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CAPITULO 3

Alexandra

La cama está demasiado bien, cuando siento el calor de la luz llegar a mi rostro intento ocultarme —vamos dormilona, tienes que levantarte —gruño y pongo la almohada sobre mi cabeza cuando siento que me despojan de mis sabanas —arriba Alexandra, ahora —me quejo hasta que estoy sentada.

—¿Por qué la necesidad de que este activa tan temprano?

—Son las 10 de la mañana, tan temprano no es —se burla mi madre.

—Para mí todavía es de madrugada —ella se ríe y toma de mis brazos levantándome.

—Vamos, tienes que ducharte e ir a tu practica —dice —Izaac llamó hace unos minutos, dijo que si te saltabas una de ellas los ejercicios se duplicarían —eso espabila todo sueño presente y me meto como alma que lleva el diablo hacia el baño mientras escucho como mi madre continúa riéndose.

Una vez bañada y cambiada con mi ropa de deporte bajo hacia la cocina, mi padre esta con su Tablet mientras toma su café sentado en la isla —al parecer no soy la única que despertó tarde —me siento a su lado y sin despegar la vista de la pantalla me sirve una taza de café —gracias.

—Llegaste tarde anoche —murmura mientras como mi tostada —¿salió bien la carrera? —asiento tomando un poco de café.

—Bien como se tenía previsto —mi padre asiente y alza su taza.

—¿Y la salida con los hermanos Mónaco también estuvo bien? —cuando menciona a los chicos me atoro que mi madre entra a la cocina preocupada y me da pequeñas palmadas en la espalda.

—¿Me estuviste vigilando? —pregunto un poco afónica.

—No es vigilancia, es protegerte.

—Marco...

—Se cuidarme papá —este me mira y se saca sus lentes de lectura.

—Así seas una anciana, te seguiré protegiendo —blanqueo los ojos y dejo el tema, discutir con el sobre eso es como hablarle a una pared —¿y bien, que tal la salida?

—Todo normal —respondo y el timbre suena —¿esperas a alguien?

—No es a mí a quien vienen a buscar —el apaga su Tablet y me hace una señal para que me dirija a la puerta junto a mi madre. Dudosa lo hago, que cuando llego a la entrada me pasmo al ver a los tres hermanos saludando muy alegremente a mi mamá.

—Hija, mira quienes vinieron —la sonrisa de mi madre no puede ser más grande y más cuando una cuarta persona aparece y el grito no se hace esperar —¡Leila! —mi madre y la madre de los chicos se abrazan con efusividad, "no soy la única que dejó amistades cuando nos fuimos".

La señora Leila me reconoce y sin más viene a abrazarme con entusiasmo, cosa que yo devuelvo con gusto —dios, mira que grande y hermosa estas —"no ha cambiado", la señora Leila o como a ella le gustaba que la llamará «mamá Leila», siempre me trataba con inmenso cariño cuando me quedaba en su casa, por lo que recuerdo llegó a tener tres hijos ya que buscaba una niña, más la vida la llenó de hombres y no tenía mucho con quien compartir demasiado, así que cuando fui cercana a sus hijos ella me trató como una más, le gustaba peinarme y llevarme a comprar vestidos o conjuntos que a lo que ella decía me quedaban perfectos —cuando los chicos me dijeron que habían vuelto, no esperé y vine de visita —miro sobre su hombro y entrecierro mis ojos mirándolos cosa que ellos solo se encogen de hombros sonriendo "tramposos".

Después de que me buscaran sin descanso decidieron irse del club, Richard se acopló a ellos a modo de que no me descubrieran y él fue quien me avisó que ya no estaba afuera cuando al fin decidí salir y venirme para mi casa, claro que primero tuve que pasarme a dejar el auto de Salek en su entrada. Me separo de mamá Leila y me acerco a los responsables de esta visita inesperada —¿usando de excusa a su madre, enserio?

—No sabíamos de ti y como no teníamos tu número —dice Selim y yo solo niego cuando Salek se me acerca y toma mi mano.

—¿Sigues enojada? —la cara de cachorro golpeado me da risa y yo solo lo despeino.

—No estoy enojada, solo que no se pongan cachondos y usen sus técnicas de conquista conmigo —los tres se ríen y Salek me envuelve en un abrazo.

—Es imposible no hacerlo viendo como de hermosa te has puesto con los años —muerde el lóbulo de mi oreja y siento un escalofrió en todo mi cuerpo que tengo que tragar duro y golpearlo en el estómago para que me suelte —sí que eres bruta —se queja.

—Por hacerte el gracioso —le saco la lengua haciéndolo sonreír.

—Llegaras tarde Alex —dice mi padre y veo mi reloj de la muñeca, "mierda".

—Lo siento, pero me tengo que ir —mamá Leila se queja y no me suelta hasta que me hace prometer pasar la tarde con ellos. Me despido con un beso de los chicos, pero ellos me acompañan hasta afuera —no recuerdo que fueran tan intensos.

—Eso es porque ahora ya no estas pegada a nosotros —dice Selim cruzándose de brazos en un tono acusatorio.

—Bueno no pueden esperar que después de varios años siga queriendo estar pegada a ustedes —al abrir la puerta de mi auto Osman la agarra acercando su rostro al mío.

—Pero ahora nosotros queremos estar pegados a ti, mosqueterita —"mierda", su forma de mirarme me pone nerviosa, me hace recuerdo a cuando...pestañeo varias veces y lo alejo poniendo mi mano en su pecho.

—Lo digo en serio, dejen de tener esos acercamientos, no me gustan —veo como mis palabras los afectan —que quede claro, los 4 somos amigos y así es como tiene que quedar —sin más me meto en mi auto y arranco antes de que mi cabeza y mi pecho sigan volviéndose un lio por culpa de estos tres hermanos.

Salek

Veo como el auto de Alex se aleja y la tensión en mi cuerpo es bastante que debo abrir y cerrar los puños, "la presionamos mucho, mierda". Respiro profundo tratando de calmarme, mis hermanos me miran y con un movimiento de cabeza le hago una señal para que me sigan. Los tres nos alejamos de la casa de Alex hasta que llegamos a un parque, aquí era donde veníamos a jugar casi todas las tardes, como el barrio es bastante tranquilo y seguro, nuestros padres nos dejaban venir solos siempre y cuando termináramos de hacer todas nuestras tareas.

—Díganme por favor que no soy el único que no la ve solo como amigo —dice Selim deteniéndose frente al enorme árbol que hay.

—No hermano, ninguno la ve solo como amiga —respondo.

—Ella no es indiferente, lo sé —dice Osman mirándome —pero siento que algo la detiene —suspiro pasándome una mano por el rostro.

—Por el momento, vayamos despacio, agobiarla solo nos jugaría en contra —ambos asienten —hay que volver a conocerla, saber cómo tratarla, como llegar a ella y hacer que vuelva a confiar tranquilamente en nosotros.

—Mierda, odie que ella haya rechazado a Osman —dice Selim —el simple hecho me hizo recordar a como fue cuando ella se fue —asiento entendiéndolo.

El día que Alexandra se mudó fue un golpe duro para nosotros, los 4 teníamos una relación muy unida que el simple hecho de saber que no la volveríamos a ver ardió como una mierda. Por semanas estuvimos cabizbajos, sus padres no volvieron a tener contacto con los nuestros por consecuencia nunca más volvimos a saber de ella.

—Recién ha vuelto Selim, como te dije hay que ir despacio, volver a conocerla —mi hermano respira profundo y asiente. Me acerco hacia él y tomo su cuello apoyando nuestras frentes —los tres las queremos, es solo un pequeño bache, pero sabremos conquistarla y tenerla con nosotros —los ojos desiguales de mi hermano se encienden y sonríe como siempre.

Alexandra Kiereva es la mujer que desde niños sabíamos que queríamos con nosotros, si bien de infantes no entendíamos bien ese sentimiento, ahora sí y los tres no desperdiciaremos la nueva oportunidad que tenemos para al fin llegar a tenerla por completo.

Desconocido

El avión aterriza justo cuando me subo la cremallera del pantalón, la azafata se coloca de pie temblorosa y con los labios hinchados, "no, no es ella, no me calma nada". Abro la cabina de la cocina y salgo hacia el exterior, el sol me da de lleno que me coloco las gafas y bajo hasta donde están mis hombres esperando. Sin decir nada sé que mi mano derecha me está siguiendo, entro en la parte trasera de la camioneta y el en el copiloto —estos son las estadísticas de la empresa que hay que arreglar —me pasa la Tablet y veo que en los últimos meses las pérdidas son bastantes.

—¿Han encontrado la razón? —paso al siguiente gráfico.

—Una constructora ha ganado más las ventas de los terrenos que hemos fichado —me explica —debido a eso, nuestro dinero ha tenido que ser enviado a otros comercios para que puedan blanquearlo.

—¿Qué pasa con los puertos?

—La mayoría están controlados por un mismo dueño, pero no he logrado saber quién es exactamente —el banco como algunos hospitales si bien sirven para el blanqueamiento de dinero, si se mete demasiado recurso se levanta sospecha, además que es imposible justificar tanto gasto sin tener forma de comprobarlo.

Hace 5 años los españoles decidieron ayudarnos cuando mi padre le dio la historia de que Rossi planeo la emboscada para debilitarlos, que si no fuera por los hombres de la Triada, ahora no solo nosotros sino también ellos estarían muertos, el capo de los españoles creyó todo y lleno de rabia por la muerte de su consigliere aceptó ayudarnos, claro que con la condición de que nosotros estaríamos bajo sus órdenes, no como socios, sino como empleados externos, "menuda mierda". Sin otra opción tuvimos que aceptar.

Ahora estos idiotas tienen un competidor que le está sacando bastante terreno y llamaron a mi tío para que lo resuelva, "juro que cada día mi paciencia se agota más rápido". Sumándole que en medio de toda la mierda, no he sabido nada de ella, ni rastro, imagen, algún registro, nada, ni siquiera los rusos han hecho movimientos como para darme una excelente excusa e ir por sus putos cuellos, "ellos me la quitaron, la pusieron en mi contra y me la quitaron". De solo recordarlo la sangre me hierve —hemos llegado, Mase —abro la puerta y sin más entro en el hotel.

Al registrarme voy hacia el ascensor y solo Dan, mi mano derecha y mejor amigo entra conmigo —¿tu tío ha llegado a tener alguna pista? —niego.

—¿Y Richard?, ¿sabes de él? —la expresión de Dan se ensombrece y niega.

Las puertas se abren y el pent-house me recibe listo para que lo use. Me quito las gafas y voy hacia los enormes ventanales que me muestran todo Madrid desde las alturas —inicia intentando entrar en los sistemas de esa constructora, saca toda la información posible de quien la maneja o a quien manda como representante —Dan asiente y va hacia el pasillo donde se encuentra la oficina.

"5 años, 5 malditos años sin tener a mi mujer". La cara sonriente de Alexandra me viene a la cabeza y de cierta forma eso calma a mis demonios, pero en seguida todo cambia y recuerdo esa última vez que la tuve en mis brazos, esa en la que me disparó a traición y drogó para alejarse de mi sin ni siquiera llegar a escucharme, voy hacia el pequeño bar que hay en la sala sirviéndome el primer licor que encuentro, siento como el ardor baja por mi garganta, pero ni así puedo bajar la rabia que tengo dentro, "la voy a encontrar, no importa cuando tarde, voy a encontrar a mi mujer y esta vez no dejaré que nadie me la vuelva a quitar".

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