04 | Presos del deseo ✅
Mi cuerpo es una ola de deseo, deseo que no creo que pueda controlar. La sensación que me proporciona es tan placentera que me hace perder el sentido sin ser consiente de ello.
Cada toque es más devastador e intesenso que el anterior. Cada beso es más arrebatador que el anterior, cada choque hace que un suspiro acalorado se escape de mis labios deseosos y gustosos de más.
Mis manos recorren cada parte de su pecho y ruego que sus fuertes brazos no me suelten debido a que siento que mis piernas tiemblan. Acaricio su abdomen finamente marcado, me tomo la libertad de recorrer su dorso musculoso como se de a mi antojo.
Nuestros labios continúan esa danza tan obsesiva y lujuriosa. Sus manos aprietan mis caderas como si no quisiera parar y yo solo ruego porque no lo haga.
Subo lentamente mis manos por su espalda y llego hasta su nuca, es entonces que siento aquella desesperación en mi cuerpo y lo atraigo con mucha más fuerza hacia mis boca. Muerdo y chupo su labio inferior degustando todo de él.
Mikhail gruñe ante mi acto y aquellas manos empiezan a descender por mis caderas hasta llegar a mis muslos, cuando toca el punto retoma camino y llega hasta mi trasero. Aprieta ligeramente mi piel y yo no hago más que separarme ligeramente de él y soltar un gemido de excitación.
Él por el contrario toma mi quijada y vuelve a tomar mis labios con los suyos.
— E-esta vez no...— muerde mi labio — no voy a poder resistirme... — vuelve a apretar mis glúteos.
— No lo hagas... — susurro entre besos.
Es entones que sus manos toman posesión sobre mi cuerpo. De un solo tirón hace que enrede ambas piernas a cada lado de sus caderas y el beso, el jodido beso no termina.
Mis manos se mantienen adheridas a su cuello, en cambio él se da el placer de tomar la parte baja de mi espalda y unirme bruscamente hacia su masculinidad. Tan solo ese acto hace que suelte un gemido.
Él sonríe glorioso ante su logro y seguidamente aquellos labios se dan paso atrevido hacia mi cuello. Besa y chupa mi piel. Besa la hendidura de mi clavícula y una vez más hace esa unión tan brusca entre nuestros cuerpos.
Me arqueo al sentir el bulto entre mis piernas. La sensación es verdaderamente indescriptible.
Lentamente empieza a caminar por la habitación y al llegar a la cama no espera ni un solo segundo más para depositarme sobre las blancas sabanas.
Su cuerpo se cierne sobre el mío y para darle más comodidad abro ambas piernas. Él gustoso se acomoda sobre mi cuerpo.
Tomo ligeramente su rostro y comienzo a besar sus labios como a mi se da el gusto, muerdo y chupo a mi total deseo.
Él sin embargo no para de acariciar mis piernas. Mueve las manos tan cuidadosamente que me da tanta seguridad.
Cuando menos lo espero empieza ese juego tan malvado, se mueve sobre mi una y otra vez haciendo que nuestras partes se sientan aún sobre la ropa.
Empiezo a gemir mientras él continúa subiendo y bajando cada vez más fuerte. Mi mente ya no se siente a corde y tengo el presentimiento de que voy a gritar en cualquier momento.
Con cada frote siento que ya no me es suficiente por lo que empujo a Mikhail y hago que esta vez sea él quien sea sometido.
Me sujeto de su fuerte pecho y continuo moviéndome hacia arriba y había abajo con más fuerza. Hago círculos y me arqueo ante la sensación. Mikhail suelta maldiciones en alemán y eso me excita aún más.
Sus manos toman mis caderas y como si también para él no fuera suficiente me ayuda a moverme con más rapidez.
Ambos gemimos sin poder evitarlo, ahora más que nunca estamos presos de nuestros deseos.
Beso sus labios sin dejar mi acto y es Mikhail quien esta vez muerde los míos. Sonrío ante su acto y cuando menos los espero de un solo movimiento vuelve a quedar suspendido sobre mi.
Acomodo ambas piernas a cada lado de sus caderas y con estas lo impulso a seguir con a aquel movimiento tan excitante.
Se despega lentamente de mi y sonríe juguetón mientras que sus manos levantan levemente mi espalda. Se las ingenia para quitar el nudo de mi bikini, procede con el de mi cuello y suelta un suspiro debastador en el momento que despoja el material de mi piel.
Se queda embobado al ver mis pechos al total descubierto, noto claramente como sus pupilas se han dilatado a un punto extremo, la adrenalina y el deseo aumenta con cada rose, con cada choque de miradas.
Una vez más sus manos se dan paso libre por mi cuerpo. Sus dedos delinean mis curvas y llegan hasta mis caderas, retoma camino y sujeta levemente mi cuello para comenzar a besar la parte tan sensible que poseo.
Sus labios besan tan apasionadamente la hendidura de mi clavícula y desde ahí, comienza a trazar una linea de toques que descienden y pasan por en medio de mis pechos. Con cada toque, aquel rose llega hasta mi abdomen, besa mi piel y sin medir mis actos me arqueo.
Siento la sonrisa en sus labios, continúa besando y yo no hago más que apretar las benditas sabanas ante la placentera sensación.
Una vez más sus manos toman acción, esta vez se posicionan sobre los nudos de la tela que cubre mi zona en particular.
Siento mi pulso acelerarse y por un momento siento que no podre más.
Actúa de una forma lenta y torturosa, baja levemente la única prenda que me queda y presa de la timidez cierro los ojos. No me importa si no es la primera vez, para mi siempre será tan especial si se trata de Mikhail.
Segundos después quedo totalmente desnuda y a su total merced. Mis ojos se mantienen cerrados hasta que siento sus manos tomar mi rostro mientras deposita un beso lento en mis labios.
Abro lentamente los ojos y me encuentro con aquellos azules mirándome atentamente.
— Eres tan perfecta Calipso. Eres única y solo mía... — vuelve a besarme.
Continúo su beso más a fondo, lo beso con desesperación mientras siento como lentamente comienza a moverse sobre mi. Suelto un gemido ahogado entre beso y beso al tener una mejor cercanía con mis prendas ya fueras del juego.
Esta vez soy yo quien tiene la iniciativa. Mis manos bajan hasta los costados de sus shorts y trato de bajarlos pero la desesperación no es de mucha ayuda por lo que Mikhail muerde mis labios y baja las manos hacia su prenda para ayudarme a bajarlos.
Esta cae sin esfuerzo en el piso de madera y es entonces que siento una oleada de excitación rozar cada parte de mi cuerpo.
Con ambas manos tomo el rostro de Mikhail y lo beso cortamente, un beso seguido de otro.
Sus manos toman mis piernas y las abre un poco más para acomodarse más a fondo. Yo sin embargo poso ambas manos en sus brazos.
Mikhail me besa y esta vez sus labios toman una jugada bastante lujuriosa.
Mueve los labios con desesperación y yo lo sigo. Lo beso aún más, él hace que abra más la boca y no pierde tiempo para meter lengua en el dulce movimiento.
Toma fuertemente mis caderas y subiendo un poco más su cuerpo, empieza a entrar en mi de una forma lenta.
Muerdo sus labios con fuerza y suelto un gemido mientras me arqueo al sentirlo por completo.
— No sabes cuanto te deseo... — dice entre gemidos.
Tomo su nuca y lo obligo a besarme.
Sus dedos se aprietan sobre mis caderas y empieza a penetrarme lentamente una y otra ves. Lo hace de una forma tan delicada que me tortura y me hace deseosa de más.
Sus movimientos cambian drásticamente y comienza a moverse con mayor fuerza haciendo presión cada vez que llega a mi punto final.
— Joder, esto...esto es magnífico...
Mis manos descienden lentamente hacia sus caderas y cuando menos lo espera las llevo a sus glúteos y hago que me penetre con fuerza.
Me arqueo ante la fuerza y el placer que me hace sentir. Él gruñe e intensifica sus movimientos mientras que yo no hago más que adherirlo más hacia mi con ambas piernas y sostenerme fuertemente de su musculosa espalda.
Una de sus manos toma mi quijada y me lleva hasta sus labios. No pierdo tiempo y lo beso con excitación recibiendo gustosa cada penetración.
Tomo su rostro y lo beso una vez más en el momento en el que ambos llegamos al punto total de nuestros deseos.
Tanto Mikhail como yo temblamos y respiramos forzosamente. Él reposa su cabeza en mi pecho mientras que yo deslizo mis dedos sobre su suave cabello.
Segundos después él se hace a un lado y me atrae hacia su cuerpo, toma la sabana blanca y nos cubre totalmente.
Quedamos abrazados cariñosamente, sus manos encierran mi cintura y las mías lo hace de igual forma. Beso su pecho levemente y sonrío al notar como cierra los ojos lentamente.
Me levanto cuidadosamente y beso la punta de su nariz mostrando una sonrisa picara.
— Te amo... — susurro bajito y me acomodo en sus brazos nuevamente para sentir aquel calor tan acogedor.
Él besa mi frente y sonríe.
— Yo te amo más — susurra bajito antes de quedarse dormido al igual que yo.
¶••••¶
Mi cabello revolotea con la brisa tropical de la fresca mañana. Abro los ojos al sentir esa sensación.
Miro a mi alrededor y las ventanas se hayan abiertas, las cortinas blancas revolotean en toda la habitación.
Con ambas manos hago a un lado los mechones rebeldes de mi rostro y los coloco detrás mi oreja. Levanto mi cuerpo sobre la cama y tomo la sabana blanca para cubrir mi desnudes.
Miro el otro lado de la cama y frunzo una ceja al notar que Mikhail no esta.
Me pongo de pie con rapidez y tomando con ambas manos la tela blanca salgo en su búsqueda.
Llego hasta la cocina y no esta ahí, voy a la sala y tampoco lo encuentro, siento desesperación y a la vez enojo al no encontrarlo por ningún lado.
Vuelvo a la habitación y me quedo fija en la cama hasta que la puerta del baño se abre y suelto un respingón.
Mikhail me mira burlón mientras se apoya en el marco de la puerta. Mis ojos repasan su anatomía. Su cabello mojado, su piel aún con gotas de agua y la toalla perfectamente envuelta en sus caderas. Simplemente perfecto.
— ¿Buscabas a alguien? — canturrea.
— No, solo fui a tomar aire... — me excuso.
— ¿Así? — frunce una ceja al verme con tan solo la sabana blanca.
Lo miro con picardía y asiento.
— Si, ¿Hay algún problema? — lo reto.
Cambia la expresión a una molesta y se acerca con rapidez hasta mi. Toma mis caderas y me tira a la cama para luego subirse encima de mi y tomar mis manos para luego detenerlas por encima de mi cabeza.
Se da paso entre mis piernas y acerca sus labios a mi oído.
— Si hay un problema, uno muy grande... — me mira molesto — el problema es que eres mía, solo mía, mí esposa y mí reina. No permito que nadie se de el gusto ni la libertad de observar lo que es mío...
Suelto una carcajada.
— ¿Así que soy tuya eh? — pregunto juguetona.
Él asiente aún molesto.
— Completamente... — advierte.
Lo miro frunciendo una ceja y esta vez soy yo quien se acerca a su oído.
— Eso me encanta... — susurro.
Su expresión cambia y muestra una sonrisa triunfadora, besa mis labios castamente y suelta mis manos para luego empezar a acariciar mis mejillas cariñosamente.
— ¿Y qué haremos hoy querido esposo? — pongo voz seductora.
Él muestra una sonrisa ladina y besa mi frente.
— Algo muy especial señora Ackermann... — asegura.
Lo miro dudosa para después asentir sonriente.
— Sorprendeme mi amor...
Mikhail muestra una sonrisa coqueta y vuelve a besar mis labios de la manera más dulce en la que solo él sabe hacerlo...
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