🐺12🐺
Se encontraba listo para poder recibir al rey Suga del reino Shadow. Las doncellas se habían encargado de vestirlo con su kimono rojo con dorado, el mismo que usaba en momentos sumamente importantes. Era el día en en que cabría la posibilidad de cerrar su trato con su amigo, Suga, algo sumamente importante para su reino.
Por más que su lobo se removía inquieto en su interior, hacía todo su esfuerzo para poder controlarlo, pues lo que menos necesitaba era que sus feromonas salieran disparadas, delatando su preocupación y tristeza.
—Su majestad, el rey Min está aquí…—le informarón, a lo que el rey como agradecimiento asintió con su cabeza, para después dirigirse hacia el salón del palacio donde había visto visto por primera vez a SeokJin…
Fue entonces que sentimientos abrumadores comenzaron a atacarlo al momento de recordar al Omega del que se había enamorado.
Todo había sido tan inesperado, pero hermoso. Sus Omegas se habían reconocido al primer momento, facilitando aquel lazo que la madre luna se esmeraba por mantener unidos.
La puerta principal del palacio fue abierta, recibiendo con sus brazos abiertos al Rey y a su hermana del reino Shadow. NamJoon ya se encontraba esperando a su visita. En cuanto las puertas se abrieron, dando paso a los extranjeros, el rey se puso de pie y se acercó hasta su amigo con alegría.
—Su majestad… Qué sorpresa.
—¡Vamos! Sabes que puedes llamarme Suga, somos amigos después de todo, ¿No es así?—le corrigió, causando una leve risa en NamJoon.
—Tienes razón, Suga.—le dió una sonrisa.
—Vaya, hasta me extrañó que me pidieras un trato por medio de una carta, que por cierto la letra estaba impecable. ¿Tú la escribiste?
—No, lo hizo… un Omega de mi reino.—respondió con duda, ya que era muy pronto para admitir que estaba comprometido.
—Mis felicidades, es muy bella.
—Sí, lo es…—asintió, dándole la razón, al mismo tiempo que intentaba esconder una sonrisa—
—Oh, ella es mi hermana, Jía.— presentó el rey Min a su hermana, quien sonreía radiante para el rey Kim.
La princesa avanzó hasta él rey e hizo una reverencia, misma que el rey imitó con educación.
—Es un placer conocerlo, su majestad.—dijo ella, buscando la mirada del rey Kim, mientras olfateaba discretamente en busca del aroma del rey, sin embargo, no encontró nada…
—Lo mismo digo.—respondió el rey Kim con educación, para después dirigirse hacia su amigo—. Pasen por favor, se hizo un banquete en honor a su visita…—les indicó el rey Kim, para después guiarlos hasta el gran comedor real.
Una vez que llegaron a aquel comedor lujoso, el rey Kim los invitó a tomar asiento cerca de él. Los sirvientes en cuestión de segundos comenzaron a llegar con banquetes para el rey y su visita. Los platillos eran comidas tradicionales del reino de NamJoon, el cual quedaba muy lejos del reino de Suga, así que dedujo que nunca antes habían probado aquellos platillos.
—Tu reino es muy lindo. Hace años que no veía el sol más de dos horas.
—Hace mucho que no visito tu reino, ¿Sigue igual que cuando fui con mis padres?
—Sí, exactamente igual. Bueno, con la excepción de que la población ha crecido desde el reinado de mi padre. Y los Alfas abundan, así que todos buscan incorporarse al ejército.—comentó Suga.
—Mira que ironías, por acá abundan los Omegas.
—Parte de cumplir tu trato podría ayudarnos a ambos a estabilizar nuestra población.
—Tienes toda la razón.—reconoció el rey Kim
—Podremos establecer un mejor trato después de la comida, sí te apetece—ofreció el rubio, a lo que NamJoon asintió con gusto.
—Por supuesto.—NamJoon estaba por continuar su comida, si no fuera por una pregunta que lo asaltó—¿Cómo se encuentran sus padres?—preguntó a los hermanos.
Era tradición que las mujeres no podían hablar donde dos o más hombres mantenían una conversación y más aún si estos se encontraban en una gran posición de jerárquica. Sin embargo, Suga y NamJoon sabían sobre esas leyes y sabían lo desesperante que era no poder hablar delante de Alfas importantes o adultos. Es por eso que tanto NamJoon como Suga miraron a Jía, quien parpadeó perpleja y un poco apenada.
—Nuestros padres se encuentran bien. Apoyan al Rey Min a través del consejo, cosa que los mantiene partícipes en las decisiones de el reino.—respondió, manteniendo la elegancia que la caracterizaba como princesa, cuidando cada una sus palabras, para poder impresionar al rey Kim.
—Me alegro. Los reyes Min eran grandes amigos de mis padres.
—Lo sé. Tus padres eran como nuestros tíos…—comentó Suga con entusiasmo.
NamJoon sonrió levemente al instante en el que el vivo recuerdo de sus padres llegó a su mente. En la existencia del reino Índigo nunca antes se habían visto reyes tan generosos como lo habían sido los padres de NamJoon. Fue por ese motivo que cayó un gran peso sobre los hombros de NamJoon al pensar que no podría superar el reinado de su padre. Sin embargo, hacía todo lo posible para ser un buen rey y cuidar de su pueblo, justo por eso necesitaba cerrar ese trato con su amigo, para proteger a su pueblo…
Después de un agradable rato conviviendo y recordando viejas anécdotas, los reyes se pusieron de pie y se dirigieron hacia el salón real donde su padre, el rey Kim, solía realizar tratos con otros reyes. Ahí podrían estar cómodos para realizar aquel tratado entre sus reinos sin que alguien pudiera molestarlos.
NamJoon sabía que en esos momentos tenía que mantener el consejo real cerca de él para que le hicieran ver las ventajas y desventajas de aquel trato, sin embargo, esos sabios que se suponía tenían que ver por su bien y el del reino, habían enviado a su amado a la cárcel, así que no confiaba en ellos. Ser rey no sólo era estar a cargo de un reino, ver por su bienestar y dar órdenes, sino que también tenía que mantener los ojos abiertos ante cualquier traición dirigida hacia la corona.
—¿Aún mantienen contacto con el reino Blood?—le preguntó NamJoon al rubio, quien rápidamente negó, al mismo tiempo que tomaba asiento frente a NamJoon.
—No, no después del ataque a tu reino. Mi padre retiró su apoyo al reino Blood en cuanto supo lo que había hecho. Lo último que supe es que el rey Lee está muriendo y su hijo mayor será el siguiente en reinar, sin embargo, el no quiere reinar, él prefiere viajar y vivir una vida lejos de responsabilidades. Pero sabes que como todo hijo Alfa mayor, es imposible escapar de tu destino…
—Lo sé. Pero yo pienso que es un gran desperdicio no tomar el lugar de tu padre, más cuando eres el mayor de diez hermanos.
—Y todos Alfas…
—Debe ser desesperante para sus hermanos que justo al que le corresponde por derecho, no quiera reinar.
—Lo mismo digo…—asintió el rubio.
—En fin. Al menos nosotros no decepcionamos a nuestros padres…
—Así es. Justo mis padres me felicitaron al decirles que haría un trato contigo a cambio de suministros. El trigo y el arroz no se dan en el reino gracias a que el sol pasa todo el tiempo oculto.
—Hablando de ello, ¿Hay algo más que quieras a cambio?
—En realidad son dos cosas…—admitió, llamando la atención del rey Kim.
—¿Y cuáles son?
—La primera, es que desposes a mi hermana…—aquello tomó por sorpresa a NamJoon, quien de inmediato se negó en su mente al recordar la imagen de su amado—Nuestros padres la presionan constantemente para que se case, sin embargo, ella se niega, ya que quiere encontrar a su Alfa destinado. Y de no ser así, sólo se casara con un buen Alfa y… no conozco un mejor Alfa que tú…
—A-ah… —vaciló, por un momento, para después responderle al Alfa rubio—Me alaga ser la primera opción de la princesa del reino Shadow, sin embargo, no puedo llevar a cabo su petición…
—¿Por qué?
—Yo… he encontrado a mi destinado…—admitió con algo de temor a que su amigo se molestara, pero fue todo lo contrario, ya que este le respondió entusiasmado.
—¿Qué? ¡Por qué no me lo dijiste!
—Hace siete meses. Él fue quien escribió tu carta… así fue como lo conocí.
—¡Es estupendo, amigo!—exclamó con alegría—. ¿Es de la realeza?
—No. Pero es el Omega más hermoso que haya visto en mi vida. Nuestros lobos aullaron desde el primer momento en que nos vimos… aunque bueno, tengo que admitir que estuve a punto de ejecutarlo.
—¡¿Por ser tu destinado?!
—No, por un error que cometió, sin embargo, la madre luna de inmediato me indicó que no podría dañarlo porque era mi destinado…
—Eso es excelente, NamJoon. Estoy muy feliz por ti…
—Gracias Suga… El único problema es que él se encuentra en el calabozo ahora mismo…
—¡Espera! ¡¿Qué?!
—Lo inculparon injustamente de robar las joyas de mi madre. Las encontraron en su habitación…
—¿Y tú crees que es capaz de hacer algo así?
—No, de ninguna manera. Él es un Omega dulce y puro de corazón. No pudo haberlo hecho… Alguien debió haber puesto las joyas de mi madre en su habitación para inculparlo.
—Debe ser horrible, ¿Hay algo en lo que te pueda ayudar?
—Gracias, amigo, pero por ahora estoy bien, si necesito algo te lo haré saber…
—Realmente espero que encuentres al responsable de esta atrocidad para poder estar con tu Omega…
—Gracias… lo mismo deseo.—asintió con una leve sonrisa, para después recordar la última condición del trato—. Por cierto, ¿Cuál es tu segunda condición?
—Yo… —vaciló, hasta el punto de levantarse con nervios y recorrer el lugar—. Al momento de entrar a tu reino… Mucha gente se reunía con curiosidad para mirar nuestro carruaje… pero un Omega en especial, llamó mi atención… Al momento de verlo a los ojos, mi lobo aulló… Tenía años de no escucharlo y eso me llamó tanto la atención hasta el punto de no poder sacarlo de mi cabeza…
—Eso es una buena señal, podría ser tu destinado…
—Lo sé. Es por eso que te pido que me permitas llévarlo conmigo…
—Vaya… Por supuesto que sí, amigo, aunque… quiero recordarte que aún si es parte de mi reino no puedo obligarlo a abandonar a su familia y mudarse de reino.
—No te preocupes por eso, yo me encargaré…
—Sé que harás un buen trabajo, así que tienes todo mi permiso…—le ofreció la mano al Alfa, quien la estrecho de inmediato.
—Y tú a mis tropas…
—Prometo cuidar de tus hombres y darles todo lo necesario.
—Así se habla Kim… Ahora, si no te molesta volveré a mi reino en cuanto logré cortejar a ese lindo Omega.
—Por supuesto, sabes que mi palacio es tu palacio.—le dijo, para después darle un cálido abrazo.
Los reyes finalizaron el trato con su firma, para después poder retirarse en busca de sus propios beneficios.
Sin embargo, no contaban con que un infiltrado se encontraría escuchando cada una de las palabras de los reyes…
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