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CAPITULO 4

Alexandra

Mis brazos y manos duelen, el top esta empapado de sudor y el agua que llevo en la botella más termina encima de mí que lo que llego a ingerir —tus habilidades han mejorado bastante —dice el entrenador personal que los demonios mandaron desde Rusia para que continue entrenando.

—Y aun así, sé que no es suficiente para llegar a derribarlos —mi entrenador, un hombre de lo más musculoso y con una cabellera demasiado larga rubia que lleva trenzada me da la mano para ponerme de pie.

—No puedes compararte con ellos —dice —llevan entrenando toda una vida, tu apenas vas 5 años —hace un movimiento intentando hacerme una llave, pero yo lo esquivo y le doy una patada a la altura de la cabeza que él logra cubrir con su brazo —bien, nunca bajes la guardia —sonrío y cambio de postura, esta vez sí logrando darle en la nariz y que retroceda varios pasos.

—¿Así o más duro, entrenador? —este se limpia la nariz sonriendo de una forma que sé que lo he encabronado en cierta forma.

—Al parecer no he sido muy exigente, Ninfa —se abalanza de nuevo y nos metemos de lleno en una lucha cuerpo a cuerpo por lo menos de una media hora más, donde termina con ambos fatigados, pero sonrientes.

En estos años le he hallado el gusto a desgastar energía en las luchas, quitando el hecho de que mi cuerpo ha mejorado en apariencia gracias a los infernales ejercicios, me ha ayudado a no volver a desmoronarme y poder manejar mejor mis emociones. Mi teléfono suena que con pereza voy hacia mi bolso y veo que el código es de Rusia —¿ya extrañándome, дедушка?

—Imposible no hacerlo, la casa ha vuelto a ser muy silenciosa sin ti —me rio cayendo sentada en una de las butacas del gimnasio —¿entrenando?

—Acabo de terminar la tortura diaria —ahora él se ríe —¿ha pasado algo? —su risa se corta y son varios segundos que la línea ha quedado en silencio —¿дедушка?

—Él está en España —el estómago se me hace un nudo y mi garganta se seca —según el espía que hay dentro, aterrizó hoy.

—¿Sabe que yo estoy aquí?

—Aun no, pero es cuestión de tiempo —tomo una respiración profunda, "sabía que esto es inevitable, pero la sensación de molestia no desaparece".

Volví a Madrid con la intención de atraer la atención de Danilo y David. Por los contactos de los demonios y de Reina, supe que David está aquí encargado de una empresa de fármacos, bajo un nombre falso junto con la fachada de ver por el ciudadano, ha llegado a meter en el mercado supuestos fármacos milagrosos que curan en menos tiempo que los que ya se comercializa, cuando en realidad usa a los que lo toman como conejillos de indias y de paso, introduce nueva droga en el mercado negro de aquí a modo de crecer y volverse un competidor de Alemania.

—Mantendré la guardia alta y le pediré a Richard que vigile las cámaras de la ciudad para que sepamos por donde se mueve.

—Ten cuidado, no lo enfrentes, deja que ellos mismos lleguen hasta ti.

—Si, lo sé.

—Alexandra —me llama —¿aun tienes sentimientos por Mase Pierelli? —su pregunta me toma desprevenida, pero es algo que sé que él y los demonios se cuestionan bastante, "¿aún hay algo?". Los recuerdos de mi supuesta relación vuelven y si bien para mí son recuerdos dulces, mis días llorando cuando supe la verdad, el día que lo vi en ese altar al lado de otra mujer diciendo que sí, son recuerdos que terminan convirtiendo a los otros en cenizas y mucho más con lo que he visto que ha hecho todos estos años.

—Lo amé, no es algo que tenga que negar —digo —pero ahora solo siento una profunda decepción —siento mi pecho contraerse — una que solo se ha acentuado con los años al ver sus verdaderos colores.

