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2. Komisch

Conforme la semana pasó, le quitaron un par de cosas de la cara pero aún le daba calor todas las... vendas que le cubrían, el doctor decía que mejoraba pero que cuando se... rascaba las heridas dormido, entonces retrasaba todo el progreso. La verdad no entendía mucho pero al menos ya le subían a esa silla que se movía y lo llevaban al afuera.

Kiri seguía ahí, no se movía de su lado desde que había llegado, Ochako también estaba ahí pero parecía molesta. Aún no conocía al resto de sus "amigos" y estaba mejor así, estaba seguro al menos de eso. Lena estuvo ahí al siguiente día y el resto de la semana, como prometió el día que la conoció. Era agradable, paciente y siempre hablaba con él sobre cualquier cosa sin presionarle como Ochako, eso era bueno. Le agradaba. Si, agradar era bueno.

Pero ese día llegó acom... acompañada de nuevo. Reconocía la maraña rubia del pequeño humano, había entrado con Lena desde la primera visita pero lo había olvidado en ese mismo instante porque a su cerebro le costaba prestar atención a más de dos personas a la vez. No recordaba su nombre, ni su rostro, sólo su cabello desordenado.
Lena se sentó al borde la camilla y le sonrió, dejando que el pequeño humano se sentara en el enorme sillón junto con Eiji –finalmente recordaba mejor su nombre-.

—Traje un álbum de fotos, es de cuando eras muy pequeño así que seguramente te gustara —la mujer se inclinó y le mostró las páginas del libro entre sus manos.

Hase vió interesado lo que le mostraba, había muchas imágenes y gente extraña, su cabeza le dolía pero podía con eso.

—Aquí tenías dos años, ese es tu conejo mascota.

— ¿Conejo?

—Sí, es... un animal muy suave, como Hase... te traeré después un peluche para que veas algo parecido... tu conejo siempre escapaba de su casita para dormir contigo.

Sonrió levemente, esperando poder ver más, no podía reconocerse en el cuerpo de ese pequeño humano pero prefería reservar un par de preguntas.

—Ella es Inko —dijo señalando a la mujer que sostenía al bebé en la siguiente fotografía—, ella era tu madre.

Frunció el ceño, confundido, ¿ella su madre?, pero entonces, ¿Lena también?, no comprendía del todo, ¿cuántos padres podría tener un humano?

—Tu madre y yo nos casamos muy jóvenes —contestó a su pregunta silenciosa, pasando la página muy despacio—. Es una historia muy larga, pero puedo contártela después  —se rió bajito, tratando de no molestarle—, por ahora puedo decirte que tienes dos mamás y dos papás.

—No recordar... como funciona.

—Bueno, Inko y yo queríamos un hijo, y tus papás también, así que hicimos un acuerdo...

— ¿Acuerdo?

—Cuando las personas hablan y deciden hacer algo que ayudara a todas las personas que lo hablaron.

—Creo... entiendo.

—Bueno, el acuerdo consistía en que habría un hijo que criaríamos entre los cuatro, tú naciste de Inko con la ayuda de Toshinori.

—Hase no, Izuku.

La mayor suspiró, le sonrió y asintió con toda la paciencia del mundo.

—Tienes razón, perdóname.

—No enojado, dime más.

Le acercó de nuevo el álbum y le señaló la siguiente foto, había un hombre rubio y uno de cabello negro, también estaba la otra mujer con nombre complicado.

—Él es Toshinori, Inko otra vez, Shota, tu otro padre y... ¿sabes quién es esa mujer de ahí?

—Lena.

—Muy bien, ¿estás haciendo los ejercicios que dijo el doctor?

—Me cansan.

—Es normal, pero así te ayudas a estar mejor.

Asintió una vez con la cabeza y bostezó, se sentía con sueño pero quería seguir viendo fotografías. Lena comprendió y le dejó el álbum en las piernas, sosteniéndolo para que pasara las páginas solo. Había muchas cosas, muchas caras, muchos objetos que no lograba reconocer y el rostro de Izuku cambiando conforme pasaba las imágenes, era... entretenido, de repente la idea de aprender a leer le llamaba aún más.

Su cabeza le dolió más al ver la última fotografía, era un pequeño humano, de cabello rebelde y rubio, parecía enojado pero estaba con Izuku, Izuku era grande y usaba la misma ropa que él cuando despertó.

—Kacchan —dijo de repente, señalando al pequeño.

Hubo silencio y de repente el niño que había estado esperando junto a Eiji había llegado a la cama en un par de segundos, encimando a Lena y también al herido.

— ¡Tu si recuerdas! ¡Y estás mintiendo!

—Katsuki —reprendió la mujer, poniéndose de pie para levantarlo del regazo de Hase.

—No, él miente, sí sabe quién soy, bájame.

—Te advertí que no podías gritar aquí.

Observaba todo con atención, los gritos del niño hicieron que sintiera su cabeza a punto de reventar pero no dijo nada, ahora que observaba bien al niño podía distinguir mejor sus rasgos, era idéntico al de la foto.

—Kacchan —repitió, asintiendo, recordaba sus ojos, recordaba su voz mencionando su nombre, recordaba llanto y cansancio pero sentía que había algo que faltaba entre todos esos recuerdos dispersos—. A ti... recuerdo, sí.

— ¿De verdad? —Lena dejó que el niño bajara de sus brazos a la cama, cansada de luchar con él.

—Sabes quién soy, sólo estabas fingiendo porque ya no me quieres —se quejó, frunciendo el ceño y cruzando los brazos sobre su pecho.

Parpadeó, sentía el impulso de decir algo pero no sabía que, era una necesidad extraña que no podía poner en palabras, deseaba poder entender un poco más. Suspiró y trató de no abrirse las cicatrices del brazo que ya estaban expuestas.

—Lo lamento —murmuró, sus labios secos le dolían al hablar últimamente—. No entiendo todo, tampoco recordar mucho... pero tú sí, un poco, Izuku te recuerda, así que Hase también.

— ¿Por qué hablas tan raro? —se encogió más en su lugar, dándole la espalda—. Mientes, dijiste que mentir era malo... le diré...

—Katsuki, hora de irnos, tenemos mucho que hablar —suspiró y se pasó una mano por la frente, Lena sabía que tendría una larga tarde—. Volveremos mañana, le diré a Shota que venga para que lo conozcas.

—Hase entiende y lo siente, Kacchan.

Katsuki se dejó cargar y se escondió en el cuello de Lena, no queriendo ver al mayor, que se sentía muy mal por el niño, deseaba en serio poder comprender lo que pasaba.

Eiji le dejó junto a la cosa de agua mientras dijo que iba a ir a buscarle... algo que ya no recordaba que era, si silla movible no se movía por una cosa que tenían las ruedas y a diferencia del resto de los días no se sentía bien por salir. Lena no había vuelto ese día, tampoco Kacchan, estaba preocupado aunque no tenía claro porque.

Talló sus ojos con delicadeza, pues la venda le lastimaba, bostezó y observó el agua, hacía ruido y se veía bonito. De repente quería volver a su habitación y dormir, había escuchado al doctor llamar a sus dolores en la cabeza migrañas y ese día la luz le estaba lastimando tanto como para que le doliera.

— ¿Eres nuevo?

Alzó los ojos y se encontró con un muchacho, había muchos colores en su rostro, su cabello, sus ojos, era extraño y le dio algo de miedo, no supo que decir.

—Supongo que sí, ¿qué te ocurrió?, parece que fue muy feo.

Parpadeó y bajó la mirada, mordiéndose el labio inferior.

—Está bien, tal vez no quieres hablar de eso —le regaló una pequeña sonrisa y le señaló su pierna llena de vendas, muchas vendas—. Yo rompí mi pierna, en muchos muchos pedazos, así que no puedo ir a casa.

— ¿Duele? —preguntó en un murmullo, comenzando a jugar con sus dedos.

—Mucho —se veía más confiado al escucharle hablar, dejo las cosas largas que usaba bajo sus brazos de lado y se sentó por donde estaba la cosa de agua—. Pero dolía más antes de la operación.

— ¿Qué es ope... opera...?

—Operación —le ayudó a terminar la palabra—. Es... —se rascó la cabeza, parecía no saber cómo explicarlo con exactitud—. Es cuando abren aquí —le enseñó su brazo haciendo un movimiento con su dedo sobre su piel—, o... en cualquier parte del cuerpo para arreglar algo que está mal adentro.

— ¿Qué hay adentro?

—Huesos, nervios, músculos, venas —comenzó a enlistar, enumerando con los dedos.

Hase agradeció que le tuviera paciencia para explicarle.

—Todo eso suena difícil y extraño.

—Supongo.

—Aquí está, espero que te guste... otra vez —el muchacho de cabello rojo apareció de la nada y se detuvo junto a la silla de ruedas, llevaba algo en las manos y se lo tendió, dejando que viera con cuidado lo que era—. Se llama ramune, el doctor dijo que no había problema en que lo pruebes.

Asintió, observando el extraño recipiente, como buscando la manera de comprender su funcionamiento. Estaba cerrado, ¿cómo abrirlo?

—Déjame enseñarte.

Eiji comenzó a mover sus manos entorno al recipiente, bajo la atenta mirada del otro, cuando empujó el pequeño balín dentro de la botella el pecoso saltó por el ruido que hizo, pero después vió muy intrigado lo que pasaba en el interior, volviendo a tomarla entre sus manos. Kiri sonrió, divertido por su reacción y alzo la mirada, encontrándose con el extraño que también parecía divertido con el espectáculo.

—Hola, no te ví cuando llegué —soltó una risita y le tendió una mano—. Eijirou Kirishima.

—Shouto Todoroki —dijo tomando su mano, presentándose también.

—Él es Iz... —se detuvo al darse cuenta de lo que iba a decir, suspiró y negó con la cabeza—. Hase, puedes decirle así.

Asintió, hubo silencio mientras Kiri le enseñaba al pecoso a beber de la botella y se sentaba al lado de Shouto.

— ¿Él... está muy herido?

—Mucho —suspiró y esbozó una sonrisa nostálgica, sin desviar la mirada—. Perdió su memoria, casi en su totalidad, no puede caminar, no puede dormir solo... es como cuidar de un niño pequeño.

—Hm... y creí que una pierna rota era mala.

Se pasó una mano por su cabello y asintió, sosteniendo la botella antes de que se le resbalara de las manos a su amigo.

—Eiji —murmuró su nombre, arrastrando las silabas de su nombre—. Quiero volver.

—Está bien, ¿quieres más? —le ofreció la bebida.

—No, Hase bien.

Asintió y se puso de pie para quitarle los seguros a la silla.

—Hase vuelve, ¿te veré?

—Probablemente, ¿sales siempre al jardín a esta hora?

—A veces no podemos por la terapia —contesto Kiri, haciendo que el muchacho de la silla de ruedas asintiera.

—Espero no duela más —murmuró, señalando su pierna como Shouto lo había hecho antes.

—Cada día duele menos.

Asintió y sonrió, le gustaba saber eso, por alguna razón no le gustaba saber que algo le dolía a alguien más.

—Adiós, Shouto.

Eiji se sorprendió al escucharle pronunciar el nombre de forma fluida, sin titubear, sin dudas, justo como Kacchan o Lena. Le parecía interesante, bastante a decir verdad, le contaría al doctor en cuanto volvieran.

—Adiós, Hase —dijo agitando la mano para verlo alejarse, suspiró y sonrió, deseando encontrárselo de nuevo, su actitud inocente le hacía bien a su corazón aburrido y solitario.

Cruzó los brazos y alzó la cabeza cuando escuchó su nombre de la enfermera que le buscaba, anunciando que tenía visitas. Tomó sus muletas y se levantó, caminando hasta ella para poder volver a su habitación.

Hey y'all!

Aquí estoy finalmente con el cap 2
uff, me ha costado horrores sentarme a escribir últimamente, no tienen idea, tengo mucho que hacer, mi cabeza está mega dispersa y me he enfermado del estomago de forma horrible, llevo mala casi dos meses :c comienzo a pensar que es algo más grave y me aterra Dx pero bueno, si me muero quiero que en mi tumba le pongan esto como epitafio

*se aclara la garganta*

Rave, alias Satán
Murió por tragar lo que no debía
"UGH"

Ya, eso es todo(?)

En fin xD mil gracias por leer, votar y comentar!
Lof, smooches y galletitas

Rae Septoxic

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