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09 | Con todo mi ser ✅

Las enormes rejas de la mansión se abren al más mínimo segundo en el que llegamos.

Varíos hombres, como es de costumbre, resguardan la entrada portando armas. Todos son hombres bastante altos y robustos.

El auto sigue el camino por el enorme jardín de la mansión, en esta también hay varíos hombres vigilando cada perímetro. Toda la casa se haya rodeada de muros enormes, tanto adentro como afuera hay tipos que cuidan nuestra seguridad.

Saco las manos de mis bolsillos y suelto un largo suspiro mientras veo como nos vamos adentrando aún más en las instalaciones.

Miro a Mikhial y su rostro esta totalmente serio, luce en cierta forma molesto. No lo culpo, cancelar la luna de miel me puso bastante triste.

Revisa unos papeles detenidamente, ni siquiera me mira. Esta tan centrado que yo comienzo a desesperarme.

El auto se detiene en frente de la puerta principal. Mikhail deja los papeles en el asiento y sin más baja del transporte a toda leche.

No espero a que venga por mi, salgo igualmente en total silencio. Él se apresura y entra en la mansión bastante firme, mostrando que el rey ya ha llegado.

Ruedo los ojos ante su comportamiento. Lo sigo por detrás y todos los hombres que cuidan la entrada me saludan bajando la cabeza como muestra de respeto. Les sonrío amablemente y les devuelvo el gesto.

Una vez más nos encontramos en la lujosa mansión de Mikhail, como siempre, todo esta en su respectivo lugar. Los candelabros, los enormes cuadros y los elegantes sillones negros de cuero.

Mikhail ha desaparecido así sin más, la mansión está en completo silencio pero no espero mucho hasta que escucho las risas de una muchacha en particular.

Sigo aquella risa y llego hasta el comedor. Melissa esta ahí sentada viendo una revista mientras habla con una de las señoras del servicio.

Mis tacones hacen ruido al entrar por lo que sus miradas curiosas caen sobre mi. Melissa se para de un solo tirón y corre hacia mi para abrazarme mientras que la señora me da un saludo y sale rápidamente del lugar.

Aún no me acostumbro, cada vez que ella me muestra un gesto amable no puedo evitar recordar aquella vez que le di una paliza. Es bastante raro ser amiga de quien menos de lo imaginabas.

— Lo siento Cali... — susurra bajito.

Sé de que habla. La luna de miel.

— Tranquila, no pasa nada... — por alguna razón mis voz suena quebrada.

Ella me mira con comprensión.

— Sabes que no es cierto, tu luna de miel se canceló Calipso.

— Si, pero no quiero pensar en ello, tan solo recordarlo me da una gran rabia que no puedo controlar...

La pelirroja asiente y me sonríe tristona. Esta bien, no quiero que sienta pena por mi. Mikhail me lo dejó claro, dijo perfectamente que estabamos en peligro.

— ¿Y cómo has estado? — le sonrío más animada para cambiar el tenso ambiente.

Ella pone una mueca afligida.

— ¡Y me lo preguntas! ¡Horrible! Aiden no ha sacado su trasero de ese despacho desde la boda...

Me carcajeó y niego con la cabeza, enserio que ese moreno desea volver loca a Melissa.

— ¿Algun progreso? — pregunto dejando mi bolso en la mesa.

Ella niega.

— No, Aiden es más difícil de lo que creí. El trabajo esta primero, hablamos muy poco y bueno ni siquiera ha pasado algo más que un simple beso en la mejilla...

La abrazo en consolación, admito que al principio no me caía bien pero bueno cuando puso la mirada en Aiden todo cambió drásticamente, su modo de actuar conmigo, su tono alegre y ese comportamiento amable.

Siento un poco de lastima, en cierta forma Aiden es un jodido idiota si en cuanto a sentimientos del corazón hablamos.

Cuando ella piensa hablar los gritos se hacen escuchar. Nos miramos confusas hasta que se escucha un fuerte ruido en todo el lugar.

Es entonces que ambas salimos corriendo hacia el lugar de donde provienen los gritos. Llegamos hasta el despacho de Mikhail y sin esperar más, abro la puerta de un solo empujón.

