11
Las cosas con Jungkook han ido genial, y ni eso, pues la palabra parece quedarse corta.
Es un chico muy atento y preocupado, incluso a pesar de que su trabajo le quita muchas horas en las cual no nos podemos ver, pero que sabe compensar una vez que estamos juntos. Me he acostumbrado a estar en su casa más que en la mía.
Las relación con papá ha estado rara desde lo que me dijo Jie, cada vez que lo veo no puedo evitar sentirme asqueada. ¿Desde cuándo es que habría estado yendo a esa clase de lugares? Siento que le debería preguntar para salir de la duda, después de todo soy su hija y merezco saber la verdad. Sin embargo, no me atrevo a encararlo. Me da terror confirmar que es verdad y que toda mi vida he vivido junto a un hombre que trata a las mujeres como objetos, pagando billetes como si se tratara de obtener cualquier cosa.
He hablado con Jungkook al respecto, pues es una situación que por mí misma no sé cómo afrontar, pero sus respuestas siempre tienen que ver con seguir lo que diga mi corazón, tal y como me dejé llevar para confesarle lo que siento por él.
Pero es difícil. A pesar de que me quiera alejar de todo ese mundo tan malo... No puedo evitar querer seguir viviendo entre lujos. Odio admitirlo, pero una vida sin dinero no parece ser vida y lo puedo ver claramente en casa de Jungkook. Si bien es un lugar decente, mientras vemos películas me fijo en el techo con pintura más desgastada, o cuando comemos mis ojos sin querer se fijan en la madera que probablemente pasó por muchas partes antes de llegar a él.
Pero no es del todo malo.
Al menos mi reflexión llega a esa conclusión cuando veo las flores que me regaló todavía vivas. A pesar de que han pasado dos semanas, siguen igual de bonitas que el primer día. Jungkook tiene buena mano para esto.
—¿Qué te gustaría comer? Podemos pedir algo o también podemos cocinar juntos.
Es la hora de la cena y Jungkook, al igual que los últimos días, se ha encargado de consentirme. Por alguna razón me hace sentir como si fuera una niña pequeña siendo cuidada, aunque en el pasado ninguna de mis cuidadoras eran tan amables. Y cuando tuve la edad suficiente, papá solo me pasó mi primera tarjeta para pedir lo que quisiera, entonces no es como que precisamente me maneje en la cocina y eso me da vergüenza.
De seguro cualquier chica con la que ha estado sabe hacer aunque sea un platillo básico.
—No sé cocinar —admito con vergüenza. Estoy sentada en la pequeña mesa viendo cómo él se mueve de un lado a otro en la pequeña cocina.
—Bueno, para todo hay una primera vez —camina hacia a mí y me ayuda a ponerme de pie—. Yo tampoco soy un cocinero de cinco estrellas, pero me puedo defender con uno que otro platillo.
Aunque sus palabras son amables y su tono juguetón, en su mirada veo un toque de deseo. No sé si es solo mi imaginación o si es verdad, pero si algo tengo claro es que desde que le confesé lo que siento no hemos hecho nada a excepción de algunos toques en su cama, pero nada que implique haber llegado hasta el final.
Opté por ir a su ritmo, dejándome llevar por sus gestos lindos y su compañía. Y de alguna forma mi deseo por él se ha mantenido sellado, pero viendo sus ojos con mirada profunda, siento la llama del deseo encenderse de a poco, como si fuéramos a cocinar algo a fuego lento.
—Estás muy cerca...
—Lo sé —sus manos van hacia mi cintura y me acorrala entre la pared y su cuerpo—. Me dio hambre, pero de ti. Has sido muy paciente esperándome... Creo que no está mal si damos una oportunidad para avanzar un poco.
Sus manos van de mi cintura hacia mi cadera y de mi cadera a mis muslos, tomándome para elevarme hasta dejarme sentada en la mesa. Mi corazón se acelera y mi respiración la siento más pesada. No me puedo resistir si es él mismo quien da la iniciativa y termino por tomarlo de la nuca para juntar nuestros labios. El mundo parece detenerse por un instante y me siento tan afortunada de haber ido tras él.
Siento una de sus manos en mi nuca con sus dedos enredándose en mi cabello. Suspiro y él toma mi respiración, como si fuera capaz de tomar absolutamente todo de mí. Y realmente lo quiero... No me molesta estar junto a él. Poco importa si su casa es humilde o si la madera bajo mi trasero cruje cuando se presiona. Tan solo envuelvo mis piernas alrededor de él, agradeciendo haberme puesto una falda, ya que de esa forma puede colar su mando directamente por mi piel.
—¿Quieres... Quieres que sea aquí?
Una pequeña sonrisa se forma en su rostro. Parece que mi pregunta le da algo de gracia. Se inclina nuevamente hacia mí, pasando de mi boca para ir hasta mi oreja.
—¿Dónde quieres tú? Por mí... podría ser en cualquier lugar, en cualquier momento...
Una corriente recorre mi columna producto de sus palabras. Su voz baja y sexy da de lleno en el revoltijo de emociones en mi vientre. Sus manos tocándome no me dejan pensar como me gustaría, pero no me importa, que mi mente esté inundada de él es suficiente.
Quiero a Jungkook, lo quiero de todas las formas posibles.
—Estoy bien si es aquí. Aunque la mesa suena un poco, ¿no..?
Su risa en mi cuello me hace apretar las piernas, pero se acomoda mejor entre ellas, no permitiéndome juntarlas. Creo que por primera vez no está jugando, o tal vez las repentinas ansias me hacen pensar eso. Lo veo seguro en sus movimientos... recorriendo mi cuerpo con lentitud pero con ganas.
—¿Piensas que soy brusco? Pensé que el otro día ya te había dejado en claro que puedo ser muy, muy dulce... —el recuerdo de sus dedos tocándome me hace aguantar la respiración— Aunque debo confesar que es verdad que me puedo dejar llevar... Por ti puedo perder el control con lo preciosa que eres —se aleja para verle al rostro y me estremezco por su mirada—. Quiero hacerlo, Jihee. Quiero demostrarte el amor que siento por ti a través de mi cuerpo.
Y definitivamente he caído.
Quiero que Jungkook me enseñe todo ese amor que puede mostrar, todo ese amor que dijo que me podría enseñar.
Rodeo su cuello y, tras examinar su rostro por un par de segundos, cierro los ojos y me dejo llevar para que nuestros labios se encuentren nuevamente. Su boca es cálida y me recibe con gusto, nuestras cabezas se ladean en busca de un posición más cómoda y él aprovecha que estoy concentrada en ello para otra vez tomarme entre sus brazos. Es así como rodeo su cadera mientras nos dirigimos a su cuarto.
Su aroma dulce mezclado con cigarrillos invade mis fosas nasales. Quiero seguir aquí por siempre.
Con cuidado me deja en la cama mientras lo ayudo a sacar su camiseta y sus pantalones. Las manos me están temblando de puros nervios pero él no dice nada al respecto. En cambio, me ayuda a deshacerme de mi ropa, admirando mi cuerpo cuando quedó solo en ropa interior. A comparación de otras veces, hoy llevo un conjunto blanco y es gracioso, porque él está usando unos bóxer del mismo color que no dejan nada a la imaginación.
Por primera vez estoy en todos mis sentidos y con una iluminación que me deja ver su cuerpo sin problemas. La tinta en su piel lo vuelve muy caliente y mientras bajo mi mirada me obligo a tragar para no decir ningún comentario sin querer. Nunca había visto a un hombre que le quedará tan bien ese color, pero él... Vaya. Genuinamente me tiene sin palabras.
—¿De casualidad traes condones contigo?
Su pregunta me hace caer en cuenta de que no traigo. Realmente me había olvidado de ellos al estar tan inmersa en los bonitos recuerdos. Y creo que por lo mismo me va a tocar quedarme con ganas.
—No... Perdón. Quería ir a tu ritmo y los saqué para que no pensaras mal. No creí que hoy lo íbamos a hacer, no tan luego...
Me intento poner de pie con la esperanza de que haya quedado alguno olvidado, pero Jungkook me detiene empujándome despacio para que me siente. Y lo hago, me quedo sentada observándolo.
—Hey, tranquila. No hay que preocuparse —camina hacia el pequeño mueble a un costado de su cama y de un cajón saca un par de empaques brillantes—. Esta vez me preparé. No puedo dejar que mi chica tenga este tipo de preocupaciones.
Siento que el calor se va a mis mejillas, y nada tiene que ver el que esté solo con mi ropa interior frente a él.
