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episodio uno

LONDRES

    Las pesadillas nos atacan siempre en el peor momento. 

  Cuando dormimos, nuestra mente queda en blanco y lo último que esperamos son la llegada de nuestros pensamientos más oscuros. Adalia había empezado a tener miedo de sus propios sueños. Porque en ellos, sus más atroces recuerdos cobraban vida.

— ¡Ada! ¡Ada despierta! — Hermione había tomado a su amiga por los hombros y la agitaba con delicadeza esperando a que reaccionara. No era la primera noche en que la castaña era superada por los malos sueños.— Estoy aquí, es solo un sueño, despierta...

  Pero Ada respiraba agitada. Temblaba de miedo y murmuraba hechizos de protección que en realidad salían de su boca como balbuceos.

Aquella noche también hubo tormenta en Londres.

ʚ ♡ ɞ

—¿Lo has guardado todo?— le preguntó Harry, estaba nervioso. No dejaba de caminar de un extremo de la habitación al otro. —¿Dónde está tu lechuza?

   Hardy hizo un ruido desde el interior de su jaula, la cual estaba en el rincón más apartado de la habitación.

  La lechuza de Adalia era negra, con el pico gris de un tono casi metálico y unos enormes ojos oscuros y redondos. Estaba esperando en el interior de la jaula plateado a que Ada la colocara sobre el baúl del equipaje.

—Harry James Potter, nos estás poniendo nerviosas. —le dijo su hermana con media sonrisa. Pronunciar su nombre completo siempre llamaba su atención y terminaba haciéndolo entrar en razón. —A Hardy y a mi.

—Estoy preocupado, ¿y si estás en peligro y yo no estoy ahí para ayudarte?

—Alex estará conmigo. Además fui la mejor estudiante en todas mis clases, creo que sé cuidarme.— imitó el tono de Hermione levantando la nariz.

—A eso me refiero. Aún no terminas tu colegiatura en Hogwarts... ¿y si mejor te quedas y la terminas...?

—Harry. — Ada posó su mano en el hombro de su hermano. Ya había tenido suficiente de su histeria matutina, entendía sus nervios pero debía dejarla ir. —Alex pidió permiso en el Ministerio para educarme en casa. Estaré bien. No voy a descuidar la magia.

Harry la abrazó, con la esperanza de ser suficiente como para reparar los pedazos rotos que hacían sufrir a su pequeña hermana. Pero por mucho que lo intentara, debía ser ella quién se salvara a sí misma. Y eso no sería una tarea fácil.

—Regresa pronto, por favor. —murmuró sintiendo que algo cálido se desprendía de sus brazos.

Nunca se había quejado de Ada, al menos no en serio o no más que en alguna de sus bromas de hermanos. Era su familia más real, su aliada desde el principio de los tiempos. Pero la guerra la había roto y lo sabía, no podía ignorarlo más. Alejarse un tiempo serviría para callar los recuerdos dolorosos que la estaban atormentando.

—Lo haré, lo prometo. —le dijo con los ojos vidriosos, carraspeó regresando a su tarea de empacar sus cosas. —Ahora ayúdame a guardar mis libros en el baúl, son demasiados, creo que tendré que hacer un hechizo de espacio.

ʚ ♡ ɞ

—Trabajar en el Ministerio tiene sus ventajas. —Decía Alex arrastrando las maletas por el jardín de la Madriguera. —El Ministerio me ha dado permiso para instalar este Traslador aquí, así podrán ir a visitarnos cuando quieran. Y nosotros podremos venir en cualquier momento. —explicó.

—Pero... — Ron frunció el ceño. —¿Esto lleva a los Estados Unidos? ¿Está botella es un Traslador al otro lado del océano?

—Así es, Ronnie. —Y la de cabellos azules le revolvió con malicia los mechones rojos.

Ron bufó por el apodo y por el gesto.

—Iremos a verte. —Dijo Harry. — Escríbenos, todos los días.

Ada lo miró de arriba a abajo.

—¿Y me lo dices tú? — sonrió. —¡Jamás contestas ninguna carta! ¡Eres un vago!

—No es cierto. Contesté muchas, de niño.

  —Sí, ajá, cuando Dobby no las robaba. —rodó los ojos.

   Harry miró a Ada y supo que extrañaría discutir con ella por tonterías.

—Yo sí voy a escribirte todos los días. — le sonrió Mione. —Te contaré cómo están las cosas por aquí, y cuando regreses será como si nunca te hubieses ido. Porque no te perderás de nada.

  Ada no necesitó esperar un segundo más para abrazar a su mejor amiga.

—Voy a extrañarte mucho.

—No más que yo.

—Eh... — Ron carraspeó. —Me toca abrazar a la pequeña molestia

El pelirrojo Weasley siempre fue como un hermano, a veces se entendía más con él que con Harry porque Ron siempre parecía estar relajado y despreocupado con respecto a la escuela. Discutían, sí. Por las mismas tonterías, les gustaba molestarse. A pesar de ser la menor de los cuatro, no hubo un solo día en que no la hicieran sentir parte de aquel grupo.

—Dios mío, voy a llorar. —Alex miró hacia arriba luchando contra las tontas lágrimas que amenazaban en sus ojos. El cabello le cambió a un celeste descolorido. Estaba triste en contra de su buena voluntad. —Venga, que aún nos queda un largo viaje en carretera del otro lado.

—Vale, bien, deja que nos despidamos de Ada. —dijo Fred codeando a George. —¿Segura que no quieres una última broma antes de irte a los Estados Unidos?

—No gracias, me dan miedo sus bromas cuando son destinadas a mi.— se alejó de los malvados brazos de los gemelos prefiriendo despedirse de Ginny.

—Cuídate, cariño. —le dijo Molly.

—Siempre tendrás un lugar aquí en la Madriguera. —Continuó Arthur.

  Percy y Billy se despidieron también.

  Ada insistió en que le dieran su despedida a Fleur.

  Ada le dió un último vistazo al cielo de Londres. Siempre solía haber una capa gris sobre ella, nubes espesas a punto de deshacerse en gotas de lluvia. Sin embargo, el sol brillaba sobre la casa de los Weasley. Y nunca se sintió más enamorada de ese lugar que en ese momento.

  Y estaba a punto de decirle adiós por un tiempo.

—Los amo. A todos. —sonrió, y el corazón le dió un vuelco. —Regresaré antes de que puedan decir quidditch.

  Alex dió un paso hacia la botella sujetando el equipaje con una mano.

—¿Lista?— tocó la boquilla con la punta del dedo.

—Lista.

  Cuando la castaña tocó el Traslador, ambas desaparecieron. Desmaterializándose en el aire.

  A un pequeño pueblo en California.

  Sin saber que en Beacon Hills acababa de ocurrir un asesinato.

ʚ ♡ ɞ

  ESTADOS UNIDOS

  Scott McCall preparaba su equipo de Lacrosse para la mañana siguiente, las clases en Beacon Hills estaban a punto de comenzar. Un año que parecía ser tan común como los demás. O eso creía el, cuando escuchó un ruido en afuera de la casa.

  Por alguna razón, decidió hacerse de un bate y salir a investigar.

  Una vez en el porche, no encontró otra cosa que la tenebrosa brisa de la noche, hasta que se acercó al borde y su mejor amigo Stiles lo sorprendió colgado boca abajo en el techo.

—¡Stiles! ¿Qué narices haces?— le preguntó, aún asustado, zarandeando el bat en el aire.

—¡No contestabas al teléfono!— obvió, — ¿Por qué llevas un bate?

—¡Por si era un depredador!— 

Stiles solo sacudió la cabeza recordando el porqué estaba ahí.

—Escucha, es tarde pero tienes que oír esto... Mi padre ha salido, han llamado de comisaría. Incluso hay agentes estatales.

— ¿Para qué? — le preguntó Scott.

—Han encontrado un cuerpo en el bosque... —Stiles se dejó caer, una vez en el suelo se sujetó a la baranda. Impaciente. 

—¿Un cuerpo muerto?

Stiles rodó los ojos.

—No, un cuerpo de agua... ¡Claro, idiota! ¡Un cuerpo muerto! —le dijo sarcástico subiendo al porche junto con él. 

—¿Fue asesinado?

—Nadie sabe aún. Solo que es una mujer, tal vez en sus veinte.

—Espera. Si encontraron el cuerpo ¿Qué están buscando?

—Esa es la mejor parte. Solo encontraron la mitad.

  Scott vió a su mejor amigo sorprendido.

—Iremos.

ʚ ♡ ɞ

   Una vez llegaron a la Reserva e ignoraron el evidente cartel de No entrar se bajaron del Jeep y Stiles encendió la linterna.

— ¿Pero tú crees que debemos? — le preguntó Scott rodeando el auto.

— Tú eres el que siempre se queja de que nunca pasa nada.

— Intentaba dormir bien para la práctica de mañana. — Scott alzó los brazos rendido, escondiendo las manos en los bolsillos de su sudadera.

— Claro, porque estar en la banca requiere mucho esfuerzo.

— No. Porque jugaré este año. — habló convencido. — De hecho, seré titular.

— Ese es el espíritu. Todos deberían tener un sueño aunque sea pateticamente irreal. 

Ambos chicos continuaron adentrándose en el bosque.

— Solo por curiosidad, ¿Qué parte del cuerpo buscamos?—

— Ah, no pensé en eso... — Scott sonrió con ironía.

— ¿Y si el asesino todavía sigue por aquí?

— Tampoco pensé en eso.

  Tuvieron que subir por una pequeña colina con pendiente inclinada, lo que afectó en el asma del chico.

— Tal vez el que tiene asma debería llevar la linterna, ¿No crees?

   Pero Stiles no le respondió, se apresuró a agacharse y a apagar su linterna cuando notó los puntos brillantes en la lejanía. Los policías seguían buscando pistas y si no tenían cuidado los atraparían a ellos.

  Cosa que sucedió.

Las linternas los apuntaron y el par de adolescentes se echaron a correr.

  Scott se esforzó por alcanzar a su amigo pero le era imposible.

  Un segundo después el sheriff sorprendió a Stiles haciendo que este cayera al suelo del susto.

— Este pequeño delincuente me pertenece.— dijo el sheriff Stilinski, quién también era el padre de Stiles.

— Papá, ¿Cómo estás?

— Así que siempre escuchas llamadas telefónicas. — podría decirse que no estaba sorprendido.

— No. No las aburridas. 

— ¿Y dónde está tu pareja de crimen?

— ¿Scott?— Stiles pensó rápido que decir. — No, está en su casa. Dijo que quería descansar para el primer día de clases mañana.

  — ¡Scott!¿Estás ahí?— El sheriff no le creyó nada a Stiles, iluminó alrededor con la linterna. Cuando nadie contestó, agarró a Stiles de la chaqueta y se lo llevó prometiendo regañarlo por invadir su privacidad.

  McCall se había quedado a solas en aquel oscuro bosque.

  Echó a andar escuchando ruidos nocturnos para nada agradables. Hacía frío. Naturalmente, era un ambiente aterrador, pero empeoró cuando un grupo de animales intranquilos salieron corriendo en manada de detrás de unos árboles haciendo que Scott soltara su inalador.

  Este encendió su celular e intentó encontrarlo.

  Sin embargo, lo único que encontró fue la mitad del cuerpo de una chica.

La impresión del cuerpo pálido, sin vida y manchado de sangre, lo asustó tanto que retrocedió. Tropezando con unas ramas y cayendo hacia atrás.

  No podía creerlo. Había encontrado el cadáver. Y la imagen perturbadora no duró mucho en su mente, porque antes de darse cuenta estaba mirando a los ojos de una criatura extraña a pocos metros de él.

  La criatura se abalanzó sobre él, Scott gritó y huyó lo antes posible. Sin entender nada de lo que ocurría.

  Corrió y corrió sin mirar adónde iba, hasta que finalmente llegó a la carretera. Donde un auto se acercaba a él a toda velocidad, sin darle tiempo a esquivarlo.

   
   



   Adalia no lo podía creer.

¡Ese chico había salido de la nada! De no ser porque Alex había insistido en enseñarle bien a usar el freno del auto en caso de emergencia lo habría atropellado. Se bajó del coche enojada, mientras sentía que empezaban a caer gotas de lluvia sobre ella. Estaba cansada por el viaje y, al mismo tiempo sentía curiosidad por saber que hacía un chico como él a aquellas horas rondando solo por el bosque.

—¿Qué rayos te pasa?— le gritó. —¡Por Merlín! ¡No puedes ir corriendo por ahí, menos delante de los autos que pasan a esta hora! ¡Está muy oscuro!

  Scott miró a la castaña sin saber que decir, estaba desorientado y sentía una molestia a un costado de su cuerpo que le impedía concentrarse.

Ella tenía parte razón, él se había atravesado en la carretera. Sin embargo ella tampoco debía ir a tal velocidad.

—Eh... yo...

Adalia suspiró, claramente aquel chico no estaba bien. No hacía falta ser adivina para notar su respiración agitada y las gotas de sudor brillando por su rostro. Compuso una sonrisa amigable mientras extendía su mano.

—Me llamo Adalia Potter, ¿Te sientes bien?

—No, yo... no, la verdad es que no. — pese a todo, le sonrió antes de formar una mueca de dolor. Se levantó el borde de la sudadera encontrando una extraña herida en forma de mordida. — Creo que necesito ir al hospital.

  Adalia sabía perfectamente lo que significaba esa marca. Hombres lobo.

  Miró al chico con atención. Él no tenía ni idea de en qué se había metido. Se alegró de que Alex no estuviera con ella sino en el bosque ocultando el Traslator con hechizos de invisibilidad para que ningún humano (o cualquier otra criatura) lo encontrara, ella solía emocionarse mucho con los licántropos debido a que su padre lo era.

—Claro, sube. Te llevaré, solo tienes que decirme dónde es. — Scott no la conocía, pero parecía bastante amigable (sobre todo ahora que no le estaba gritando) además no tenía otra opción. —¿Te duele mucho?

—No tanto como debería. — se sinceró. —Por cierto, me llamo Scott McCall. Gracias por no atropellarme y llevarme al hospital.

Ada le sonrió.

—No te preocupes, no hay nada que agradecer. —Se subió al auto y guardó la dirección que le puso Alex al GPS para cuando regresara del hospital poder encontrar la nueva casa. 

—No te había visto antes, ¿acabas de llegar?

—Sí, me he mudado con mi tía justo hoy. Ella está... —Ada no supo cómo justificar que su tía no estuviera cerca, así que se calló. Otro auto pasó a mayor velocidad junto a ellos. Ada tuvo una extraña punzada. La ignoró y le repitió al chico.—¿Lo ves? Deberías tener más cuidado la próxima vez que andes de noche por el bosque.

—Creeme que no lo volveré a hacer.

  Ada sabía que eso era mentira, conocía la naturaleza de los licántropos y empezaba a preguntarse si sería buena idea ayudar al pobre chico. 

—¿Vas a estudiar en nuestra escuela? Quiero decir, en el instituto de Beacon Hills... —A Ada le dió ternura la forma nerviosa de hablar de Scott. —Mañana es el primer día de clases, y...

—Supongo que sí. — se encogió de hombros. Alex le preguntó si quería incorporarse a la escuela, ella le dijo que sí pero no sabía si era la misma escuela de la que hablaba Scott. — Para eso me he mudado.

—¿Dónde vivías antes?

  Ada miró por la ventanilla, las ramas desnudas de los árboles hacían ver aquella noche más tétrica de lo que ya era.

—Vivía en Londres. Mi tía y yo somos de allá.

—¿Vivías allí con tus padres?

—No, ellos murieron cuando mi hermano y yo éramos unos bebés. — Dijo con normalidad, nunca quiso ser de esas personas que hacer ver la muerte de sus padres como algo incómodo sobre lo que hablar. Le gustaba recordar que sus padres eran magos que dedicaron su vida a proteger el mundo mágico, tal como ella y Harry habían hecho. —Oye, no me mires así. Está bien, no me molestas que preguntes.

—Lo siento mucho, de verdad. No debí preguntar así de la nada.

Nah, créeme... —ladeó una mueca. —Hay cosas peores.

  Scott asintió de acuerdo, recordando la criatura de ojos rojos que lo había atacado en el bosque.

  La bruja lo acompañó hasta el hospital, después de indicaciones y charlas bastante fluidas ambos se dieron cuenta de que habían formado una pequeña y repentina amistad. Pero Scott estaba seguro de que para mañana ella ya se habría olvidado de él y que encontraría mejores amigos con los que conversar en el instituto. Así funcionaba, ¿no? Después de todo alguien tan carismática encontraría gente más divertida y a la  que sí le iba bien en lacrosse.

—Nunca había estado en un hospital. — le dijo Ada luego de que a Scott le pusieran un vendaje. —¿Ya estás mejor? 

  El chico la miró extrañado.

—¿Cómo que nunca has estado en un hospital?

  Ada se encogió de hombros.

— ¿Necesitas que te lleve a casa?

—No, estaré bien. Mi madre trabaja aquí en el hospital, ella puede llevarme. — hizo un gesto de despreocupación. —Gracias otra vez.

—Está bien. — Ada caminó hacia la salida deteniéndose en el último paso. —Te veré mañana en el instituto.

  Pero Scott pensó que no sería así.

  Estaba equivocado.

ʚ ♡ ɞ

  Después de una noche desempacando, Alex y Ada se las arreglaron para salir temprano hacia instituto de Beacon Hills. La mayor Lupin debía registrar a Adalia, además de que no se atrevía a dejarla ir sola el primer día de clases. No con sus ataques de pánico y la prominente tristeza que ocultaban sin éxito sus ojos.

—No tengo ni idea de cómo funciona la vida de un estudiante muggle. —le decía Alex a su sobrina mientras conducía. La Lupin se echó la sudadera por encima de su cabellera para que nadie notará como esta cambiaba de color. —Pero si sé que eres una Potter y que tú padre siempre se las arreglaba para caerle bien a todos. Harás amigos antes de que siquiera pienses en ello. Está en tu sangre. Lo sé.

—Ojalá fuera como mi papá.— Ada se subió al asiento del copiloto mirándose en el espejo retrovisor. Su cabello estaba recogido en un moño sujetado por la varita, una buena forma de camuflar su magia según ella y de tenerla a la mano por si alguna emergencia la requería. Llevaba puesto un jersey de Gryffindor y unos jeans oscuros. —¿Has averiguado algo?

—Solo sé que hay un alfa, lo oí aullar anoche cuando regresaba a casa. —Alex cerró los ojos. —No puedo creer que nos hayamos mudado a un pueblo con hombres lobo, Remus me mataría.

Ada se rió.

—¿Te das cuenta de que siempre nos persiguen los desastres? Cruzamos medio océano y ya hay cosas sobrenaturales ocurriendo. Es por mi talento Potter de atraer desastres.

—El único desastre aquí es ese chico que fue mordido, los licántropos necesitan toda la ayuda posible para adaptarse a su nueva naturaleza. Los adolescentes son los peores para esto. —Pero eso Ada ya lo sabía, había leído todas las investigaciones de su tía, las de licántropos eran las que mejor se le daban. Alex era una experta en el tema. —Pero olvidemos eso, lo importante aquí es que mi sobrina tendrá un primer día estupendo. Hablaré con tus profesores, ellos estarán al tanto de qué deben hacer si sufres un ataque de pánico.

Cierto, esa cosa... Esa cosa que ya no me hace funcionar bien. Alegó con tristeza una parte derrotada en su interior.

—Está bien. —trató de ser positiva, pero su voz soltaba tintes ansiosos. —De todas formas no debe suceder, ¿verdad? Estaré bien, todo está bien. —paercía decirse a sí misma.

  Cuando dijo la última palabra notó que el auto se detuvo. Habían llegado. La entrada del colegio estaba atestada de estudiantes y adolescentes que caminaban en grupo y conversaban sobre sus vacaciones y sus aspiraciones para el nuevo semestre. Adalia suspiró observando. No había túnicas, no habían baúles... Nadie tenía un sapo sobre su antebrazo ni una lechuza arañando la jaula aburrida por salir. No encontró el escándalo particular de sus gemelos ni tuvo que darle malas miradas a nadie porque no escuchó la palabra Lunática. Estaba lejos de casa.

Y no sabía que tan bueno era eso ni si le gustaba este nuevo bullicio.

  —Quédate cerca, iré a hablar con el director. —Alex se bajó del auto y le dió a Ada una sonrisa. Se detuvo un momento.—No tienes que hacer esto si no quieres.

—Estoy bien. No te preocupes. Puedo hacerlo.

  Ella también se bajó, se echó la mochila al hombro y se colocó dos mechones sueltos detrás de la oreja. 

  Los estudiantes que pasaban a su lado se le quedaban mirando, Ada supuso que era simple curiosidad. A fin de cuentas era nueva, ¿no? En Hogwarts también llamaba la atención cuando algún estudiante nuevo llegaba. Sin embargo, esa no era la única razón por la que despertaba curiosidad en el resto.

  —¿Quién es esa? Es linda.— le preguntó Stiles a su mejor amigo, interrumpiendo por completo la conversación que mantenían hasta entonces sobre lo ocurrido anoche.

   Scott encontró la figura de Adalia sola entre la multitud de estudiantes que salía del autobús.

—Ah, se llama Adalia, es nueva, fue quien me llevó anoche al hospital luego de que me hicieran esto.— y le enseñó a Stiles el vendaje que tenía ahora bajo la camiseta. —Creo que fue un lobo.

—¿Un lobo? ¿En serio? No hay lobos en California.

—Bien, si no me crees tampoco me creerás cuando te diga que encontré el cadáver.

—¿En serio? —Stiles vió a su amigo emocionado. —Por Dios, esto es asombroso. En serio, esto será lo mejor que le ha ocurrido a esta ciudad desde... — Ada pasó junto a ellos sin detenerse a mirarlos, ambos chicos la siguieron con la vista, mientras Scott se sentía un poco decepcionado. — Desde la llegada de esa chica, ¿Cómo dijiste que se llama?

Scott ladeó una media sonrisa.

— Ada.

ʚ ♡ ɞ

   Adalia estaba demasiado nerviosa. Empezó a transpirar cuando Alex se marchó a casa, dejándola a la espera del director para que este le mostrara sus clases. Se sentó sola en un banco intentando controlar sus nervios, pero era imposible.

—Hola ¿También eres nueva? — oyó una voz, sintió como una chica se sentaba a su lado. —Soy Allison, no te preocupes, aunque no lo parezca también estoy muerta de miedo. 

—Yo... — Ada balbuceó entre sus nervios, tomó una bocanada de aire intentando calmarse, Allison notó enseguida que se trataba de un ataque de ansiedad. —Me llamo Adalia, pero me gusta más que me llamen Ada, ¿de dónde eres?

—Ah, estuve viviendo un tiempo en San Francisco con mi familia. —Allison se acercó. —¿Estás bien? Te ves un poco pálida.

—Sí, sí... estoy bien.

—No estás sola ahora, ambas somos nuevas aquí, así que... —Allison le sonrió con timidez. — Creo que deberíamos juntarnos, es más fácil si ya conoces a alguien. Y bueno, ya me conoces a mi. Eso nos convierte en amigas.

Ada sonrió.

Allison le caía bien.

—Me parece genial. —Alex tenía razón, la peor parte de los nervios de Ada desaparecía cuando no se sentía sola. Relajó los hombros y dejó de toquetear y jugar con las mangas de su suéter. Los hilos rojos de su casa empezaban a sufrir las consecuencias. Observó con una sonrisa un pequeño trozo de tela deshilachado.

—No puede ser. —Dijo Allison rebuscando en su bolso. —He olvidado traer lapiceros.

Ada no sabía que era un lapicero, en Hogwarts usaban plumas, pero supuso que se trataba de ese objeto pequeño de metal que le había dado Alex para que guardara en su mochila.

—Lamento haberlas hecho esperar.— había llegado el director para indicarles su primera clase. 





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