Camine por el pueblo mas cercano a la ermitaña choza a la que entre varias horas atrás acompañado de Alejandro, charle con él sobre mis padres y familia cercana. Debo decir que pese a lo aislado que vive Alejandro todos en el pueblo lo reconocieron y saludaron con un respeto –y algo de temor diría yo- casi religioso, en algunos momentos me pareció que estuviese atento a algo -o alguien- aparte de nosotros; pero esa idea se desvaneció en cuánto él me repetía palabra por palabra aquello que yo le platiqué.

En cierto punto de la plática llegó lo inevitable, sentimos el llamado del hambre así que me invitó a comer de vuelta a su hogar, de camino él mismo compro tortillas, nopales, un par de cebollas, pasta de frijoles —la cuál está perfumada con el olor de las hojas de aguacate recién tostadas—, y un buen surtido de carne para asar —tasajo, chorizo, falda de res y un poco de arrachera—; además de una botella de refresco y algo de quesillo —lo que en el resto del mundo llamamos queso Oaxaca—, finalmente regresamos a la choza de la que salimos. Aunque algo había de diferente solo que en ese momento no daba con el qué, fue hasta casi una hora después, luego de encender el carbón y avivar las brazas, luego de asar muy bien la carne, los nopales y de calentar la pasta; teníamos Alejandro y yo nuestros respectivos platos generosamente llenos de carne, nopales y frijoles, enfrente de nuestro respectivo asiento un vaso reluciente de cristal lleno hasta el borde con refresco y en medio de la humilde mesa las tortillas aún calientes nos invitaban a degustar esa humilde comida. Confesaré con perdón de mi primo André y de mi madre que esa comida fue la mejor que jamás tuve, me relamí los dedos como nunca; fue entonces que caí en cuenta. La choza antes era más pequeña y ni siquiera tenía algo parecido a un jardín. En ese momento paseé con mi vista por el lugar y en definitiva, entramos en un lugar totalmente distinto. Al irnos podía jurar que esa choza apenas ocupaba un par de metros cuadrados de terreno y ahora el lugar es tan grande como una casa promedio de clase media.

Alejandro interrumpió mis cavilaciones para explicarme que la choza dónde estábamos en ese momento la utiliza como una distracción debido a ciertos incidentes que tuvo hace algún tiempo
—Solo te diré que me buscan dos personas; la primera es una joven reportera y la segunda es un agente de una agencia secreta, ambos me buscan para interrogarme por algunos incidentes que ocurrieron hace poco y que sacudieron al mundo.
Justo quería cuestionarle el asunto en cuestión cuando me lanzó esa mirada de "te lo explicaré más tarde" que tantas veces ha usado conmigo.

En ese momento más veloz que mi parpadeo, habíamos cambiado de lugar; ya no estábamos en la choza dónde tanto había charlado con él, ahora estaba en medio de lo que parecía una hacienda abandonada. Solo porque contemple perplejo y callado todo lo que me rodeaba caí en cuenta donde me hallaba; estaba parado en medio del terreno dónde él y yo nos vimos por primera vez, incluso veía a lo lejos en el extremo más oriental del terreno, casi devorado por la madre naturaleza, el camposanto donde solo dos tumbas aún pueden leerse y se mantienen impecables. A esta distancia incluso yo distinguía los nombres Denisse y Scarlett.

Fui devuelto al mundo real por el propio Alejandro que me tomo del brazo derecho para indicarme como a un chiquillo que fuéramos adentro de uno de los pocos edificios que se mantenía relativamente entero y en pie. En sus días de gloria la humilde construcción donde entramos debió servir como comedor para la servidumbre y empleados –a está conclusión llegué debido a lo espacioso del lugar y porque había muchos platos de barro cocido bellamente decorados y utensilios de cocina y cubiertos de madera hábilmente tallados-, en estás reflexiones me hallaba yo cuando note que Alejandro yacía parado en medio del lugar, solo al acercármele note que tenía los ojos cerrados y parecía musitar en silencio algo ininteligible para mí; de pronto todo a nuestro alrededor cambió, el jardín tan descuidado de pronto luce verde, exuberante y hermoso; los edificios antes abandonados se tornaron vivos, felices de tener gente tan ruidosa dentro de ellos. Salí del comedor –así lo llamaré pues confirme que esa era su función– por completo anonadado, como turulato por tan impresionante mutación, ni siquiera empezaba mi cerebro a formular el tifón de dudas que rugía en mi cabeza cuando vi a dos doncellas que recibieron a Alejandro como si fuera el señor de la casa –y al parecer lo es-, al ser presentado otra increíble interrogante surgió: ante mi estaban de pie vivas y coleando Denisse y Scarlett
—Que bueno que llegaste mijo. Le dijo Denisse —o espero sea ella— a mi primo.
—Tenemos una charla pendiente primo. Dijo Alex para apuntar al edificio principal mientras se dirigía hacia allá, ingresamos en una amplia habitación que estaba adornada con opulencia, denotando el estatus de quiénes habitaron -y aún habitan- este lugar; Alex y yo nos sentamos en un par de cómodos y mullidos sillones después de acomodarlos de forma que podíamos charlar frente a frente sin problemas, a la izquierda de nuestros asientos había dos mesitas de madera cara magníficamente tallada donde ambas mujeres colocaron una jarra de limonada y un vaso impoluto de fino cristal en cada mesita. Inicio su charla en el punto que me había prometido antes de salir a caminar y comer.

Ya te había explicado cómo funciona el asunto del elegido, bueno en el caso de nuestra especie el candidato nació más o menos hace medio millón de años, lamentablemente su nombre se perdió en la historia pero su legado permanece y evoluciona constantemente en las cosas más comunes: idiomas, arquitectura, agricultura, fe, fuego por mencionar los más importantes. A cambio de ello la humanidad lo inmortalizó en sus mitos, ¿Qué civilización no relata el descenso de algún Dios a la tierra para regalarnos el conocimiento para vivir mejor? Bueno todos esos relatos son la descripción de como él le regala a la humanidad el conocimiento para prosperar, las herramientas necesarias para alcanzar el pináculo de la evolución; la manera definitiva de alzarse por encima de todas las razas.

Si este personaje debía ser sincero los primeros meses fueron bastante difíciles, enseñar a los otros miembros de su manada no fue nada sencillo; además de que parecía que a diario debia volver a enseñarles todo desde cero, por fortuna para él las tareas de cazar y recolectar fueron aprendidas lento pero bien. La abundante comida sumada al dominio del fuego le permitió a la tribu darse el lujo de tener descendencia además de permitirse domesticar a los ancestros del perro.

Tan solo unos lustros después la nueva generación creció lo suficiente para tener su propia descendencia, algunos de ellos incluso hablaban sobre formar otra manada y emigrar a otras tierras. Pese a su inicial tristeza por ver partir a aquellos a quienes ayudó a venir al mundo no se opuso a su partida alegando que en efecto debían buscar su propio territorio así como hacen los otros animales, más sin embargo no los dejo totalmente a su suerte. A aquellos que consideró más aptos los nombró líderes de sus respectivas manadas y les enseño a contactarlo por cualquier emergencia –en términos modernos sería lo que llaman proyección astral–.

El tiempo siguió implacable su marcha, los días se volvieron semanas; estos se hicieron meses; años; décadas; siglos y milenios. Durante ese tiempo las manadas se dispersaron e inevitablemente alrededor de él se formó un culto, así como fue divinizado todo aquello que superase la mente de estos seres. Al haber dioses hubo que construirles algún tipo de templo o lugar de adoración, en este punto él vuelve a tener el escenario para si mismo pues planeo y supervisó la construcción de dichos lugares. La tarea tomo demasiado tiempo y vidas pero se completó.

Durante todo este tiempo el mundo atravesaba la más reciente era de hielo conocida, para fortuna de la humanidad esta era de hielo se tomó una pausa desde hace algunos miles de años. Dicha pausa le permitió al ser humano guiado por él dejar de vivir como nómada y poderse establecer en un solo lugar gracias a la domesticación de otras especies animales y al dominio de la agricultura. Ser sedentario le permitió al hombre dedicarse a otras actividades y oficios como el comercio, orfebres, artesanos, y un largo etcétera. Las distintas civilizaciones surgieron, florecieron y murieron siempre guiadas por él desde las sombras, oculto tras los gobiernos y monarcas su existencia lentamente fue volviéndose una leyenda y está se convirtió en mito. En todas las ciudades que él ayudo a fundar nunca falto al menos un intento al año de asesinarle debido a algún pobre diablo sediento de poder que lo creía un obstáculo para sus dementes planes de grandeza.

—Seguro notaste primo, que hay algo que quizás no cuadra, quizás te preguntes ¿Esta persona aún vive? Por desgracia la respuesta es no. Una vez más Alex se adelanta y responde preguntas que yo apenas fraguaba en mi cabeza, la información que recibí es, ciertamente impresionante. De nuevo mi cerebro apenas podía formular una duda y Alex la responde con presteza
—Falleció poco antes de que el imperio romano cayera definitivamente, por fortuna dejo decenas de aprendices regados por el mundo para velar por la seguridad de nuestro destino, creo volví a adivinarte el pensamiento ¿Verdad? Solo pude asentir con mi cabeza anonadado por su —aparente— capacidad de leer mi pensamiento.

—Cambiando de tema Alex— empecé mi discurso con el tono mas serio que pude— espero me reveles la identidad de esas dos mujeres que nos recibieron en la entrada ¿Son realmente quienes creo que son? —En ese momento mi corazón latía rápido y casi podía sentir cada latido en mi pecho— Si lo son ¿Cómo rayos están vivas? Alejandro me miro por unos segundos como suelen mirar esos gatos de ojos bicolor al mismo tiempo con cierta curiosidad, seriedad y algo de severidad y me respondió finalmente
—Si, son ellas. Enmudeció por varios minutos así que lance otra pregunta
—¿Por qué tienes esa fachada de casa?
—Quizás no fui muy claro cuando te conté la historia de mis predecesores pero en este momento te lo aclaro. Fue su respuesta y continuó explicando que esto servirá como preámbulo para contar su historia
—Nuestra existencia es un secreto del más alto nivel, solo los líderes mundiales y algunos miembros de la elite mundial sospechan que existo.
He de confesar que esto me dejó impactado pero intenté razonar, a juzgar por la historia del primer elegido su responsabilidad es asegurarse que lo que deba suceder pase tal como debe ser. El que algún líder sepa su existencia podría alterar en algo el destino de su nación o del mundo, algo así como un retorcido efecto mariposa.

Se volvieron a interrumpir mis cavilaciones cuando las mujeres volvieron a entrar, se llevaron nuestros vasos y jarras ya vacías y regresaron unos minutos después con una humeante jarra de espumoso chocolate de leche, enormes piezas de pan de yema -otra delicia oaxaqueña- recién hecho y un par de tazas de barro. Mientras nos servían contemplaba la rojiza luz que indica la llegada del atardecer al mismo tiempo que note sorprendido que, pese a estar a buena distancia del pueblo podía escuchar el tañido de las campanas de la iglesia y el alegre jolgorio que amenizaba la banda de la iglesia.

Alejandro me distrajo de la bonita escena para al fin responder el gran enigma que lo rodea desde que me lo tope hace tan poco tiempo