Capítulo 4
Exactamente a las seis en punto, YoonGi y JiMin tuvieron que despedirse, el rey vio cómo el joven era escoltado por sus dos damas y dos guardias por un largo pasillo que lo llevarían al ala del rey, bueno ahora llamado así, pues antes era el ala de la reina, pues Skinnende Gull generalmente tenía sólo herederas al trono. Hasta JiMin, claro.
Su prometido le había explicado que el castillo de oro era por sí mismo un solo castillo, esto visto desde fuera pero por dentro se dividía en dos alas principales, una que era el ala común donde las visitas se quedaban, en ella se encontraba la sala del trono, las cocinas y las salidas a los jardines entre otras cosas. Y el ala de la reina, que sería como un pequeño castillo, con mayor seguridad. Ahí era donde sólo estaban las habitaciones de la familia real, ahora sólo se ocupaban dos, la de JiMin y la de JungKook, así como pequeñas habitaciones para la servidumbre de mayor confianza como lo eran Solar, Hwasa y la guardia real de JiMin, también el menor le mencionó algo del tesoro real, un comedor privado y una sala para dar oraciones a su Dios, así como el estudio de la reina.
YoonGi tenía entendido que JiMin pasaba la mayor parte de su día en esa ala, y que no había sido hasta ahora, por el cortejo, que había pasado tantas horas en el ala común.
Su prometido le explicó que sólo pasaba una hora al día en el ala común, específicamente en su jardín personal, y tres horas al día fuera de castillo, dos de ellas en el templo Solar, por lo que sí, JiMin no tenía contacto con muchas personas, salvo Solar o Hwasa. JungKook visitaba a su hermano tanto como le era posible, he incluso pasaba más noches en el castillo de oro que en el Palacio de Kärrgläss.
YoonGi, Soobin y su general Sehun fueron invitados a quedarse en el castillo por los seis días de cortejo en habitaciones del ala común, es por eso que ahora se encontraban en el comedor, HueningKai estaba con ellos pues él también tenía una habitación en el ala común del castillo, JungKook se les había unido una vez los platos fueron servidos, alegando que JiMin una vez más había pedido esa sopa que le producía ganas de vomitar y decidió abandonar el comedor de su hermano por la gran ofensa contra su persona.
—Este castillo es realmente impresionante —dijo Soobin a media cena.
JungKook lo miró, su boca llena del filete que había pedido al cocinero real una vez se unió a ellos en el comedor.
—Si —pronunció con la boca llena, tomó un poco de vino de su copa y ya con la boca vacía respondió—. Es realmente un lugar hermoso y acogedor. Por eso mi padre decidió enviarnos a JiMin y a mi a vivir aquí cuando éramos pequeños. Sólo pasábamos dos días por semana en Eviglod.
—Sin duda lo más hermoso son los jardines —agregó Kai—. No me canso de verlos cuando visitó este lugar.
JungKook volteo los ojos por ese comentario, mientras Soobin asintió con emoción, decidió que este era momento para saciar la duda que había estado en su mente toda la tarde.
—Kai dijo algo sobre las flores de los jardines, príncipe —JungKook lo miró—. Me gustaría que me explicara eso, su primo no tuvo oportunidad de hacerlo más temprano.
JungKook le dio una mirada confundida a su primo quien sólo negó con la cabeza. Cuando parecía que ni el príncipe o Kai sabían que decir otra voz llegó a dar la tan ansiada explicación.
—El nacimiento de las flores en los jardines reales depende del nacimiento de un nuevo heredero al trono de Skinnende Gull —explicó una rubia entrando al comedor.
—Solar —los ojos de JungKook se abrieron al máximo e intentó, sin éxito, esconder su plato lleno de puré de papa y todavía medio filete, debajo de la mesa—. Que… que no estabas con mi hermano.
—El príncipe pensó que tal vez nuestros inesperados invitados tendrían algunas dudas —dijo la rubia mirando a Soobin, quien la veía deslumbrado—. He sido enviada para saciar cualquier duda que puedan tener —un joven se acercó y dejó una taza con un té muy caliente y algunas galletas frente a la chica—. También me pidió que le dijera a la gente en la cocina que no le sirvieran postre Príncipe, su hermano lo vio esconder una tarta de chocolate en su habitación antes de la cena.
