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CAPITULO 6

Alexandra

La semana la paso de forma tranquila, aunque intenté no llamar la atención me fue imposible ya que todos se preguntaban, «¿Quién era la chica que paraba con los gemelos Mónaco?». Digamos que para mi suerte Selim y Osman estudiaban la misma carrera que yo, mientras que Richard se metió al área de tecnología, según él, prefería tratar con temas que el manejaba que nuevamente morir en el intento con cosas que su cerebro no procesaba. Lo que me dejaba sola y en medio de todo una marea de chismes.

Por lo que pude saber, Salek al estudiar medicina está en el otro bloque de la universidad y que la linda Sabrina es su compañera, "vaya sorpresa, ella en la misma carrera que Salek", pero en lo que llevo aquí apenas le ha dirigido la palabra y eso que lo intento varias veces a la hora de comer, diría que me da pena, pero la verdad es que me gusta que la deje colgada, "a ver si así empieza a cuidar la boca".

El viernes, los chicos proponen cenar en su casa, cosa que acepto ya que nunca despreciaría una de las comidas de mama Leila, aunque cuando estamos de camino noto que desvían —¿pensé que íbamos a su casa? —pregunto a Osman y este sonríe ladinamente al verme.

—Primero hay que hacer una parada —frunciendo el ceño noto que llegamos a un parque, uno que al ver un enorme árbol me doy cuenta de donde estamos. Al estar cerca noto a Selim y Salek en el árbol debajo de un enorme cartel, apenas lo leo mi sonrisa crece que cuando se detiene el auto bajo y me acerco a ellos. El cartel de tela lleva escrito en letras mayúsculas, «Bienvenida de nuevo al grupo, mosqueterita», la risa que sale de mi es sincera, al igual que la felicidad que me embarga y más cuando ambos hermanos se apartan mostrando una pequeña mesa donde hay leche y oreos, unos brazos me abrazan por detrás apoyando su mentón en mi cabeza —¿te gusta? —sin responder me separo de Osman y me acerco a la mesa.

Los recuerdos vienen y es como si todo haya sucedido ayer, en vez de hace más de 10 años;

"—Aquí nuestros padres no pueden vernos—dice Selim con una sonrisa y saca de su bolsillo dos paquetes de oreos, Osman por su parte llega corriendo junto a Salek y ambos traen leche. Al estar los tres juntos miramos hacia los lados para ver si no hay ningún adulto que nos vea.

—No hay nadie —asegura Salek y abre el primer paquete dejando que sea la primera en sacar una galleta, los demás hacen lo mismo y juntamos las galletas en el centro —siempre estaremos juntos, no importa que —todos asentimos —somos los 3 mosqueteros...

—Y yo —termino y los tres levantamos las galletas como si fuera una especie de juramento antes de darle el primer mordisco y disfrutar de su sabor".

—No creí que lo recordaran —digo y los veo a los tres —mosqueteros siempre, ¿no? —los tres asienten y como era nuestra costumbre, Salek me ofrece el paquete de oreo para que saque primero, cosa que hago, tomo un vaso y ellos igual. Al poner la primera galleta en el centro ellos me imitan y sinceramente no entiendo como algo que puede parecer sin sentido, para mi está significando mucho.

—Siempre juntos, porque somos...—dice Salek.

—Los tres mosqueteros —continúan en dúo Selim y Osman.

—Y yo —termino y los 4 levantamos las galletas, los cuatros riendo como si fuéramos los mismos niños de antes.

Salek

El día concluyó como teníamos planeado con mis hermanos, sorprendimos a nuestra Alex con nuestro secreto de infantes, ese que después convertimos en nuestro acto de juramento como grupo y que cada que ocurría algo malo lo hacíamos para reafirmar nuestro lazo. Alex y mi madre hablan como si el tiempo jamás hubiera pasado, como si ella no se haya ido por demasiados años y se hubiera criado con nosotros.

Al terminar la cena le mostramos nuestra nueva adquisición y es el cuarto de juegos donde hay una enorme televisión, con dos consolas, un enorme sillón y distintos libros que mi hermano Selim, por irónico que parezca, lee. Verla pasear por nuestro espacio es algo que me gusta, siento como si un hueco poco a poco estuviera siendo llenado, un espacio que se habría mantenido así de no ser por ella, "mi niña".

Ese apodo me nació decirle al verla mucho más pequeña y frágil que yo, mi instinto de protegerla hasta de la misma brisa siempre estuvo y es el que afloró cuando escuche a Sabrina empezar a hablar mal de ella, porque así no haya terminado esa frase, se bien como la iba a completar. Toda esta semana ha intentado disculparse, pero yo la he ignorado, "no es conmigo con quien tiene que disculparse sino con ella". Pero decirle eso es inútil, se bien de su interés por mí y que en parte tengo la culpa de haberlo alimentado ya que me acosté con ella en repetidas ocasiones, pero siempre deje en claro que era solamente físico, sin ataduras ni compromisos, "a la única que deseo unirme es a ella".

He intentado saber un poco más de ella a través de su amigo Richard, se bien que el la conoce hace como 5 años cuando se mudó a Roma, ambos asistieron a la misma universidad y al tener clases en común empezaron a conocerse volviéndose muy buenos amigos, pero en lo poco que he podido conversar con Richard siento su historia un poco falsa, hay cosas que si percibo que son verdad, pero otras no tanto, es raro.

Lo mismo pasa con Alex, ella cuando cuenta como fue vivir en Roma, lo hace muy banalmente, no entra en demasiado detalle, no he querido volver a tratar el tema de porque le incomoda cierto tipos de toques, pero estoy dispuesto a descubrir todo de ella, ya sea por su propia boca o por otras fuentes —Lenard me acaba de enviar una invitación —dice Selim —este fin de semana hay carreras solo de motos —eso llama la atención de Alex y puedo notar como sus ojos se iluminan de emoción. Me acerco por detrás y me apoyo en su hombro.

—¿Deseas participar? —le pregunto.

—Sería interesante, aunque no he practicado mucho —cuando voy a hablar su teléfono suena y veo el nombre de Izaac en la pantalla —disculpen —se aparta y ya puedo sentir los celos recorrerme las venas, "¿Quién mierda es Izaac?" —chicos van a disculpar, pero me tengo que ir —cuando esta por salir la agarro de la muñeca y la atraigo hacia mí, sin que lo espere, le beso la mejilla por un prolongado tiempo.

—Avisa de que llegues —susurro y me alejo viendo como sus mejillas han tomado un pequeño rubor, mis hermanos hacen lo mismo aumentando aún más el rubor que ella queda pasmada por varios segundos viéndonos, al sonreírle ella espabila y sale casi volando. Me acerco hacia la ventana para verla irse, pero ella no gira a mirarnos, sigue caminando deprisa en dirección a su calle, "lo bueno es que no son muchas cuadras las que tiene que caminar".

—Fue un hombre que la llamó —dice Selim.

—Izaac —le sigue Osman, al darme la vuelta veo que mis hermanos de igual forma están tensos.

—Llama a Lenard, hay un encargo que tenemos que hacerle —ambos asienten y es Selim quien marca su número.

—¿Crees que sea alguien especial para ella? —pregunta mi hermano.

—No lo sé, pero espero que no, ya que no me gustaría ponerle en una situación incómoda —sé que lo que vamos a hacer no es lo correcto, que deberíamos esperar a que ella nos cuente todo, pero los celos no son buena compañía y el simple hecho de poder sopesar que ese tal «Izaac» pueda ser alguien en su vida... "lo siento mi niña, pero ya te perdimos una vez, no va haber una segunda".

Alexandra

Llego a mi casa con la cabeza hecha un bombo y el corazón palpitándome a mí, "esos idiotas...a pesar de que les dije...". Al cerrar mi puerta respiro profundo y trato de calmarme, "concéntrate Alex, no es momento para niñerías". Al respirar tres veces, mi pulso se tranquiliza y voy hacia la sala, ahí veo una enorme figura de cabello castaño, vestido como siempre de un traje elegante de tres piezas, sin importarme si le arrugo el traje corro hacia él y este me atrapa cuando salto a sus brazos.

—Es bueno verte bien, маленькая нимфа.

—También es bueno verte completo, demonio —este se ríe y me deja en el suelo.

—Soy muy difícil de matar —blanqueo los ojos y al ver hacia la mesa veo algo que me llama la atención.

—¿Quiénes son? —pregunto al ver un expediente sobre un chico bastante apuesto, con ojos muy azules y el cabello castaño oscuro, facciones bien marcadas, el siguiente pasa lo mismo, solo que el cabello de este es un poco más claro y la tercera es una chica con un rubio cenizo y cara de muñeca, al leer el apellido lo miro y este asiente.

—Son las carpetas que Reina me envió —dice —ellos son sus hermanastros.

—¿Por qué te lo envía?

—Quiere que un haya un control de movimientos fuera de Turquía —me explica —así como quiere que tu lleves un control aquí en Madrid —sigo leyendo el expediente del primero mientras me siento, por lo que puedo leer, el primer hermanastro lleva las riendas de ciertos aspectos del negocio de su padre, que ha fallecido hace como 1 mes, más aún no le han dado las riendas totales. El segundo hermanastro lleva igual otros aspectos por si decirlo más básicos y la última no lleva relacionada en ningún aspecto al negocio de su padre, ni licito ni ilícito.

—No veo porque se moverían fuera de su territorio —le devuelvo la carpeta —que yo sepa la maffiya no ha hecho negocios con externos desde hace varios años, el único producto que llegan a pedir de afuera son armas —levanto un dedo —drogas, negocio de placer y órganos —levanto la otra mano —inversión, entretenimiento y obras de caridad, todas esas áreas las manejan solo ellos, sin afiliados externos.

—No lo hacían, ya que Deniz Baruk fue el que manejó todo de esa forma así tener mayor control y menos interferencia de afuera, pero con el muerto, un intruso ha llegado —lo miro confundida, pero un nombre me salta y ahora entiendo las ordenes de Reina, "lógico dudar sabiendo que ellos están aquí".

—Entiendo aquí, pero, ¿Rusia? —pregunto —dudo que él se arriesgue tanto como para entrar en su territorio.

—Nunca se sabe que historia presentaran y cómo van a querer hilar los hilos.

—Bien, le diré a Richard que abra una red de vigilancia —tomo la carpeta —¿me llevas? —este asiente y despidiéndome de mis padres, salgo con Izaac hacia el departamento de Richard, "espero que todo vaya según tus planes, Reina".

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