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🐺15🐺


El hecho de estar encerrado en aquel calabazo era un completo martirio.

No temía por su vida. Su vida era lo de menos. Lo que realmente le importaba era el bienestar del rey.

Su lobo rasguñaba y aullaba en su interior, desesperado por saber acerca del estado del rey y para ser sinceros, él también deseaba saber cómo se encontraba.

Estar en aquella prisión no era su martirio, su verdadero martirio era estar lejos de su destinado...

Después de la visita de su rey, su lobo de había tranquilizado y había dejado de llorar desconsoladamente. Ahora estaba tranquilo de saber que su rey haría lo que fuera para poder comprobar su inocencia y volver a estar juntos.

Y no podía pasar por alto el hecho de que si se encontrara en otras circunstancias, su lobo brincaría de emoción al saber que su destinado le correspondía y lo quería a su lado.

No podía estar más feliz y triste a la vez...

-¡Sueltenme! ¡Soy inocente!

De pronto, unos gritos llamaron su atención. Se trataba de un Alfa mayor que estaban apunto de ingresar a una celda junto a el en el calabazo.

-¡Mal nacidos! ¡Déjenme ver al rey!-exclamaba mientras luchaba contra los guardias que lo apresaban.

Sin embargo, estos eran demasiado fuertes que lograron meterlo a la celda después de unos minutos. Y a pesar de que el se resistía y gritaba una y otra vez la misma frase, al final no pudo evitar tener el mismo destino que SeokJin.

-¡No lo entienden! ¡Lo matarán!-gritaba desesperado. Pero ningún esfuerzo valió la pena, ya que los guardias ignoraron sus gritos y se marcharon hacia la entrada del calabazo para hacer guardia desde ahí.

Si bien, SeokJin no había ignorado aquella información tan alarmante y de inmediato se dirigió hacia el Alfa.

-¡¿De qué está hablando?! ¡Cómo es que sabe eso!-exclamó SeokJin, preocupado.

El Alfa se giro para ver a aquel Omega que tenía como compañero de celda. Al principio frunció su ceño confundido, sin embargo, después de unos segundos lo pudo reconocer, era el Omega al que el consejo real le había tendido la trampa...

-¿Eres tú el Omega del rey?

-Y-yo...-vaciló por un momento, ya que aún no era cortejado de forma oficial por el rey, sin embargo su relación no era una simple amistad-. Así es, soy su Omega...-confirmó con su pecho lleno de orgullo al decir aquello.

Era el Omega del rey, de su rey...

-¡Él está en un grave peligro! ¡Tienes que salir de aquí y advertirle que está en un grave peligro!

-¿Pero por qué está diciendo eso?-le preguntó con desesperación-. ¿Cómo lo sabe? ¿Q-quién se lo dijo?

-Y-yo...-aquel Alfa vaciló por unos segundos. Se tiró al suelo de su celda al mismo tiempo que su mirada derrotada se apagaba poco a poco-. Fuí parte del consejo real...-confesó, al mismo tiempo que SeokJin se sentaba frente a él y escuchaba lo que tenía por decir-. Le serví con lealtad a la corona por muchos años. Estuve presente en el nacimiento del rey NamJoon, en su presentación, en la muerte del rey Kim, en la guerra...-soltó un suspiro, llamando la atención del Omega-. Los miembros del consejo pasaron de apoyar y servir con lealtad a intentar derrocar y acabar con la dinastía Kim...-de pronto, miró al Omega. En su mirada había una inmensa tristeza y culpabilidad por la cuál SeokJin fue capaz de sentir pena-. Por más que quise levantar la voz y expresar mi disgusto por sus perversos planes, no podía. Temía por mi vida... Sin embargo, hace poco el consejo real se enteró de su relación y con disgusto de que usted no tuviese sangre real, crearon un plan para inculparlo de robar las reliquias y alejarlo del rey... Seguía sin rebelarme, continuaba guardando silencio y callando secretos tan peligrosos. Hasta que las ideas del consejo real sobrepasaron mi moral. Ellos acordaron matar al rey el día de luna llena con el fin de acabar con la dinastía Kim y que el líder del consejo sea quien ocupe su lugar. Fue entonces que me rebelé en contra de sus planes y por eso estoy aquí...-bajó su cabeza, sintiéndose impotente-

-¡Pero eso es en menos de tres meses!-exclamó SeokJin incrédulo.

-Lo siento, su majestad... No pude hacer nada en contra del consejo real. No pude salvar al rey...-continuó-. ¡Pero usted si puede!-exclamó para luego mirarlo-. ¡Tiene que advertirle al rey en cuanto antes!

Fue entonces que el Omega se levantó de un salto, se aferró a los barrotes y comenzó a gritarle a los guardias.

-¡Guardias! ¡Necesito ver al rey de inmediato! ¡Guardias!-gritó con desesperación

Ahora sabía que aquella angustia que sentía su lobo no era mera coincidencia. Pues el rey realmente estaba en un grave peligro.

Sin embargo, ningúno de los guardias hizo caso a sus súplicas por ver al rey.

-P-por favor... quieren atentar contra su vida...-sollozó, al mismo tiempo que poco a poco iba perdiendo fuerzas y caía al suelo.

De pronto, las oxidadas puertas principales del calabazo resonaron a lo largo de los pasillos. SeokJin por un momento tuvo esperanza en que los guardias hubieran escuchado sus súplicas y hubieran llamado al rey. Lamentablemente sus esperanzas se desvanecieron con rápidez en cuanto vio al líder del consejo real siendo seguido por guardias. Aquel que lo había metido en aquella cárcel por el simple hecho de amar al rey y no tener sangre real.

-Guardias. Asegurense de enviarlo a ejecución al amanecer. A jurado atentar contra el rey Kim y eso no merece perdón alguno.

-¡De qué está hablando, maldito infeliz! ¡Usted quiere asesinar a mi rey!-exclamó SeokJin con ferocidad, al mismo tiempo que se ponía de pie nuevamente contra los barrotes.

Solamente unos simples barrotes impedían que su lobo matara aquel malnacido que solo buscaba apoderarse de la corona.

-Te equivocas. Yo sólo busco protegerlo... De pestes como tú. Y es justo lo que estoy haciendo...-con cinismo se rió en su cara. Para después dirigir su mirada hacia aquel ex miembro del consejo real que había filtrado aquel plan tan confidencial-. En cuanto a ti...-dijo, mirándolo odio.

El Alfa contrario correspondía al sentimiento y por más que tuviera miedo, sostenía aquella mirada llena de odio y maldad.

-¡Lléveselo! Ejecutenlo por traición a la corona.-le ordenó a los guardias, quienes acataron la orden de inmediato.

-¡Nooooo! ¡Déjenlo! ¡Él es inocente!-gritaba SeokJin con desesperación, al mismo tiempo que se llevaban a aquel Alfa que acaba de conocer-. ¡Eres un malnacido! ¡La diosa luna te dará tu merecido cuando menos lo esperes!-le dijo SeokJin al líder del consejo real, su voz cargada de ira lo amenazó.

-Entonces me sentaré a esperarla, mientras tanto te aniquilaré a ti y al rey, gobernaré este reino y nadie podrá detenerme...-le susurró, para después reírse con cinismo y alejarse de ahí.

Una vez que se marchó junto con los guardias y aquel pobre Alfa. Los pasillos del calabozo volvieron a permanecer en sumo silencio.

Tanto él como su lobo permanecían en un profundo silencio al sentir la impotencia de no poder salvar a su destinado. No había nada que hacer más...

Sin embargo, de pronto le surgió una idea. Levantó su mirada y confirmó aquello que había pensado. Los barrotes estaban demasiado oxidados. Con su fuerza no podía hacer nada para removerlos, pero con la de su lobo sí. Fue así que convenció a su lobo para poder hacer aparición.

No era un Omega de linaje puro, por lo tanto no podía convertirse en lobo, si bien, a estas alturas intentaría de todo por el bienestar de su rey.

Su lobo escuchó sus súplicas y con un gran esfuerzo y varios intentos. Fue capaz de conectar con su lobo de una manera que nunca antes había intentado. Fue cuestión de tiempo y esfuerzo para que su lobo interior tomara forma física dentro de aquella prisión.

Era un lobo de gran tamaño a comparación del tamaño promedio de los lobos Omegas. Sin embargo, su tamaño no era capaz de compararse con un lobo Alfa.

Su pelaje era de color castaño brillante al igual que sus ojos imponentes y feroces. Su mandíbula contaba con fuertes dientes que harían temblar a cualquiera que se interpusiera en su camino. Sin contar con aquel terrible temperamento que contaba en aquel momento.

Sólo bastaron dos golpes hacia los barrotes para que estos se cayeran y formaran un eco por todo el calabozo.
Con rápidez comenzó a correr por todo el calabozo hasta llegar a la salida de este. Su instinto y su olfato era el encargado de guiarlo hasta donde se encontraba su amado.

Sin embargo, pronto fue rodeado por una gran cantidad de guardias, los cuales le cerraban el paso para impedir que llegara hasta el rey.

Y a pesar de que luchaba contra su instinto salvaje para evitar lastimar a alguien, los guardias no paraban de golpearlo y amenazarlo con espadas. Fue por esa razón que sin poder reprimirlo más, mostró sus dientes y les gruñó con ferocidad.

Lamentablemente aquello no bastó para poder detenerlos. Cada vez habían más y más guardias que querían y habían logrado lastimarlo.

Se dio cuenta que no podía seguir luchando. Faltaba mucho para poder llegar hasta donde estaba su amado. Lo peor vino cuando prendieron antorchas y amenazaron con quemarlo. Fue así que no pudo seguir defendiendose y con gran esmero salió corriendo del castillo.

Aunque se encontraba herido, logró llegar a las afueras de la ciudad. Dónde su lobo no soportó más y se desplomó sobre la tierra, transformándose de nuevo en un humano.

Sus fuerzas eran tan escasas que no pudo levantarse del suelo. Lo último que sus ojos pudieron ver antes de desmayarse fue la imagen del reino Índigo a lo lejos, después de eso todo se volvió negro...

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