Capítulo 8
—Cuidate mucho—pidió JungKook.
JiMin le sonrió a su hermano, esa era la quinta vez que le pedía lo mismo así que negó con falso fastidio.
—Lo haré—respondió con una mueca. —No deberías sonar tan triste, volveré en dos meses para tu boda.
JungKook y SeokJin habían acordado que la boda de su hermano y TaeHyung se llevaría a cabo un mes después de la coronación y no la noche de esta como se había previsto, así que él y YoonGi regresarían sólo para la boda. Pues la distancia entre los reinos y el tiempo de traslado era demasiado como para emprender tres viajes en tan corto periodo de tiempo como lo serian tres meses.
JungKook hizo un puchero. —Bueno, pero debes escribirme, quiero saber que estás bien.
—Claro que lo haré, nada va a impedirme contarte mi vida en una carta por semana—respondió con cariño.
JungKook abrazo por última vez a su hermano, lo vio subir a su carruaje acompañado por Solar y Hwasa, los ocho guardias reales que acompañarían al doncel rodearon el carruaje, las doradas y brillantes armaduras al igual que las monturas de sus caballos blancos los diferenciaban de los guardias de YoonGi que llevaban una armadura de acero oscuro.
Miro detrás del carruaje de su hermano, el otro carruaje dorado donde viajan los tres sanadores que le había prometido a YoonGi así como los cofres con oro y joyas, detrás del carruaje estaba una carreta llena de cajas con alimentos, frutas, sacos de harina y cereales, así como también cajas con frascos de ungüentos y jarabes, un par de rollos de tela y algunas pieles, camino hacía el frente, pasó el carruaje real de Vinterdod donde sabía viajaba Lord Soobin junto a otros suministros y regalos para los recién casados. Delante y detrás de los carruajes había varios de los hombres Vinterdod pero justo liderando el camino se encontraba el rey, montando su caballo negro.
—Cuida de mi hermano YoonGi—amenazó cuando estuvo frente al rey. —Una semana después de su llegada a Vinterdod deberán recibir el cargamento de telas y pieles junto con las joyas y pertenencias de mi hermano.
—Está bien—respondió el mayor sin mirarlo.
—Espero verlos en la boda y que la mirada de mi hermano sea tan feliz como lo es hoy—tomó la muñeca del azabache quien por fin lo miró. —Una sola falta y podrías arrepentirte toda una vida YoonGi — susurro como amenaza.
Al separarse sonrió en grande, YoonGi lo miró con fastidio y emprendió el camino a su hogar, JungKook vio a JiMin despedirse desde el interior de su carruaje, le mando un beso. Se quedó parado hasta que el último caballo desapareció en la lejanía.
Miro al cielo con dolor. —¿El podrá con esto, no es así?
Después de tres días de viaje todos decidieron detenerse y comenzar a montar un campamento para que los hombres pudieran descansar, JiMin casi no había tenido contacto con JiMin salvo cuando este se le acercaba para preguntar si estaba bien con el viaje o necesitaba parar para hacer sus necesidades. No lo negaría estaba un poco decepcionado, había pensado que YoonGi viajaría con él en el carruaje, pero su única compañía eran Hwasa y Solar, bueno y sus dos pequeñas mascotas, a las cuales ya había puesto nombre.
El blanco se llamaba Ying pues el nombre le recordaba de cierta forma a Jin, el café por otro lado se llamaba Tenn, por TaeHyung. Ambos estaban más grandes, aún no eran enormes como TaeHyung había dicho, pero ya no tenían el tamaño de un perro pequeño, de hecho ya le era difícil cargarlos, en un par de días más ya no podrían viajar en el carruaje con él, eso le preocupaba.
Tardarían unas dos semanas, tal vez un par de días más, en llegar a Vinterdod por lo que, en algunos días más, cuando fuera necesario dejar salir a sus mascotas, la nieve y el frío ya estarían presentes, sabía que SeokJin dijo que podrían soportarlo pero a ojos de JiMin seguían siendo sólo unos bebés a quienes no quería dejar afuera con las inclemencias del tiempo.
