
Capítulo 41
Este capítulo contiene escenas de violencia explícita. Si eres sensible a estos temas, sáltate la escena y sigue leyendo.
Bianca.
¡Maldita rusos y todos sus antepasados!
¡Maldito Giovanni que se consumiría en las llamas del infierno sin mí!
Desperté en medio de un colchón ponzoñoso, las paredes negras dejaban todo en una oscuridad que me erizaba los pelos de la nuca. Todo en este lugar era siniestro, oscuro y oloroso. Olía a moho, a sangre, y a muerte. La habitación era como una celda, pasé dos días sin decir palabra, me habían encerrado como a un perro.
La comida nunca me faltó, me alimentaron bien, no iba a despreciar la oportunidad de nutrirme por muy peligroso que fuera lo que habían echado en esa comida. Y cuando obtuve energía pataleé la puerta blindada sin mucho éxito.
Los gritos de personas se filtraban por las paredes. Deslicé el colchón a una esquina solitaria, donde la luminosidad de la única luz que había no enfocaba la cámara de seguridad que había en el techo. No me había bañado en días, mi aliento tenía que oler a mierda y ya estaba apareciendo mugre en mis piernas y brazos. Otro gruñido de dolor me sobresaltó.
Y supe que estaban torturando a muchas personas.
Lo que no sabía que la próxima de ellas sería yo.
La puerta blindada se abrió, emergió un hombre robusto. Parecía el típico mafioso grande y peligroso, pero ni siquiera me miro cuando me alcanzó y me empujó hacia afuera.
—¿Dónde me llevas, malnacido? —escupí, zafándome de su agarre.
En ese mismo momento, otro de su igual complexión física hizo lo mismo que él y me llevaron hacia donde no sabía a rastras.
—Ty sobirayesh'sya uvidet' korolevu (Ты собираешься увидеть королеву) —murmuró uno de ellos.
—¡No habló tacataca!
El frío suelo de ese lugar caló en mis huesos. Dentro de esa casi prisión se estaba bien, pero afuera ya era otra cosa. Oleadas de brisas heladas quedaban tu cuerpo entumido. No cerré los ojos, ni por el frío ni por el dolor, quería estar consciente de todo el recorrido. No iba a dejar que me mataran.
Caí en una trampa.
Ahora les tocaba a mis enemigos caer en la mía.
Respiré muy hondo, el aire gélido casi daña mis pulmones cuando me subieron arriba. Las escaleras estaban tan maltratadas, que tuve miedo de que a mis pies se les añadiera más rasguños. En el exterior todo era blanco, el jardín estaba envuelvo en una fina capa de nieve. Y tosí.
Jodido todo, estaba helada. Aquel clima era como el de un congelador a toda potencia.
Volvieron a jalarme hacia dentro, ¿qué mierda esa esa vivienda? Parecía una mansión, pero por dentro todo estaba decorado de época antigua, parecía un castillo. Observé durante el recorrido todos los cuadros de los que serían sus antiguos habitantes, todos eran rubios, sus ropas eran viejas, y casi en todas las épocas había una familia. Aquello me sorprendió, los pasillos estaban repletos de fotos, algunas rotas por el rostro y otras con todos los integrantes.
Cuando me di cuenta, estaban de rodillas en una enorme sala y frente a unas enormes escaleras que daban a un piso superior. Arriba del todo, una figura femenina me daba la espalda. Esto parecía un palacio, suspiré cansada, las escaleras eran tan altas que no podía ver bien a aquella mujer, pero sabía que ella era la que estaba detrás de todo lo sucedido.
La decoración blanca y dorada daba lujosidad. Algunas personas estaban sentadas lejos de la escalera, mirándome y supe que los conocía. La pelirroja y el otro chico.
—Los muertos pueden regresar, y los vivos ir a morir —la voz de esa mujer me quedó paralizada.
Su cabello dorado se movió en el aire.
—Quién diría que nos volveríamos a ver las caras —dijo con un tono de burla —, Bianca Lamberdy.
No se giró para mirarme, estuvo todo el tiempo en lo alto de la escalera. Sentí como un cañón helado me rozó la sien, entonces todos los planes de mi mente se vinieron abajo. No podía escapar. No podía. Todo estaría rodeado, aunque lograra zafarme de los gorilas que me retenían.
—O debería decir, Blanka Romanova —mi atención recayó en ella de vuelta. No estaba entendiendo —. Te voy a contar una historia. Hace muchos años, una pareja imposible logró dominar el mundo de la droga. Sus familias eran enemigas, pero a los enamorados no les importó eso. Se casaron, tuvieron unos lindos hijos y todo parecía ser un cuento de hadas, solo que los protagonistas, eran asesinos. Nikolai Romanov y Anastasia Petrova murieron en 2002, dejando a sus hijos en un mundo cruel, solos, muertos de miedo. ¿Sabes por qué murieron? Resulta que, durante un viaje familiar una hija envenenó a las personas que le dieron la vida y casi también mata a la hermana pequeña que estaba tomando leche de su madre. Después esa misma niña se arrojó por las escaleras, por qué... —soltó una risotada —, no podía soportar haberlos matado, solo quería jugar con el veneno que sus padres habían creado para la Bratvá.
El silencio resonó, era mujer, con un vestido rojo como la sangre se volteó. No veía su rostro con claridad puesto que estaba bastante lejos, pero si podía ver el detalle del collar de sus perlas decorando su cuello y un peinado elegante.
—La niña perdió la memoria —prosiguió, bajando las escaleras con lentitud —. En ese mismo instante fue cuando su tía, el marido de su tía, Sasha Petrova, se la llevó para que darle una vida mejor. Dejando a los otros cuatro niños solos —su tono de voz era agresivo —. ¿Te suena ese nombre, Bianca? Sasha Petrova, tu madre. La mujer que tiraste a los lobos para matarla. ¡Esa mujer que perdió a su querida hermana por tu culpa! Si alguna vez te preguntaste por qué tanto odio, por qué tanto rencor. Era porque tú, tus ojos, tu cara, le recordaba constantemente a esa terrible pérdida.
—No....No entiendo —murmuré, mi voz de había perdido en algún lugar.
Dios, mío. Las piernas me temblaron, mi cuerpo colapso, deteniéndose por completo e intentado procesar toda esa información.
—¿Qué no entiendes? —gruñó enojada, ahora más cerca, podía ver su rostro. Su increíble rostro, solté un gemido de miedo —. Eres un monstruo. No sólo dañaste a mi familia hace dieciocho años, sino que también nos estás jodiendo ahora. Nadie más que tú mato al tío Lamberdy y mi primo. Nadie más que tú dejó a tu supuesta hermana Priscilla en un horrible hospital psiquiátrico, embarazada y sola, muerta de miedo.
Priscilla salió de uno de las habitaciones conectadas con el salón, se posicionó al lado de las escaleras, esperando la llegada de aquella mujer. Mi corazón sintió un vuelco cuando la vi agarrarse de su barriga, ya un poco abultada. En sus ojos no había más que dolor y rabia. No controlé la lágrima que salió de mi ojo. No podía controlar nada porque todo estaba mal.
Yo estaba mal.
—Nadie más que tú, lo dejó solo en una plena guerra de clanes. Solo, porque pretendía salvarte, pero tú te fuiste sin mirar atrás. Aquel que resultó ser salvado por sus propios familiares que decidieron volver a darle una oportunidad —otra persona salió de su escondite, quedando cerca de la escalera. Alzó la mirada y me observó, dándome un poco de calidez.
—Luka... —fue suficiente para destrozarme.
