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episodio diecinueve

TRAS UN PESADO SUSPIRO, Adalia enderezó su postura bajo la mirada atenta de Isaac.

— Escucha...

— No. — negó buscando mirarlo a los ojos. — No hay nada que puedas decirme que me convenza de que lo que le van a hacer a Lydia es buena idea.

— ¿Por qué la defiendes?— Ada continuó con su experimento de química. — Ella no es... Agradable.

—Es mi amiga, Isaac. No me importa como sea. No voy a dejar que le pase nada malo. Que ustedes le hagan algo malo.

— ¿En serio? Porque... Yo pensaba que tú y yo éramos amigos.

— Y lo somos. — gritó internamente de frustración. Toda esta situación que había forzado Derek para enemistar a los chicos con Scott y viceversa le parecía ridícula. — Pero odio lo que estás haciendo... Ni siquiera parece qué te importa ¿Tanto la odias?

— Ya te dije, no es agradable. — Ada leyó entre líneas lo que realmente le pasaba, probablemente Lydia lo había rechazado en algún momento.

— No la conoces. — la defendió. A Isaac le pareció admirable verla tan aferrada a cuidar de la pelirroja cuando claramente no tenía más motivos para hacerlo que su reciente amistad. — ¿Sabes? A todos nos han dicho que no de formas crueles. A todos... — miró a Stiles por el rabillo del ojo. — Nos rechazan. Y no por ello vamos decididos a a cobrar venganza.

El chico frunció el ceño notando lo evidente.

— ¿Te gusta Stiles?

Ada suspiró cerrando los envases químicos que había utilizado. No tenía sentido negarlo.

— Puede.

— ¿Y él te rechazó a tí?

— ¿Quieres gritarlo más alto? Casi no me terminas de romper el tímpano. — protestó seria.

— ¿Por qué... — Isaac volteó a verlo, Stiles siendo paranoico vertió por accidente todo el líquido pegajoso encima de su camiseta. — ¿Por qué te gusta eso?

— Podría preguntarte yo por qué parece que te divierte tanto todo este asunto de matar a Lydia, pero creo que también obtendría una respuesta confusa. — contestó hábilmente sacándole una sonrisa.

— Solo creo que no tiene sentido. Que te guste Stiles no tiene sentido.

— Isaac...

— Deberías salir conmigo.

— ¡Isaac no estás prestando atención a nada de lo que te digo! —sonrojada, le propinó un manotazo en el hombro molesta.

— ¡Cambio!

¡Gracias al Cielo!

   Stiles corrió para ocupar el asiento al lado de Lydia, pero Isaac ya había llegado primero y cuando intentó llegar donde Ada, Érika fue mucho más rápida.

—Hoy no es tu día de suerte, humano. —le sonrió con sorna la rubia y Ada suspiró. Todos se estaban tomando muy en serio la pelea no física. —Deberías dejarlos y unirte a nosotros.

—¿Desde cuando te caigo bien? —Ada siguió con la práctica del laboratorio.

—No me caes bien.

—Ajá. —la bruja la ignoró. Érika estaba jugando bien sus cartas porque dos mesas atrás Allison parecia hechar humo por las orejas. Al parecer su nuevo objetivo era la Potter, pero Ada ya estaba cansada para eso. —¿Podemos saltar a la parte donde te digo que Lydia no es el kanima?

—¿Por qué debería creerte eso?

—Porque llevo más tiempo viviendo el el mundo sobrenatural que tú. —contestó cortante.

—Mira...

—No quiero discutir contigo, Érika. —la interrumpió.

— Tiempo. — anunció el profesor. — Si habéis catalizado bien la reacción, ahora veréis el cristal.

 Ada miró su experimento. De hecho, le había quedado bien. Bastante. Casi perfecto. Notó que en la mesa de Lydia había un cristal y todas sus esperanzas de salvarla se vinieron abajo.

» Esta parte del último experimento estoy seguro de que os va a gustar... Podéis comerlo. — continuó diciendo el señor Harris.

 Isaac había tomado el cristal con las pinzas y se lo ofreció hipócritamente a Lydia. Desde su puesto, Ada notó el líquido transparente escurriendo del objeto. Era el veneno.

 Parpadeó deseando con todas sus fuerzas que su amiga cayese inmóvil en el suelo.

Lydia tomó el cristal y lo acercó lentamente a su boca.

 — ¡Lydia! — la llamó Scott, poniéndose de pie y llamando la atención de toda la clase.

—¿Qué? — preguntó enojada la pelirroja.

— Nada. — McCall se volvió a sentar, aceptando que no había nada que pudiese hacer.

Entonces, la pelirroja mordió el cristal.

Y no le sucedió nada.