La puerta de su carruaje fue abierta, YoonGi apareció frente a él, el sol de la tarde hacía brillar sus oscuros cabellos, se veía muy guapo en el traje azul que traía, sin poder evitarlo le sonrió a su esposo, tenía intenciones de acercarse a besarlo pero el mayor dio un paso atrás.
—¿Por qué no salen a estirar un poco las piernas?, sería mejor hacerlo ahora que aún hay luz—tendió una de sus manos y JiMin la tomó para bajar del carruaje.
Intenso acercarse a YoonGi una vez más pero este se separó, por lo que dejó escapar un pequeño suspiro y comenzó a caminar para ver el bosque que lo rodeaba.
No se giró a ver si el mayor lo seguía, algo dentro suyo le decía que no era así, pero podía escuchar pasos siguiéndolo, sabía que sería Hwasa junto a algunos de sus guardias, Solar se quedaría para acomodar la carpa donde se supone iba a dormir, probablemente sólo.
Nunca había estado en este lugar, el camino hacía Vinterdod era por el norte de Eviglod, el camino más lejano pues el reino de YoonGi era el más apartado, por lo que jamás había visto los pueblos o aldeas de ese lado, sabía muchas cosas que había leído y le habían enseñado, pero nunca pensó que sería capaz de verlo.
Sólo había visitado Giftenkker y el camino de tres días hacía dicho reino no se parecía en nada a este, entre Eviglod y Giftenkker se cruzan dos pequeños pueblos y tres villas antes de entrar al espeso bosque que rodeaba al reino, dentro del bosque había una pequeña aldea con hombres y mujeres que se dedicaban a cuidar de algunos campos de cultivo que JiMin jamás había visto. Pero toda la naturaleza alrededor era siempre alegre, varios campos de flores, árboles bastante altos y los suelos color verde brillante, y una vez dentro del bosque era todo tan colorido, miles de flores y arbustos con frutas, animales realmente adorables escondidos entre el follaje, las vistas eran mágicas.
Pero ahora todo parecía diferente, en su camino a Vinterdod. Sólo habían pasado por dos pueblos que se dedicaban a la caza y vendían parte de su carne a Eviglod o la cambiaban por medicinas o telas. Sabía que más al norte ya sólo había pequeñas aldeas y uno que otro pueblo que se había unido al reino de YoonGi, la vegetación aquí aún era bastante verde pero la mayoría de las cosas ya no eran comestibles, sólo las hojas de pino que eran usadas para hacer té así como algunas ramas y hortalizas, también crecían pequeñas papas dulces y con suerte algunas fresas durante unos pocos días al año, las hojas en los árboles no eran tan verdes, ¿eran de dicho color? sí, pero de un tono que se veía más apagado, no el brillante que tienen en Skinnende Gull.
Pero era igual de bonito, a su nariz llegaban las ligeras y frescas esencias de algunas flores, aquello lo hizo sonreír.
—Mi señor—llamó uno de sus guardias, JiMin lo miró con una de sus manos en el aire pues esperaba tocar una delicada y roja flor que salía de una de las ramas de los árboles. —Deberíamos regresar, nos hemos alejado bastante y el sol ha comenzado a ocultarse.
JiMin asintió y comenzó a seguir a dos de sus hombres que lideraban el camino.
—¿Qué es aquello que preocupa su mente, majestad?—dijo Hwasa a su lado.
JiMin sonrió, le divertía que su amiga lo llamará por aquel título. —Ya te dije que no me digas eso—se quejó sin mucha molestia, la morena sólo río. —Nada me preocupa, es sólo una ligera inquietud tonta.
—Nada es tonto si a usted en el fondo realmente le importa—respondió la chica. —Si es respecto a su esposo, creo que es normal tener dudas.
JiMin asintió pensativo. —Es sólo que parece huir de mi tacto,—negó con la cabeza para después regalarle una pequeña sonrisa a su amiga—,tal vez sólo son cosas mías.
Hwasa sonrió con tristeza, durante estos tres días ella también había notado esa actitud por parte del rey pero no había querido mencionarlo para no lastimar a JiMin, pensando que el menor ignoraba ese hecho.