—Destrozaste nuestras vidas, desde el día que mataste a nuestros padres. Desde el puto día que naciste, Bianca —llegó al último escalón, estaba arrodillada mirándola con la boca abierta y las lágrimas mojando mi rostro —. Dejaste a Katerina sin que pudiera reconocer a sus padres. Porque ella solo era una bebé y quedó sola. ¡Todos quedamos solos por tú culpa! Por eso he estado desde los quince años detrás de ti, queriendo vengarme. Era yo quien estaba destinada a casarse con Giovanni Lobo y unir las mafias, pero el tío Lamberdy se empeñó en seguir los planes de papá. Tú eras esa niña que jugaba con él, que se pasaba el tiempo a su lado creando una amistad. Pero todo se jodió y las mafias se distanciaron. ¡Por tu culpa! ¡Por qué todos querían el liderazgo de la Bratvá y nació una guerra! Todos fue un caos, hasta que recuperé nuestra posición en Rusia. No sabes las cosas tan terribles que hice.
Me agarró del pelo jalándome a sus pies, haciéndome daño en la cabeza y casi rompiéndome la nariz contra el suelo. Todo esto era demasiado para mí. Mi corazón me golpeaba el pecho y no podía dejar de sollozar. Porque después de todo tenía razón. Todos tenían razón para odiarme.
Era una persona terrible. Ni siquiera recordaba todos esos sucesos.
—Annika, basta —reclamó Luka, estaba vivo, él estaba vivo a unos pocos metros de mí —. Es demasiada información para ella.
—Me importa nada si sufre una conmoción —chilló Annika llena de rabia, me volvió a mirar, sentía la mirada de sus ojos —. ¿No te recuerda mi rostro, Bianca?
Carraspeé un poco, intentando liberar el nudo de mi garganta.
—Eres idéntica a mí.
Se río amargamente.
—Claro, amor, si nacimos el mismo día —me levantó la cabeza para que pudiera mirar a una posición, Katerina, la chica prostituta que estaba en el barco ese día en el que se hundió y tuvimos que huir a la isla, estaba allí, junto con otra persona idéntica —. Blanka, Irikna y Annika las trillizas de Rusia. Las que liderarían el legado de sus padres. Todas iguales y tan distintas a la vez. Luka, el hijo bastardo y adoptado. Y la pobre Katerina, que fue secuestrada a los diez años, vejada y maltratada por los hombres.
Luka se movió para que me soltara el cabello, me caí al suelo rota, cerrando mi visión porque no podía abrir los ojos y afrontar la realidad que se alzaba ante mí, estrangulándome con su cruel destino.
—No hay tiempo para esto, Annika —comentó Luka —. La DEA está en camino, hay que salir antes de que nos encuentren.
—Ya lo sé —le escupió a Luka —. Pero antes, Bianca va a lograr vengarse. ¡Tráiganlo!
Cuando levanté la cabeza todo cambió, pero las miradas de los presentes me quitaron el alma que me quedaba. El resentimiento por todo lo ocurrido hacía que fuese la maldita villana.
Y tal vez lo fuera después de todo.
Unos hombres ingresaron con Giovanni Lobo encadenado, su rostro estaba bañando en sangre y su expresión era una de pura tristeza. Me dolió verlo de esa manera, porque a pesar de todo lo seguía amando, pero eso debía de acabar. Me había traicionado, no sabía el motivo, ni tampoco me interesaba. Lo arrodillaron en frente de mí, quedando cara a cara, matándonos con miradas cargadas de odio.
Me entregaron un hacha, la sostuve en mis manos mirando a Annika, a mi verdadera hermana. A aquella que era idéntica a mí, y a otra chica más que tenía un aspecto deteriorado.
—Me llegó el rumor de que Giovanni Lobo te cortó varios dedos del pie —murmuró con sorna —. Es tu turno de demostrar lo malvada que eres, te estoy dando la oportunidad de vengarte.
Me pusieron en pie, él no corrió con esa suerte. Lo tumbaron en el frío suelo, intentó zafarse con todas sus fuerzas gruñendo, amenazando y maldiciendo, pero los hombres lo extendieron bien. Su cuerpo quedó estirado, sus manos atadas y pies como si fuera una estrella de mar.
Sostuve el hacha observando el espacio, ya los hombres no me tenían agarrada. Estaba sola. Rodeaba por una familia que no sabía que tenía, que me juzgaban por algo que había hecho a los dos años de edad, no tenía ni consciencia todavía. Pero lo hice. Yo mate a mi familia. Mis padres biológicos muriendo por mi culpa.
