01
—No me digas
—¿Qué?
—Que también planeas tener sexo con ese tipo que no te saca los ojos de encima —su rostro es serio, demasiado serio para alguien rodeada de luces neón que cambian a cada momento—. Vamos, Hee. Pensé que hoy solo querías bailar, tomar un poco... No sé, al menos terminar una noche juntas sin que tengas que acabar en la cama de un hotel con algún extraño. ¡Puede ser peligroso!
La música está muy fuerte, por lo que escucharla es difícil. Bueno, de por sí apartar mis ojos de aquel sujeto que me ha estado mirando por la última media hora es difícil, así que mi atención no es la mejor.
Es guapo, bastante más guapo que el chico que me follé la última vez que salimos a tomar. Es un poco tieso bailando y se le nota un montón, pero al menos su rostro parece ser una recompensa. ¿Será que en la cama es mejor? Mi experiencia me dice que es posible que tenga algo guardado que va a hacer que valga la pena haberle sostenido la mirada por tanto rato. Al parecer no tiene mucha iniciativa si es que todavía no se me ha acercado, pero acomodo en poco el escote del top que estoy ocupando para ver si eso lo ayuda a tener un poco más de valor.
Sus ojos me escanean lentamente y finalmente veo que empieza a caminar hacia donde estoy. Sabía que mostrar un poco más lo iba a hacer caer bien rápido.
—Perdón, Jie. Llevo demasiado sin follar. Pero te dejo una tarjeta para que pagues todo lo que quieras. Mañana o pasado mañana nos vemos para tomar un café o ir de compras, ahí me la regresas, y no te preocupes, la clave es la que siempre te he dicho, ¿si?
Con rapidez abro mi bolso y saco el objeto plástico con un chip. Papá siempre les pone dinero, por lo que no me preocupa pasarle una al azar si al final todas están repletas. Mi amiga resopla y niega un poco, pero termina tomando el objeto para luego darme la espalda e ir hacia la barra. No es la primera vez que termina aceptando, y no la culpo, la empresa de su padre últimamente ha ido en picada, en su lugar también me dejaría consentir un poco si es que tuviera menos tarjetas a mi disposición.
El chico guapo camina entre la multitud mientras yo me quedo en mi lugar observándolo. No puedo solo entregarme de una, antes por lo menos debo mantener mi apariencia seductora dándome a desear. A los hombres realmente les encanta tener que mostrar todas las cartas que tienen bajo la manga.
—Hey, pensé que tu novio no te dejaría ir nunca —su voz es sexy. Su tono es bajo y por lo mismo se acerca a mi rostro para hablar. El olor de su colonia no está nada mal, aunque he encontrado mejores.
Pero es aceptable, en general toda su apariencia encaja bien con mi tipo de hombre.
—¿Novio? Creo que viste mal.
—Pues déjame decirte que tenías un chico tan pegado a ti que ya había pensado que estabas junto a él. Pero me alegra saber que estás sola y más que disponible —una de sus manos se desliza hasta mi cintura, es grande y abarca tanto como me gusta—. ¿Qué opinas de ir a un lugar más tranquilo? Digo, para no tener que elevar tanto la voz.
—Me parece.
La pequeña sonrisa en su rostro es atractiva. Aunque lo veo de reojo, sé perfectamente que su intención no es hablar, al menos no con palabras. Sus ojos van hacia mi escote, pero enseguida sube su vista para verme a los labios y luego a los ojos. Sacudo suavemente mis pestañas, las cuales arreglé con mucho esmero antes de salir.
Tomo su mano y nos arrastro entre la multitud. En serio es divertido ver a los hombres caer tan rápido, un poco más de piel expuesta y un suave movimiento de pestañas ya los hace creer que tienen todo bajo su control.
Siempre es lo mismo, no importa la edad, la altura o cualquier otra característica particular. Al final todos caen a mis pies sin mayor esfuerzo.
Los baños de cualquier club nocturno me parecen asquerosos, pero dejan de serlo si se usan para fines diferentes a los que fueron diseñados. La música se empieza a escuchar más bajo y aunque en primera instancia nos dirijo hacia aquel lugar, a último momento cambio la dirección al ver las letras VIP en grande. Basta con que uno de los guardias que custodia el lugar me vea, para que abra la pequeña división y nos permita ingresar.
—Vaya, ¿me debería preocupar de que te sepas tan bien el camino?
—Para nada. Digamos que solo ha sido buena suerte y, claro, no hay lugar más tranquilo que este para hablar.
Necesito comprobar que tenga alguna gracia antes de llevarlo a la cama. No pienso gastar tiempo en todo un trayecto que al final no va a valer la pena. Nos llevo hacia un gran sofá que se encuentra vacío y tomamos asiento. Aprovecho y llamo a uno de los trabajadores para que nos traigan algo de beber. Tal vez con un par de copas encima se atreva a ser un poco más osado de lo que ha sido hasta ahora.
—Te manejas muy bien con estas cosas —comenta con voz tranquila—. ¿Te gusta salir por estos lados?
—¡Claro! Después de un día aburrido no hay nada mejor que desconectarse un poco. ¿No crees? Bailar hasta que duelan los pies, beber algo rico y, por su puesto, tener buena compañía para que sea una gran noche.
Pongo mi mano derecha sobre su muslo izquierdo y él pega un ligero brinco ante mi acción. Tal vez estaba esperando a una chica más tímida, pero yo no me ando con rodeos.
Si lo quiero, lo tengo.
Masajeo lentamente, subiendo por su muslo un poco con tal de ponerlo nervioso. Sé que en el fondo me está deseando mucho, su intensa mirada me escanea tanto como puede. Acomodo un mechón de mi cabello detrás de mi oreja y pongo una de mis piernas sobre la otra justo cuando el trabajador llega a dejarnos algo para beber. Ahí me inclino hacia adelante para tomar la copa, pero él se adelanta para poder entregármela.
—Es un gusto tener una compañía tan buena. Pensé que mi noche sería aburrida, pero creo que me equivoqué.
—Junto a mí te puedes divertir mucho. Ya te habías tardado en acercarte.
Su sonrisa se hace más grande. Parece divertirse con mi actuar.
—¿Fui muy obvio?
Siento una ligera ternura, pero de alguna forma me molesta. ¿Acaso es del tipo de hombre que no se toma de la mano hasta la tercera salida? No quiero lidiar con alguien que no me quiera tener contra el colchón en la primera noche.
Así que lanzo mis encantos. Es ahora o nunca.
—Lo fuiste —deslizo una de mis manos por mi muslo mientras tomo un sorbo—. Dime, ¿cómo te llamas?
—Las damas primero —la sonrisa en su rostro es tonta, pero vaya que es atractivo—. Una mujer tan linda seguramente tiene un nombre que también lo es.
Apuesto que es un par de años mayor que yo, y por las dudas observo sus manos para ver si hay alguna marca de anillo antes de hacer mi siguiente movimiento. No puedo estar segura que no tenga novia, pero al menos puedo intentar ver qué no esté casado. No me gustan los problemas y lo que menos me gustaría sería terminar con una chica encima que me grite que le robé a su novio.
Solo son cosas de una noche, lo mejor es mantenerlo lo más simple posible.
Así que cuando no veo ningún rastro de anillo, me dedico a hacer mi movimiento sin pensar en nada más.
—¿Qué te parece si decimos nuestros nombres una vez que subamos de nivel? —mis palabras parecen llamar por completo su atención—. Me imagino que no me seguiste solo para hablar. Sería un desperdicio ocupar la boca solo para eso cuando se pueden hacer otras cosas.
El labial que estoy usando no se corre ni aunque aplique presión en mi boca. Estoy más que preparada para la ocasión.
—Me agrada tu propuesta y veo que en serio estás en busca de una gran noche —su mano viaja hasta mi muslo, quedando al lado de la mía. Da una caricia que asumo como el pase perfecto para dejarse de dar rodeos—. Si quieres podríamos ir a mi auto... Lo asientos son mucho más cómodos que los de este sofá. Puedes comprobarlo por ti misma.
Y es así como, tan solo minutos después, estoy sobre él, con mi falda enrollada hasta la cintura y los tacones amenazando con caerse en cualquier momento. Ya está más que comprobado que el labial no se ha corrido y definitivamente no mentía al decir que los asientos son cómodos, aunque casi no los he probado por estar sobre él dando brincos.
