ustedes dos me tienen tan bien que después de eso no quedará una gota de semen en mí".
Nayeon sonrió, sus ojos brillando con ilusión. "Yo me aseguraré de tomar todo, lo prometo".
"Sé que lo harás" dijo Tzuyu con una sonrisa juguetona. "Ahora ve a esa cama y acomódate para mí, conejita".
La loba de Nayeon se enterneció y se sintió feliz por el apelativo. Era una mezcla de ternura y deseo lo que sentía, y la forma en que Tzuyu la miraba, sólo aumentaba esas emociones.
Ella estaba demasiado feliz, demasiado orgullosa de ser una buena omega para la alfa.
Demasiado feliz de ser útil para ella y eso seguiría haciendo.
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