—¿T-tu chica? —le pregunto incrédula.
—Sí, mi chica. Pensé que ya estaba claro, aunque no quise poner etiquetas para no presionarte. Pero me gustas muchísimo... Por eso eres mi chica y yo soy tu chico.
Mi corazón se va a salir de mi pecho. Su sonrisa es tan bonita que me gustaría guardarla por siempre en mi memoria. Es simplemente... perfecto. Jungkook en serio es el hombre más perfecto que he conocido.
—Me gusta que seas mi chico.
Cuando se sube encima, sé que ya no hay vuelta atrás. Jungkook es el primer hombre que he amado y mi corazón me lo hace saber con fuerza mientras me derrito entre sus brazos.
***
—Toma, traje un poco de agua y ya pedí algo de comer —despacito me siento en la cama mientras recibo la botella que me extiende— Creo que nos excedimos un poco. Bueno, más bien me excedí.
Recuerdos de lo que hicimos vienen a mi mente. Jungkook es bueno en la cama, demasiado. Incluso con toda mi experiencia me siento molida, pero una gran sonrisa decora mi rostro. Mi cuerpo de piel pálida está como un campo en dónde de a poco van floreciendo flores. Jungkook dejó pequeñas marcas que me van a acompañar un par de días, pero no me molesta para nada.
En sus brazos me sentí amada como nunca.
Su cuerpo tomó el mío de tantas formas, incluso en posiciones en la que ni siquiera recuerdo su rostro. Me dio tanto placer que en algún punto pensé que me desmayaría, pero entonces sus besos me ayudaron a seguir tomándolo. Sus músculos marcados, el sudor en su espalda en dónde fui yo quien dejé algunas marcas mientras estaba perdida en el placer. Y las veo cuando se da la vuelta para sacar una camiseta.
¿Alguna vez había sido tan salvaje? ¿Cómo fue que dejé tantas marcas sin tenerlo planeado?
—Para la próxima intentaré traer las uñas más cortas... —comento mientras tomo un sorbo.
Jungkook camina de regreso a la cama, pasando al lado del basurero en donde quedaron botados todos los condones que ocupamos y uno que otro papel higiénico con el que nos limpiamos. Aunque me terminó pasando algunas toallas húmedas para sacar el sudor, pues había quedado tan cansada que ni siquiera me atreví a ir a ducharme. Pero por suerte él fue lo suficiente lindo para ayudarme a limpiarme.
—Tengo tatuajes mucho más notorios, no me molesta tener marcas que provengan de ti. Y tampoco soy quién para quejarme viendo cómo te dejé...
Se inclina hacia mí y me roba un beso profundo. Agradezco haber tomado un trago de agua, pues mi garganta había quedado seca luego de gemir y rogar tanto por él.
Mi ropa interior quedó hecha todo un desastre, por lo que me pasa su gran camiseta oara cubrirme un poco más, pues bajo la colcha estoy completamente desnuda. Es cuidado al ponerme la camiseta, pero de igual forma se me escapa un pequeño quejido cuando la tela me roza los pezones, los cuáles están sensibles luego de como jugó con ellos.
Jungkook no es bruto, para nada, pero sí que tiene mucha fuerza. Incluso me pudo tomar como si fuera una pluma con tal de que la acción de montarlo fuera más fácil.
—Si no te molesta... ¿Podría quedarme a dormir aquí?
—Ni siquiera tienes que preguntar, ángel. Puedes quedarte aquí cuánto quieras. Yo te recibo con los brazos abiertos.
Sin poder evitarlo, me acurruco en su pecho desnudo una vez que se acuesta a mi lado. Espero que la comida demore en llegar para poder permanecer de esta forma más tiempo. Si cuerpo grande es como un escudo que no deja pasar lo malo.
—Te quiero mucho.
Admito haciendo círculos imaginarios en su abdomen. Él acaricia mi cabello de vuelta con sumo cuidado, aunque debe estar hecho un desastre después de todo lo que hicimos.
—Yo también. Eres más dulce de lo que pensaba. Te juzgué mal y me arrepiento mucho —siento sus labios dejar un suave beso en mi cabeza—. Por cierto, no quiero arruinar el momento, pero necesito decirte algo que me he estado guardando.