Es un milagro que no me haya golpeado la cabeza contra el techo, pero su auto lo compensa al tener pinta de ser un poco más lujoso en comparación a los de otros hombres con los que he estado. ¿Desde cuándo me he conformado con tan poco? Claramente merezco lo mejor de lo mejor.
Sus grandes manos toman mi cadera con fuerza, siento que va a dejar alguna marca como siga de esa forma, pero me encanta. Sus hombros son anchos, su pecho desnudo brilla ligeramente por el sudor y su abdomen tonificado me indica que hace algo de ejercicio. Pero eso no es todo, claro que no, lo mejor es que definitivamente tenía algo guardado, y ese algo parece perfecto para complacer mis caprichos. Tan perfecto que lo siento a la perfección amoldándose en mi interior.
—Entonces... ¿Cuál es tu nombre? —mi pregunta sale más como un jadeo. Él suelta una risa baja que me provoca cosquillas.
—Puedes decirme Jin, siento que es más fácil si lo quieres gemir.
Su cadera se alza con fuerza a la vez que con sus manos me tira hacia abajo. Si hubiera sabido que era tan bueno haciéndolo, no habría dudado en ir directamente a la habitación de un hotel para follar por toda la noche, pero me había tomado por sorpresa.
—Y pensar que te veías tan tímido... ¿Esa es tu táctica con todas las chicas?
—Puede ser... Pero no hablemos de eso. Mejor dime tu nombre.
—¿Para gemirlo? —le molesto.
—Puede ser —me sigue el juego.
—Hee, con ese apodo basta.
—Me encanta, y tú también me encantas —los masajes que hace son sus dedos envían corrientes hacia mi centro—. ¿Te han dicho lo bien que lo haces? Aparte de ser preciosa tienes este talento... No creí que encontraría a alguien tan buena esta noche.
Mi ego solo crece.
Adoro los halagos y se nota que el tipo que tengo debajo de mí sabe complacerme. Siento que en cualquier momento voy a acabar y efectivamente no estoy equivocada, transcurridos unos segundos, en conjunto con sus dedos logra hacer que vea un cielo estrellado a pesar de que la luz de la ciudad no deja ver nada de eso.
Por su parte, siento como el condón a recibido su descarga.
—¿Quieres hacerlo de espalda contra el auto? —sus labios rozan los míos cuando susurra.
No es la primera vez que lo haría y acepto a su pregunta mientras como puedo me bajo luego de que él abre la puerta.
Y aunque ha sido una magnífica noche, me percato de que todo lo bueno se ha ido a la mierda una vez que cierra la puerta y no aparece, es más, incluso se atreve a partir en su auto.
—¡Mi cartera, imbécil!
—¡Agradece que te regalé un orgasmo! —me responde de vuelta antes de estar lo suficiente lejos.
Mierda. Era una cartera de la última colección, no puedo creer que tenga que comprar otra por un imbécil que se ha marchado con ella. Le voy a tener que pedir a mi padre que me ayude lo más pronto a hacer el papeleo y a bloquear las tarjetas, pero entonces caigo en cuenta de que también se ha llevado mi celular.
Sin más remedio camino de regreso al bar, probablemente Jie todavía no se ha ido, o al menos eso espero. Acomodo como puedo mi falda, sintiendo el aire fresco de la noche por haber dejado mi ropa interior en el suelo del vehículo, y deseo con fuerzas que ese infeliz tenga una novia que vaya a encontrar el precioso encaje que había estado ocupando.
—Oye... ¿estás bien?
Lo que me faltaba, un espectador de tal escena. Me giro para encontrarme de frente con un cuerpo tatuado que me extiende su chaqueta de cuero más maltratada que mi pobre intimidad.
Sigo subiendo mi mirada para ver a la cara al dueño del objeto en mal estado, pero me veo en la obligación de juntar las piernas al toparme con sus ojos.
A la mierda el tipo que me follé hace unos segundos, definitivamente tengo un nuevo objetivo que incluso me hizo olvidar la situación por la que estaba pasando.
—¿De casualidad no quieres beber algo conmigo?
¡Aquí el primer capítulo!
¿Qué les pareció? Ya por fin la historia está iniciando mostrando mucho más 🙊
No olviden apoyar las historias de las chicas, y claro que votar y dejar comentarios aquí también para seguir publicando con muchas más ganas ♡
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