episodio trece
PROFUNDAS RESPIRACIONES Y BALBUCEOS ERAN TODO LO QUE SALÍA DEL CUERPO DE ADA. La bruja seguía dormida un día después de que todo acabara aparentemente. Estaba tan cansada, hundida en una especie de estado invernal, ni siquiera sintió la intensa conversación (discusión) que mantenían Harry y Alex justo al lado de su cama. Era una suerte extraña el que sus gritos no resonaran por todo el centro médico.
—¡¿Cómo?! —Harry le había pedido a Alex que le explicara porqué, justo cuando decidió visitar a su hermana, la encontró precisamente en el hospital. —Me estás diciendo que... Ada está dormida porque intentó evitar que un hombre lobo mordiera a otra chica.
—Sí.
—¡Porqué se mudaron aquí si había...!— Alex se armó de paciencia mientras Harry seguía gritando. —¿Sabes lo peligrosos que son los hombres lobo?
—Sí.
—¿Entonces?
—¿Cómo íbamos a saberlo? —el cabello de Alex variaba entre el rojo y el verde. — Además no creas todo lo que dicen, Ada se ha hecho amiga de algunos que no son tan...
La bruja se arrepintió al momento de lo que estaba diciendo.
—¿Cómo vas a dejar que mi hermana se haga amiga de hombres lobo? — hizo una mueca mientras veía a Harry caminar de un lado a otro de la habitación. Lo entendía, pero empezaba a ponerla de los nervios.— ¿No se te ocurrió que era una pésima idea? — Alex le dirigió una mirada cortante al pelinegro y este recordó de inmediato.— Oh... cierto, tu padre era... un hombre lobo. —Cual gota que derrama el vaso de la paciencia, Alex decidió darle un manotazo al mayor Potter en la nuca —¡Alex no me pegues!
—Ya estoy aquí. —En ese instante, Hermione entró en la habitación, al ver que estaban golpeando a Harry añadió. — Oh, y en buen momento he llegado.
—Cariño... — Alex abrazó a la castaña. — ¿Cómo estás?
—Bueno... Tan bien como se puede cuando las malas noticias llueven. — se encogió de hombros, luego volteó a ver a su mejor amiga. —¿Está mejor?
—Sigue cansada. —Alex se desplomó sobre el sofá mas cercano. —Pero estará bien. Al menos mientras Harry no la agobie con sus dramas.
—¿Mis dramas?—dramatizó.
—¡No grites! —lo regañó Hermione. —Está dormida.
—¿Por qué no me ayudas a traerle unas cosas a Ada que necesita de casa? ¿Mhm? —Harry miró a Alex de reojo. — Así te calmas un poco para cuando se despierte.
El pelinegro aceptó a regañadientes y ambos salieron de la habitación dejando a Hermione cuidando de su amiga.
—¿Cómo acabas siempre metida en líos, Potter?
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—¿Lleva ahí toda la noche?
—Todo el fin de semana.
Alex miró a Stiles. El humano yacía acostado en el sofá fuera de la habitación donde dormía Adalia, sujetando unos globos y retorciéndose de formas extrañas debido a la incomodidad del sofá.
—Ah, por la Diadema de Rowena Ravenclaw... las cosas que tengo que ver. —Alex caminó hacia al fondo del pasillo tranquila, deteniéndose junto al dispensador de agua... cuando un extraño ruido cruzó el aire.
El alarido retumbó por todo el hospital, rebotó erizando la piel de los oyentes, fácilmente se reconocía que era un grito de mujer, aún así sonaba más agudo de lo normal. Todos se volvieron asustados hacia la habitación donde estaba Lydia pues de allí provenía el grito.
Alex alzó una ceja con interés, ¿lo que acababa de escuchar había sido una banshee?
—¿Qué ha pasado? ¿Ada está bien? —preguntó Stiles despertándose.
—Sí, Romeo. Ada está bien. No sé que ha pasado. El grito vino de la habitación de Lydia.
La madre de Scott, Melissa, les informó a todos que Lydia había huído. Poco después la policía llegó para investigar la habitación pero no descubrieron nada extraño. Anunciaron que saldrían a buscarla una vez que tuvieron todos los datos ¿lo peor? La pelirroja había escapado sin nada de ropa, y la noche se tornaba cada vez más helada.
—¿Llamaste a Scott? —preguntó Alex apoyada a una pared y tomando con calma de su vaso de café las dosis necesarias para sobrevivir a la noche.
—Está abajo, le llevaré esto. —y le enseñó la bata ensangrentada de hospital que tenía puesta Lydia antes de huir. —Para que pueda rastrearla.
—Bien, suerte chicos.
Aunque se había despedido, Stiles siguió clavado al lado de la mayor dudoso de preguntarle algo.
—Mhm ¿nos avisarás si Ada se despierta? —le preguntó el adolescente claramente preocupado.
—Si me acuerdo... —ladeó la cabeza. Luego se rectificó a sí misma. —Digo, claro. Tengan cuidado.
Alex permaneció sujetando el globo que Stiles había traído para Adalia, el cual anunciaba en letras chillonas y coloridas un mensaje "Mejórate pronto" reprimiendo una sonrisa, Alex entró al cuarto de la bruja Potter.
—Oye... ¿No deberías ir a casa a descansar? — le preguntó Hermione, sentada en la esquina de la cama.
—Tengo miedo de que Ada se despierte y lo primero que vea sea a Harry enojado.
Hermione se rió levemente volteando a ver a su amiga, Ada tenía mejor pinta. Al menos sus mejillas se habían vuelto a colorear de ese rosado leve que siempre habían tenido.
—¿Por cierto dónde está? —Pregunto Granger.
—Ni idea. — Alex se encogió de hombros. —¿No lo ves? Los dos son iguales, ninguno sabe estar tranquilo en un sitio. Por eso siempre están metidos en problemas.
Asintió haciendo una mueca de acuerdo.
Poco a poco, entre pestañeos vagos y leves carraspeos, Adalia empezó a abrir los ojos encontrándose con las luces deprimentes del hospital.
—Alex... —murmuró con la voz ida.
—Oh, ahí está. —la peliazulada la abrazó recordando los pequeños instantes de la noche en que casi la perdió. —Buenas noches, dormilona.
Ada estaba muy confundida por la somnolencia. Se sentía como después de una siesta en la tarde en la que despiertas sin ubicar ni el año en el que estás. Pero había sido mucho más denso y complicado que eso. Era la segunda vez que salvaba la vida de alguien.
—¿Dónde estamos? —temió lo peor viendo a Hermione a sus pies. — ¡¿Londres!? ¿Me llevaste de vuelta?
—Calla, boba. —le dijo su amiga. —El que te va a arrastrar hasta Londres es Harry.
—Ay noo... ¿Está aquí? —se quejó Ada alargando la o y cerrando sus ojos en un intento fallido de dormirse de nuevo.
—Sí. —Repitió una burlona Hermione lanzándole una almohada para que abriese los ojos. —Vete preparando Potter. Basta de dormir.
Ada se incorporó, su cabello cayendo desastrosamente por su rostro y sus ojos hinchados de tanto dormir. Sus ojos cayeron sobre el globo.
—Que lindo.
Alex suspiró.
—Te lo ha traído Stiles. Justo acaba de irse. Llevaba aquí días.
Ada pestañeó ladeando la cabeza.
Vaya, que inesperado.
Hermione le sonrió aún más, se veía mucho mejor desde la última vez que estuvo en la Madriguera. Las ojeras oscuras debajo de sus ojos habían desaparecido, el cabello ya no lucía opaco sino que brillaba saludable, estar lejos le había asentado notoriamente. Solo hacia falta que Harry notara esos pequeños detalles. Eran mínimos, casi podría decirse que eran insignificantes. Pero podían ser la pista de que la vieja bruja que era antes de la catarsis de la guerra estaba comenzando a despertar.
—Vamos, bella durmiente, no es por interrumpirlas, mis niñas lindas, pero toca pelea familiar en tres... dos... — Prestaron atención a Harry, quien entró y cerró la puerta tras de si. —Uno.
Adalia sabía que tenía sus razones para estar enfadado, pero ignoró todo eso, en ese instante. Solo estaba feliz de ver a su hermano mayor de nuevo, así que estiró sin remedio sus brazos esperando un abrazo. No había otra cosa en todo el mundo mágico ni en el muggle que Harry quisiera más que a su desastrosa hermana menor, por lo tanto él también logró olvidarse de todo por un instante y devolverle el abrazo.
—Adoro los finales felices. —suspiró Alex poniéndose la chaqueta para irse.
—Buen intento.
—Bueno pero hablemos de esto rápido porque tengo hambre. —dijo Ada pasandose la mano por el pelo. —Harry no voy a volver. No está en discusión.
—Claro que no.
—Claro que sí. Es mi decisión.
—¿Por qué? —preguntó en medio de un suspiro frustrado por entenderla.
—Porque quiero estar aquí. —la castaña se encogió de hombros. —Aquí no hay nadie señalándome por participar en la batalla, nadie me llama la hermana del niño que vivió, nadie me recuerda mi pasado ni las cosas que tuvimos que vivir. Entiendo que no puedo renegar de ellas y que fingir que nada pasó tampoco es la solución. Pero no necesito que me estén recordando toda esa mierda de la profecía ahora mismo. Cuando esté lista lo haré. —echó la cabeza atrás consciente de que comenzaba a entender las partes que dolían en su cabeza. Y comenzar a entender el dolor es una forma de darle sentido a las piezas que están rotas. —También entiendo que este viaje no es lo que ustedes planearon para mí. No es un pueblo más, no he dejado de ahogarme en problemas serios desde que llegué, pero...
—Ada... —ntentó razonar con ella. —No son simples problemas. Hay hombres lobo.
—¿Y en Londres no? Además de duendes, ogros, gigantes, vampiros, druidas.... ¿Sigo nombrando o...?
Alex y Hermione se miraron, comunicándose mediante sus miradas. Ella tenía un punto y lo estaba defendiendo.
—Tú bien sabes que el Ministerio no está a favor de los licántropos.
—Sí, y por eso papá y mamá escondieron a Remus cuando no tenía a donde ir. Por eso Alex trabaja tan duro para cambiar la percepción del mundo mágico sobre ellos. —Harry cerró los ojos cuando mencionó a sus padres. — Papá siempre quiso a Remus, aún cuando tenían que encerrarlo en la Casa de los Gritos durante Luna Llena para que no hiciera mada de lo que piludiera arrepentirse, ¿No te dicen todos que te pareces a papá?
Alex se preguntó en que momento Ada había aprendido a debatir así.
Obtuvo la respuesta de inmediato.
Tenía la palabra de Lilly. La misma tenacidad y convicción de su madre ardiendo en sus venas.
—¿Segura de que no quieres regresar? —preguntó rendido. Tenía que confiar en ella.
—Completamente segura.
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No tardaron en darle de alta ese mismo día. En cuanto dejó de sentirse cansada, Alex preparó todo para llevarla de vuelta a casa. Harry pasó todo ese tiempo ayudando también a Ada, como en los viejos tiempos, ambos funcionaban como los engranajes de un reloj. Coordinados y enlazados.
—¿Cómo es que siempre acabo haciendo lo que tú quieres?
—Porque soy una mimada, supéralo. — Ada entrecerró sus ojos y arrugó su nariz adorablemente.
Lo peor es que tenía razón. Lo era. Era una concentida cuando se trataba de su hermano mayor.
—¿Al menos has superado tus pesadillas? —le preguntó su hermano.
—No. —la bruja volvió a despojarse de u aire risueño. —Pero tenme paciencia. Puedo hacerlo, solo necesito un poco más de tiempo.
Harry asintió confiando en su hermana.
—Ada ¿nos vas a visitar el próximo fin de semana? Haremos una reunión. —le preguntó Mione bajando las escaleras de la entrada. —Tú y Alex están obligadas a ir.
—¿Entonces para qué me preguntas si luego me vas a decir que estoy obligada? —Hermione le lanzó una dura mirada. —Olvídalo. No pregunté nada. Seguro, iremos. No me lo pierdo por nada del mundo.
La castaña abrazó a su amiga.
—Ya nos tenemos que ir.
—Está bien, los acompaño. —anunció la bruja menor haciéndole un gesto a Alex. —No tardo.
Los tres echaron a andar hacia el Traslador mientras la noche comenzaba a caer sobre el bosque. A Ada se le pasó el tiempo volando a medida que conversaba con Hermione y Harry. Una vez que llegaron a su destino y los vió desaparecer luego de tocar el Traslador suspiró fuertemente deseando no tener que separarse de ellos. Era extraño sentirse así, pero la bruja no podía esperar tranquilidad en su cabeza después de todas las cosas que le pasaban.
Dió media vuelta, retornando por el sendero. Era hora de regresar a casa con Alex.
Pero Ada se detuvo un instante para respirar. La noche había caído demasiado rápido, los sonidos del bosque se habían vuelto agudos. Se asustó con uno de ellos, un eco vibrante retumbó en el aire paralizando su atención.
Toda la luz Solar se había consumido. El hecho de verse a sí misma en el bosque ahogada en oscuridad y con los últimos acontecimientos aún sin superar en su cabeza, Ada sintió la necesidad de correr. Tan rápido como se lo permitierob sus pies, luego de varios días en cama estaban algo dormidos pero la bruja no se detuvo. Regresó la vista atrás un par de veces para cercionarse de que nada ni nadie la siguiera. En uno de esos momentos en los que no prestaba atención al frente, en los que giraba la cabeza por la paranoia tropezó con alguien.
—¡Ay!
La otra persona ni se movió. Fue como si Ada fuese una simple pluma que, al chocarse con él ni siquiera consiguió moverlo. Pero ella se tambaleó casi precipitándose hacia el suelo, de no ser porque Scott la sujetó probablemente se habría roto la nariz.
—¿Por qué no estás en el hospital? —preguntó este sin soltarle aún el cuello de la camisa.
Ada estrechó los ojos intentando ver a su amigo a través de la oscuridad. No quería sacar la varita así que tuvo que hacer uso de sus simples ojos de bruja.
—¿Scott? —se llevó la mano al pecho agitada. —¿Qué haces aquí?
—Lydia huyó del hospital. Gritó y salió corriendo sin ropa del hospital.
—¿Esta desnuda? ¡Pero hace mucho frío esta noche!
—Por eso la estamos buscando ¿Y tú cuándo despertaste? —los dos escucharon un aullido. Ada abrió los ojos, ¿más hombres lobo? ¿o solo era Derek? Tenía el presentimiento de que no se trataba de él. Scott la sostuvo del brazo y cortó la conversación. —Bueno, no importa ahora, vamos corre. —el chico la arrastró consigo en su tarea de localizar a Lydia.
—Oye... yo... no tengo velocidad sobrenatural.... ¡No tan rápido... —Ada sentía su corazón al borde del colapso, y esta vez no era por algo mental sino algo físico.
Pero lo peor vino con el segundo tropiezo. Los dos chocaron contra una tercera persona. el golpe definitivo que terminó de sacar el poco aire que le quedaba a la bruja en sus pulmones. La castaña se quedó tendida sobre las hojas secas del bosque sin querer adivinar qué o quién los había chocado esta vez.
—Tú no eres Lydia. —gruñó Scott en su forma licántropa mirando a su atacante.
Scott y otro hombre lobo empezaron a pelear. De dónde había salido no tenía ni idea, pero luego de que se golpearan un par de veces el extraño simplemente dió la vuelta y corrió lejos.
—¡Espera!
Reuniendo todas sus fuerzas, Ada y Scott intentaron seguirlo. Para el chico fue difícil, en cambio Ada casi se desmaya luego de intentar subir una pendiente.
El otro hombre lobo, el extraño, pisó una trampa de los cazadores escondida entre el follaje, de inmediato lo elevó por encima de su cabeza dejándolo colgado.
—Ya... —adeó la bruja. —Estoy... aquí.
Ada y Scott lo miraron preguntándose que debían hacer ¿lo bajaban? ¿y si era malo? ¿lo dejaban ahí? ¿fingían demencia? Hasta que Derek apareció de la nada— como siempre— empujándo al par de adolescentes al piso. El Hale les tapó la boca y los arrastró hacia la parte trasera de un árbol, escondiendolos.
—¿Qué estás haciendo?— forcejeó Scott. —¡Puedo ayudarle!
—Ya están aquí. — dijo el Hale.
Ada ni intentó hablar, tampoco es que tuviera fuerzas para hacerlo.
—¿Quiénes?
—¡Silencio! —los calló Derek.
Mientras el Hale los sujetaba cuidando de que no se metieran en problemas, los Argent llegaron junto al hombre lobo sin nombre capturado por aquella trampa. De todos ellos Ada solo reconoció al papá de Allison quién fue el primero en sacar una vara eléctrica y presionarla sobre el licántropo. El dolor, o la descarga, logró devolverlo a su forma humana.
—¿Quién eres?— preguntó el Argent.— ¿Qué estás haciendo aquí?
—Nada. Nada, lo juro. —se defendió el extraño.
—No eres de aquí, ¿no?
—No, vine... vine buscando al Alfa. Oí que estaba aquí, eso fue todo. —hablaba entre temblores, debido al miedo y a los espasmos de la vara. — Mira, no he hecho nada. No le he hecho daño a nadie. A nadie vivo. El de la ambulancia no estaba vivo. No lo estaba lo juro.
—Caballeros. Echad un vistazo a un raro espectáculo. —empezó a decir entonces otro señor, más tarde Scott le diría a Adalia era el abuelo de Allison, Gerard. —¿Quieres decirle qué hemos cazado?
—Un Omega.
—¡El lobo solitario! Posiblemente expulsado de su propia manada. O el superviviente de alguna manada perseguida. Tal vez incluso asesinada. Y, posiblemente, solo por su propia decision. Ciertamente no es una decisión sabia.
—No... —Ada no solo había recuperado el aliento sino que tamviém tuvo esa fría sensación de lo que vendría después, la muerte. Iban a matarlo. Derek sostuvo aún más fuerte a los adolescentes en ese momento. No los iba a dejar intervenir de ninguna forma.
Gerard se alejó de la trampa y destapó una espada cubierta entre telas, para luego acercarse al hombre.
—Como voy a demostrarte un Omega raramente sobrevive... Por si solo.
—No puedo... —Adalia escondió la cabeza en el hombro de su amigo, queriendo ahorrarse la cruda escena. Scott le sujetó la cabeza para que no mirase.
La filosa hoja de metal cortó al cuerpo por la mitad, Scott cerró con fuerza los ojos al igual que la bruja y ambos se sostuvieron deseando que el momento terminara lo antes posible.
—¡Mira! —le siseó con fuerza Derek. — ¡Míralos! ¿Has visto lo que hacen? ¡Por eso me necesitas!
Adalia se separó y miró al mayor con un signo de interrogación en su semblante, ¿En serio creía que era buen momento para darle una lección a Scott? ¡Estaban shockeados porque acababan de cortar a alguien por la mitad en sus caras!
»... por lo que nos necesitamos mutuamente. La única manera de combatirlos es juntos.
—¿Qué están haciendo? — Scott siguió mirando la escena una vez que bajaron el cuerpo muerto.
—Declarar la guerra.
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