—Tal vez no está acostumbrado a un trato así, dicen que los hombres del norte no son tan efectivos—opinó, miró a JiMin quien aún parecía afligido. —Tal vez sólo es cuestión de acostumbrarse, apenas se casaron, supongo que ahora solo es cuestión de adaptarse, de conocerse más el uno al otro.
JiMin asintió sonriendo para no preocuparla, pero él sabía que esa no era la razón, YoonGi era más afectivo con él durante el cortejo pero desde la ceremonia matrimonial su actitud y trato se estaban volviendo cada día más fríos.
El campamento ya se veía a unos metros, JiMin divisó a YoonGi y se encaminó hacia él, sus guardias abriéndole paso.
—Yoon…
Iba a llamar a su esposo cuando de la nada una pálida mujer apareció frente a él, era delgada y más baja que él, llevaba una túnica café desgastada y parecía andar descalza.
—El más pequeño de los Park—saludó con una leve inclinación de cabeza. —Él único heredó legítimo.
Escucho a sus guardias sacar sus espadas y acercarse, pero no podía dejar de ver los ojos negros, que parecían muertos, de la mujer.
—Debería volver ahora que puede—sugirió con burla mirándolo de pies a cabeza, JiMin sólo puedo negar con la cabeza. —A su llegada la vida en el hielo florecerá, pero el sufrimiento y el dolor lo envolverán, será solo cuestión de tiempo para que el carmín tiñá la nieve a sus pies.
—No—negó de inmediato, la mujer hizo amago de tocarle el brazo pero él filo de la espada en su cuello la detuvo.
Ella le sonrió con malicia. —Sólo le digo su fortuna, sin ningún costo por tratarse de usted, majestad.
JiMin apretó los labios y los puños. —¡No sabes de lo qué estas hablando!, lo que dices son cuentos falsos, lo que ves no es real.
La mujer soltó una gran carcajada. —Es más ciego aquel que no cree que el que no ve, su majestad—intentó acercarse de nuevo pero YoonGi la detuvo apretando la espada más contra su cuello, un hilo de sangre bajando por la piel pálida, —deje de negar el destino, usted estará condenado una vez ponga un pie sobre la nieve y el aire invernal toque su piel, el frío va a llenarlo porque usted ya está muerto.
YoonGi frunció el ceño y sin dudarlo le cortó el cuello de la mujer con un rápido movimiento, vio JiMin temblar ligeramente pero no sabía si era debido a la amenaza o que acababa de verlo asesinar a alguien.
—Cre… creo— la voz del menor era baja y temblorosa. —Debería… quiero acostarme.
Hwasa tomó el brazo de JiMin con cuidado pero YoonGi la apartó tomando a su esposo entre sus brazos para llevarlo a su carpa, una vez dentro lo recostó entre la telas y cojines que ahí había.
—¿Estas bien?—preguntó en un susurro preocupado, JiMin se veía más pálido y estaba tan frío como un hielo por lo que decidió cubrirlo con una de las mantas.
—Si—susurró, tan bajo que apenas y logró escucharlo. —Gracias.
YoonGi no sabía si le agradecía el haberlo cubierto con la manta o el haber asesinado a esa mujer, pero pensaba que era más lo primero.
—¿Qué fue eso?
Vio a JiMin bajar la mirada y lamer sus labios resecos. —Una profecía.
La simpleza con la que lo dijo molesto a YoonGi, el quería saber de qué iba todo el asunto pero JiMin se negaba a explicar correctamente. —Explícate—exigió con voz dura, tal vez demasiado pues hizo saltar al menor.
Su esposo lo miró con duda pero asintió. —Hay brujas que creen que pueden predecir el destino de las personas pero no son más que un engaño, la mayoría de esas brujas son hijas de mujeres que fueron desterradas de Skinnende Gull— se cubrió aún más con la manta. —El destino es complicado y predecir lo que pasará lo es aún más, mi familia fue bendecida con ese don, pero en lugar de una bendición parece una maldición.
YoonGi se sorprendió, sus ojos abiertos de par en par, así que los cotilleos fantasiosos de Namjoon eran reales, los Park veían el futuro.