JungKook maldijo por lo bajo negando con la cabeza, YoonGi miro a la rubia sentada frente a él, parecía que desde el momento en que él no mostró verdadero interés en Skinnende Gull todos habían decidido que tanto él como sus acompañantes eran dignos de saber todos sus secretos, lo cual no tenía lógica para el pálido.
—Entonces… nos hablabas de los jardines —dijo el rey, cansado de escuchar las quejas y berrinches de JungKook cuando un plato de avena fue colocado frente a él en lugar de un trozo de pastel como al resto de las personas en el comedor.
La rubia abrió la boca pero la voz de JungKook la interrumpió.
—Esto ni siquiera tiene miel —el joven molesto tomó su plato y camino rumbo a la cocina—. No pueden hacerme esto a mi, iré yo mismo a buscar la maldita miel…
Cuando el azabache desapareció por el pasillo y sus quejas dejaron de ser audibles, Solar soltó un suspiro mientras negaba. YoonGi miro el pasillo por donde desapareció JungKook, ese mocoso realmente era el mismo que lo había amenazado ayer, por que en este momento sólo le recordaba al pequeño de 12 años que había llegado a Vinterdod a recibir lecciones de espada y combate, el que se quejaba por el frío y por tener que levantarse al amanecer para entrenar con sólo un vaso de leche tibia en el estómago.
—Como les decía —retomó la rubia—, los jardines reales están divididos en cuatro secciones, nacimiento, niñez, madurez y vejez, estas secciones forman un círculo que rodea el castillo —explicó la rubia— en la entrada se ubica el jardín de nacimiento y continúan en orden por la derecha —JungKook regreso al comedor, su avena tenía una gran capa de miel y un vaso con una bebida ligeramente oscura a su lado—. Cuando un miembro de la familia real nace los capullos que fueron creciendo durante los meses de embarazo se abren, dando vida a un nuevo tipo de flor perteneciente a ese bebé, y estos capullos y flores irán apareciendo de forma paulatina en el resto de jardines a lo largo de la vida de ese bebé. Entre más miembros diversas flores decoran el jardín.
—¿Y cuando alguien muere? —preguntó Sehun.
—Los jardines en conjunto son llamados "el jardín de la vida", cuando las flores de un sólo miembro han llenado todos los jardines con el paso de los años estás comienzan a marchitarse y eventualmente a morir, primero las del jardín del nacimiento, luego niñez y así progresivamente —explicó la rubia—. Cuando las flores en el jardín de la vejez comienzan a marchitarse el reino sabe que en cuestión de días esa persona morirá. Cuando un miembro de la familia real deja este mundo su flor lo hace con ellos.
—Ninguna flor se ha repetido jamás en este jardín —intervino JungKook—, ni en forma, tamaño, color o aroma, todas son siempre únicas.
—¿Pero si las flores aparecen según la vida de la familia real por que hay diferentes flores en los jardines de madurez si el único que queda es JiMin? —cuestión YoonGi.
—La reina Hanni enfermó poco después de saber que estaba embarazada —JungKook se removió incómodo en su silla, estos eran temas que prefería no hablar—. Mi padre me dijo que sus flores morían más rápido de lo que crecían los capullos de JiMin, por lo que pensaban que ninguno de los dos lograría sobrevivir el parto.
—Cuando la reina llegó a los 8 meses las flores del jardín de la vejez comenzaban a marchitarse —continuó Solar—. Pero extrañamente los capullos del príncipe JiMin iban apareciendo en el resto de jardines. El día en que el príncipe nació los capullos en todos los jardines se abrieron, todas las flores poseían el mismo aroma, tamaño y forma, pero todas y cada una de ellas eran de distintos colores. Tres días después del nacimiento del príncipe la reina Hanni murió y el jardín de la vejez quedó secó. Hasta hoy es el único jardín sin flores.
