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Capítulo 19. ¿Estás Loco?

JiMin ya había escuchado esa voz antes. No era una voz que llegara a sus oídos con frecuencia, pero era definitivamente familiar. JiMin se dio la vuelta para ver a la persona que se acercaba a él.

-"¿Su... su Majestad?"

-"¿Qué haces aquí tan tarde en la noche?" -preguntó YoonGi-.

Rápidamente se secó las lágrimas por la vergüenza. El Emperador era la última persona en el mundo que quería que lo sorprendiera llorando. Parpadeó y luego levantó la cabeza hacia su marido que se acercaba.

-"¿Qué está haciendo aquí, Su Majestad?" -preguntó JiMin-.

-"Te pregunté primero", -respondió-.

-"..."

YoonGi estaba siendo innecesariamente persistente. JiMin se apresuró a inventar una excusa.

-"Sólo estaba... mirando la luz de la luna. Brillaba y se veía hermosa".

-"Todavía hay marcas de lágrimas en tu mejilla."

JiMin se sonrojó y se limpió rápidamente la mejilla.

-"Es baba".

-"..."

JiMin pudo ver el desconcierto de YoonGi, y se sonrojó de vergüenza. Maldita sea, él había cavado su propia tumba.

YoonGi sacó un pañuelo de su bolsillo, pero él lo rechazó con una mirada malhumorada.

-"Estoy bien", -dijo-.

A pesar de su rechazo, YoonGi siguió sosteniendo su pañuelo. Sería grosero rechazarlo, por lo que JiMin finalmente extendió su mano para cogerlo. Se secó las mejillas y, en un repentino ataque de mal genio, se sonó la nariz con el pañuelo. Muy fuerte. Se divirtió al ver que YoonGi se avergonzaba delante de él, y sonrió.

-"Haré que lo laven y te lo devolveré. No tienes que parecer tan frenético."

-"... Es un pañuelo importante. Debes devolverlo", -dijo YoonGi-.

Un pañuelo importante. Tal vez lo obtuvo de SoGe. Un rencor venenoso gruñó en una esquina del corazón de JiMin.

-"¿Le dio esto la señorita SoGe?"

-"... No."

Pensando que estaba siendo demasiado cruel en esta situación, JiMin dobló cuidadosamente el pañuelo. No importaba de quién fuera, lo había usado, y debía lavarlo y devolverlo.

-"Gracias".

-"¿Estabas llorando?"

-"..."

A JiMin no le gustaba su franqueza, y mantuvo sus labios firmemente cerrados.

Simplemente se quedaron allí en el jardín, y el silencio entre ellos se prolongó incómodamente, hasta que finalmente JiMin no pudo tolerarlo más. Se dio la vuelta para irse. Cuando sus ojos se posaron en la cara de YoonGi a la luz de la luna, la vista lo sorprendió.

-"¿Tan pálido estaba su rostro antes?"

Se veía más cansado que de costumbre, y gotas de sudor salpicaban su frente. Fue suficiente para despertar su curiosidad, pero al final no le interesaron sus circunstancias. Estaba demasiado cansado y ocupado para mostrar preocupación por tal cosa. Se dio la vuelta, hasta que una voz lo detuvo.

-"... No te vayas."

-"..."

Una cínica sonrisa cruzó el rostro de JiMin. ¿No quería que se fuera? ¿Por qué?

JiMin se volvió para enfrentarlo. Realmente se veía mal, como si alguna enfermedad se apoderara de él.

-"Su tez no se ve bien, Su Majestad", -dijo-.

-"..."

-"Ve con la señorita So. ¿No es ella tu amada mujer?"

-"..."

-"Sea lo que sea, ella te servirá mejor", -dijo JiMin sin emoción en la voz-, y luego se dio la vuelta de nuevo. Estaba demasiado cansado para sentir algo de lástima o buena voluntad.

Mientras caminaba por los terrenos del palacio, las gotas de lluvia comenzaron a caer en uno, luego en dos, y antes de engrosar en un aguacero. JiMin se quitó el chal que llevaba sobre los hombros y se cubrió la cabeza, y empezó a correr. Después de un rato, recordó que había dejado atrás a YoonGi. Frunció el ceño. Él ya debería haberse ido, ¿no? Pero el camino estaba demasiado vacío. La única manera de ir del jardín desde palacio central era por este camino.

JiMin se mordió el labio.

'No te preocupes por él', -pensó para sí mismo-. 'No tiene nada que ver contigo.'

Corrió hacia adelante con una expresión decidida, pero fue sólo por poco tiempo. Sus pies finalmente se detuvieron, y la lluvia comenzó a empapar su cuerpo inmóvil.

-"Maldición", -maldijo en voz baja-. Deseó no haber visto a YoonGi antes. JiMin se dio la vuelta y corrió en la otra dirección, con una mirada desesperada en sus ojos.

-"¿Por qué me importa ese hombre?" -se regañó a sí mismo-. Pero no pudo evitarlo; no podía simplemente ignorar a un hombre solo en la lluvia.

-"Haah, haah."

A JiMin le ardían las piernas mientras recorría todo el camino de vuelta. Después de una distancia bastante larga al lago, vio a YoonGi de pie en la orilla. No tenía ni idea de por qué estaba allí con una cara estúpida como si hubiera renunciado a todo en el mundo, pero ahora no era el momento de preguntar. Sus talones cayeron en el barro mientras corría hacia él. Sólo entonces él giró sus ojos en blanco para mirarlo.

-"¿¡Estás loco!?" -gritó a través de la lluvia-.

-"..."

-"Si te resfrías, será culpa tuya."

-"..."

-"Vamos. ¿Qué estás haciendo? ¿Le ha pasado algo a tu cabeza?"

-"..."

Se balanceaba como una marioneta, y JiMin estaba a punto de estallar, pero rápidamente controló su ira y envolvió su chal alrededor de su cabeza, asegurándose de que estuviera cómodo. La acción lo avergonzó. Preferiría que SoGe lo hiciera, pero JiMin no tenía otra opción.

-"Vámonos", -instó JiMin al Emperador-.

-"..."

-"¡Su Majestad!"

Este hombre debía de estar decidido a que lo maten. ¿De verdad quería quedarse aquí y coger un resfriado? ¿O quería que JiMin se resfriara y muriera?

-"La lluvia es cada vez más fuerte, Su Majestad."

YoonGi se puso de pie tan silenciosamente como una estatua de madera, y JiMin le cogió del brazo y tiró de él con fuerza. Si lo dejaba aquí, sería responsable de las consecuencias. Extrañamente, él obedeció su toque. Continuamente murmuraba para sí mismo

-"Estoy loco, estoy loco"

Mientras lo arrastraba hacia adelante.

Cuando finalmente salieron del jardín, JiMin miró el cielo. La lluvia no mostraba signos de disminuir, y esta vez bajó la cabeza para mirar la cara de YoonGi. Todavía parecía completamente aturdido. ¿Qué había pasado que pudo hacer que perdiera la cabeza en tan poco tiempo?

-"¿Te importa si te llevo al palacio central?"

-"..."

Seguía sin responder. Tal vez realmente había perdido la cabeza. JiMin se preocupó por él de repente.

-"¿Podría decir algo, Su Majestad? ¿Intentas matarme haciéndome enfermar? ¿O esperas que nos resfriemos y muramos juntos? ¿Es eso?"

-"..."

JiMin sintió que se estaba volviendo loco. ¿Desde cuándo se volvió tan frustrante tratar con él? Decidió no perder el tiempo con más preguntas y actuó. Si ambos se quedaban aquí por mucho tiempo, se enfermarían. JiMin quería llevar a este hombre al palacio central, pero estaba demasiado lejos de aquí. Finalmente, se vio obligado a elegir su opción menos favorita.

-"Su Majestad, iremos a mi palacio y nos secaremos. De lo contrario, ambos podríamos estar en grandes problemas."

-"..."

YoonGi también se quedó callado esta vez, pero JiMin no esperaba una respuesta en este momento. JiMin lo arrastró hacia el palacio del rey, y él lo siguió en silencio.

Cuando llegaron, las doncellas reaccionaron asombradas, primero porque JiMin había aparecido con el Emperador, segundo porque ambos parecían haber salido del océano. JiMin ignoró sus miradas y lo llevó a su habitación.

-"¿Su Majestad... qué es lo que está pasando?" -Mirya dijo con los ojos muy abiertos-.

-"Te lo explicaré más tarde. Enciende la chimenea y trae toallas secas y té. Mucho té."

-"Sí, mi señor", -respondió Mirya-, y se apresuró a cumplir sus peticiones.

JiMin le quitó su chal a YoonGi, que todavía parecía un muerto de pie. Su pijama de seda estaba saturada de agua, y la fina tela se aferraba a su cuerpo, revelando las sutiles formas de sus músculos debajo. A JiMin, sin embargo, no le importaba esto, y sentía la necesidad de quitarse su camisón de muselina. Estaba completamente mojado también, y la tela se pegó desagradablemente a su cuerpo.

«Nota: La muselina es una tela muy fina y transparente, generalmente de seda, algodón o lana; se utiliza principalmente para drapeados, volantes, adornos o fulares.»

-"..."

YoonGi no reaccionó, pero JiMin se avergonzó un poco y pensó que debía cambiarse de ropa cuando Mirya regresara. Mirya y las criadas trajeron todos los artículos que ella había pedido antes de lo que esperaba, y secaron a YoonGi por orden de JiMin. JiMin le dijo a la dama de compañía que se iba a cambiar, y luego llevó varias toallas al camerino.

Poco tiempo después, JiMin salió de la habitación con un camisón blanco y seco. Se dio una palmadita en el pelo mojado cuando vio a YoonGi durmiendo en una silla.

-"¿Por qué el Emperador está durmiendo en mi habitación?" -dijo JiMin sorprendido-.

Mirya se encogió de hombros. No importaba lo que le pasara al Emperador, no le correspondía a ella despertarlo. En cualquier caso, la lluvia siguió cayendo sin cesar.

-"Mirya, trae a Su Majestad a mi cama", -instruyó JiMin con un suspiro-.

-"Pero, ¿qué hay de usted, Su Majestad? ¿Dónde va a dormir?"

-"¿No hay una habitación vacía al lado? Puedo dormir allí. Por favor, enciende la chimenea allí."

-"Puedes acostarte con él..." -empezó a decir Mirya-, pero cerró la boca cuando JiMin la miró fijamente. JiMin no tenía intención de compartir la cama con él, al menos por ahora. Tal vez cuando llegara el momento de tener un heredero, lo haría.

-"Por favor, cuide de Su Majestad", -dijo JiMin-. "Estaba empapado hasta los huesos, y puede estar enfermo."

-"Entendido, Su Majestad".

Después de eso, JiMin dejó la habitación sin ningún tipo de arrepentimiento. Con una mirada cansada, se acostó en la fría cama de la habitación vacía, donde la chimenea aún no se había encendido. Como era vulnerable a coger un resfriado esta noche, era importante que descansara profundamente.

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