—¿A qué te refieres?—cuestionó sólo para estar seguro.
JiMin lo miró con un tinte de miedo en sus ojos lilas. —Lo que vemos, lo que nosotros escuchamos es aterradoramente exacto, el resto de las brujas ve sólo una parte del panorama, que pasará en un futuro cercano, varias veces eso puede ser alterado y cambiar el curso de lo que vieron—tomó la mano de YoonGi. —Nosotros, mi familia y yo, podemos alterarlo en ocasiones pero hay algo que nunca seremos capaces de cambiar. Podemos ver el destino de alguien o algo, podría ver como Rikegisk perece e interceder para cambiarlo, pero…
— Pero…— lo animó a continuar.
—Un Park pude verlo todo—susurro, —Incluso el día que dejará de ver.
YoonGi sintió un escalofrío recorrer su columna —¿Qué?
JiMin sonrió de forma triste. —Por generaciones mi familia ha visto a sus miembros caer en la locura o perderse en la depresión, son pocos los que toleran saber cómo es que estamos destinados a morir.
—Cómo, porque es… ¿cómo?
Su esposo negó con la cabeza y un resoplido salió de sus labios. —Podemos ver muchas cosas, incluso si lo podemos manejar somos capaces de ver más allá de nuestra muerte, como hizo mi madre, pero el destino y la vida no son cosas realmente exactas, no sabemos el tiempo exacto de muchas cosas, lo reducimos por lo que vemos o escuchamos, podemos delimitar estaciones a veces incluso alguna fecha, saber si será pronto o no, así es como funciona—JiMin cerró los ojos dispuesto a descansar. —Así es con todo, menos con nuestra muerte, podemos verla, sentirla, pero jamás sabremos cuánto tiempo nos queda, el Dios del sol nos castigó siendo incapaces de salvarnos a nosotros mismos, es el precio que pagamos por salvar a los demás. Nosotros vivimos la angustia de saber cómo pero nunca cuando.
YoonGi se quedó un rato más mirando a JiMin dormir. Se preguntaba si entonces lo que aquella mujer había dicho era cierto, ¿JiMin moriría en Vinterdod?
Si eso era así él podría tener la posibilidad de ocupar un posible lugar al trono de Skinnende Gull, no sería exactamente la forma en que lo había planeado, pero sin duda, de esa forma, seria todo mas fácil, claro que él no planeaba matar a JiMin, sólo quería usarlo, ese fue su plan desde el momento en que supo del compromiso.
¿Entonces por qué ahora se sentía terriblemente mal de sólo pensar en perder a JiMin para siempre?
Después de esa platica YoonGi viajaba durante las noches en el carruaje con JiMin, había noches en las que tenían largas conversaciones y otras donde YoonGi sólo se dedicaba a besar a JiMin hasta que su esposo caía dormido presa del cansancio.
Restaban dos días de camino y desde su plática JiMin no había vuelto a mencionar nada sobre las visiones o profecías que involucran su muerte, sólo le aseguro a YoonGi que no debían de creer en aquella mujer pues nada malo le pasaría en Vinterdod.
Pero desde ese día pese a las palabras de JiMin una extraña opresión se había instaurado en pecho y conforme se acercaban a Vinterdod está se hacía mas fuerte, estaba seguro de que algo pasaría a su llegada al reino, sólo esperaba que no fuera algo malo.
—No puedo creer que permitiera que el rey trajera eso—dijo Sehun a su derecha.
Ambos estaban montando sus caballos liderando el camino, otro guardia iba con ellos, dos más a los lados del carruaje de Soobin y los siete restantes iban detrás protegiendo los suministros y sanadores que JungKook había dado. YoonGi sabía a lo que se refería el general, unos metros por delante de ellos estaban Ying y Tenn, las mascotas de JiMin, eran un poco más grandes que un lobo o los perros de caza que poseían en su reino, 4 días atrás JiMin había tenido que dejarlos fuera del carruaje pues ya eran demasiado grandes como para seguir viajando con él.