—¡Él te cortó los dedos, es tu turno de llevarte su pie! —gritó Annika sonriente —. Monstruo, hazlo. No te costará.
Me quede palizada, todos gritaban lo mismo. Luka se quedó mirando a Giovanni y él también. Después Don conectó su mirada con la mía.
—Demuéstrale a todos que eres mucho más fuerte de lo que creen, bonita —gruñó.
Me quité las lágrimas de los ojos para ver mejor. Para enfocarlo mejor.
—No puedo...Yo no puedo —susurré sin fuerzas. Abrumada por toda esta mierda.
Todos me estaban presionando. Me alentaban a cometer mi venganza, a dañar a Giovanni Lobo, pero yo tan solo no podía. El estómago se me removió cuando me empujaron para estar más cerca de su pie, caí con el hacha en las manos.
—Sí que puedes, Bianca. Te usé, te follé, te engañé. Me burlé de ti y te hice la vida imposible —empezó diciendo él —. Págatelo ahora.
Algo en mi cabeza me animó a levantarme. A ponerme tiesa delante de todos, a mostrar mi cara inexpresiva. Porque ya no había nada que perder. Porque todo esto se salió de mi control y ahora iba a cumplir mi palabra. Un día juré vengarme de Giovanni Lobo, ese mafioso que me hizo sentir cosas distintas, porque cuando el peligro se junta con el placer, sabes que acabará mal.
Cerré los ojos, mi fuerza fue lo único que controlé en ese momento y lo hice. El filo del hacha penetró en la piel de mi amor, su rugido de dolor me paralizó el corazón. Cuando abrí los ojos, era demasiado tarde todo. Desgarré más su pie atrayendo el hacha de nuevo hacia mí.
La sangre líquida energía de su grandiosa herida. Y sus ojos.
Sus ojos no estaban abiertos.
Se había desmayado por el impacto y el dolor de aquel acto brutal.
A la mierda con todo.
Querían un maldito villano al que quemar, al que echarle todas sus tragedias. Y lo iban a tener. Por mis ovarios que lo iban a tener.
Mi hacha le partió el cuello a uno de los hombres que venía para capturarme de nuevo, fui más rápida que todos, porque manchada de sangre y saboreándola en mi boca, me marché corriendo por la puerta donde había entrado. Ya no me importaba nada. Todo estaba perdido. Yo estaba perdida y sin el mapa para regresar a mi hogar.
Qué ilusa, no podía regresar a ningún hogar porque no existía.
El único lugar donde me sentía segura eran en los brazos de Giovanni Lobo, y seguramente él estaría muerto, en unos minutos desangrado.
Me rompí de nuevo, salí de ese palacio y llené la nieve blanca y pura de la sangre que se escurría del hacha. La tiré porque me sentía culpable, porque no podía más con mi consciencia. Porque sentía que iba a volverme loca.
No había manera de cambiar mi destino.
Porqué como dije al principio de esta historia, fue escrito con la garra del mismísimo diablo.
No fui consciente de lo que sucedía, hasta que un agente de la DEA me tiró al suelo. Estaba rodeada por ellos, así que caí en una nueva trampa. La nieve entró por mi garganta, mezclándose con la sangre y ya no luché por huir. Mis rodillas dolían, mis manos dolían, todo mi cuerpo ardía. Y mi mente ya estaba muy lejos de la realidad.
—Bianca Lamberdy, queda detenida por atentar contra el príncipe Asim de Marruecos, llevar una red de narcotráfico de estupefacientes, el homicidio de Giovanni Lobo, el asesinato de los reyes de Marruecos y por muchos otros delitos más que serán citados en presencia de un juez —uno de los oficiales habló.
Pero qué lejos estaba yo.
—Será recompensada por sus servicios —continuó otro mientras me perdía en mi propio mundo —. La DEA le da las gracias, Annika, gracias por ayudarnos a encontrar a esta criminal.
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