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episodio quince



ADALIA SE INCORPORÓ DE UN SALTO, SOBRESALTADA. LA LUNA AÚN BRILLABA A TRAVÉS DE LA VENTANA DE SU HABITACIÓN, Y LA NOCHE SE SENTÍA FRÍA Y SILENCIOSA. Revisó su teléfono en busca de la hora; los números indicaban que eran las tres de la madrugada. Sacudió la cabeza, tratando de recordar por qué se había levantado. La respuesta vino a ella en forma de imágenes aterradoras. Otra pesadilla. Sin embargo, esta era la primera vez en mucho tiempo que lograba despertar por su cuenta antes de que el sueño la consumiera por completo.

La bruja tomó aire, buscando pausar un poco su respiración, percibiendo que la atmósfera era demasiado silenciosa para calmar su pecho agitada. Se levantó de la cama en busca de un vaso con agua.

Bajó los escalones y llegó a la cocina, mientras terminaba de servirse el agua en su vaso, notó la puerta del estudio de Alex abierta y las luces encendidas. Tomó el vaso en una mano y se internó en la habitación esperando ver a su tía ahí, probablemente trabajando hasta tarde.

Pero no, no había nadie.

Entonces, sobre un desordenado escritorio repleto de papeles y antiguos libros de magia, Ada notó una carpeta apartada con el título: "Datos Recopilados sobre la Metamorfosis de un Hombre Lobo". Se acomodó cuidadosamente en el escritorio y comenzó a revisarla, prestando especial atención a las notas y escritos que Alex había sumado durante las últimas semanas. Se sorprendió al descubrir textos muy detallados, probablemente su mejor obra hasta la fecha. Tal vez la Lupin había acertado al asociarse con Derek para esto. Ada reflexionó sobre la posibilidad de que, dado que el libro estaba ya casi terminado, era por eso que ya no les veía mucho juntos. O quizás simplemente habían vuelto a distanciarse porque Derek continuaba transformando a adolescentes en hombres lobo de la manera más irresponsable posible. La atención de Ada regresó al manuscrito, pensando que con un poco de suerte, el Ministerio podría exhibirlo en las escuelas y añadirlo al currículo académico. No tenía dudas de que, si esta vez no se lo aprobaban estarían cometiendo un grave error.

Pero todo eso solo la hizo pensar en Hogwarts.

Hogwarts.

Ada suspiró pensando en la reapertura de su escuela de magia. El tiempo no se detenía por nadie... Y la hora de tomar una decisión se acercaba. La bruja guardó la investigación de Alex, dejándola donde la había encontrado y salió del estudio apagando la luz.

—A la señorita Lupin no le gustará saber que usted andaba fisgoneando sus cosas. — dijo con voz petulante una de las mujeres en el cuadro sobre la chimenea.

—¿Ustedes no duermen? —Adalia las ignoró subiendo las escaleras.

La castaña se peguntó entonces porqué Alex había dejado el estudio abierto y con las luces encendidas. Se asomó en el cuarto de la Lupin pero no estaba allí.

──────  ✦     ☾     ✦  ──────

—Yo no tengo cola. — Ada oyó decir a Scott.

—Seguro que aún no te ha crecido. — le respondió Allison.

  A la mañana siguiente, en clase de gimnasia. Adalia miró el enorme muro que debía escalar. En ese momento Scott y Allison estaban subiendo mientras conversaban y coqueteaban entre ellos. El caso es que, la castaña sintió cómo Stiles apoyaba su brazo en su hombro antes de decirle:

— Te ves horrible.

— Gracias. — le sonrió. — Con estas mismas pintas te patearé el trasero ahí arriba.

— Yo... Lo peor es que no lo dudo. — Ada se rió con suavidad a su lado. Entonces, Scott cayó frente a sus pies al ser empujado por Allison (cosas de novios) y la risa de ambos, Stiles y Ada, se intensificó.

— McCall, no sé por qué, pero tu dolor me produce una especie de satisfacción especial, ¿Sabes?— le dijo el entrenador. — De acuerdo, los dos siguientes... Potter, Stilinski, vamos...

 Adalia lucía muy linda con su coleta atada muy arriba y su ropa de gimnasia, casi se sentía como cuando Oliver la sacaba de la cama en primer año antes de que amaneciera para irse a jugar quidditch. Pero Stiles tenía razón, tenía ojeras marcadas bajo los ojos y la punta de la nariz rojiza.

— ¿No es la de los ataques de pánico? ¿Crees que llegará arriba o se desmayará antes de ponerse la cuerda?

— Yo digo que fingirá una de sus crisis para no hacer el ejercicio.

 Adalia parpadeó, invisibilizando las demás voces y concentrándose en el primer paso. Ponerse el equipo.

Esto ya había pasado antes. Una vez, cuando todos creían que su hermano había hecho trampa para meterse al torneo. Toda la escuela les dió la espalda, todos murmuraban palabras hirientes con toda la intención de que los escucharan. Si sobrevives a estas cosas una vez puedes hacerlo dos veces. Ada se volteó, justo en la dirección donde todas las miradas curiosas comentaban sobre ella. Se callaron cuando notaron que la bruja los estaba mirando. Pero Ada solo les sonrió con los labios apretados. Estaba decidida a cerrarles la boca.

— Oye... — A su lado, Stiles intentaba fallidamente abrocharse el arnés. — Te veo arriba.

  La castaña tomó impulso y alcanzó la primera piedra. Sus pies se aseguraron unos eslabones más arriba, y desde la altura miró al chico.

— ¿Decías?

Stiles la llamó tramposa y empezó a subir también.

Con agilidad, ambos chicos empezaron a escalar.

— ¿Por qué eres tan buena en estas cosas? — le preguntó casi a su mismo ritmo.

— Solía jugar en el equipo de quidditch, ¿recuerdas?— tomó aire. — Yo ocupaba el puesto más difícil. Me gustaba. Quizá algún día vuelva a intentar con otro deporte. Solía ser divertido.

— Hagamos una cosa... — Adalia le prestó atención cuando, paciente pues el chico lucía exausto. — Si yo llego primero arriba te unes al equipo de lacrosse — la castaña alzó las cejas sorprendida, no se lo había pensado. — Pero... Si tú llegas primero...

— ¿Qué pasa si llego yo arriba?— estrechó los ojos ladeando la cabeza.

— No lo sé, yo... Te invitaré a salir el viernes.

— ¿Qué?— La castaña sintió los tonos rosados colorear sus mejillas. Aún así se las arregló para decirle... — ¿Sabes que en los dos casos salgo ganando yo, verdad?

— ¿Qué? ¿Cómo...?— Esta vez fué el turno de Stiles de ponerse rojo, nervioso y de sobrepensar... ¿Qué le había querido decir? De todas formas la chica ya había empezado a subir usando toda su agilidad y comenzaba a quedarse muy atrás. — ¡Ada, espera! ¡No entendí lo que dijiste!

  Bajo la atención de la clase, Adalia llegó arriba en unos minutos. Todos los que la estaban evaluando para generar más bromas a su costa tuvieron que callarse. Ella había tenido el mejor tiempo, por encima incluso de los chicos. Y luego bajó, aterrizando con confianza sobre la colchoneta. Seguida de Stiles, quién se trabó intentando quitarse el arnés para luego intentar perseguir a la castaña, y como escritora recalco "intentar" porque el chico se tropezó.

Ada sintió nuevamente las miradas sobre ella, pero ya no se sentían igual. Probablemente ya no volvería a oír sus insultos en un buen tiempo.

Sonrió.

 Entonces fue el turno de los otros dos chicos. Ada no les prestó mucha atención. Quizá reparó un poco en la rubia desaliñada que miró con inseguridad el muro antes de empezar a escalarlo. No estaba muy arriba cuando se detuvo, Ada creyó oírla llorando.

— Entrenador, ¿Sabe que es epiléptica? —alguien se acercó al entrenador.

— ¿Por qué nadie me dice estas cosas? — Respondió el entrenador. — Érika vas a estar bien, déjate caer. Caerás encima de la colchoneta.

La rubia le hizo caso y, con dificultad se deslizó hacia el suelo siendo recibida por las caras burlescas de sus compañeros.

Oh, al parecer habían encontrado a la siguiente persona de la cual burlarse. Los humanos podían ser muy crueles.

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Después de la clase, Adalia se dio cuenta de que había olvidado algunas de sus cosas en el gimnasio, así que simplemente decidió regresar a buscarlas. Al entrar, notó que había alguien todavía en la pared de escalada. Érika parecía estar dándose una segunda oportunidad, intentando superar el desafío que no había logrado completar en su primer intento. Sin embargo, antes de que la castaña pudiera reaccionar, la rubia ya estaba cayendo al suelo por segunda vez desde el muro.

Scott pasó rápido a su lado, usando sus habilidades sobrenaturales para atraparla al vuelo.

—Ponla de lado. — sugirió Allison llegando justo después — ¿Cómo lo sabías?

—Simplemente lo sentí. — explicó Scott.

Ada alzó una ceja dudosa y miró a Ally, ¿eso podía tener sentido? A menos que Érika fuera otra de los transformados... Ada retrocedió dándose cuenta. Tal vez Derek ya la había fichado para su manada improvisada. Bueno, ya no tan improvisada, cada vez estaba agarrando más forma.

Todos se quedaron preocupados mientras la chica convulsionaba.

—¿No deberíamos ponerle algo en la boca? Una vez leí algo de que pueden romperse los dientes.

—No. —Ada empujó al chico de su clase que había sugerido aquello. —Quitate.

Ada cayo sobre sus rodillas. No tenía nada blando sobre lo que apoyarle la cabeza, así que improviso una almohada con su toalla de gimnasia. Había aprendido algunas básicas sobre ataques, convulsiones y desmayos antes de huir con Harry cuando la segunda guerra empezó. Si estaban en medio de la nada y por alguna razón su cabeza se negase a recordar hechizos útiles al menos le quedaban las cosas que había aprendido. Ahora estaba haciendo uso de aquellos detalles. No podía hacer más, no podía intentar sujetarla o retenerla durante la convulsión hasta que la rubia no volviera a estar consciente.

Miró hacia arriba, varias personas tenían su preocupada atención puesta en la bruja. Actuaba con tal tranquilidad que parecía ser la única en calma capaz de llevar la situación.

—Scott, busca a los de enfermería o llama al hospital.

Cuando los paramédicos ingresaron al gimnasio las convulsiones comenzaron a disminuir, Érika le dio una mirada nublada antes de que se la llevaran.

──────  ✦     ☾     ✦  ──────

Ada caminaba tranquila por los corredores de la escuela hacia su siguiente clase. Distraída pensando en lo que le había dicho Stiles esa mañana, cuando la aparición de Jackson explotó su burbuja de ensoñación.

  El chico, había tomado a Lydia del brazo y la había empujado hacia la pared. La pelirroja le dedicó una mala mirada para luego cambiar a la evidente confusión. Jackson se estaba comportando muy raro con ella los últimos días

— Enséñamelo. — le exigió.

  Adalia se quedó inmóvil curioseando en la conversación ajena.

— ¿Qué cosa?

— Es cómo si fueras inmune.

— No tengo ni idea de lo que estás hablando. — se defendió la pelirroja.

— Eres tú. — volvió a decir enojado, Lydia retrocedió. — Sea lo que sea... sangre, saliva. Alguna sustancia de tu ser que corre por tus venas me hizo esto ¡Me lo has arruinado!

   Lydia retrocedió aún más, su cabeza chocó contra la pared asustada, ahora se encontraba en un nivel diferente de confusión. uno mucho más profundo. Adalia decidió intervenir, claramente Lydia no merecía que le gritaran, mucho menos en el medio del pasillo frente a plena escuela. Alguien debía hacer algo y ese alguien tenía varita y un don para meter las narices en donde no la llamaban.

Palalingua... — Susurró agitando con cuidado su varita. Entonces, Jackson dejó de gritar, de su boca solo lograban salir sonidos inentendibles. Como si le hubieran hechizado la voz. El chico se cubrió la boca con la palma de su mano, extrañado y salió corriendo. — Lyds...

   Lydia parpadeó, aliviada de haber salido de esa situación.

»¿Estás bien?

  Asintió con lentitud, con sus ojos cristalizándose a punto de llorar.

  Adalia sabía que estaba mintiendo, le gustaba mucho Jackson como para fingir indiferencia.

— Lo siento. — murmuró.

— ¿Por qué?

— No lo sé, no me gusta verte triste. No creo que lo merezcas. — Sacudió la cabeza dándose cuenta de que estaba siendo tonta y diciendo cosas tontas. Nada de eso era de su incumbencia. — ¿Te acompaño al baño a que te eches algo de agua en la cara?— le sugiró pero al ver que no decía nada simplemente la tomó del brazo y la hizo caminar hacia el lavabo más cercano.

— Esto es ridículo... Las chicas no tiene porqué ir siempre juntas al baño, ya es un estereotipo. — dijo tratando de mantenerse en su papel de chica popular despiadada.

— Oh, te sorprendería saber lo que le pasaba a las chicas de mi anterior colegio cuando iban solas al baño...

Lydia arrugó el ceño.

— ¿Qué les pasaba?

— Nada nada, olvida lo que dije... — se apresuró a añadir.

— Dios, casi olvido las cosas tan extrañas que dices de la nada..— La pelirroja se internó en el cubículo del baño dejándo a la castaña detrás.

Ada se miró en el espejo del lavabo. Sus ojos escudriñaron la silueta ojerosa por la mala noche.  Su cabello estaba bastante decente para haberse pasado la mañana en educación física. Se sonrió a sí misma conforme con su aspecto.

— Ada, ¿puedes decirle al idota que este es el baño de chicas? — sintió de repente la voz quejosa de Lydia.

  Adalia se giró, sin entender que le quería decir.

— ¿Cómo dices?

— Hay alguien descalzo frente a la puerta. — Explicó con obviedad. Ada analizó el cubículo de Lydia, ahí no había nadie.

— Uhm, Lyds... Aquí no hay nadie. — Un escalofrío recorrió la piel de la castaña.

En caso de ser un fantasma... Ella podría verlo. Las brujas y los magos podían ver más allá del plano y presenciar a los fantasmas. Tal como pasaba en Hogwarts.

— ¿Qué quieres decir con que no hay...?— Lydia abrió la puerta encontrándose con un baño vacío, a excepción de Ada. — No lo entiendo, acabo de ver a alguien.

A no ser que algo mucho más corpóreo y malvado que un fantasma estuviera atormentando a Ludia, lo que explicaría porqué la bruja no podía verlo.

— Te lo dije... Las chicas siempre deben ir juntas al baño. — Bromeó Ada, sin hacer ningún gesto que la hiciera sentir que no le creyera o que no la tomaba en serio. Era la última persona que la llamaría loca o que simplificaría aquella situación.

Y Lydia se dió cuenta de eso.

Entonces no se había vuelto loca.

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Stiles convenció a Ada de que lo acompañara a pedirle las llaves a un chico llamado Boyd. A la hora del almuerzo, ambos cruzaron la cafetería hasta la mesa del mencionado, a la bruja le extrañó que se sentase solo.

— ¿Tienes las llaves?

   Boyd las mostró en su puño cerrado, a lo que el confiado de Stiles decidió tomarlas.

  Pero claramente no se las dió.

— Esto no es un favor. Es una transacción. — explicó, su rostro serio intentando intimidarlos.

— Claro, sí. — asintió Stiles. Ada miró todo su espectáculo misterioso para pasar el dinero con una ceja alzada.

— Dije cincuenta. — protestó Boyd tras contar el dinero.

— En realidad recuerdo veinte. No sé, tengo una memoria verbal muy buena. Y recuerdo el veinte, como vein-te.

— Dije cincuenta, con c ¿Oyes la diferencia? Si no puedes, puedo demostrártelo con otras palabras que suenan con c.

— Oh, creo que lo estoy recordando... Tal vez lo confundí con cua... renta... Venga ya ¿Has visto la mierda de Jeep que conduzco?

  A Adalia le parecía genial su Jeep pero prefirió no decirle nada.

— ¿Y tú has visto la mierda de bus que cojo?

Stiles hizo una mueca y terminó de darle los diez que faltaban. A Ada le dió ternura la sonrisa de Boyd quién finalmente dió las llaves.

— Vale, gracias.

 Ambos se levantaron y fueron con Scott.

— Ya las tenemos... Te recojo después del trabajo y nos vemos en la pista ¿Está bien?

Entonces Scott se quedó hipnotizado por algo a lo lejos. Stiles y Adalia siguieron su mirada y se quedaron boquiabiertos también, la figura que venía entrando en la cafetería atrapó toda la atención de los presentes. Era Érika lucía totalmente diferente, un cambio tan radical que toda la cafetería se quedó pendiente de sus movimientos. Hacía nada la habían visto convulsionando en el salon de gimnasia y ahora...

—¿Se puede saber qué... es eso?— preguntó Lydia cerca de Ada.

—Es Érika. — dijo Scott.

—Se ve genial. — pensó en voz alta la castaña.

Los tres se levantaron y la siguieron hasta la salida del colegio. Adalia frunció el ceño cuando, afuera del colegio, Érika se subió al auto de Derek.

Erica. Auto. Derek.

Okey, ¿Qué estaba pasando?

—Creí que... — empezó a decirle Scott a Ada.

—Yo también. Creí que ya no iba a convertir a nadie más. Pero esta mañana, en la clase... Lo sospeché. Y ahora está pasando.— la castaña se encogió de hombros, ya no podía hacer nada salvo verlos irse calle abajo.

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Ada se miró en el espejo; su cabello no parecía un nido por primera vez. Estaba usando un vestido debajo de su enorme abrigo. Había quedado con los chicos y estaba esperando a que Scott y Stiles pasaran en cualquier momento a buscarla.

—Te buscan abajo... Oh, qué bella —la elogió Alex—. Me gusta tu vestido. Ah, claro, es mío.

—Lo siento —le sonrió nerviosa.

—Está bien, igual yo me como los dulces que te envía Herms, es un trato justo. —se encogió de hombros—. Ten.

Alex se quitó su chaqueta de cuero y se la dio. Adalia la miró con ojos brillantes.

—¿En serio?

—Ya vete, regresa tarde. Ni siquiera toques. Entras por la ventana.

Adalia se fue riéndose, hasta que se dio cuenta de que abajo solo estaba Stiles, mirando detenidamente el cuadro del salón.

—No se van a mover, no les caes —habló Ada, llamando la atención del chico. Aunque en realidad, nadie le caía bien a las mujeres en el cuadro. Eran todas unas insoportables.

—¡Oh! Ada... Te ves muy bien.

La chica se sonrojó, pero decidió ignorarlo; ya iban dos veces ese día.

—¿Y Scott? Creí que vendrían juntos.

—No, creo que irá con el auto de su mamá. Allison y Lydia irán juntas también —explicó mientras ambos bajaban el porche—. Y yo voy contigo.

—Entonces... nos tocó ir juntos. —bromeó.

—No. Vamos juntos, como... juntos juntos, ¿sí me explico? —Stiles le abrió la puerta del Jeep para que se subiera—. No lo sé, podría ser divertido tú y yo, te lo debo de hoy, ¿no? Aunque si quieres solo pasar el rato con las chicas... O como tú quieras, igual...

—Igual nada. —lo interrumpió riendo, ¿por qué estaba tan nervioso por ella? Lydia también iría, ¿no se supone que debería estar detras de su atención? ¿O algo había cambiado? —¿No que íbamos juntos-juntos? —repitió lo que él había dicho con una media sonrisa a sabiendas de que eso lo haría sonrojar.—. Yo también pienso que será divertido.

──────  ✦     ☾     ✦  ──────

Stiles les abrió la puerta de la pista de patinaje. Scott y Allison pasaron primero, seguidos por Lydia. A Ada le siguió llamabdo la atención el hecho de que Stiles no parecía tan pendiente de ella; de hecho, parecía bastante concentrado en...

—¿Entonces, Ada, sabes patinar?

Uhm, no —negó mintiendo.

—Bien.

Ella y Stiles se subieron a las gradas para ponerse los patines. Antes de terminar de atarlos, una ola de frío recorrió a la bruja. Por suerte, llevaba su chaqueta, pero a su lado, Lydia no.

—¿Podría hacer más frío aquí?

—Oh, ten —Stiles le ofreció su abrigo naranja.

—Yo voy de azul —negó—. No es una buena combinación.

A Ada le dio gracia; combinar no debería ser más importante que abrigarse, pero claro, era Lydia. Ella tenía sus prioridades.

—Te presto la mía —le ofreció—. No me importa ir de naranja.

—¿Y arruinar la única vez que me gusta cómo te vistes? No, gracias.

Adalia se volvió hacia Stiles.

—Creo que me dijo que me veo bien —sonrió.

—Yo también lo creo. Y también creo que, quizá naranja y azul no sean lo mejor. Sabes, a veces hay otras cosas que nunca pensarías que serían una buena combinación y acaban siendo perfectas, como dos personas juntas...

Adalia pestañeó, sin saber qué decir.

—No, eso puedo verlo —estuvo de acuerdo la pelirroja a su lado—. Como... ustedes dos.







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