Antes su repentino tono serio, me incorporo para mirar su rostro. Todo está tan bien que tampoco quiero que algo lo arruine, pero no puedo decirle que se calle para mantener mi fantasía intacta.
—¿Qué sucede? Me estás preocupando.
—No sé muy bien cómo decirte esto, pero... ¿Me harías un favor? —su repentina pausa forma un nudo en mi estómago—. Sucede que tu papá tiene algo que me pertenece, al menos eso creo.
—Espera. ¿Q-qué quieres decir?
La felicidad que había estado sintiendo se esfuma con rapidez y en su lugar se instala un sentimiento raro. Mi imagen sobre mi padre ya está algo manchada por lo que dijo Jie... Si lo que Jungkook dice es verdad, definitivamente va volver nuestra relación padre-hija todavía más tensa de lo que está.
—Hace un tiempo tuve problemas con tu padre, problemas de dinero... Y él me quitó dos anillos muy importantes con tal de que pagara todo lo que debía. Trabajé muy duro y saldé mi deuda, pero los anillos no regresaron a mí —su expresión sincera me aprieta el corazón—. No quería decirte esto, me daba mucha vergüenza pensar en que la imagen de tu padre se podría manchar y, sobre todo, que mi imagen quedaría como la de un pobre muerto de hambre que recurrió a un hombre con dinero para poder tener algo para vivir.
Mi cuerpo se mueve en automático y me abalanzo para abrazarlo. No puedo creer que mi padre haya estado metido en esa clase de negocios... Dándole dinero a gente necesitada para luego quitarle cosas importantes. Él no necesita nada más, ¿para qué quedarse con el objeto de alguien que ya saldó su deuda?
Lo de Stardust ya me tenía sorprendida, pero esto sigue siendo igual de shockeante.
—Lo lamento mucho. Voy a ver si en casa encuentro algo... Esto no se puede quedar así.
—Si esos anillos regresan a mí, te juro que estaré eternamente agradecido contigo. También me gustaría decirte que viendo la clase de hombre que es tu papá... Me gustaría sacarte de ahí. Sé que no me corresponde y tal vez estoy diciendo cosas que no me incumben, pero te quiero mucho y con las actitudes que tiene, me preocupa que te pueda pasar algo.
—Gracias por preocuparte, Jungkook. Pero vamos de a poco... No puedo abandonar mi casa así como así, y menos si dices que mi papá tiene algo tuyo.
—Lo sé, solo fue un pensamiento atarantado. Es que soy tan feliz junto a ti, Jihee, que no quiero que nada ni nadie arruine lo que tenemos.
El timbre de la puerta suena y no puedo responderle nada de vuelta. Con rapidez se pone una camiseta y, tras darme una sonrisa, sale de la habitación para ir a buscar la comida.
Cuando me quedo sola, no puedo evitar cuestionarme todo lo que pasó. De haber pasado un momento mágico entre sus brazos, la realidad pareció desmoronarse un poco con la mención de mi padre.
¿Por qué podría papá guardar unos anillos? Por más que lo pienso, no puedo hallar una respuesta... Aunque creo saber dónde los podría guardar. En su habitación hay una caja fuerte escondida en uno de sus armarios, lo descubrí una vez que estaba en busca de algo sobre mi madre. Había sido una bobería de hace unos años en dónde finalmente no encontré nada relacionado a ella... Pero al menos había servido para descubrir que papá tenía cosas de valor que incluso debía ocultar en su propio cuarto. ¿Cuál podría ser la clave? ¿Alguna fecha importante?
No quiero encontrar nada... Pero si de verdad es algo importante para Jungkook, espero poder hacer que vuelvan a él. Aunque... ¿Por qué alguien tan joven como él tendría dos anillos? ¿Acaso tiene que ver con una ex novia? Dos anillos suenan como si fuera un compromiso o algo de ese estilo. Pero sacudo mi cabeza intentando eliminar esas ideas. Jungkook ahora estoy conmigo... El pasado tan solo es pasado.
—Voy a llevarte la cena a la cama. ¡No te muevas!
Mi corazón se calma un poco al escucharlo. Definitivamente junto a él estoy bien.
Jeje, ¿qué cosa será importante de este capítulo? Espero que hayan estado atentas.
Comenten que ya estamos más cerca del finaaaaaaal. Si no comentan no actualizamos (bromita). ¡Pero apoyen!
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