Al otro lado de la calle, Derek prestaba atención a lo sucedido. Lo había visto todo con sus habilidades de Alfa hombre lobo o lo que sea.

La decisión se había tomado. Iban a matar a Lydia.

Ada estaba furiosa.

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 — ¡No puedo creer que Derek realmente vaya a matar a Lydia!— gritó Adalia pateando la pared.

Los cuatro, Allison, Scott, Stiles y la bruja habían entrado en la oficina del entrenador para discutir lo que harían a continuación.

— Está afuera esperándola. — le contó su Stiles. — Cree que ella es el kanima.

— ¡Pero no lo es!

— Después de lo qué pasó en la piscina... No creo que tenga dudas. — razonó Stiles en voz alta mirando a la castaña que le devolvió una mirada preocupada.

— Ada tiene razón ¡No es ella!— la apoyó Allison.

— Chicas, ella no pasó la prueba. ¿Vale? no pasó nada.

— Scott, creéme. Lo sabría. — le hizo un gesto. Después de haber pasado por maestros con doble cara, una bestia de cientos de años oculta en su instituto y sobrevivir a un mago temible, la bruja sabría si su amiga era un asesino con piel de reptil. Confiaba en su instinto.  — Lydia debe tener otra cosa, algo diferente... Lo sé. Confía en mí.

Scott asintió.

— Nada de eso importa, porque Derek cree que es ella. — razonó el chico. Ally inclinó su cabeza pensativa. — Así que, o le convencemos de que está equivocado. O encontramos una forma de protegerla.

Stiles y Scott miraron a Ada.

— Vale puedo hacerlo. Pero tenemos que irnos del instituto.

Ally frunció el ceño sin entender qué podría hacer realmente su amiga, hasta donde sabía Ada no tenía habilidades especiales pero les siguió la corriente. Claramente consciente de que le estaban ocultando algo.

— Genial, porque no creo que vaya a hacer algo aquí. — asintió Scott.

— Vale.

— De todas formas tenemos que demostrarle a Derek que está equivocado. — sugirió Ally.

— ¿Antes de las tres?

— Puede haber algo en el bestiario.

— Ah ¿Te refieres al libro de novecientas páginas que nadie puede leer? — le preguntó con sarcasmo Stiles.

Ada frunció el ceño.

— ¿Todavía no han encontrado a alguien que se los traduzca?

— No, ¿Por qué...? ¿Conoces a alguien que sepa hablar lenguas antiguas?

Ada ladeó una media sonrisa.

— Conozco a alguien a quien le gustan las lecturas ligeras. — sacudió su cabeza. — Dámelo, se lo haré llegar.

— Está bien. Yo puedo... Hablar con Derek. — contribuyó Scott no muy convencido de qué lograría con eso. — Convencerle tal vez, de que nos dé una oportunidad de demostrarle que no es ella. — Stiles y Ada se miraron con dudas. — Pero si pasa algo, chicos, dejadme manejarlo a mi ¿vale?

— ¿Qué significa eso?— le preguntó directamente Allison.

— Que tú no puedes curarte tan rápido como yo. — Ally rodó los ojos. — No quiero que salgas herida.

La chica rebuscó en su bolso, y sacó un mini arco — o algo así— demostrando que no estaba indefensa.

— Puedo protegerme. — afirmó. —¿Qué? ¿Pasó algo más?

Scott les había contado que el abuelo de Allison, Gerard, sabía de su secreto de ser un hombre lobo... Y no había sido nada amable pidiéndole que se alejara de Ally.

— Solo no quiero que salgas herida. — mintió. No me importa si se entera tu padre. Manda un mensaje, grita, o lo que sea. Cuando te oiga te encontraré lo más rápido que pueda.

Scott dió la vuelta para salir. Pero el muy hábil — nótese el sarcasmo— de Stiles, presionó la ballesta haciendo que una flecha saliese disparada hacia la cabeza de Scott.

Por suerte este la atrapó a centímetros de su cara.

— Perdón, perdón.

Ally le dió una mala mirada y le extendió la mano para recibir su arco de regreso.

» Tiene un... Gatillo sensible. —Stiles hizo silencio tras casi haber asesinado a su mejor amigo.

— Ada. — la llamó Scott.

— Dime.

— Solo tenemos hasta las tres. — le recordó.

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— Buenas. — Adalia entró corriendo a la Madriguera. Solo tenía una hora para regresar y la verdad, correr por medio bosque la había dejado hecha un auténtico desastre. — ¿Dónde está Hermione?

— Si yo también me alegro de verte, ¿Cómo estás, Ron? Oh, que bien, que bueno... — Ironizó el pelirrojo. — Tienes esa cara...

— ¿Qué cara?

— La que pone Harry cuando está a punto de hablar pársel.

— Cara de... "Se vienen problemas". — se rió un poco para luego sacudir la cabeza. — ¡Ya no me distraigas! ¿Dónde está?

— Arriba. — señaló.

 Ada subió los escalones de dos en dos, dejando al pelirrojo abajo murmurando algo sobre que los dos hermanos eran un caso perdido y que no sabía porqué se hacía amigo de gente tan problemática. Ya en el segundo piso, Adalia se dedicó a aporrearle la puerta a su pobre amiga bruja.

— ¿Qué diablos pasa?— Hermione abrió enojada, para encontrar a Ada con una sonrisa inocente del otro lado. — ¿Qué quieres? Mínimo dime que alguien está muriendo para venir a tocarme así la puerta.

— No, pero alguien podría morir pronto, por eso necesito tu ayuda.

Mione blanqueó los ojos armándose de paciencia para tratar con la Potter.

— Está bien ¿En qué te puedo ayudar?

— Te amo. Te amo mucho, ¿Lo sabías?— la abrazó. — Beso para reforzar la amistad.

Hermione la empujó alejándose de su abrazo.

— Que interesada. Ni Harry.

— Vale, vale... Aquí. — sacó las hojas arrugadas de su bolsillo, las que le había impreso Allison de la copia del bestiario. — Necesito que me traduzcas que dice aquí.

  La bruja le arrancó las páginas de la mano y las leyó.

— A ver... Dice: Kanima... — despegó la vista de las hojas. — ¿Qué es eso? ¿En qué te metiste ahora, Adalia Lily Potter Evans?

— ¡Sigue leyendo, Herms, no hay tiempo!— le señaló el papel cambiando notoriamente la conversación e ignorando la pregunta.

Mione bufó. Ada y Harry estaban cortados por la misma tijera.

— " Como el lobo, su poder es mayor en Luna Llena. El Kanima es una criatura social... — se giró hacia la castaña. — Nosotros no estudiamos esta especie en la escuela... ¿De dónde sacaste esto? Me estoy preocupando.

Pff, no es nada importante. Solo es tarea.

— ¡Eres uns pésima mentirosa! Me acabas de decir que va a morir alguien.

— ¿Sí? ¿Eso hice? — Ada entornó los ojos parpadeando nerviosa.

  Granger lanzó un largo suspiro lleno de paciencia.

— ... "pero donde el lobo busca una manada, el kanima busca... Un amigo. " — terminó de leer. — Sigue sonando peligroso.

— Mmh, vale... — Pensó en todos los significados de la última oración. — Muchas gracias, mi vida.

— ¿Cuáles gracias? Explícame urgentemente qué es todo eso.

Ada le plantó un beso a su amiga en la mejilla y salió corriendo tras recuperar las hojas y meterlas en su bolsillo.

— ¡Más te vale no estar metida de nuevo en problemas sobrenaturales, Adalia!— gritó, pero la chica ya había alcanzado el traslador. Rumbo a reunirse con su amigo lobo, para enfrentar a una manada de betas recién transformados y demostrarle a un Alfa que su amiga pelirroja— la cual ve fantasmas— no era un reptil que asesina y paraliza personas... Nada sobrenatural, ¿cierto?

──────  ✦     ☾     ✦  ──────

 Adalia volvió a entrar en la escuela, el cabello le caía como un nido de pájaros sobre la cara y tenía la camiseta pegada de tanto sudar por el viaje... Pero se tomó un segundo para respirar.

—Oh, ahí estás... Justo a tiempo. — Stiles, que venía escoltando a Lydia junto a Jackson y Allison por el pasillo, la tomó de los hombros. — Vamos, no hay tiempo.

—Estoy cansada.

—Ya casi terminamos.

—No es cierto, recién empieza el plan. — en su rostro se dibujó un gesto de agotamiento que ocultó recostando la cara en su hombro.

—Todo saldrá bien... Espero.

 Los adolescentes salieron al estacionamiento, intentaron lidiar con las oreguntas de la pelirroja sin revelarle el hecho de que... Prácticamente la estaban secuestrando para protegerla. Y se subieron todos al Jeep, alejándose del instituto.

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—Si esta es la casa de Scott y donde vamos a estudiar... ¿Dónde está Scott? —  Preguntó Lydia dándose cuenta de que todos estaban actuando raro. Ada miró a la pelirroja sin saber qué contestarle. Era la única a la que Lydia la miraba fijamente buscando una respuesta decente.

—Nos encontraremos aquí luego. Creo. — Intervino Stiles al ver a Ada pálida.

—Gracias por hacer esto. — Allison se giró hacia Jackson.

—De todas maneras necesitaba hablar con ella.

  Entraron en la casa, Jackson y Lydia subieron a la habitación de arriba y Ally se fue a asegurar el resto de las ventanas. Stiles vigiló que nadie viera como la bruja encantaba la puerta para que nadie pudiera cruzarla desde fuera.

— No puedo usar el hechizo Protego Máxima. Serviría para proteger la casa pero... Cualquier cosa que intente atravesar la barrera se desintegraría... — negó, hablando consigo misma.

— Yo digo que igual lo pongas. — sugirió Stiles oyéndola hablar.

Ada lo miró.

—A veces... Me preocupas.

—¿Solo a veces? A mi papá le preocupo todo el tiempo. — dijo distraído. La chica lo miró con una sonrisa y este se sonrojó. — T-ten mucho cuidado, digo, de nosotros dos ya sabemos quien puede hacer magia pero... — Ada parpadeó mirándolo atentamente. — Tampoco quiero que te pase nada a ti.

—Gracias. — bajó la vista a sus zapatos. — Yo...

—¿Todo listo? — Allison bajó pisando con fuerza las escaleras cortando de raíz cualquier cosa que iba a decir Ada.

—Sí. — la bruja no dejó de mirar a Stiles. — Estamos listos.

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Cuando cayó la noche cuatro siluetas se situaron enfrente de la residencia de los McCall. Derek. Isaac. Érica y Boyd.

 Stiles y Allison miraban por las ventanas de enfrente.

 Ada se quedó en la ventana de atrás, conocía bien la forma de atacar del Hale y presentía que alguien los sorprendería por la espalda. A todo esto, le parecía muy surrealista el hecho de que esta noche tuviera sí o sí que pelear con ellos. No era justo. Hacía apenas un día le estaba curando los huesos a Érika y ahora venían a romperle los de ella.

 Agudizó el oído. Había tanto silencio en la casa que literalmente podía oír la conversación de Stiles y Allison en la sala de estar.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Stiles.

—Creo... Creo que tengo que llamar mi papá. — sintió la voz de Ally temblorosa. Y no la juzgaba. Era una situación muy tensa.

—Pero si el te encuentra aquí... Tú y Scott...

—Lo sé. — le dijo. — ¿Pero qué se supone que debemos hacer? No están aquí para asustarnos, ¿vale? Están aquí para matar a Lydia.

—Tengo una idea. — hubo una pausa. — Dispárales.

—¿En serio?

—Le dijimos a Scott que podíamos protegernos, así que vamos a hacerlo. Por lo menos un disparo, ¿vale?

—Vale.

—Mira, ellos no creen que vamos a pelear. Así que si uno es alcanzado te garantizo que se marcharán.

¿Y tú que rayos sabes, Stiles? Ada revoloteó los ojos con las ideas de su amigo.

—Vale.

—Solo dispárale a uno.

—Bien, ¿A cuál?

—A Derek. — dijo sin pensarlo mucho Stiles. — Sí, a él, preferiblemente en la cabeza.

—Si Scott puede coger una flecha, Derek definitivamente puede.

No encuentro fallas en su lógica.

—Vale, entonces dispara a uno de los otros tres.

—Quieres decir dos.

—No, quiero decir tres.

Ada regresó la vista a la ventana preocupada de haber escuchado a alguien, miró pero no había nadie.

O eso creyó, hasta que sintió unos pasos a su espalda.

—¿Donde diablos está Isaac? —preguntó Stiles.

 Ada podria haberle contestado donde estaba si no estuviera buscando un hechizo lo bastante fuerte como para atacarlo pero a la vez no tan mortal para matarlo. Los pasos del beta se alejaron por el pasillo, estaba muy oscuro así que Ada atacó antes de que Isaac llegara donde sus amigos.

Lumos Lunae— Conjuró. De la punta de su varita brotó un haz de luz lunar tan intensa que cegó al beta durante unos minutos. — ¡Corran!

Allison se quedó un momento pensando en lo que acababa de ver.

—Ya sé, ya sé... Te debo una larga explicación. — prometió la bruja a la cazadora. — Solo... Vete de aquí. Ve a ver a Lydia, yo me encargo.

 La bruja y el lobo intercambiaron una mirada.

—¿Segura de que quieres pelear conmigo? —le preguntó Lahey recuperándo la visión. Sus iris de color amarillo brillaban en la oscuridad.

—Supongo que esta noche no somos amigos.

Lumos Lunae: Conjuro que sirve para proyectar un haz de luz lunar desde la punta de la varita. Decidí modificar los efectos de este conjuro para beneficio del fic. Como se vió en el capítulo, es un hechizo de defensa contra hombres lobo.

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