Capitulo 1.
Nueva escuela.
Admitía que estaba nerviosa por lo que pudiese pasar, después de todo, ella nunca había convivido con muchos jóvenes de su edad. Al contrario, siempre convivió con su mejor amiga y estudió con ella en su hogar. Pero ahora estaría conviviendo con chicos de su edad y sentía que la regaría en cuanto colocara un pie en la institución.
Sus manos temblaban por los nervios, mordía su labio y su pie se levantaba y bajaba con rapidez. A simple vista se notaba su nerviosismo pero nadie podía verla puesto que se encontraban en los asientos detrás de su auto. No iría en limusina para no llamar tanto la atención, aunque sabía que aún así la llamaría debido a que era un auto de último modelo y tenía un "chofer''. Pareciera que no se alejaría de algunos hábitos.
El auto se detuvo y eso solo indicaba que había llegado a su destino. Dios, estaba tan nerviosa, no quería cometer un error, no se lo perdonaría. No, eso es justamente lo que quiere, cometer algún error, tan solo quería que no fuese un error que la pudiera poner en vergüenza. Por algo quiso libertad, libertad para cometer errores.
La puerta se abrió, agarró su mochila y salió del auto observando la gran institución y, por sobre todo, los adolescentes entrando al mismo. Colocó su mochila en su espalda y sujetó con fuerza las correas...¿Ahora que tenía que hacer? Miró a su chofer buscando respuestas a sus preguntas mentales y como si el hombre pudiera leer su mente, sonrió y le indicó que lo siguiera.
—Venga conmigo, la llevaré a la oficina de la directora.
—Ay, muchas gracias.
Para ella, todo el camino hacia la dirección fue interesante. La forma en la que estaba construida la escuela, los casilleros, las paredes blancas, los estudiantes que de vez en cuando la miraban con ojos curiosos; ansiosos por saber quién era ella.
Llegaron a la dirección y entraron al lugar observando a la directora, una mujer mayor, gata de cabello negro y ojos azules. Al verlos se levantó e hizo una reverencia en señal de respeto.
—Bienvenidos.—saludó—Pueden llamarme Catalina. Tengo entendido parte de la situación de la jovencita. ¿Se cambiará el apellido como se tenía acordado?
—Así es.—confirmó ella con seguridad—.
—Perfecto...entonces...¡Bienvenida Amy Rose! Espero que tu estancia en nuestra institución sea de tu agrado.
—Muchas gracias directora.—agradeció con una sonrisa, estaba emocionado y todo aquel que la conociera lo notará al instante—.
Cerró su casillero después de colocar su mochila en la espalda. Su chofer ya se había ido después de haberle deseado buena suerte y de decirle que la vendría a recoger a la hora de la salida.
Miró a los lados y aún veía alumnos caminando y otros arreglando sus casilleros, de su bolsillo sacó sus horarios y observó su primera hora. Genial, Historia. Le gustaba esa clase y puede que aquí también le guste si es para saber otro lado de alguna historia.
Ahora el problema sería...el salón. No sabía dónde quedaba el salón. ¿Arriba? ¿Abajo? ¿Ahora que haría?
De repente sintió una presencia—¿Hola?—se sobresaltó ante la voz desconocida—Lo siento, no quería asustarte. Estabas parada aquí y tenía la sensación de que estabas nerviosa. Eres nueva ¿No?
Sus ojos captaron al dueño de esa voz, era un chico, un erizo azulado con ojos verdes. Era alto y llevaba el uniforme de la escuela, admitía que era guapo y que se veía buena persona.
—¿Hola? ¿Puedes hablar? ¿Me puedes escuchar?—trato de llamar su atención moviendo su mano frente a su rostro—.
—Oh, lo siento. Tienes razón, estoy muy nerviosa y sí, soy nueva.—contestó apenada, de seguro el chico quería reírse de ella pero no lo hacía por respeto. Y ojalá que siga así.—.
—Descuida.—tranquilizó soltando una leve risa—Me llamo Sonic. ¿Tú eres?
—Amy...Amy Rose. Un gusto Sonic.—estuvo apunto de hacer algo de no ser porque se acordó donde estaba. Un sonrojo en sus mejillas apareció por la vergüenza.—
—¿Necesitas ayuda con tus horarios o la localización de tu salón?
—Localización. No sé dónde queda y tengo miedo de llegar tarde.
Sonic rio ante lo tierna que se veía la eriza.
—Bien, te ayudaré. Déjame ver tu horario.
Amy le entregó el papel que contenía sus horarios, cuando rozó su mano con la del chico sintió una corriente eléctrica por todo su cuerpo. Confundida miró su mano, no sabía que había sido eso pero no era algo que le doliera, solo le confundía porque no estaba cerca de algo eléctrico.
Observó al azulado, estaba muy concentrado leyendo el papel que le había entregado. Luego alzó su vista para mirarla con una sonrisa.
—Compartimos el mismo horario, vendrás conmigo.
Y eso hizo sonreír a Amy, además de calmarla.
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