—¿Por qué? —preguntó Soobin asombrado.
Solar miró a todos los presentes en el comedor y tras lo que parecía un suspiro de resignación decidió seguir explicando.
—Skinnende Gull no es como los otros reinos, incluso antes de la gran guerra y que los Reyes recibieran sus dones tras el pacto de sangre ya era conocido que aquí se practicaba cierto tipo de magia —tamborileo los dedos sobre el comedor—. Nuestro reino es el más antiguo, nuestra corona siempre estuvo unida a nuestro Dios y sus almas entrelazadas a estas tierras, estos jardines se crearon desde antes de construir el castillo. Skinnende Gull es próspero por qué la tierra toma vida de la familia real, el oro, las gemas y nuestras cosechas serán abundantes mientras un miembro de la familia Park esté vivo.
Los invitados miraron a la chica con asombro.
—Conforme la vida de JiMin transcurre las flores se tornan de un mismo color en los jardines —explicó el azabache jugando con la avena en su plato—. Como lo habrán notado en el jardín de nacimiento y niñez son todas plateadas con esos destellos dorados, tan hermosas que ni siquiera parecen reales. El cambio en el color avanza de forma lenta en los extensos jardines, si JiMin llegará a tener un hijo los jardines comenzarán a llenarse de forma lenta con los capullos de sus flores…
—¿Y de no ser así? —cortó Sehun, YoonGi miró a su general para después clavar la mirada en JungKook.
—El reino será próspero hasta que la última flor plateada en el jardín muera —respondió Solar—. El Príncipe JungKook es el siguiente en la línea de Skinnende Gull ya que posee uno de los dotes de la familia real, una bendición concedida por nuestro Dios. Si la voluntad de nuestro Dios y la del príncipe JiMin es dejarle el reino al príncipe JungKook el jardín paulatinamente se llenará con sus flores y el reino seguirá prosperando.
—YoonGi no será tomado en cuenta en la línea de sucesión, él va a ser el esposo de JiMin —reclamo Sehun, YoonGi miró impactado a su general, eso no era algo que se debía preguntar. Pero la semilla de la duda ya estaba plantada en su mente.
—No lo sé —las palabras salieron forzadas de la boca de Solar, pero no por eso eran menos ciertas—. Eso dependerá de las bendiciones que reciban del Dios del sol el día de su unión —se levantó del comedor y se encaminó hacia uno de los pasillos—. Buenas noches caballeros —al pasar junto a JungKook ambos compartieron una mirada con la que se dijeron todo sin necesidad de palabras.
La rubia abandonó el comedor siendo seguida por un guardia. JungKook miraba a los tres invitados sentados con él. Sólo hacía contacto visual con ellos por un segundo para después desviar la mirada. Le dio una última mirada a su plato medio vacío y salió del comedor sin decir una palabra, sentía la comida subir por su garganta y un ligero dolor punzante atacar sus sienes.
No le gustaba usar el don que había recibido del Dios del sol, pero a veces era simplemente necesario, necesitaba saber si estaba arrojando a JiMin al enemigo o no, y sólo podía asegurar que una de las tres personas que habían llegado hoy al castillo era inofensiva.
Eso lo hacía dudar de la decisión que se había visto obligado a tomar.
—Usted lo prometió, usted dijo que estaría bien —susurro a la nada.
Pero también decía que el dolor pavimenta el camino a la dicha de su hermano, se recordo.
JungKook se sentía como el peor de los monstruos en ese momento, en medio de penumbras en ese corredor vacío, realmente lo haría, ¿lanzaría a su amado hermano a la jauría de los lobos?
Tembló ante la respuesta que le gritaba su mente, silenciosas y dolorosas lágrimas caían por sus suaves y pálidas mejillas. Si esto salía mal jamás se lo perdonaría.
Por que él, Jeon JungKook tenía una tarea y para cumplirla debía entregar lo que más amaba a la persona que tenía el poder tanto de salvarlo como de dañarlo de forma irreparable.
El dejaría a JiMin, su única familia, caer en las garras del demonio del hielo, Min YoonGi.
Era tarde en la madrugada pero no podía dormir por que que se dedicó a pasear por la habitación que se le había dado, era enorme, ligeramente más grande que la habitación real en el castillo de Vinterdod, se acercó a la enorme ventana, abriendo ligeramente las cortinas pudo apreciar el comienzo del jardín de la madurez, varias flores no lograban verse pese a la luz de la luna, sólo eran una gran mancha oscura, salvo por una pequeña parte el principio donde se apreciaban las hermosas flores plateadas que al recibir la luz lunar parecían brillar aún más que en la tarde. Esa pequeña parte del jardín que era visible desde su ventana incluso parecía tener una especie de polvillo brillante sobre las flores, se veía mágico.
Admirando la belleza de las flores YoonGi pensaba en lo que había aprendido esta tarde. JiMin era un joven dulce, de corazón cálido y alma pura que gustaba de leer por las tardes o disfrutar de un pequeño paseo en su jardín personal, que sabía pintar y dibujar, también montar, sabía cantar y tocar el arpa. Había notado que cuando se sentía tímido jugaba con los anillos en sus pequeños dedos, solía cubrirse la boca con una de su delicadas manos pese a que el velo ya la cubría, también le gustaba su expresión cuando el sol le daba en la cara, cerraba los ojos mirando al cielo, la paz que podía notar en esa acción hacían latir más rápido su corazón.
Posó una mano sobre su pecho sintiendo el fuerte y acelerado latido de su corazón, las emociones extrañas que despertaba JiMin en él lo tenían preocupado. Hacía tanto que no sentía un sentimiento cálido recorrerle el cuerpo que no estaba seguro de si esto le gustaba a No. Con JiMin a su lado podía decir que la sensación no eran exactamente desagradable, pero ahora, en la soledad se su habitación se inclinaba más hacia la idea de que no era una cosa a la que debía acostumbrarse o que le gustará del todo, debía recordar que esto sólo era un intercambio, una transacción donde el sería el único beneficiado, costase lo que costase.
Recordó la conversación durante la cena y volvió a enfocar la vista en el jardín, negó con la cabeza y cerró de forma brusca las cortinas. Necesitaba dormir y preparar su corazón para la tarde siguiente.
Esto era un juego y él debía recordarlo a cada momento, el único que debía enamorarse entre ellos era JiMin y sólo así aseguraría el futuro de su reino.
Sintiendo el alma pesada se metió en la cama, una sensación extraña de frío le recorrió la espalda, que ni todas las mantas en la cama pudieron eliminar.
A mitad de la madrugada algo lo hizo despertar, una sensación de vacío en la boca de su estómago y una presión asfixiante en su pecho, sentado en medio de la amplia cama el sudor bañaba su delicado cuerpo y caía en pesadas gotas de su cabello, quito sin cuidado las mantas que lo cubrían y salió a paso veloz de la cama, ni siquiera colocó los zapatos de descanso. Camino rápido, casi corriendo, hasta su pequeño escritorio de este toma uno de sus lápices y una hoja blanca. Los trazos que dejaba en la hoja eran rápidos y ligeramente descuidados, sus ojos ni siquiera parecían enfocar la ojo frente a él pero eso no impedía que su mano se siguiera moviendo para acabar su obra.
Cuando terminó, con el cielo aún oscuro y manos temblorosas aprecio aquello que había plasmado, sus labios temblaron y un frío glacial lo caló hasta sus huesos, la habitación se sentía tan vacía y a la vez tan llena que creyó que le faltaba el aire. Soltó el dibujo y corrió al baño donde sin cuidado vacío su estómago, pero aún cuando estuvo sin nada más que volver, su cuerpo se siguió sacudiendo con espasmos.
Sobre el pequeño escritorio descansaba orgullosa aquella hoja, luciendo un hermoso dibujo, el delicado lápiz yacía roto a un costado.
En esa pequeña y delicada hoja se encontraba retratada una espantosa escena, algo jamás visto en ese reino. Tan cruel que el príncipe se encontraba sollozando en el piso de su baño, porque el Dios del sol le había dado aquellos dones a su familia, por ese tipo de cosas varios habían caído en la locura. Por que las cosas crueles no podían ser ignoradas, por que también debía cargar con ese peso.
Por que ahí, en un trozo de papel estaba una escena que podía ser algo digna de la imaginación de alguien, pero viniendo de quien venía no era sólo un dibujo más, era algo que iba a pasar, no hoy y tal vez no mañana, pero un día iba a llegar y tal vez él no podía hacer algo para cambiar el destino que él mismo había dibujado.
Temprano, cuando los pequeños pájaros comenzaban sus cantos y los rayos del sol entraban tímidamente por las ventanas Solar y Hwasa entraron a la habitación del príncipe, todo estaba oscuro, las pesadas cortinas cubrían la gran ventana en la habitación. Extrañadas miraron a la cama, estaba vacía, preocupadas observaron alrededor, Solar miró el escritorio y como todo en él estaba desordenado, se acercó con miedo.
Hwasa corrió a revisar el baño, apenas la puerta fue abierta un olor agrio la dejó Abrumada, el piso estaba sucio y olía mal, pero eso a ella no le importaba por que vio el pequeño cuerpo acurrucado en la tina, el príncipe temblaba ligeramente, con miedo se acercó a JiMin, cuando este la vio se lanzó a sus brazos a llorar.
—El día llegó —sollozo en su hombro—. Yo no quería pero sabes que no puedo evitarlo.
Un escalofrío recorrió la espalda de la chica y de forma suave comenzó a mecer el cuerpo entre sus brazos mientras acariciaba el suave y húmedo cabello. Escuchó la puerta ser abierta, miró a Solar en el umbral, silenciosas lágrimas bañaban su rostro, una hoja de papel en una de sus manos. No hacía falta ver el contenido de la hoja, Hwasa apretó el agarre en el cuerpo de JiMin y pese al dolor en su pecho o las lágrimas picando sus ojos comenzó a cantar para calmar a JiMin.
—Nadie debe verlo —susurro JiMin más calmado—. Tienen que ayudarme a ocultarlo —pidió a ambas chicas, las miro con ojos rojos e hinchados.
Ambas asistieron, no podían negarle nada al príncipe, nunca fueron buenas en ello, y no iban a negarle nada ese día que mucho ya baño sufrido.
—Yo lo haré —se ofreció Solar—. Usted debe descansar mi príncipe.
La rubia salió del baño y se encaminó a la puerta, miró una última vez el dibujo en sus manos, abandonó la habitación y tomó rumbo a uno de los pasillos más viejos y oscuros.
Cuando llegó frente a la puerta de hierro cubierta por complicados grabados susurro un par de palabras en una lengua antigua, en el sepulcral silencio se escuchó un ligero chasquido y la puerta fue abierta, la rubia caminó dentro de la oscura habitación, llegó frente a la pequeña placa donde se leía claramente "Park JiMin" y con todo el dolor de su alma oculto el dibujo en el compartimento que la placa escondía.
Lo miro una última vez y lloro. No por su reino, no por el futuro sufrimiento del pueblo, ni por el dolor que ella podría sentir llegado el día. Lloro por JiMin, se deshizo en sollozos recargada en la pared junto a aquella placa, porque de todos su pequeño no merecía esto. No entendía la crueldad de su Dios con la familia real, si bien sus dones eran grandes, los miembros fuertes Y su reino próspero, todo se cobraba con este acto de crueldad hacia los miembros reales de Skinnende Gull.
Por que, como le habían enseñado.
》—Los ojos de los Park pueden ver muchas cosas niñas —explicó su institutriz—. Cosas hermosas, las más hermosas pero, todo tiene un precio y llegará un día que ustedes mismas lo verán. Cuando ese día llegue deberán ayudar a JiMin, por que un Park…《
—Siempre ve su muerte y esa puede ser su peor condena —susurro en la oscuridad y silencio de la sala del tesoro real.
Editado ✅ [09/04/21]
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