Todas las cosas que se hallaban sobre el escritorio se hayan regadas en el suelo, una de las sillas esta tirada en un rincón, pero lo que más me asusta es que Mikhail sostiene ferozmente el cuello de la camisa de Aiden. Ambos se miran seriamente.

Melissa se tapa los labios con miedo ante la escena y yo no espero más para ir hasta ellos.

— ¡Mikhail sueltalo! — mi voz suena firme.

Él sin embargo ni se inmuta, Aiden por otra lado tiene la mirada dura y seria.

— ¡Mikhail que lo sueltes! — lo tomo del brazo pero inmediatamente me hace aún lado.

Lo suelta con enojo haciendo que Aiden caiga al suelo.

— ¡¿Pero qué rayos te pasa?!  — le grito molesta cuando veo a Melissa ayudando a Aiden a ponerse de pie.

— Este no es el momento Calipso, sal de aquí. — me mira seriamente.

Lo miro de la misma forma, es que no entiendo su jodido comportamiento.

— ¿Qué rayos te pasa? — su mandíbula se tensa y golpea la mesa con rabia.

— ¡Que salgas joder, dejame solo!

Aprieta sus puños con tanto enojo hasta que sus nudillos toman ese color blanquecino ante la presión que ejerce.

Le sonrío sin poder creerlo. Maldito Alemán idiota. Tomo a Aiden del otro brazo, le ayudo a caminar hacia la salida junto a Melissa.

Antes de salir lo veo y noto como su mirada dura cae en nosotros.

— Cuando se te pase ese humor de mierda puedes hablarme Mikhail, antes jodete.

Sin más salgo del despacho y cierro la puerta detrás de mi. Ambas llevamos a Aiden hasta su recamara a duras cuestas, es un costal de puro musculo y los tacones no ayudan.

Lo acomodamos en la cama y noto que tiene golpes en el rostro. Vaya animal me resultó, ¿Pero cómo carajos le hizo esto?

Aiden tiene la vista seria en el techo de la habitación y no dice nada. Una de las señoras del aseo trae el botiquín de primeros auxilios y segundos después se retira amablemente.

Melissa toma el algodón y comienza a limpiar con sumo cuidado el rostro del moreno. No puedo evitar sonrerir al ver lo último. La pelirroja le da un beso en la frente. Continúa un largo rato de esa forma, limpia su rostro y pone pomada en los golpes.

Cuando termina se pone de pie y llega hasta mi para sonreírme.

— Yo... Ya debo irme... —asiento.

— Mandaré a uno de los choferes para que te lleve a casa...

— No, tranquila no es necesario, Hector me mandó ya a su chofer, no debe tardar en llegar.

Asiento nuevamente y me despido de ella. Melissa le da nuevamente un beso al moreno pero este continúa serio y sin decir ni una sola palabra.

Lo mira tristemente y antes de salir de la habitación se da vuelta y me mira suplicante.

— Cuidalo por favor...

Le sonrío y asiento.

— Tranquila, no es grave. Solo son ligeros golpes...

Ella asiente y no tarda en desaparecer por la puerta. Miro al moreno y continúa con ese comportamiento tan silencioso y serio.

Suelto un suspiro cansado y me siento en la silla que esta a un lado de la cama.

— ¿Cómo estuvo la luna de miel? — por fin se digna en hablar.

Le sonrío.

— Fue genial. — es lo único que digo antes de soltar otro triste suspiro.

Él asiente y se sienta aún sobre la cama. Me mira con picardía.

— Espero que hayan follado mucho.

Mi boca cae hasta el suelo y no dudo en golpear su brazo. Aiden suelta un quejido de dolor y vuelve a tumbarse.

— Eso no tiene nada que ver con la situación Aiden...

Él se acomoda en la cama y exhala con cansancio.

— ¿De qué situación hablas? — pregunta estúpida diría yo.

Ruedo los ojos y lo miro con ironía.

— Sabes de lo que hablado. Aiden, Mikhail te golpeó, eso no debió pasar, ¿Por qué lo hizo?

Me mira serio.

— Tu esposo es un animal, mira como me dejó — me sonríe pero por más que intento no le encuentro el chiste — Me lo merecía, ¿Esta bien? — admite.

Frunzo el ceño.

— ¿Qué te golpeará?

— Si, arruiné su luna de miel Calipso.

— No lo hiciste tú, lo hizo el maldito que puso el explosivo en el bungaló...

Siento como saboreo las palabras con odio. Jodido retorcido de mierda quien quiera que haya sido.

— No, en parte fue mi culpa. Tuvimos una baja hace dos días, uno de nuestros hombres se hallaba indispuesto para dar su servicio como es de costumbre. Entonces mandé a contratar a un nuevo respaldo, debí ser más cauteloso. El cabrón jaqueo mi computadora y lo primero que hizo fue buscar la ubicación de Mikhail. Y lo que aumenta el jodido problema es que el malnacido escapó.

Mi expresión es nula.

— Me merecía ese golpiza, no fui cuidadoso y por mi culpa Mikhail casi te pierde. Así que no estoy molesto con él...

Entonces recuerdo, Aiden tiene razón, estaba a punto de morir la noche anterior. Si no hubiera sido por Mikhail no estaría aquí ahora mismo.

— No eres el único culpable — admito. Aiden me mira frunciendo el ceño — si yo hubiera permitido que Mikhail contestará tu llamada hubiéramos tomado precauciones, así que no eres el único culpable...

Él muestra una sonrisa ladina y asiente.

— Bien, una rayita menos. — se burla.

Esta vez sonrío junto con él pero es solo cuestión de segundos para que mi rostro muestre seriedad. Aiden nota mi expresión.

— Supongo que ahora están molestos el uno con el otro. Otra vez supongo que es mi culpa.

— Su jodido comportamiento no tiene nada que ver Aiden, el que tú hayas cometido un error no significa que el tenga el derecho de golpearte y menos de gritarme como lo hizo.

Aiden niega.

— Por mi no te preocupes. Así es la cosa entre hombres...

— Que linda forma de lidiar con los problemas. Quisiera intentarlo... — mi voz suena sarcástica.

Me pongo de pie y tomo mi saco para luego dirigirme a la puerta.

— ¿Estarás bien?— le pregunto al moreno.

Él asiente.

— Tú misma lo dijiste. Solo son unos ligeros golpes, voy a estar bien.

Ruedo los ojos y salgo de la habitación para comenzar a caminar por los enormes pasillos, los mismos que caminé hace un año cuando apenas llegue aquí.

No puedo evitar soltar una sonrisa.

Una de las empleadas pasa por mi lado y antes de que se vaya la llamo, esta para de inmediato y me sonríe amablemente.

— ¿Se le ofrece algo señora?

Ok, escuchar eso se siente super raro.

— Em si, ¿El señor Ackermann ya salió de su despacho? — ella niega.

— No señora, no ha salido desde la mañana...

Asiento y sin más ella vuelve a sus qué haceres. Miro mi reloj y esta da las 9:30 PM, es increíble que las horas hayan pasado tan rápido.

Continúo caminado hasta que paro en seco y recuerdo algo. No sé exactamente donde es que dormiré de ahora en adelante. No le doy importancia y camino a esa habitación que conozco perfectamente.

Abro la puerta y todo esta tal y como lo dejé en un principio. Dejo mis cosas en uno de los sillones y me deshago el enorme abrigo que traigo puesto.

Hace un jodido frío en Alemania.

Me quedo únicamente en pantalones y una blusa de franela blanca. Mis maletas han de estar en nuestra habitación pero no quiero ver a Mikhail, no hasta que se disculpe.

Me quito los pendientes y las zapatillas para luego meterme en la cama y tratar de dormir. Sin embargo, en ese preciso momento la puerta se abre. Su delicioso perfume se impregna en la habitación, es él, Mikahil...

Con más razón aún cierro los ojos y finjo estar dormida, en cambio él se mete entre las sabanas. Sus manos toman mi cintura y me atrae por completo a su musculoso cuerpo.

De esa forma me abraza por detrás. Siento su cálida respiración en mi cuello y esa sola acción me prende por completo. Suelto un suspiro cuando sus manos se cuelan por debajo de mi sueter. Su mano fría hace contacto con mi piel caliente, acaricia mi abdomen y eso me deja bastante excitada.

Besa mi cuello con lentitud y cuando llega a mi oido susurra algo que me desarma.

— Mi amor no sabes cuanto lo siento, te amo con todo mi ser...

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