CAPITULO 2
Salek
"No puedo creer que ella este aquí". Alexandra Kiereva, la pequeña niña que se convirtió en alguien muy especial para nosotros y de la cual perdimos contacto hace muchos años ahora está aquí, convertida en toda una mujer hermosa y atractiva, curvas que solo incitan a pecar y ojos raros que solo llegan a elevar aún más su ya innegable belleza —¿Qué pasa? No me digan que se les comió la lengua los ratones —se burla y Selim se le acerca rodeando su cuello con el brazo.
—¿Desde cuándo estas en la ciudad? —pregunta este.
—Llegue hace dos semanas —dice sonriente.
—¿Estas de paso? —pregunta Osman algo desconfiado a lo que Alexandra niega haciendo crecer más su sonrisa.
—Me quedo a largo plazo —su declaración me infla el pecho de emoción —decidí terminar mis estudios aquí.
—Ósea que... ¿nuestro grupo está de vuelta? —pregunta Selim moviendo las cejas y Alexandra solo se ríe y asiente, "ella se queda, estará de nuevo a nuestro lado".
—¡Ninfa! —grita alguien llamando nuestra atención y un chico delgado de cabellera rubia aparece. Alexandra se separa de Selim y se acerca hacia este quien la abraza y habla lo que identifico como italiano muy rápido y emocionado, cuando veo que le da un sonoro beso en la mejilla un ardor aparece en la boca de mi estomago que mi cuerpo se mueve por inercia.
Jalo a Alexandra por el brazo de una forma no tan brusca y me pongo en medio de ambos —¿Quién mierda eres? —gruño y el rubio se queda pasmado con actitud nerviosa.
—Calma neandertal, que es un amigo mío —interviene Alexandra colocándose a mi lado —Salek te presento a mi amigo de Italia, Richard Santini —siento a mis hermano acercarse mientras yo envuelvo la cintura de Alexandra con mi brazo, escucho que ella suelta un suspiro —Richard, ellos son los hermanos Mónaco; Salek —me apunta —Selim y Osman —apunta a mis lados.
—Gusto en conocer a los amigos de Alex —habla este en español con un acento italiano muy presente, cuando me extiende la mano yo tardo segundos en agarrarla, al hacerlo doy un fuerte apretón que estoy seguro el nota.
—¿Son muy amigos? —pregunto y esta vez la miro y Alex solo frunce los labios como si mi reacción le pareciera graciosa, le pellizco su cintura y ella da un grito y me golpea el pecho —respóndeme.
—Si somos muy amigos, al punto que compartimos gustos —mira hacia el rubio —¿no es cierto Richard?, estoy segura que algunos de los tres llenan varias casillas de tus gustos —eso me toma por sorpresa y más cuando el asiente sin ningún tipo de vergüenza, "espera, ¿es gay?". Mi cara debe leerse muy fácilmente que Alex se termina riendo separándose y se coloca en mi delante —al parecer lo protector no se te ha quitado, eh.
—Contigo siempre seremos protectores, mosqueterita —dice Selim y ella solo niega aun sonriendo.
—Bueno que tal si a modo de celebración de haberte ganado en tu reino y de mi regreso vamos a un bar —todos aceptamos, pero cuando estoy de ida a mi auto, Alex toma de mi brazo y me extiende la mano.
—¿Qué?
—Yo gane, tengo tus llaves —miro hacia mi Camaro y luego a ella.
—Debes ganarme tres veces para recién obtener mi auto.
—Lo sé, pero he ganado una carrera, lo que significa que por esta noche, ese bebé lo conduzco yo —menea su mano —llaves, rey —entrecierro mis ojos y le coloco mis llaves en su mano, a lo que aprovecho para agarrarle la muñeca y acercar nuestros rostros.
—Disfruta de tu carroza, mi niña, que para mañana vuelve a ser mía —beso su frente y me voy hacia el asiento del copiloto con una sonrisa sabiendo que esa acción no va a caer en saco roto.
Alexandra
"Cálmate y respira, es tu amigo y nada más". Respiro tres veces de forma profunda, miro hacia Richard quien me mira fijamente y a modo de tranquilizarlo sonrío y me doy media vuelta para subirme al auto que por esta noche es todo mío. Apenas entro el perfume de Salek me envuelve junto con el cuero del auto —dime por favor que no acabas de comprarlo —lo miro y este se ríe negando.
—Lo he mandado a lavar —dice —¿o qué?, ¿esperabas encontrar un auto oloroso y desordenado? —me encojo de hombros encendiendo el auto, "dios ruge como todo un juguete nuevo". Acaricio el volante y veo todo el tablero, por dentro es totalmente negro, limpio y brillante —déjame que te acomode el asiento —Salek se tiene que ponerse casi encima mío para mover el asiento y mi nariz capta de nuevo ese olor característico de él, no su perfume sino su misma esencia que me hace volver a cuando era una niña.
