
Capítulo 47
Bianca.
Mi bebé murió.
El doctor me dijo que podía pasar, qué había una posibilidad de que sucedería.
En cuando naciera su corazón sería tan débil que no podría aguantar más de dos segundos. Y no aguantó. Ni siquiera vi su carita. Ni siquiera lo oí chillar en busca de aire. No resistió. Solo tenía 7 meses de embarazo cuando di a luz.
Debí haberlo protegido mejor. Pero, ¿que podía hacer yo? Si era un monstruo. Me sentía tan culpable.
—El líder de la organización está en el salón —avisó Luka, se posicionó a mi lado con un traje de luto.
Observé por milésima vez la lápida de mi hija. No había ningún nombre grabado. Era una niña. No pude ponerle nombre porque el dolor era infinito.
—Qué espere.
La nieve cayó en mis mejillas fundiéndose muy pronto, estaba muerta de frío allí afuera, en medio del bosque en las montañas de Rusia. Pero no era capaz de alejarme de su lado. Vi el cuerpecito sin vida de mi niña y me derrumbé. Ahora ella estaba bajo tierra.
Su funeral había acabado dejando a una mamá destrozada.
Después de unos minutos más, me sequé las lágrimas con el dorso de la mano y regresé a la cabaña. Era grande, con un toque cálido que me haría bien. En la entrada, coches negros estaban aparcados y un equipo de seguridad me protegía de lo que fuera.
Para ellos yo era su reina.
Así que iba a ser la reina. Una reina cruel con los enemigos pasados.
—¿Dónde está Katherina? —pregunté, atravesando el Hall.
Le di mi abrigo a una empleada que pasaba por allí y ella lo colgó en el armario de la entrada.
—Sigue en su habitación —suspiró él —. Está muy afectada. Casi no come y, de verdad, que estoy temiendo por su salud.
Asentí con la cabeza.
—Después habla con ella.
—¿Tu estas bien? —Luka me detuvo antes de que ingresara en el salón donde estaba ese hombre —Estás rara. Si necesitas más tiempo podemos aplazar todo esto, Bianca. No forcemos las cosas.
Me alejé de su agarré con una cara de pocos amigos.
—Quiero la cabeza de Annika. No descansaré hasta tenerla, ten eso claro —gruñí.
—Estás volcando todas tus desgracias en ella.
—¡Porque ella es la culpable!—grité sintiendo un nudo en mi garganta —. No me jodas y déjame pasar. No estoy humor.
🖤
Bebí el coñac de un trago para saciarme con todo esto.
Maxim Nóvikov era el líder que estaba al tanto del plan para ponerme en el lugar de Annika. Me contó todo con sumo detalle, no se dejó nada y lo preferí así. Pero había algo en todo eso que me olía mal. Tenía una teoría de que querían que tomara el mando por una razón, para que usaran una tonta y que ellos pudieran hacer lo que se les antojara con su droga.
Si tan solo hubieran imaginado que yo aceptaba eso para ver arder a la mafia rusa e italiana.
Cuando todo quedó claro me fui con él, en unos de sus coches al aeropuerto más cercano para viajar a Moscú. La fiesta de compromiso de Giovanni Lobo y Annika Romanova sería en unos pocos días, así que teníamos que darnos prisa.
Aún en el avión no dejaba de pensar en todo lo que me había sucedido.
No dormí en el trayecto.
Ni en las noches que estuve en Moscú en ese increíble hotel lujoso.
Tenía una vista asombrosa y la comida era deliciosa. Mi rutina era muy estricta, Maxim me ayudaba con mi agenda. Tuve que aprender todos los rangos de las distintas mafias que había, sus integrantes, la manera de trabajar que tenían, la droga que transportaban.
Bajé de peso, recuperé mi figura, incluso estaba más moldeada que antes. Fuimos a una clínica para que cuidaran y arreglaran un poco de mi piel descuidada. También me arreglaron el cabello, lo cortaron igual al de mi trilliza, pintaron mis uñas, y eligieron la ropa para la fiesta. En resumen, me moldearon como a una muñeca.
En ese momento estaba lista para salir, para seguir el plan y que toda la mierda terminara.
La puerta de mi habitación se abrió cómo un susurro. Identifiqué ese cabello castaño, el traje de etiqueta y la barba pulida de Maxim. Era un hombre apuesto, bastante joven, como de unos cuarenta.
Se me quedó mirando por unos segundos, hasta que se acercó para tenderme un antifaz negro lleno de pedrería.
—Esto es los último, Blanka —ni sonrió ni nada.
Él era un poco serio.
—¿Es una fiesta de disfraces? —me burlé, ajustando el último objeto de mi vestuario. Me lo coloqué sola, él no me ayudó, no dejaba que nadie me tocase.
—No, solo llevan máscaras. Es un extraño juego para que los invitados disfruten, Giovanni deberá buscar a su prometida entre todas las mujeres de los narcos y hijas de ellos —explicó detenidamente.
—¿Hay muchísima gente importante, verdad?
—Demasiada. Todos los integrantes de las mafias estarán allí. Giovanni Lobo lidera Italia, Grecia y parte de Estados Unidos. Annika Romanova, toda Rusia. También están los lideres de la mafia japonesa, londinense, colombiana, española, mexicana...
—Vaya, qué interesante todo —dije sarcástica —. En otras palabras, ¿qué voy al matadero, no?
Él meneo la cabeza en signo afirmativo.
—Si un solo mafioso de una nación es peligroso, imagínate a todos juntos jugando en una sola sala.
—Podré soportarlo, sé todo de ellos.
—Y ellos saben todo de Annika, asegúrate de meterte en su papel.
—El teatro se me da muy bien, Maxim —emprendí dirección hacia la puerta, pero me detuve a unos escasos centímetros. Gire para mirarlo —. Otra cosa. Prepárate para ver las mafias arder.
🖤
Las manos de mi chofer temblaban mientras conducía. Ya estábamos fuera de la ciudad, trasladándonos a la fiesta en el palacio.
Él no era el único que temblaba. También yo. Todo el coche estaba polarizado, así que nadie podía verme. Me iban a entrar por el jardín para que saliera de allí directa a la fiesta. Sabía cómo debía ser todo.
Aún así, mi corazón latía con miedo. No estaba preparada para esto. Puede que quisiera vengarme, pero no para entrar de nuevo con todos estos monstruos. No para verlo a él. No para estar cerca suya.
Suspiré al borde de la histeria.
En los asientos de al lado tenía a unos chicos que me ayudarían. Se mantenían impasibles, así que me esforcé en también parecerlo.
—Señorita Lamberdy, a partir de hoy nosotros seremos sus escoltas. La protegeremos con nuestra vida. Si tiene aún problema no dude en consultarnos.
—¿Qué pasará con los escoltas de Annika? —pregunté con la boca seca.
—Haremos como que murieron en el atentado de las doce en punto. Para esa hora manténgase en un lugar seguro.
Necesitaba que saliera bien.
Necesitaba saciarme, porque entonces si no lo hacía, caería en un pozo muy oscuro y profundo.
Unos cuantos de minutos más tarde, el palacio apareció ante mis ojos con cientos de coches entrando y saliendo de la zona. La gente vestía trajes y prendas elegantes, llevaban el antifaz en sus rostros y un ejército de seguridad detrás de sus espaldas. Nosotros giramos hacia un caminito desierto, estaba todo oscuro.
—Hemos llegado, señorita —balbuceó el chofer.
Los tres hombres sacaron sus pistolas y bajaron de coche, uno de ellos me abrió la puerta para que saliera.
Nos detuvimos en el jardín trasero, por el momento no había nadie allí y todo estaba nevado. Era una vista hermosa, los candelabros de las paredes iluminaban todo con su luz amarilla. Mis tacones se quedaban atorados a medida que caminábamos por la puerta de servicio.
—Pantera negra entrando —susurró un chico a un aparato.
Oyó una respuesta y prosiguió. Mientras él me habría la puerta de la zona de empleados, los otros dos protegían mi espalda.
Dentro del palacio era un caos, bueno, dentro de esa cocina. Resulta que la puerta llevaba a la cocina, dónde los cocineros y cocineras casi se mataban por terminar los platos. Los camareros salían y entraban en busca de nuevos alimentos o canapés.
—¡Oh, señora! ¡Pero qué hace aquí! —chilló una.
Entonces en bullicio se detuvo de repente y todos se giraron para observarme.
La ignoré.
Los cuatro lo hicimos.
Nos metimos por un pasillo solitario que daba a la segunda planta, desde allí tenía que bajar por unas escaleras hasta el salón principal. Fuimos en silencio, sin hacer ningún ruido. Menos mal que cada estancia tenía calefacción, porque hubiera muerto con ese vestido corto negro. Era bastante sencillo, solo que la pedrería lo haría brillar con los focos de las cámaras.
—Listos para actuar —avisó el chico a sus superiores con el comunicador.
Lo miré y él me sonrió. Fue una sonrisa sincera.
Escuchó por unos minutos lo que le respondían y después nos informó:
—Annika fue capturada, está abajo, en unas de las mazmorras de palacio. Podemos proseguir con el plan, señorita Bianca, adelante.
—De acuerdo.
¿Ya? ¿Tan fácil?
Respire atrapando todo el aire que no pude respirar antes. Bien. Todo salía bien.
Caminé muy rápido, tanto que no vi los cuadros ni la decoración de la segunda planta. No tenía tiempo. Algunos empleados estaban limpiando o pasando por allí cuando me vieron, agacharon la cabeza como muestra de lealtad y siguieron.
Me paré cuando vi la gran escalera que llevaba al salón. Exactamente detrás de una cortina. El bullicio dañaba mis oídos, tenía miedo de dar un paso y hacer el ridiculo.
El solo pensamiento de que allí mismo, en ese techo, estaba Giovanni me mataba. Mi respiración ya estaba en la mierda cuando intenté por cuarta vez controlarla. Me coloqué el antifaz.
Todo saldría bien.
Cuando me di cuenta ya me mantenía erguida en el centro de la escalera.
La gente bailaba, conversaba, había un grupo de música que tocaba el piano, el violín... Mis ojos analizaron todo el entorno. Las risas escandalosas se escuchaban más, a medida que bajaba. Mi visión rápidamente se enfocó en alguien, como si tuviera un imán para encontrarlo entre tanta gente.
Lo vi.
Estaba fumándose un cigarrillo, sus labios carnosos lo retenían y chupaba aspirando todo el tabaco, apoyando en el final de la escalera tan sexy que me estremecí. Mis piernas se pararon. Sus ojos subieron lentamente los escalones, observó mis zapatos cerrados, mis piernas desnudas, mis curvas acentuadas, los pechos que casi se me salían del escote. Y por fin. Sus ojos brillaron cuando los conectó con los míos.
Me robó el aire. Estaba más sexy que la última vez, con esos botones de su camisa desabrochados y ese cabello engominado. Sus músculos estaban robustos, sus facciones tan perfiladas.
No podía. No podía.
🖤
HHAHSHAHSHAHA LLEVABA ESPERANDO ESTO MUCHO TIEMPO. YA TENEMOS EL REECUENTRO. QUIERO LLORAR Y GRITAR. MIS BEBÉS POR FIN SE VAN A MATAR A BASE DE FOLLADAS. Uy, si eso no lo tenía que decir.
¿Les gustó? Creo que quedó un poco aburrido, pero el final valió la pena.
Nos vemos en el próximo capítulo. ¿Qué se dirán? Madre mía no puedo con esta tortura.
Sígueme en mis redes sociales para no perderte contenido:
Instagram: @selenabonnet
Wattpad: @selenabonnet
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro