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Capítulo 46


Bianca.

Cerré los ojos. Respire muy hondo aspirando la humedad del ambiente.

Cuando los volví a abrir la escena había cambiado. No había nieve. No había ese rastro del coche que trajo a Giovanni Lobo. Él no estaba. No me miraba. No había venido a por mí. Fue una cruel ilusión de mi mente agotada.

Mi cabeza estaba apoyada en la piedra del túnel, me había caído y mis rodillas ardían del dolor. No había avanzado tanto como mi mente lo había sentido. Me sentía engañada conmigo misma, mi propia mente se había burlado de mí. Lo peor es que me ilusionó, sentí que estaba vivo y que había regresado a por mí.

Qué todo lo qué pasó tenía una explicación.

Pero era mentira.

Seguía en la misma mierda. Atravesada en un túnel sombrío y oscuro.

Busque la linterna para que me diera calidez. La encontré a unos metros de mi cuerpo, tirada en el suelo. Bien. Debía seguir. Debía buscar la salida a la libertad.

No sentía las piernas por el clima helado. Ni las manos. Ni la nariz. Nada. No me rendiría. Como pude, me estabilice en la pared. Respire de nuevo regalando oxígeno a mis pulmones y avancé.

El camino fue largo. No sé cuánto tiempo estuve andando, el pecho me ardía y las sonoras sirenas se ya estaban más lejos. Pero me llamó la atención que cambió, o sea, en el túnel si había piedra. Pero era extraño.

Había raíles en el suelo muy maltratados, encima había una especie de baúl raro. Ni siquiera me esforcé en buscar su nombre en mi cabeza. Iba con demasiada prisa.

—¿Luka? —cuestione —. ¿Estás ahí?

Nada. Solo eco.

Mientras tanto divise las columnas de madera que estaban en el techo. Después montones de piedra suelta se cayó de un extremo y me ensució la cara. Tosí un par de veces, tanto que temí vomitar mi pulmón en el proceso.

Estaba sudando. Olía mal. Mi aliento apestaba, pero no importaba. Podría con aquello. Era fuerte. Tenía que seguir por mi bebé.

Otros minutos pasaron. Seguí vagando por aquello que parecía el interior de una mina. Camine mucho más de lo que hubiera imaginado hasta que una luz intensa me hizo esbozar una sonrisa.

La salida.

Copos de nieve volaban en el aire. No me atreví a dar muchos pasos, pues debería verificar si había alguien a fuera.

Con lentitud, fui hacia la salida y descubrí el ejercido de hombre que lo opacaban todo. El corazón se me salió del pecho, pero al ver a Luka entre ellos todo me alivió. Le sonreí y él me sonrió. Me paré porque aún no sabía si seguir, si dar la vuelta o marcharme, o preguntarle sobre todo aquello.

—No temas, hermana —vociferó él —. Todo este ejercido es tuyo. Desde este momento te protegeremos.

—¿Por qué? —balbucee sin energía.

Ande a paso lento. Verificando cómo todos esos soldados mostraban respeto arrodillándose en una rodilla y bajando la cabeza. Yo no había hecho nada para que todos mostraran respeto. Solo era una simple chica que estaba tratando de huir de las desgracias.

Luka avanzó, él no se había arrodillado. Movió las piernas con una sonrisa hasta mí, pero sus ojos dejaron de ver los míos para mirar mis piernas. Entonces su sonrisa cambió, de oscureció.

—Qué pasa...

Mi mirada bajo al mismo punto que estaba tan concentrado mirando. A mis piernas. Más concretamente, a ese hilo de sangre que bajaba sin prisa de mi muslo y cayó a la nieve manchándola. Me paralice. Más sangre se resbaló de mi centro y por inercia pase mis manos por toda esa sangre.

Estaba sangrando.

Estaba perdiendo a mí bebé.

Me había esforzado demasiado y ese era el precio.

—Oh, no —a Luka se le secó la boca porque habló raro, cortó un poco la distancia y puso la mano en mí hombro —. Tu período llegó. No te preocupes, dónde vamos tendrás toallitas sanitarias o lo qué uséis las mujeres.

—No es mi período.

Levanté la cabeza para mirarlo con los ojos llorosos. Él tenía el ceño fruncido. Todos allí estaban dando pasos preocupados, se giraron, supongo que para que la vergüenza sea menos intensa. Pero no había vergüenza. Solo dolor.

—Es mi bebé, Luka. Lo estoy perdiendo.

Exclamó una maldición.

Me atrapó con sus brazos y ordenó a su ejército que nos escoltaran hasta donde sea que quería llevarme.

Si perdía a ese bebé.

Lo perdía todo.

Y sería muy difícil volver a levantarme.

🖤

CABAÑA ROMANOV.

PERDIDA EN LAS MONTAÑAS DE RUSIA.

Meses después.

No dormí mucho esas noches. No podía. Algo en mi interior me gritaba que pasarían cosas más crueles para mí. Cómo si un sentido olvidado, me quisiera avisar.

La habitación estaba alumbrada por faros calientes y brillantes, desde mi posición en la cama podía ver la nieve chocar con el cristal amplió. El gran ventanal a veces me daba la paz que necesitaba. Por las noches, echaba las sábanas para que ningún animal me observara mientras dormía.

—¿Cómo está mi hermana preferida? —asomó la cabeza Katherina.

Había llegado poco después de que Luka y yo viniéramos a esta cabaña. De verdad podía ver la tristeza en su rostro y se preocupó tanto por mí que no pude resistirme.

Al fin y al cabo, ella también era mi hermana. La más pequeña de todas. La que fue de burdel en burdel, ganándose la vida como pudo. La historia de la familia Romanov era muy triste. Parecía que estaba destinada a sufrir.

—Bastante mejor que ayer, me da pataditas y mi vejiga sufre las consecuencias —me reí, sobándome el gran bulto qué tenía.

—Creo que va a salir peleona —sonrió ella, sentándose a un lado de la cama —. Traje dulces —sacó la bolsa que estaba escondiendo detrás de su espalda y la posó en el edredón —. Dijo Luka que el médico estará todo lo que te reste del embarazo. ¿Ya sabes su sexo?

Negué con la cabeza.

Urge en la bolsa llena de dulce y saque uno de la adorable cajita.

—No. No quiero saberlo hasta que nazca. Para llevarme la sorpresa más que nada —me metí el dulce relleno de caramelo y gemí del gusto.

—Más despacio, te vas a atragantar.

Ambas reímos y tosí, porque casi me atraganto de verdad.

—¿Y cómo lo vas a llamar? Tendrás pensado los nombres, ¿no?—cuestionó sonriente.

Ella era muy amable. Era una buena chica, se preocupaba por mi y de verdad sentía que intentaba conocerme mejor durante todos estos meses. Me había explicado que como Luka, no entendía a Annika y que por eso quería estar aquí conmigo. Para protegerme a su manera. Porque no entendía la crueldad de su otra hermana.

—Si es niño lo llamaré Nil. Y si es niña Selynne.

Ella me miró extraña.

—¿No son nombres un poco raros?

Me encogí de hombros y volví a atrapar otro dulce.

—Son los nombres de los integrantes de un amor que no fue correspondido. Lo leí en algún lugar y era una leyenda, creo. Ella se llamaba Selynne y el Nil, resumiéndolo un poco, porque no recuerdo. Ella se enamoró del chico. Hubiera dado todo por él. Pero un día, el chico se trasformó en una bruja fea, se rió en su cara porque la había usado para un plan macabro. La bruja terminó por llevarse el alma de Selynne. Todo fue una trampa. Un engaño. Se burló de ella.

Lo había leído en algún libro que Luka me regaló durante mi tiempo de descanso. Mi embarazo era de riesgo y no podía hacer mucho esfuerzo. Todo me mimaron por eso y no me dejaban moverme de la cama solo para lo necesario.

—¿Y por qué has elegido esos nombres, Bianca? —Luka apareció por la puerta, muy interesado.

—No sé. Lo sentí muy profundo, y quise usar los nombres porque sonaban bien —me reí quitándole importancia.

—Qué rara eres, oso panda —se burló Luka.

Mire a Katherina en busca de ayuda. Ella lo entendió porque se levantó y le empujó hacia un lado. Los dos empezaron a pegarse estúpidamente en los rostros. Yo no podía reírme más.

—¡Ya basta! —me carcajee.

—Está mocosa tiene mucha fuerza —Luka se alejó de su hermana y se recostó en la cama conmigo —. Escuchadme. Tengo noticias. Bastante importante.

Katherina se tumbó como una estrella a los pies de la cama. Cerró los ojos esperando que hablara. Yo lo mire, me interesó bastante lo que tenía que decir.

—Annika va a casarse —soltó y suspiró.

—¿Y qué me importa?

Bufé sin ánimos y acaricié mi pancita. Estaba muy abultada, el bebé no paraba de darme pataditas.

—Bueno, tal vez no te importe ella. Pero si con quién se casará —carraspeó él —. Su prometido es Giovanni Lobo.

Los ojos casi me salen de las órbitas. Me quede paralizada, como si mis músculos no quisieran hacer un mínimo movimiento por miedo a que ese ser apareciera. Katherina de la sorpresa casi se cayó de la cama.

—¿No estaba ya casado? —preguntó ella.

—¿Cómo qué está vivo? Yo pensé que murió. Nadie Me dijo que estaba vivo —fulmine a Luka con la mirada.

Él abrió la boca un par de veces. Hasta que consiguió ordenar una oración coherente.

—Bueno...Eh. No murió. Solo le contaron un pierna porque no podían reconstruírsela. Durante estos meses ha estado en rehabilitación, solicitó una demanda de divorcio y sus contactos se la consiguieron en un par de días. Ya no está casado con Priscilla, pienso que pretende aliarse con la mafia rusa para...pues no sé. ¿Tener más poder?

—Puto asqueroso —susurré.

—El caso es que necesitamos que te infiltres, Bianca. Eres igual a Annika físicamente. Este sábado habrá una fiesta, su fiesta de compromiso en el palacio central de Moscú. Hablé con muestro ejército, todos opinan que es la mejor opción de quitar a Annika del trono y ponerte a ti. Nadie debe enterarse. Solo nosotros sabemos la verdad. Nosotros queremos hacernos con el territorio de Italia, y te necesitamos para que Giovanni Lobo se muera. Vamos, que lo mates o lo saques del miedo. No se. Envenenándolo poco a poco o...

—Lo haré —accedí rápidamente.

Los dos se quedaron en silencio, admirando mis movimientos. Me levante de la cama para dar un paseo rápido por la habitación. Ni siquiera lo pensé. Giovanni Lobo estaba vivo y debería estar muerto.

Lo mataría. Con mis manos. Por burlarse de mí.

O tal sólo era una excusa para volver a verlo y besar sus carnosos labios.

—¿Estas segura? —preguntó Katherina —. Ese es el plan A, podemos probar con el B.

Me paré en la ventana. El paisaje montañoso lleno de nieve me rehabilitó.

—Sí. Quiero hacerlo.

Sentí un pinchazo en mi vientre bajo, por el dolor perdí el equilibro y casi me caigo de no ser por el mueble que estaba cerca de mí, posicionado. Cerré los ojos y de nuevo ese dolor infernal. Rápidamente mis hermanos acudieron en mi ayuda, chille del dolor. Entre los brazos de Luka me removí intentado respirar.

—¿Qué mierda pasa? —chilló desesperado él.

Katherina abrió los ojos mirando el charco bajó mis pies.

—Oh, vamos a ser tíos.

🖤

—Puja, Bianca. ¡Empuja fuerte!—gritó el doctor.

Había venido enseguida, me abrió las piernas para examinar todo y definitivamente el bebé ya venía. La sien me sudaba, pero estaba Katherina limpiando toda mi cara y alentándome a seguir. Dolía como el infierno. ¡Cómo mierda iba a salir esa cosa de ahí! ¡Me iba a destrozar el coño!

—Oh, por Dios. Oh, por Dios —Luka estaba hiperventilando en el suelo.

Se había desmayado tras asomarse al punto clave del nacimiento. Solo chillaba y volvía a desmayarse cuando el doctor decía algo o la sangre manchaba las sábanas.

Empuje con todas mis fuerzas, parir era un horror. Ya me había acostumbrado al dolor cuando aumentaba por diez con cada que pujaba.

—Le veo la cabeza —avisó el dolor con una sonrisa.

—¡Oh por Dios! Me voy a desmayar —Desde el suelo Luka me parecía irritante.

Empuje por última vez, y sentí una liberación cuando el bebé salió. Cerré los ojos con alivio y todos aplaudieron, se llenaron de alegría y toda la cabaña se alegró del nacimiento. Cuando abrí los ojos de nuevo, el dolor se llevó a mi bebé.

Giré mi cabeza para mirar a Katherina.

—¿Por qué se lo lleva? Lo quiero ver.

Ella no supo responderme.

Luka se levantó de inmediato y fue a ver qué sucedía. Habló con el doctor que le estaba haciendo algo a mi bebé. Quería que lo soltara. Quería oír sus chillidos. Pero nadie me lo trajo.

El doctor se volteó, tenía la expresión melancólica. Luka se arrodilló con las manos cubriéndose el rostro.

No.

—Bianca, él bebé...

No.

—No sobrevivió. Lo lamento mucho, su corazón no resistió.

No.

No. Mi bebé está vivo.

Katherina sollozó y me abrazó. El doctor se retiró e informó a todos. Se llevó al bebé. Se llevó mi ilusión por vivir.

Y se llevó mi vida entera.

🖤

Me pareció un capítulo muy triste. Llore muchísimo escribiéndolo, espero que de alguna manera estén viviendo la historia. Intente narrar lo mejor posible para calar hondo en sus corazones.

Pido respeto, por favor. No me insulten por tomar esta decisión.

No lloren, mis niñas. Ahora es muy triste lo que le pasa a Bianca, pero así es la historia, habrá momentos mejores, lo prometo. Habrá muchísimo bebés en esta historia, y se van a alegran muchísimo.

Lo prometo.

DEP, angelito. Ahora Bianca tiene a un ángel en el cielo velando por ella.

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