A falta de ti,

me bebo tu ausencia.

Me embriago,

con el recuerdo impregnado en cada poro,

en mi piel desnuda y solitaria.

A falta de tus labios,

recorro mis curvas intentando imaginarte,

apaciguando esta sed insaciable.

Mis dedos se convierten en tu lengua

y mientras araño tu memoria ahogo un
gemido.

Mi pudor se extingue,

y en medio de este torbellino,

me llevo al limite,

es este deseo que no caduca,

es esta maltita mala costumbre,

de no ser capaz de arrancarte.

Al final,

una lágrima se asoma,

tan sola como mi alma,

nefasto

Así han sido todos estos años sin ti.

Embriagándome en otros cuerpos,

deseando tu piel en pieles ajenas

y terminando aun más rota.

A falta de ti te entierro en los días

pero resucitas en mis noches,

empujándome a ese maldito precipicio

ineludible de tu indiferencia.

Le grito al destierro,

a este círculo vicioso que lleva tu nombre.

Te blasfemo una y otra vez,

pero al final acabo amándote más.

Porque aun ardes en mi carne,

lates en mi pecho,

y para poder arrancarte,

Tendría que arrancarme el alma.