Y por lo que tenía entendido los animales crecerán aún más, ambos canes jugaban entre ellos sobre la blanca nieve, aunque Ying era algo difícil de localizar entre más alta se ponía la nieve, sólo el pelaje más oscuro en su pecho y la punta de su cola lo delataban.
YoonGi miró a su general. —Es un regalo de bodas, JiMin habría sufrido si me negaba a dejarlo traerlos.
Sehun chasqueo la lengua y negó. —Si me lo permite, no debería darle tantas libertades al rey, eso a la larga sólo lo hará pensar que es más que solo un adorno a su lado.
Con el ceño fruncido regresó la mirada al frente, se negaba a mirar al hombre. —Tal vez lo hago porque mi esposo es más que un lindo adorno que colgará de mi brazo, deberías ser más respetuoso con tu rey, por que eso es lo que JiMin es.
El general apretó las riendas del caballo entre sus puños. —Perdóneme majestad—tomó un una profunda respiración. —Sólo pensé que se negaría a traer aquellas bestias sabiendo de dónde han salido.
YoonGi entorno los ojos. —Estamos realmente lejos de Giftenkker, no creo que SeokJin sea capaz de algo desde tan lejos.
—Eso no lo sabemos con seguridad, El rey SeokJin nunca ha mostrado el alcance de sus habilidades, esto podría ser sólo un truco para estar al tanto de la situación en el reino, no lo sé, tal vez estará esperando alguna señal para atacar—miró con odio a los animales a un par de metros por delante de ellos. —No debo recordarle que la Unión del príncipe TaeHyung y el futuro rey JungKook nos pone en desventaja política con sus reinos.
—Eso lo tengo muy presente—restó importancia.
—Tal vez deberíamos ser nosotros quienes den el primer golpe—sugirió Sehun con una sonrisa.
El guardia a la izquierda de YoonGi miró con asombro al general, no podían estar sugiriendo iniciar una guerra sólo por haber traído un par de perros al reino.
El rey azabache resoplo. —Hablas de guerra como si fuera fácil.
—Por qué lo es.
—No, no lo es—negó seguro, YoonGi. —Tu lo dices por que solo sabes de peleas, entrenamientos y ataques, eso es lo que eres, un general, es tu deber saber hacer estrategias y planes con tus hombres, pero cuando se es rey debes saber más que empuñar una espada y matar al enemigo— miró a su general directo a los ojos, —¿Iniciamos una guerra y luego que?, nos unimos a Solufell y atacamos Giftenkker.
—Sería una opción bastante lógica— afirmó.
—Si es lógico porque sería el mejor curso de acción en una guerra, pues Hoseok sería nuestro único aliado y su desagrado por SeokJin lo harían dejar la eterna paz de su pueblo aún lado—razonó. —Pero hay algo que no estás pensando porque claro, tú no sabes de diplomacia. Los bosques de Giftenkker son letales, son más venenos que las hiedras del reino, pueden matar a un hombre en cuestión de minutos, pero debido a los acuerdos y alianzas políticas entre todos los reinos, SeokJin mantiene esa defensa baja, lo suficientemente fuerte para causar daño a un invasor, pero no tan letal como para provocar la muerte.
—Por eso sería fácil atacar—mencionó entusiasmado.
—Lo sería, pero el gran Palacio de Giftenkker no queda a las orillas del bosque, está justo a la mitad de su pueblo, rodeado de otro letal jardín—explicó con calma. —Cuando los primero hombres lleguen a su reino tendremos que atacar a los guardias que custodian la frontera porque, como es lógico, al llegar con tantos hombres, nos estarán esperando. Tendríamos suerte si por lo menos veinte de nuestros soldados logran llegar al castillo, ahora dime ¿cuántos de ellos crees que pasen a los guardias armados en las puertas del castillo o a los que están dentro?
—Con la capacidad de nuestros hombres sin duda más de doce lograrán entrar al castillo.
YoonGi río por lo bajo. —Eso suponiendo que logren aguantar la fragancia venenosa de los jardines, ¿pero una vez dentro cuánto tiempo crees que le tome a Xan-Xan acabar con ellos?
—El rey no va a volver realmente venenoso todo el reino, sólo el jardín de su castillo y los primeros hombres serán sólo una distracción para que otro grupo llegue y puedan matar a la bestia.
—¿Qué te hace pensar que SeokJin no activará la mejor defensa de su reino si este está bajo ataque?— cuestionó con diversión el rey.
—No lo hará porque no querrá dañar a su pueblo— respondió seguro.
—Si eso es lo que crees entonces tu y todos tus hombres ya están muertos— aseguró con burla. —Los habitantes de Giftenkker son inmunes porque la alimentación en ese reino se basa en frutas y vegetales cosechados en sus tierras, la mayoría son frutos tomados de sus bosques, todos estos alimentos son en esencia venenosos. ¿Por qué crees que ellos los exportan y de ahí obtenemos medicinas?. Una vez el aviso de un ataque llegue al rey, ten por seguro que SeokJin no dudará en liberar cuanto animal tenga en sus bosques, hará que las flores desprendan su letal fragancia y entonces el enemigo caerá muerto antes de siquiera acercarse a la gran capital del reino. ¿Después de un atentado contra su mayor aliado que es lo que crees que Eviglod hará?
—No nos atacaran, además nuestro ejército podría dejar a Giftenkker inhabilitado para una guerra antes de perecer.
—Exacto, no nos atacaran pues geográficamente somos más difíciles de atacar que Giftenkker y su bosque venenoso, pero es obvio que harán algo más, por que JungKook puede ser joven, pero sin duda es un hombre muy listo—miro al frente imaginando el posible escenario tras un ataque fallido. —Bloquearan los caminos hacia Eviglod y Solufell con ayuda de SeokJin, ya sea que nosotros estemos en el reino o no, nuestro pueblo a la larga caerá presa del hambre o la enfermedad sin los recursos necesarios y nosotros sin la posibilidad de regresar a ninguno de los reinos seremos un blanco fácil para los ejércitos de Eviglod y lo que sea que SeokJin mande con ellos.
—Podemos vencerlos—reclamó el general.
—En el escenario más remató podríamos, pero no pondré a mi reino en riesgo por fantasías de guerra, no ahora que he tenido que casarme para asegurar un mejor futuro para la gente de Vinterdod, nosotros no nos pondremos en guerra con nadie, hasta ahora SeokJin no ha mostrado más que desdén por todos los reinos que no sean el suyo, el matrimonio de su primo y JungKook son meras formalidades, pues de desear unir los reinos en uno sólo, SeokJin se habría ofrecido para el matrimonio sin dudarlo—miró a su general, su voz se volvió más profunda para dejar la orden bien clara. —Deja de pensar en guerras o traiciones, eso lo hago yo, yo que crecí para reinar y se muy bien cómo hacerlo, tú sigues mis órdenes y esas son que no hay ni habrá guerras con cualquiera de los tres grandes reinos.
Soobin, quien iba leyendo dentro del carruaje, hizo una mueca al escuchar a su primo, tal vez este no era consciente de lo alto que hablaban y de las cosas insensibles que decía, sólo esperaba que JiMin no lo escuchara pues no sólo las palabras de YoonGi, si no que su tono frío y molesto, dejaban en claro su desagrado por el matrimonio y como lo consideraba un sacrificio por el bienestar de su pueblo.
JiMin podía escuchar a Hwasa y Solar susurrar su molestia contra YoonGi por las palabras y la forma en que las dijo, él sólo se dedicaba a fingir que aún dormía, una lágrima bajó por su mejilla.
Apenas una hora atrás habían pasado la primer aldea que delimita el inicio de Vinterdod, el frío ya inundaba su cuerpo haciéndolo temblar, y en unas horas los primeros rastros de nieve serían visibles.
¿Podría esa mujer no estar tan equivocada?
Ahora podía sentirlo, el frío calando hasta sus huesos, eso sumado a las palabras de su esposo sólo confirmaron sus sospechas, ese mal presentimiento asentándose de forma pesada en su estómago.
Lo que sea que fuera a pasar en su llegada al gran Palacio del norte, marcaría el panorama del desafortunado destino que le auguraba su estadía en ese lugar.
Editado ✅ [24/04/21]
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro