episodio dieciséis
────── Este lugar sigue siendo el mismo desde que te fuiste. Pero a ti te gusta de esa forma.
HACÍA FRÍO AQUELLA NOCHE PERO LA PISTA DE PATINAJE NO HIZO MÁS QUE ACENTUARLO. Ada se frotó los hombros dándose cuenta de que la chaqueta no era abrigo suficiente, eso o el temblor ligero provenía de otra razón nada relacionada a la temperatura.
— Vale, como es tu primera vez patinando voy a darte unos consejos... — le decía Stiles ayudándola a entrar en el hielo.
— Está bien. — Con algo de nervios le tomó la mano y apoyó el pie en la pista, curiosamente no se cayó ni resbaló al ponerse de pie ya adentro. — ¿Bien?
— Sí. — le dijo extrañado. — ¿Segura de que no sabes patinar?
— Claro.
Entonces empezó a deslizarse con suavidad, mientras Stiles iba a su lado. Ada no conseguía despegar la vista del suelo, la idea de caerse no dejaba de atosigar su mente. Es extraño como funciona el destino, mientras más piensas algo, más lo atraes. La bruja perdió el equilibrio por un segundo. Para su suerte, Stiles reaccionó más rápido y la sostuvo poniendo una mano en su cintura y la otra entrelazándola con la mano que le quedaba más cerca.
—Cuidado, ¿Estás bien?
Pero Ada reaccionó deslizándose hacia adelante y quedando frente al chico.
—Sí.
—¿Qué fue eso?
—¿Qué cosa?
— Patinaste hasta ahí. — señaló con obviedad.
— ¿Lo hice?— Ada fingió demencia con una sonrisa traviesa delatándola en su rostro.
— ¡Sí sabías patinar!
Adalia solo rió tomándolo de las manos e impulsándose por el borde de la pista.
— Cerca de Hogwarts hay un lago... En invierno se congela, los gemelos me enseñaron algo de esto en cuarto año. — le contó.
»Pero no patino desde hace mucho tiempo, estaba algo oxidada.
Stiles estaba a punto de decirle algo cuando el grito de Lydia cruzó la pista de patinaje como el ruido de una bala atravieza el viento.
Los chicos se acercaron a ella, la pelirroja parecía asustada de alguna cosa debajo de la capa de hielo. Adalia se asomó, pero no había nada.
────── ✦ ☾ ✦ ──────
Stiles dejó a Ada en su casa, la castaña se despidió de él y entró usando un hechizo porque Alex no le mintió, literalmente era o eso, o entrar por la ventana.
Encendió la luz del salón dejando caer su chaqueta sobre el mueble cuando una silueta le arrancó un susto.
— ¿Y tú que haces aquí?— interrogó llevándose la mano al pecho.
Derek parecía estar muy cómodo sentado en silencio en el sofá, sabrá Merlín cuanto llevaba ahí.
— Alex discutió conmigo. — Hizo una mueca. Ada se sintió culpale porque en lugar de conmoverse, le causó gracia el gesto de niño enfadado que traía.
Lo miró con desdén.
— ¿Y?
— Necesito su ayuda y ahora dice que no va a hablarme.
— ¿Y qué tiene que ver todo eso con que estés en mi sala? ¿Te parece esto un hotel o...?— Adalia sacudió la cabeza deteniéndose antes de continuar con preguntas que Derek no le iba a responder, él era extraño y más si se trataba de Alex, lo mismo se odiaban que colaboraban juntos. En conclusión: la gente adulta. — ¿Es muy importante? Debe serlo para que estés aquí esperándola.
— Yo no la estoy esperando.
— Claro. — sonrió sarcástica. — Te colaste en mi sala solo para saludame.
— Bueno...
— ¿Qué? — frunció el ceño.
— En serio. Tienes que ayudarme.
A la castaña se le escapó una risa nerviosa. Creyó que estaba bromeando. Apenas cruzaban palabra, ¿Por qué lo ayudaría? Aunque una mejor pregunta sería... ¿Por qué tenía tanto interés en la atención de Alexandra?
— Mira Derek, no quiero sonar como una insensible... Pero, Alex no va ceder con nada que tenga que ver con tu plan de ir por ahí convirtiendo a adolescentes. — se quitó los zapatos para luego sentarse en el otro extremo del sofá. — No lo entiendes.
— No. No sé si se nota, pero son las primeras brujas que conozco. — Adalia le rodó los ojos tras oir sus palabras. — ¿Qué es lo que no entiendo?
— *Cuando yo estaba en cuarto año, sucedieron cosas horribles en Londres. El Ministerio de Magia estableció leyes que prohibían a los hombres lobo trabajar, incluso fueron desterrados de varias zonas donde los magos residían... El padre de Alex, Remus... La pasó muy mal en esa época, peor de lo que ya lo había pasado en toda su vida. De donde venimos, la licantropía no es una condición, es una enfermedad. Alex está haciendo todo lo posible por limpiar el nombre de los hombres lobo. — suspiró, retorciendose las manos. — eso no quita que quiera evitar toda esa discriminación contra los nuevos.
— Yo... No sabía que Alex tuviera una historia tan difícil. — admitió suavizando la voz. — Pero... Su padre está bien ahora, ¿no? Hablaste en pasado, todo eso cambió...
— Los padres de Alex murieron en la guerra.
— ¿Qué guerra?— Entornó los ojos.
— Ay, no, Derek. Es muy tarde y esa historia es muy larga. — soltó para luego bostezar. El Hale la miró con seriedad. — ¿Qué?
— ¿Qué? — repitió.
— Nada. A veces se me olvida que esa es tu cara natural. — sacudió la cabeza. — Si quieres que mi tía no se le suban los humos, procura que ningún Argent termine cazando a tus betas. Y por el amor a Merlín, que no llamen la atención.
— Eso no va a pasar.
— Derek, Isaac terminó preso. — le recordó.
— Si, pero no fue su culpa.
— Ya, pero a los cazadores no les interesa. Cuida de ellos. — cerró los ojos arrepintiéndose de lo que iba a decir. — Si te hace falta ayuda, cuentas con esta bruja. Pero si fuera tú, me esforzaría con Alex.
— ¿Qué quieres decir?— Y por primera vez Adalia notó una emoción diferente en Derek que no fuese inexpresiva o de enojo.
— ¿Sabes? No soy estúpida.
Derek la ignoró, fuera la noche se abría paso hacia la madrugada a lo que el Hale se acercó a la puerta para irse.
— Oye... — dijo, antes de cruzar el umbral. Adalia levantó la vista en su dirección. — Me caes bien.
Y luego de eso, se fue.
────── ✦ ☾ ✦ ──────
Hermione le había dicho algo a Ada sobre reunirse todos en la Madriguera la vez que fueron a visitarla al hospital.
— ¡Levántate, hoy comemos comida de verdad! — Alex azotó un almohadazo sobre la bolita (Adalia) que había debajo de las colchas. — Apúrate, Potter, o te saco a patadas de la cama.
— ¿Qué...?— La castaña emitió un ruido de protesta antes de quitarse la manta de encima y mirar a la peliazul de mala manera. — ¿Están sacrificando licántropos otra vez o por qué me despiertas de esa manera?
— Seriedad, Adalia Lily Potter Evans. — la bruja se espabiló al oír su nombre completo. — Herms me llamó ayer, corrieron la reunión para hoy. Me acabo de acordar ahora.
— ¿Ahora? ¡Alex como te vas a acordar justo a las... — Ada miró el reloj. — ¡Son las cinco de la mañana!
— Deja de quejarte y ve a lavarte la cara o te lanzo un Aquamenti. — amenazó.
────── ✦ ☾ ✦ ──────
LONDRES
Era una mañana preciosa en la Madriguera. Cabezas pelirrojas entraban y salían, el armonioso revuelo que caracterizaba a los Weasley silbaba en el aire. Ginny se acercó a la puerta cuando escuchó que llamaban y gritó emocionada cuando del otro lado encontró a una sonriente Adalia, seguida de Alex.
— ¡Ah, no puede ser!— la menor pelirroja saltó sobre la castaña aplastándola con su abrazo. — Te extrañé mucho Ada, no le digas a Harry pero tú eres mi Potter favorita, ¿Si lo sabías, verdad?
Adalia rió asintiendo para la Weasley.
— Y yo me muero, ¿no? Mucho amor para ella pero ¿y yo? Bien, gracias. — protestó Alex.
— ¡Tía Alex!— Ada sintió la voz de Ron y Hermione venir desde adentro, en cuestiones de un parpadeo todos estaban envueltos en una pelota de abrazos.
— No respiro. — La menor Potter susurró desde el fondo. — ¿Quién de ustedes huele a baba de gnomo de jardín?
— Lo siento. — Ron agachó la cabeza. Ada se rió al verle las mejillas llenas de tierra, le sacudió el pelo quitandole algo de suciedad. — Mamá me mandó a desgnomizar el jardín y aún no termino.
— ¿Te ayudo? — le preguntó la castaña.
— Claro, vamos. — Ronald empezó a contarle a Ada las cosas que habían pasado últimamente mientras la bruja se arremangaba las mangas de su jersey.
Un espantoso chillido cruzó la capa enredada de la peonía, cuando Ada sacó un arrugado gnomo a la vez que se salpicaba de tierra.
— ¡Suéltame!— exigió este dando patadas al aire. Adalia lo cogió patas abajo y le dió unas vueltas antes de soltarlo, este salió volando cayendo algunos metros en la lejanía.
— Nada mal. — le dijo Ron. — Pero apuesto a que puedo lanzarlos más lejos.
— ¿Apostamos?— Ada le sonrió.
Unos gnomos más tarde, el par de magos tenían los brazos adormecidos y la cara repleta de suciedad. Entraron en la Madriguera hablando en voz alta.
— ¡Yo gané, el mío cayó en el campo a otro lado del seto!
— ¡Porque hiciste trampa, Ron! ¡Te pusiste muy cerca de la valla!— debatió la castaña mientras la cascada de cabellos despeinados le cosquilleaban en la frente.
— Ada no llevas ni medio día aquí, ya deja de discutir con Ron. — la bruja oyó la voz brulona de su hermano en alguna parte.
— Ah, con que esas tenemos... ¿Ya no soy la favorita de mi hermano?— se llevó la mano al pecho falsamente ofendida.
— Tú ya eres la favorita de Ginny. Harry es mío. — Ron le sacó la lengua a lo que la castaña lo persiguió con ma varita afuera intentando lanzarle el hechizo Calvarius.
Justo cuando iba a pasar corriendo por al lado de Harry este la atrapó al vuelo y la abrazó.
— ¿Cómo está mi hermanita pequeña?
— Te llevo un año, miope. — bromeó, le gustaba llamarlo así para molestarlo.
— ¿Cómo me dijiste, enana?
— Nada, nada.
— Oí a alguien decir enana. — Oyó la voz de Fred desde la escalera. — ¿Donde está Adalia?
Harry se rió por la cara de dolida que puso su hermana, aunque luego ella volvió a romper a reír.
— Hacía mucho que no te veía así. — lo primero que hizo Fred cuando llegó junto a la menor Potter fué desordenarle el pelo. — Extrañabamos la sonrisa de la enana, ¿verdad, George?
— Y espera que veas lo que tenemos preparado para cuando lleguen Billy y Fleur. — George se frotó las manos.
— Mejor que sea solo Bill, no quiero que Fleur nos insulte en francés.
— Ay no...
Varios Weasleys más tarde, un naranja ópalo coloreó el atardecer. Ada sintió un mensaje entrando en su teléfono así que se lo arrebató a Ginny quién llevaba una hora muy entretenida con uno de los juegos del móvil.
— ¿Quién es Stiles? — le preguntó la pelirroja apoyando la cabeza en el hombro de Ada.
— Un amigo.
— ¿Y porqué hay un corazón al lado de su nombre?— señaló el contacto en la pantalla.
Adalia sintió su cara arder, ¿lo mejor? Es que el mismo Stiles había puesto el nombre de su contacto así, además le guardó el número de Scott con una carita de lobo y un ataúd al lado.
— Le puse un corazón a Alex también, mira. — le enseñó.
Ginny le sonrió alzando una ceja.
Stiles le había mandado un mensaje donde le recordaba que mañana sería viernes y que no se olvidara de que habían quedado por lo de la apuesta, ¿Cómo se me iba a olvidar? Pensó.
Se tomó unos segundos oara responderle, pero, para cuando alzó la vista Hermione, Ginny y Fleur estaban delante de ella.
— ¿Y bien? ¿Nos vas a contar por qué le sonríes tanto a tu... Como se llame eso?— Ginny le dirigió una mirada risueña tras haber reunido a la caballería.
Y así, las chicas se hundieron en una charla llena de risas y de provocaciones hacia la menor Potter. Después de todo, hacía mucho que no chismoseaba con sus amigas de toda la vida.
Y eso, también era importante.
— ¡Ada!— Adalia iba pasando por el corredor cuando Fred tiró de su ropa para enseñarle algo. O mejor dicho, la broma que él y George llevaban tramando toda la tarde. — ¿Lista?
— Por la tanga de Merlín, Weasley. Billy es un amor de persona ya dejalo... — entonces, ambos vieron como la puerta de la entrada se abría. Según George, habían hechizado la perilla con la maldición de los estornudos infinitos, les había costado mucho sacarle el embrujo a Hermione, pero algo había salido mal en su plan. — Fred...
— Sí, ya sé.
Percy venía llegando con algunas de las cosas que necesitaba Molly para terminar la cena, pero debido a la maldición y a los estrepitosos estornudos las cosas acabaron cayendo al suelo dejando al chico más pálido de lo normal.
— Si fuera tú, me iría antes de que Percy le diga a Molly y descubran que tú y George pusieron una maldició en la perilla. — sugirió Ada viendo como Percy corría a la cocina. A alguien no le iba a gustar saber que toda la comida estaba en el suelo por culpa del par de fotocopias.
— Sí, si te preguntan llevo todo este rato fuera, Ada. Nunca me viste. Toma, esconde esto. — Fred le dió una caja antes de dar la vuelta e irse.
— ¿Qué es...? — Ada la abrió, curioseando el interior y sorprendiéndose al ver que eran artículos de la tienda de Sortilegios Weasley. — ¿Me la puedo quedar?
A juzgar por la ausencia de respuesta, Ada se conformó con que Fred no le dijo que no y se guardó la caja. Después de todo, no le vendrían mal.
Aquamenti: es un encantamiento que conjura un chorro de agua limpia y potable de la punta de la varita del lanzador.
Calvarius: La maldición pérdida de cabello (Calvorio) es una maldición que quita el cabello o peluca de la víctima, dejándola calva.
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