—"Vamos mi niña, no les haga caso —puedo escuchar a Salek fuera de mi armario.
—Pero tienen razón, soy un bicho raro —mi sollozo es bastante sonoro y las puertas se abren de golpe viendo a los gemelos con unos palos en sus manos para forzar las puertas de mi armario.
—No eres un bicho raro, eres especial igual que nosotros —dice Selim y me tiende su mano.
—No escuches a nadie más que no sea a nosotros, mosqueterita —Osman me tiende la suya, los miro aun con las lágrimas pegadas a las pestañas, Salek se arrodilla en mi delante secándome los ojos.
—Para nosotros eres la más hermosa, mi niña —aun con las lágrimas cayendo tomo la manos de los gemelos y ellos me levantan mientras que Salek seca mis ojos. Apoyo mi frente en su pecho aspirando su olor a modo de tranquilizarme, es suave, como una brisa fresca de la playa"
—Listo, ahora si podrás llegar a los pedales —su voz me regresa al presente y respiro profundo tomando el cinturón —¿estas bien?
—Si —respondo y lo miro —solo recordando cuando era débil y me tenían que defender —arranco saliendo hacia la carretera.
—Nunca te consideramos débil —bufo —es verdad.
—Salek —lo interrumpo —no lo intentes camuflar, era débil —acelero quedando detrás de Richard —los gemelos eran más fuertes que yo y eso que de igual forma llevan una rareza en los ojos.
—Los gemelos se tenían ambos para cuidarse, tu estabas sola —que lo mencione de cierta forma me altera que evito mirarlo —para nosotros no eras débil sino frágil.
—¿Y la diferencia?
—Que una persona débil no es capaz de hacerle frente a sus miedos y temores, en cambio una persona frágil los enfrenta aun sabiendo que puede salir lastimada —toma mi mano haciendo que lo mire —así eras ante nuestros ojos, mi niña —sonrío ladinamente al escuchar el mote que siempre me decía.
Salek es el mayor de ellos, nos lleva dos años a los gemelos y a mí, a pesar de eso siempre estaba conmigo y con sus hermanos. La única vez que estábamos separados era cuando estábamos en clases, después lo hacíamos casi todos juntos, nuestras madres se hicieron muy buenas amigas lo que ayudó para que nuestra amistad se hiciera muy fuerte.
Recuerdo que cuando los conocí era una niña demasiado tímida, apenas logré verlos a los ojos cuando nos presentaron, pero que cuando los vi, me quede pasmada o más bien deslumbrada por el color de sus ojos, Salek lleva uno ojos del color al aguamarina, que en la luz son bastantes claros mientras que los gemelos llevan dos colores, sino mal recuerdo tienen heterocromía completa, ambos ojos son de colores diferentes, Selim lleva el ojo derecho celeste y el otro negro mientras que Osman al revés, pero aun con esa notable diferencia de niños siempre los confundían.
—¿Fue tu amigo el que te enseñó a conducir? —pregunta y yo niego.
—Fueron dos personas las que me enseñaron; el primero me enseño lo básico y el segundo me enseñó a cómo salir victoriosa de una carrera.
—¿Salir victoriosa? —pregunta Salek y yo asiento.
—Si bien uno puede saber cómo encender y que pedales pisar, para ganar debes tener un control absoluto de tu auto para siempre ganar en una carrera o al menos salir vivo de ella —noto como la cara de Salek se descompone al oír la última parte.
—¿Tan peligrosas son las carreras en Italia? —asiento y acelero pasando por el lado a Richard quien hace que sus luces parpadeen cosa que me hace sonreír.
—En Italia no había carreras por diversión como veo que hay aquí, allá corres por un objetivo claro; ganar y llevarte el premio de la noche.
—Dinero.
—Entre otras cosas —giro llegando a una avenida principal —muchos llegaban a conseguir contactos para trabajos no tan legales ahí, digamos que la carrera era como tu carta de presentación.
—¿Y cómo es que llegaste a un ambiente así de peligroso? —la luz verde me hace avanzar y noto más adelante que hay otro, así que acelero para pasarlo antes de que llegue a cambiar, con agilidad me meto entre autos llegando a rebasar a los gemelos y bajar la velocidad al estar a la cabeza.
—Digamos que mi curiosidad fue la que me llevó a ese ambiente —lo miro y noto que esta serio —calma, nunca me adentré demasiado como para ponerme en peligro mortal, con Richard solo íbamos algunas noches para soltar estrés de los exámenes —Salek se queda en silencio y planta su mirada al frente.
De cierta forma agradezco el silencio, el simple hecho de hablar de mis meses en Italia hace que todo mi estomago se agrie y sienta las ganas de arrancarme la piel con las uñas, "no volveré a ser tan ingenua, no sabiendo todo lo que puede llegar a ocasionar".
Llegamos hasta un bar muy conocido en Madrid que al bajar del auto veo que hay una cola bastante larga —al parecer tardaremos en entrar —digo cerrando la puerta. Salek rodea el auto y toma mi mano llevándome con él. Al llegar hasta el guardia ambos se saludan amistosamente y entramos sin necesidad de nada más, miro hacia la entrada y de vuelta hacia Salek.
—¿Lo conoces? —este me sonríe ladinamente y lleva mis nudillos hacia sus labios.
—Estas en mi ciudad, mi niña, no olvides que estas ahora al lado de un rey —no evito reírme cuando la música nos envuelve junto con el calor. Aprieto fuerte la mano de Salek a modo de no separarme y terminar en medio de un mar de cuerpos, el me guía hasta llegar a la barra donde siento un golpe de aire fresco —¿Qué deseas tomar?
—Vodka, por favor —este asiente y hace el pedido. La chica de la barra le sonríe muy coquetamente que hasta un ciego podría notar sus intenciones, pero Salek no muestra interés alguno. Al dejar las bebidas en la barra veo como de forma intencional roza su mano, miro hacia Salek queriendo ver su reacción, mas este solo le ofrece una sonrisa cortes y se gira hacia mí con mi vaso de vodka.
Puedo sentir la mirada de la chica por segundos hasta que se retira a atender a los demás —¿Por qué no le hiciste caso? —Salek frunce el ceño —a la de la barra, te tiro los perros muy claramente.
—Esta noche no estoy interesado, solo quiero disfrutar de tu llegada y que de nuevo estas en la ciudad —choca su botella de cerveza con mi vaso sonriendo y solo niego tomando un sorbo. A los minutos los gemelos y Richard llegan uniéndosenos, en donde los 5 nos enfrascamos en una conversación trivial sobre la universidad, anécdotas de las carreras de los chicos o de nuestra infancia que Richard como todo chismoso que es, pregunta y escucha con interés.
En un momento dado la música que suena llama la atención a Richard y me saca a bailar, siguiéndole en la locura me desconecto y disfruto como cualquier chica de 24 años haría —tus amigos son todos unos adonis.
—Ya sabía yo que le ibas a echar un ojo.
—Y como no, si los tres están para babear, lástima que sean hetero —hace un mojin y yo le aprieto la mejillas a modo de molestarlo —pero tu si tienes oportunidad.
—No sigas por ese camino —le doy un piquete en la frente —sabes bien que lo último que quiero es cometer ese error de nuevo.
—Alex —me detiene agarrándome de los hombros —no todos los hombres van a hacerte daño, no todos son...
—Richard —lo corto antes de que llegue a nombrarlo —no confundas, sabes bien que yo no soy alguien común y lo que menos haría seria arrastrarlos a mi mundo, no sabiendo lo que significa —las facciones de Richard decaen y me rodea el cuello apegándome hacia él.
—Solo deseo volver a ver esa llama en tus ojos —suelto un suspiro y rodeo su cintura, "está pidiendo lo imposible"
Hace 5 años podría dar pie a la idea de Richard, dejarme llevar por los sentimientos y así dar paso a una relación, pero ahora eso para mí es imposible, no cuando tengo demasiado en mis hombros y sangre que derramar. Alguien toma de mi cintura alejándome de Richard y al darme la vuelta para ver quién es el idiota me encuentro con ojos diferentes viéndome a través de unas gafas oscuras.
—Nosotros también queremos un baile contigo —sonríe ladinamente y entrecierro los ojos cuando otro par de manos tocan mi piel que al ver por sobre mi hombro me encuentro a Selim sonriendo traviesamente.
—Nuestro tiempo es limitado, mosqueterita —susurra en mi hombro erizándome la piel —nuestro hermano también desea su tiempo contigo —el ritmo de la música cambia a una más lenta, pero sensual, una que les permite a ellos empezar su juego, uno en donde no dejan espacio entre nosotros, pero sus manos tocan cada parte que pueden. Osman y yo no nos dejamos de ver a los ojos, mientras Selim roza sus labios con el arco de mi oreja haciéndome saber que él también está aquí.
Sin pensar mucho rozo mis nudillos en la mejilla de Osman y este cierra los ojos como si mi toque fuera lo más placentero, mi otra mano busca la mano de su gemelo y la llevo hasta mi pecho donde hago que se acerque mucho más a mi espalda —los dos sabrán como hacer caer a muchas a sus pies —Osman abre sus ojos, miro sobre mi hombro sabiendo que Selim también ha escuchado, al ver hacia un lado puedo ver bien a Salek con su botella de cerveza viéndonos —lástima que conmigo no funcione nada de eso — me alejo de ambos dejándolos tiesos —aquí termina la noche, reyes —con una sonrisa ladina me escabullo entre la gente. No llego a salir, sino más bien que los despisto hasta llegar a la parte de arriba, donde noto como los tres empiezan a buscarme, "no soy la misma Alexandra que conocían mosqueteros".
Mi teléfono vibra y el mero nombre me hace contestar al segundo timbre —¿Qué tal todo en Estambul, Reina?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro