12
—No me dejes sola, por favor. Eres el único en el mundo que me hace sentir amada. Estás a mi lado incluso cuando solo soy un problema y el resto no me quiere. Tan solo te tengo a ti... No tengo a nadie más, no tengo a nadie más...
Su mirada es oscura, tan oscura que no sé cómo es posible que una persona me mire de esa forma. Parece como si fuera un bestia... Como un animal salvaje que va detrás de su presa al ver la mínima señal de que está indefensa.
—Siempre he pensado que te ves adorable cuando eres patética. Como ahora que estás rogando con lágrimas cayendo de tus ojos —su mano viaja a mis muslos y lo aprieta con fuerza para que abra mis piernas—. Tan solo te toco un poco y ya estás así. Se nota que solo querías esto. Solo quieres que te folle hasta que no puedas más...
Sus dedos me penetran sin previo aviso aprovechando lo mojada que estoy por él. No me puedo quejar, tampoco suplicar porque tiene razón. Lo único que quería era tenerlo así, haciendo con mi cuerpo lo que él quiere. Tocando, apretando, pellizcando, masajeando mordiendo e incluso dando palmadas si con eso logro tener toda su atención puesta en mí.
Quiero que mi cuerpo tenga sus marcas. Que hasta mi propia alma sienta que solo le pertenezco a él.
—Tus ojos llenos de lágrimas se ven preciosos. Déjame ser el único que te vea así... Permíteme poder observarlos hasta que ya no puedas llorar más.
La frase resuena en mi mente, como si no fuera la primera vez que la escucho. Y como si fuera en automático, lágrimas gruesas comienzan a brotar con cada embestida de sus dedos hasta que en un punto son reemplazados por su propio miembro. Es brusco, duro y no tiene nada de piedad con mi cuerpo. Arremete una y otra vez, llegando tan profundo que llego a sentir una sensación de estar llena, casi como si fuera a explotar.
Mi voz no sale por más que lo intento, y soy incapaz de detenerlo. Su rostro lo veo difuminado producto de las lágrimas y también al sentir que voy a perder la conciencia. Es así como me desvanezco y me despierto solo para revivir la escena una y otra vez como si estuviera en un bucle interminable.
Hasta que finalmente me despierto de verdad y estoy entre los brazos de Jungkook, quien me sostiene con fuerza, pero siendo lo suficiente delicado para poder dormir tranquila. No sé quién era la persona de mi sueño, pero realmente tuve miedo. ¿Alguien de verdad puede hacer tanto daño? Me acongoja aún más el placer que sentí por la bizarra situación.
—Jungkook —lo llamo despacio. Al no ver una reacción de parte de él, insisto— Jungkook...
Se mueve un poco hasta que se sienta y ve la hora en su reloj. Luego de eso regresa a la posición en la que estábamos y siento su respiración en mi nuca.
—¿Qué sucede? Todavía es temprano, ángel.
—Perdón. Tuve una pesadilla fea que me despertó.
—Tranquila. Estás entre mis brazos y yo te voy a proteger —Su mano que está rodeando mi cintura se mueve hasta mi abdomen, dejando unas cuantas caricias—. Vuelve a dormir... ¿si? Yo estoy aquí cuidando tu sueño para que nada te moleste.
Sus labios se deslizan en la parte trasera de mi nuca provocando unas cuantas cosquillas. Su gesto es dulce y juguetón, por lo que contrario a dormirme, me siento todavía más despierta. Intento detenerlo poniendo mi mano en su abdomen, pero con lo único que me encuentro es con una erección de su parte.
—¿Es así cómo planeabas hacerme dormir?
Su voz ronca producto del sueño eriza el pelo de mi nuca.
—Sí... Estoy seguro que es una muy buena forma de hacerte dormir.
Su mano se cuela bajo la camiseta que llevo puesta, la cuál es de él, y acuna uno de mis pechos pasando a llevar el collar del cual cuelga un anillo mientras que el otro está en uno de sus dedos.
Al final mi padre sí había guardado en su caja fuerte los anillos que pertenecen al chico que está detrás de mí. Me costó aceptarlo y también atreverme a buscarlos. Es difícil pensar que toda mi vida he estado viviendo bajo el techo de un hombre tan malvado, pero Jungkook se ha encargado de consolarme diciéndome palabras dulces y abriendo la puerta de su hogar para que me pueda refugiar entre sus brazos.
Tras encontrar los anillos, no podía ver a mi padre a la cara siendo que incluso se había atrevido a tener por contraseña la fecha de mi cumpleaños, como si yo también fuera parte de sus actos. No había forma de que lo pudiera ver de la misma forma que antes. Su figura imponente tan solo tenía rastros de lo que alguna vez pensé que había sido. Aquel hombre que tenía toda mi admiración por su propio mérito, había destruido mi ilusión con cada cosa que descubría sobre él.
Sabía que su fuerte no era ser un padre amoroso... Pero ser un ser cruel había superado los límites. Ni siquiera podía imaginar en qué más podría estar metido. Unos cuantos objetos además de los anillos en su caja fuerte me habían hecho saber que tal vez Jungkook no había sido el único afectado, pero la cabeza solo me había dado para rescatar las cosas del chico que me gusta.
—¿En qué piensas tanto, cariño? —las yemas de sus dedos se encargan de acariciar mi pezón izquierdo mientras me toma de la cintura con la otra mano para pegarme más a él— Solo piensa en mí... No pienses en nada más, ¿si?
La mano en mi cintura va bajando hasta mis bragas, las cuales va bajando un poco, lo suficiente para dejar mi intimidad al aire. Aguanto la respiración cuando siento su erección en mi espalda descubierta. Últimamente Jungkook está muy cariñoso... Tanto que siento que los papeles se han intercambiado. Antes yo era quien estaba detrás de él buscando una oportunidad, pero ahora es él quien parece que no puede estar sin mí.
Besa mi hombro izquierdo. Su respiración tan fuerte y sonora me vuelve loca, es como si su aliento en mi piel activara todos mis sentidos. Su miembro se desliza por mi espalda, mi trasero hasta que finalmente se frota despacio contra mis pliegues. Aprieto los ojos y las sábanas ante la anticipación... Ya lo quiero en mi interior. Lo estoy deseando con todo mi ser.
Y cumple mi capricho. Ingresa rápido y fuerte, pero de la forma más placentera posible. Genuinamente siento que me lleva al cielo con una embestida y ahogo un gemido escondiendo mi rostro en la almohada. Sin embargo, él no me deja mucho rato esconder mi cara, ya que rodea mi cuello con su mano mientras sus dedos se apoyan en mi mandíbula
—Jungkook... —gimo su nombre cuando retira su cadera y vuelve a ingresar de una sola estocada— Cielos... Qué bien te sientes
Jadea en mi oído mientras aprieta mi seno y lo masajea con fuerza. El ritmo de su cadera es simplemente delicioso. Las olas de su cuerpo llegan a lo más profundo de mi ser una y otra vez...
—Quiero hacerlo duro, ángel... Quiero que nos volvamos un desastre y que mi nombre salga de tus labios hasta que llegues a tu orgasmo.
El agarre en mi cuello es tan fuerte que me cuesta un poco tragar, pero solo logra hacer que me excite con cada embestida que recibe mi centro... Ni siquiera me importa que no esté usando condón y haya ingresado sin previo aviso. Jungkook es tan bueno haciendo que vea estrellas y está vez me está haciendo llegar al cielo muy rápido.
—S-sigue... Haz lo que quieras conmigo.
Me deshago en gemidos cuando aumenta la profundidad de sus embestidas, tomándose el tiempo de hacer movimientos circulares cuando se retira y cuando vuelve ingresar. Mi cuerpo cosquillea en cada punto nervioso, desde la punta de mis pies hasta hasta mis orejas. Aprieto su miembro mientras copio sus movimientos como puedo. Mi humedad y la de él se mezclan provocando un sonido mojado cada vez que nuestras pieles chocan entre sí.
Por un momento se detiene para tirar las mantas hacia atrás y terminar de sacar mi ropa interior hasta que solo queda colgando de uno de mis tobillos. Es ahí que aprovecha de tomar una de mis piernas por detrás de la rodilla para mantenerla en el aire mientras otra vez ingresa haciéndome sentir completa. Me encanta lo bien que lo hace, sin duda solo él sabe como follarme hasta que siento que me voy quedar sin aliento.
—Mira lo bien que me tomas... —su mano que estaba en mi seno baja hasta mi clítoris, dando unos cuantos golpecitos que me hacen retorcerme— Dime lo mucho que te gusto... Necesito escucharlo —ruega en un jadeo que me revuelve todo. Su tono cargado de deseo literalmente me hace abrir más las piernas.
—Me gustas demasiado... Me gustas tanto que... Mhh... que no puedo pensar en nada más que en ti.
En un hábil movimiento me pone de rodillas y con los antebrazos apoyados en el colchón. Mi cabello, que ya está algo desordenado, lo toma con una de sus grandes manos y tironea de él obligándome a elevar un poco la cabeza. Su rudeza me prende y curvo la espalda para estirar mi trasero hacia él.
—Tú también me gustas mucho. Ojalá pudieras ver... lo guapa que te ves desde aquí. Lo caliente que me pones con tu silueta... —Uno de sus dedos se desliza por mi columna, repasando cada vértebra como si las estuviera contando. Está frío, probablemente es el dedo que tiene el otro anillo que completa el par que cuelga de mi cuello— Uff, creo que estoy por llegar.
—Córrete dentro —le suplico sintiendo mi mente nublada por el placer. Llevo mis dedos hasta mi clítoris, haciendo lo posible por llegar al orgasmo junto con él.
Sus dedos chocan con los míos y suelta una risa grave que por poco me hace poner los ojos en blanco cuando sus embestidas se vuelven tan certeras que parece que conoce a la perfección mi anatomía.
—Vaya, creo que tuvimos la misma idea... Pero déjame ayudarte. Muero de ganas por tomar tu orgasmo con cada parte de mi ser —y lo dejo, tan solo dejo que él sea el que termine lo que empezó—. Te amo, Jihee. El anillo que te di es mi promesa.
Y mi orgasmo termina por estallar. Jungkook es el hombre perfecto y ya no me puedo imaginar una vida en la que no esté. Tan solo quiero estar con él, es lo único que necesito en este jodido mundo.
***
Es medio día y estoy más que agotada, ni siquiera fui a clases por quedarme un poco más disfrutando de las caricias y las palabras dulces de Jungkook luego de una excelente sesión matutina de sexo. Él ahora se encuentra trabajando, pero me dejó quedarme en su casa, aunque debo decir que sin él todo se vuelve aburrido.
Tomo mi teléfono, el cual estaba en silencio, y veo que tengo un montón de llamadas de papá, pero eso no me llama la atención, en su lugar lo hace un único mensaje: ¿Qué sacaste de mi habitación? Ven ahora mismo a casa antes de que te mande a buscar. Si su intención es meterme miedo, lo logra a medias. Él no es mucho de demostrar atención, si no lo hace en persona, menos en mensajes... Y su sutil amenaza me pone nerviosa.
Claramente está hablando de los anillos que le pasé a Jungkook, pero... ¿Cómo rayos se dio cuenta? Entre las otras cosas que tenía, los anillos parecían ser lo de menos.
No contesto, pero arreglo mi maquillaje y ordeno bien mi ropa. No quiero seguir huyendo de enfrentarlo, pues eventualmente este momento tenía que suceder. Papá no es un santo y yo tampoco, pero necesito enfrentarlo para poder estar tranquila junto a Jungkook. No quiero que los bonitos momentos sean eclipsados por las acciones de mi padre. Creo que, por una vez en mi vida, debo enfrentar a ese hombre que me la dio.
Es así como tomo mi cartera y, tras observar el hermoso ramo de flores, abandono el hogar de mi chico para ir hasta las garras de papá. Y antes de darme cuenta, ya estoy parada frente al lugar que desde siempre ha sido lo que llamo hogar. El lugar está silencioso, ningún sonido se siente, El estómago se me aprieta mientras avanzo hasta el estudio de papá, no hay otra habitación en la que pueda estar, lo conozco bastante bien a pesar del poco tiempo que pasamos juntos. La puerta está abierta y no hace falta que la toque, ingreso encontrándolo de espalda y me percato de que está fumando cuando un tenue hilo de humo se eleva hacia el techo.
—Cierra la puerta, Jihee. Esta conversación no va a salir de estas cuatro paredes.
Hago lo que dice solo por mera educación hacia su autoridad, pero por dentro solo puedo pensar en lo nefasto que es como figura paterna. Con todo el amor que me ha dado Jungkook, me he dado cuenta de que de parte del hombre que está parado frente a mí nunca recibí el amor que una hija necesita, especialmente una que ni siquiera tuvo una madre.
—Te he dado una vida que muchos morirían solo para ver si tienen la oportunidad de nacer en una familia como la nuestra —empieza su discurso—. Cumplí cada uno de tus caprichos y te he dejado vivir como se te dé la gana sin importar lo que haces... Pero no puedo aceptar que mi propia sangre se haya atrevido a ingresar en mi habitación y mucho menos a mi caja fuerte. Dime, ¿qué tienes en tu cabeza para haber actuado de esa forma?
Aunque pensé que enfrentarlo sería más fácil, las palabras se atascan en mi garganta. Me siento como una descarada por llevar el anillo colgando de mi cuello, pero me doy valentía pensando en que solo yo puedo ser la que ponga fin. Él no es quien para juzgarme y me lo repito varias veces con tal de no agachar la cabeza.
—Papá, en realidad no vine para hablar sobre eso. Estoy aquí porque me di cuenta de que... Me decepcionaste —Su expresión de extrañeza no se hace esperar. Deja el cigarrillo a un lado apagándolo—. Nadie es perfecto, ni yo el tengo derecho a juzgarte, lo sé. Pero estoy muy decepcionada de lo que haces con el dinero.
Una sonrisa altanera decora su rostro tras escuchar mis palabras.
—Así que tu amiga te fue con la noticia. Le dije que se mantuviera alejada de ti, pero veo que ni siquiera el dinero pudo sellar sus labios. Así son las de su clase, no sé cómo permití que te relacionaras con ella.
Sus palabras me enfurecen sin importar que las cosas con Jie estén mal.
—Claro, no me debería sorprender, pero todavía lo logras. ¡El gran Doseok lo único que sabe es mirar como inferiores al resto! No puedo creer que mi papá sea un hombre tan malo. Dinero esto, dinero aquello. ¡No todo trata de dinero!
—No me eleves la voz, Jihee. ¿Y qué quieres decir?
—Lo que escuchas. Descubrí lo que hiciste en el pasado y la clase de persona que en verdad eres.
Su expresión se deforma por un instante, pero rápidamente vuelve a ser ese hombre estoico que parece no tener ninguna emoción en su interior. ¿Cómo alguien cómo él pudo tener tres hijos? La duda de qué pasó con la mujer que me tuvo en su vientre renace con fuerza. ¿Y si fuese hija de una mujer como las que están en Stardust? La relación que tengo con mis hermanos tampoco es precisamente para preguntarles si saben algo...
—¿Qué clase de persona soy? —camina hacia mí con semblante intimidante. Miro de reojo la puerta que está detrás, queriendo solo escapar, pero no puedo— Vamos, dile a tu padre cómo es. ¿Acaso la valentía ya se te fue?
Debo enfrentarlo. Esta es mi oportunidad.
—Eres un hombre despreciable. Un hombre que no sabe dar amor. Me das una vida llena de lujos, sí, pero nunca me has dicho un "te quiero". Aunque casi siempre hemos sido solo los dos... Preferiste dejarme sola... Que las riquezas llenaran mi corazón, pero ahora tengo a alguien en mi corazón y sé lo bonito que es amar y ser amada.
—Entonces vete y haz lo que quieras. En total, todas las mujeres son así... Tu mamá fue así... ¡No me debería sorprender que hayas salido igual a esa perra!
Mis ojos se llenan de lágrimas de golpe. Nunca pensé que la única vez que mencionaría a mi madre sería para decir algo de tal magnitud. Veo sus ojos, carentes de afecto o compasión. No sé cómo Jungkook llegó a recurrir a él, pero agradezco haberle de vuelto los anillos, pues la pizca de culpa que sentía por haberle hecho eso a mi padre, desapareció por completo al ver como me observa.
—Estás enfermo... Eres un hombre completamente enfermo. No tienes corazón, ni siquiera un trozo pequeño...
Y mientras digo eso, siento como mi corazón se va rompiendo un poco. Al final, creo que en verdad solo tengo a Jungkook en el mundo. El hombre frente a mí parece solo ser un monstruo disfrazado de persona.
—Jihee, el corazón solo bombea sangre y los hombres son hombres. En un tiempo vas a regresar aquí por haber sido dejada, pero si te disculpas, papá te va a aceptar con los brazos abiertos.
Pone su mano derecha sobre mi hombro y solo puedo sentir como una alarma se dispara en mi cabeza. De un manotazo lo aparto y me doy la vuelta para ir hacia la puerta. Sin poder evitarlo, miro hacia atrás viendo su silueta, la cual llega a parecer la de un demonio.
Quiero ver a Jungkook. Necesito verlo ahora para poder calmarme un poco.
Abro la puerta principal mientras intento sacar mi teléfono para buscar su contacto, pero de repente choco con una figura que estaba en medio. A pesar de las lágrimas en mis ojos, logro ver que se trata de un hombre algo mayor con una que otra cana. Me da una sonrisa amable, pero un escalofrío recorre mi columna y avanzo sin mirar hacia atrás, importándome poco lo que venga a hacer en esta casa.
No quiero saber nada más, mi cabeza ya está llena de pensamientos difusos.
Le marco a Jungkook, cayendo en cuenta tras unos segundos de que está en el trabajo. ¿Cómo puedo ser tan inconsciente? Corto la llamada y decido que es mejor enviar un mensaje: ¿A qué hora vas a llegar a casa? Mis manos tiemblan un poco, tan solo quiero estar entre sus brazos. Su respuesta no tarda nada en llegar: Perdón, cariño, hoy las cosas están un poco complicadas y no sé a qué hora llegaré. Pero sabes que mi casa es como tu casa, así que puedes quedarte si quieres. Cualquier novedad te avisaré y no olvides que te amo.
Y otro capítulo para aumentar las teorías 🤭
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