—Realmente me hubiera gustado ahorrarte esa decepción —sonrío ladinamente.

—No puedes evitarme todos los golpes, дедушка —digo —también son necesarios para crecer.

—Cuídate siempre y recuerda que no estás sola.

—No lo olvido, tú también cuídate y cuida de esas dos bestias, las de cuatro y dos patas —mi abuelo se ríe y cuelgo la llamada. Me apoyo en mis rodillas quedándome reflexionando sobre mis sentimientos por Mase.

"Es cuestión de tiempo para que nos encontremos de nuevo", al cerrar mis ojos puedo sentir como fue tenerlo para mí, ver su parte oscura y el cómo en ese momento estaba dispuesta a todo con tal de estar a su lado. Al abrir mis ojos las imágenes del último rescate que hice con Reina llenan mi cabeza, el cómo esas mujeres estaban golpeadas, apenas vestidas, algunas ya ni se movían porque estaban en un estado de shock muy profundo, otras estaban con infecciones por las heridas mal curadas.

Todas y cada una lista para ser llevadas hasta Bangkok para ser vendidas o tratadas como mulas, "no, todo sentimiento bueno murió". Me pongo de pie repuesta y con la mente más clara, "tengo que eliminarlos de una buena vez para al fin poder vivir en paz".

Una vez duchada y con otra ropa, me dirijo directamente a la casa de los chicos, donde apenas me estaciono, mamá Leila abre la puerta recibiéndome. La mamá de los chicos es de mi estatura, con el cabello castaño y ojos celeste, su piel esta algo bronceada por el sol y como recordaba sigue llevando vestidos florales delicados con zapatos bajos. Al entrar escucho la voz de mi mamá contando alguna anécdota de nuestros viajes —mi marido manda saludos desde Barcelona, esta mañana ha tenido que salir de viaje así que si o si cuando regrese deben venir a almorzar.

—No te preocupes, hay demasiado tiempo para vernos —mamá Leila toma mi rostro con ambas manos.

—Realmente me alegra que hayas vuelto —su mirada se vuelve un poco triste —a los chicos les costó recuperarse de tu partida —me sorprendo por lo que dice —si bien siguieron teniendo una buena relación, ya no estaban igual de juntos que cuando estaban los 4.

—No me dijeron nada ayer cuando nos vimos —mamá Leila bufa.

—Esos tres son tercos a la hora de hablar de lo que les hace daño —besa mi frente — sé que pasando el tiempo ellos se abrirán contigo como cuando eran unos niños —sonrío y ambas caminamos hasta el jardín donde la larga mesa ya está puesta con platos de ensalada y carne en medio —ha llegado quien faltaba en esta mesa —hay un rostro que me llama la atención y que me cuesta reconocer hasta que un nombre me salta a la mente y detengo mi avanzar.

Veo que ella igual se sorprende por mi presencia —¿Alexandra? —sonrío al ver como sus ojos me escanean de pies a cabeza.

—Hola, Sabrina —mamá Leila habla, mas no presto atención cuando tomo asiento al lado de mi madre e ignoro a la chica que hizo mi vida a cuadros cuando era niña.

Selim

Noto como Sabrina mira en cada rato a Alexandra como si no pudiera creer que sea ella realmente, "mi mosqueterita no se da cuenta realmente como ella llega a impactar a quien la vea". Lleva una estatura media, es delgada, pero tonificada, su cabello negro le llega un poco más debajo de la cintura donde las puntas se ondulan, sin mencionar que su piel blanca resalta mucho más ese color que carga en los ojos que en estos años solo se han vuelto más hermosos, aunque si percibo una pérdida de brillo.

Otra cosa que llama la atención es el tatuaje que lleva en el brazo, la mariposa y luna menguante roja es un diseño que si bien parece simple lleva detalles que lo hacen ver hermoso, dándole ese toque de rebeldía que hace imposible quitarle la mirada, "toda una hermosa rareza".

Recuerdo que cuando nos la presentaron me importaba bien poco, para ese momento muchos niños nos hacían asco debido a la heterocromía completa que tenemos mi gemelo y yo, pero cuando ella nos miró con esos enormes ojos violetas, sentí un calor recorrerme el pecho y la sonrisa grande que se me formó en los labios era tan genuina como si acabara de encontrar un tesoro, "si, tenía que tenerla conmigo, la quería conmigo".

Al volverla a ver ese calor revivió, pero con mucha más intensidad, avivado por un deseo incontrolable de agarrarla para si no volverla a perder. Veo como ella se ofrece para llevar los platos y Sabrina le ayuda donde ambas desaparecen en el interior de la casa —dale espacio Selim —susurra mi hermano que al volver a verlo le sonrío ladinamente.

—No me acercaré, pero eso no me impide verla desde la distancia —me levanto con la excusa de ir al baño. Cuando me encamino hacia la cocina oigo la voz de Sabrina.

—Salek y yo estamos saliendo —eso me hace detenerme y quedarme oculto para escuchar la conversación —lo aclaro desde ahora para que no haya malentendidos entre ambas, no quisiera volver a tener que ser la mala aquí —mi rabia se aviva que cuando estoy a punto de meterme la risa de Alexandra se hace presente dejándome confundido, despacio asomo un poco la cabeza viendo el ceño fruncido de Sabrina —no veo que es lo gracioso —Alexandra se tapa la boca y poco a poco la risa va muriendo.

—Lo gracioso, Sabrina, es que creas que lo que acabas de decir es una amenaza —Alexandra de forma rápida acciona tomándola de la mandíbula y la hace retroceder hasta que la clava en el mesón —si tú y Salek salen o no a mí me importa un pepino, pero ni creas que si me jodes no te devolveré el golpe y te aseguro que la única que saldrá esta vez llorando serás tú —la suelta dándole un empujon y Sabrina con un enojo de lo más fingido sale despavorida de la cocina, "¿Qué tanto has cambiado mosqueterita?".

La noto apoyada en el mesón dándome la espalda y yo camino silenciosamente hasta quedar muy cerca de ella —¿ahora debemos proteger a los demás de ti, mosqueterita? —ella medio se ríe y se da la vuelta.

—¿Ahora escuchas conversaciones ajenas, mosqueterito? —sonrío bajando mi rostro a la misma altura.

—Solo si esa conversación te incluye y muestras ese nuevo lado salvaje tuyo —se ríe y me aleja apoyando sus manos en mi pecho. Yo las tomo y beso cada una —es mentira —ella frunce el ceño —que mi hermano y Sabrina están saliendo, es mentira —ella suelta un suspiro.

—Selim, no tienes que aclararme nada.

—Pero quiero hacerlo —noto como hay algo que la incomodá —¿te molesta que te toquemos?, ¿tanto te disgusta nuestra presencia?

—No es eso —intenta alejar sus manos, pero yo se lo impido —Selim.

—Dime entonces, ¿Qué es?, ¿Por qué quieres mantener una distancia entre nosotros? —ella apoya la frente sobre sus manos.

—Es complicado —dice muy bajo que cuando me vuelve a ver esta más tranquila —no me molesta su cercanía ni que me toquen, solo no coqueteen conmigo —esa última parte me molesta —no quiero que nada arruine nuestra amistad Selim, por favor —esta vez yo suspiro y la suelto atrayéndola hacia mí a un abrazo que ella corresponde.

—Tu ganas por ahora —digo —controlaré mi lado galán —bromeo y ella se ríe dándome un pequeño golpe en la cadera. Acaricio su mejilla y las ganas de besarla son tantas que agradezco que mi madre aparezca llamándonos para el postre.

"No voy a rendirme", Alexandra será convertirá en nuestra novia, la vida nos la devolvió y es justo que aprovechemos esta oportunidad así ella ahora se resista.

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