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CAPÍTULO 6

CAPÍTULO 6

—¿Por qué me llamas de esa manera?

Jungkook abre los ojos que había mantenido cerrados y me mira con curiosidad.

—¿Cómo? —Me pregunta.

—Siempre me estás llamando "ángel".

Una sonrisa se dibuja en su rostro y gira su cuerpo hacia mí, apoyando las palmas de sus manos sobre la arena fría en la que estamos sentados. Sus piernas entrecruzadas rozan con las mías, casi quemándome con su tacto.

—Porque lo eres.

Suelto una carcajada. Podré ser muchísimas cosas, pero no un ángel, pues he cometido demasiados pecados como para ser considerada uno.

—Ya. En serio.

Jungkook frunce el ceño, se inclina hacia mí y me toma por las mejillas. Mis ojos se abren más de lo normal, pero no intento moverme. Simplemente me quedo allí, sintiendo cómo se me calientan las mejillas no solamente por el calor de sus manos, sino por el repentino sonrojo que me asalta.

Estoy acostumbrada a que los hombres me toquen de un montón de maneras, ninguna con delicadeza. Probablemente esa es la razón por la que termino siendo un manojo de nervios con Jungkook, porque él ha sido el único que ha puesto sus manos sobre mi piel sin la intención de ser brusco ni de aprovecharse de mí.

—Tan sólo mírate, Hanni —pronuncia con voz profunda y está tan cerca que puedo sentir su respiración haciéndome cosquillas—. Tu rostro es tan angelical, tan delicado, tan hermoso... ¿Cómo alguien no podría pensar que eres un ángel?

Mis ojos vagan por su rostro hasta encontrarse con sus labios y veo cómo los remoja con saliva, dejándolos brillantes bajo la luz de la luna. Con el pulgar me acaricia la mejilla e inevitablemente mi boca se abre para soltar un suspiro. Ahora toda mi cara se encuentra sonrojada, puedo sentirlo.

Giro la cabeza para mirar el mar, rompiendo nuestro contacto, necesitando un momento para olvidarlo y calmar el ardor de mi rostro acalorado. ¿Qué se supone que soy? ¿Una adolescente? Me impresiona que un simple toque en la mejilla pueda revolucionarme de esa manera.

—Tampoco entiendo por qué sigues buscándome... Ningún hombre querría estar con una mujer como yo.

—¿Por qué dices eso? —Su voz suena golpeada, como si le hubiese molestado lo que acabo de decir.

Me giro hacia él y otra vez está mirándome con el ceño fruncido.

—Porque es cierto.

—No eres menos valiosa por tu trabajo, Hanni, eso no es algo que te defina.

Sonrío levemente y deseo poder estar de acuerdo con él, pero los cientos de hombres con los que he estado estos dos años dicen otra cosa, tanto por su actitud hacia mí como por sus palabras y acciones. Para los hombres no soy más que un juguete con el que se quitan las ganas de hacer perversidades que les gustaría hacer con las mujeres decentes, esa es la verdad. Desde que cumplí la mayoría de edad ningún hombre me ha visto por quién realmente soy: Kim Hanni, una chica de veinte años que simplemente está intentando vivir un día más de su vida.

Ningún hombre más que Jungkook y se siente bien, tan bien que me asusta.

—¡Mira, ángel! —Dice con emoción, olvidando nuestra conversación anterior—. Ya está amaneciendo.

Levanto la vista hacia el cielo, pero rápidamente mi atención se desvía hacia Jungkook, que observa el alba con una sonrisa en los labios y los ojos brillantes de emoción, tal y como si fuera un niño pequeño. Sólo soy capaz de verlo a él, a su rostro y a su cabello oscuro agitándose al ritmo de la brisa marina y mezclándose con los colores violetas y rosas del cielo que se cierne sobre nuestras cabezas. No entiendo la razón, pero mis ojos se llenan de lágrimas justo en el instante antes a que su mirada se encuentra con la mía.

Quisiera salir corriendo y esconderme para no vuelva a encontrarme jamás.

—Por favor, no me mires —le pido, sabiendo que no podré controlar las lágrimas.

Suelta una pequeña carcajada que me contagia, de manera contradictoria, y de pronto siento el calor de su cuerpo envolviéndome en un agradable abrazo. Mi cuerpo termina por relajarse al sentirse contenido y puedo dar rienda suelta al llanto que se quiere apoderar de mí.

Lloro en su pecho mientras el sol continúa naciendo a nuestras espaldas, sintiendo su corazón golpeando mi oído calmadamente y con sus brazos musculosos dándome seguridad. Cuando levanto la cabeza, el cielo ya se encuentra de color celeste y Jungkook me observa con una pequeña sonrisa que me obliga a bajar la vista hacia la arena por lo nerviosa que me pone.

—Deberíamos dormir un poco —sugiere.

Le doy la razón y tomo su mano cuando me ofrece ayuda para ponerme de pie. Son alrededor de las seis de la mañana, vinimos en dirección a la playa después de las dos de la madrugada y después de casi dos horas de viaje nos encontrábamos aquí, conversando tranquilamente sobre la arena. Nos volvemos a subir al auto y Jungkook conduce hasta un pequeño hotel de aspecto rústico.

—No te preocupes, sólo descansaremos —me asegura cuando ve mi rostro interrogante.

Sin embargo, cuando llegamos a la recepción y pide dos habitaciones individuales, la chica detrás del mostrador aplana los labios y responde:

—Sólo nos queda una habitación... con cama matrimonial.

Jungkook me mira de reojo y termina por aceptar. Lo entiendo, también muero de sueño, y no me molestaría compartir una cama lo suficientemente grande como para no tener que estar pegados. Pero él tiene otros planes. Cuando nos encontramos a solas, toma una almohada y una manta y las pone en el suelo.

—¿Qué haces? —Pregunto, asomándome desde el colchón.

Sus ojos cansados me miran desde abajo y me regala una sonrisa que lo hace ver como un muchachito inocente.

—Dejarte tu espacio en la cama. No quiero incomodar.

Un cosquilleo se instala en mi pecho. Creo que lo he juzgado mal durante todo este tiempo, él no pretende aprovecharse de mí ni de la situación. Y quizás no sea más que eso: un muchachito inocente con rostro de hombre encantador.

Jungkook es una persona muy confusa.

—Ven aquí —le tiendo la mano para que se pare—. No dejaré que duermas en el suelo.

Me observa dudoso por un segundo, pero la seguridad que le transmiten mis ojos termina por convencerlo. Se acomoda de lado a la orilla de cama, teniendo especial cuidado de no tocarme.

¿Cómo podría explicarle que sí quiero que me toque? ¿Cómo podría decirle que sus manos varoniles sobre mi piel son las únicas que no me asquean y que cada vez que me toca me siento protegida?

¿Cómo podría explicarme a mí misma todo esto que me sucede?

—Hanni —susurra con voz ronca y mi cuerpo se estremece.

Trago saliva al darme cuenta de que me encanta cómo suena mi nombre en su boca y que me encantaría escucharlo con cada una de las emociones y tontos existentes. Me giro sobre el colchón y me pongo de espalda, evitando encontrarme con sus ojos que tan atentos me observan.

—¿Qué sucederá con Jia? —Suelto de pronto, con dureza.

Y lo cierto es que estoy haciendo todo lo posible para no enfrentar mi realidad: me gusta Jungkook y, al parecer, yo también le gusto. Sin embargo, no quiero romper una relación ya existente, pues se nota a kilómetros que Jia también gusta de Jungkook.

—¿Por qué lo preguntas?

—Porque le gustas y... —comienzo a divagar mientras juego con mis pulgares— hoy me has dicho un montón de cosas que me confunden y yo... Yo no quiero hacerla sentir mal.

Jungkook se incorpora sobre el colchón, captando mi mirada, y ladea la cabeza con una pequeña sonrisa en los labios.

—Eres muy linda, Hanni —y la manera en la que lo dice me hace cosquillear el estómago—. No estoy interesado en Jia, para mí sólo es la hermana menor de Kang y, aunque me gustara, jamás intentaría algo con ella —hace una pausa para remojarse los labios—. Sólo me gustas tú.

La manera tan natural con la que lo dice me deja sin aliento, pero no soy capaz de hacer nada hasta que Jungkook retoma su lugar en la cama, tan alejado de mí que el cuerpo comienza a temblarme por las ansias de conseguir un poco de contacto físico. Probablemente después me sienta tonta por lo que estoy haciendo, mas no puedo detenerme y en menos de un segundo me encuentro a escasos centímetros de su rostro, sintiendo su calor corporal abrazarme con tanta familiaridad que me asusta. Lo tomo por la nuca y termino de acortar el espacio entre nosotros, haciendo que nuestros labios choquen en lo que inicialmente es un beso torpe por mi parte, pero que termina por convertirse en algo más salvaje.

Jungkook me sujeta por la cintura y me apega a su cuerpo, devolviéndome el beso con la misma insistencia y necesidad. Jadeo sobre sus labios, sintiendo que la cara me arde por lo colorada que se me ha puesto, y de alguna forma termino sentada sobre sus caderas con sus manos recorriéndome la espalda, la cintura y las caderas, pero nunca llegando más abajo ni más arriba que eso.

Mi interior quema, sé que quiero y que necesito más que un simple beso y sé que él se siente igual, pues su cuerpo habla por sí solo. Sin embargo, cuando estoy a punro de quitarme la camiseta, termina tomándome suavemente por las mejillas y me aleja con cuidado.

—No es necesario que hagamos esto, ángel. No debemos hacer nada que no quieras.

Su cabello alborotado y la respiración agitada lo hacen lucir más apuesto de lo normal, más caliente que nunca. Mi entrepierna tiembla sólo de la idea de lo que podríamos haber hecho si es que no interrumpía, aunque sólo una cosa tengo clara: no debo idealizar absolutamente nada.

¿Por qué las cosas serían diferentes con Jungkook?

Esa llama dentro de mí comienza a apaciguarse, en parte por empezar a pensar que mis experiencias anteriores se repetirían con alguien tan encantador como Jungkook. Simplemente no puedo imaginármelo siendo malo en la cama y, si así resulta ser, prefiero no hacer nada que pueda romper esa tonta ilusión que me hice.

—Yo... —murmuro— sí quiero, pero quizás tienes razón y no deberíamos hacerlo.

Su cuerpo, todavía debajo del mío, se relaja y una sonrisa ladina se extiende por sus labios.

—Entonces, ¿sí quieres? —Pregunta, dejándome pasmada, y ante mi silencio vuelve a hablar: —. Sólo necesito un "sí", ángel, y seguiré adelante.

Mi cabeza forma un debate que no dura más de un par de segundos y en el que se establece que la mejor opción es darle la oportunidad a Jungkook.

Quizás me sorprenda o quizás...

—Sí —respondo con firmeza—, sí quiero.

Suelta un suspiro antes de continuar con el beso que él mismo había interrumpido, aunque esta vez marca un ritmo lento y duro. Su lengua se enreda con la mía y sus dientes atrapan mi labio inferior con fuerza una y otra vez, provocándome dolor y placer a la vez. Me sujeta con cuidado para dejarme sobre el colchón y ponerse entre mis piernas, rozando levemente su entrepierna con la mía que se encuentra ansiosa por conseguir un poco de atención. Mi cuerpo se estremece de una manera que jamás había hecho y arde desde el interior, arde tanto que la ropa comienza a molestarme.

Jungkook se apodera de mi boca sin piedad, besándome de una manera en la que ningún otro hombre me había besado, e inmediatamente la echo de menos cuando comienza a bajar lentamente por mi cuello. Un gemido se me escapa al sentir sus labios húmedos succionar mi piel y sus dientes dejándome marcas que probablemente se borren en un par de horas. Sus manos se cuelan por debajo de mi camiseta holgada, rozándome las cosquillas con las yemas de los dedos, cosquilleando por mi piel hasta encontrarse con mis pechos que inmediatamente son atendidos por sus dedos que parecen ser expertos en dar caricias que arrancan jadeos de placer.

Mi camiseta es levantada hasta descubrir completamente mi torso y es entonces cuando sus besos bajan aún más, atrapando uno de mis pezones con fuerza. Instintivamente mis dedos se enredan en su cabello negro para atraerlo más a mi cuerpo. No quiero que se detenga, ni tampoco que el placentero cosquilleo que comienza a nacer en mi vientre se desvanezca.

Busco con urgencia el punto que arde en calor entremedio de sus piernas, teniendo la intención de hacerle sentir lo mismo que él me provoca a mí, pero después de unas cortas caricias que le hacen soltar un gemido sobre mis labios, me toma la muñeca y hace que mi mano retroceda.

Encuentro su mirada, intentando encontrar la razón a lo que acaba de hacer, y me encuentro con su mirada oscurecida y brillante. Me observa como si yo fuera su presa a punto de ser devorada y, por primera vez, sentir esa mirada sobre mí no me asquea, sino que me arranca un suspiro.

—No es necesario que hagas nada, ángel —me explica en un susurro—. Relájate. Por favor, déjame complacerte.

Siento que mis mejillas comienzan a arder. Jamás había estado en esta posición, jamás había sido yo la que recibiera placer, pues mi trabajo se centraba en hacer sentir bien a los hombres que pagaban por mí.

Jungkook retrocede en el colchón y sus dedos se van directamente al botón de mi pantalón. Mis piernas tiemblan tan solo de imaginar lo que pasará ahora y mi corazón se acelera cuando lentamente me baja toda la ropa que llevo en la parte inferior del cuerpo y la deja en el suelo.

—¿Lista para ver el cielo, Kim Hanni? —Me pregunta con la voz ronca mientras se acomoda nuevamente cerca de mi cuerpo.

Me estremezco cuando el aire frío del ambiente choca contra mi entrepierna mojada al momento en el que Jungkook me separa las piernas sin despegar sus ojos de los míos. Veo con atención cómo se inclina hacia mi centro, asomando la lengua para pasarla de manera lasciva por mis húmedos labios, de abajo hacia arriba, con una lentitud que logra hacerme temblar y gemir su nombre.

Lo hace una vez más, como si quisiera probarme con detenimiento antes de comenzar a devorarme. Se ayuda de sus dedos mientras sus labios se cierran sobre mi clítoris, hundiéndolos en mí, resbalándose hacia mi interior para encontrar aquel punto que parece saber de memoria dónde se encuentra. Mi espalda se arquea y mis piernas intentan cerrarse, pero termina por sujetarme con fuerza mientras parece perder el control, moviendo su cabeza de arriba hacia abajo y de un lado a otro, volviéndome loca junto a él, llevándome al cielo tal cual había prometido.

Mi interior aprieta sus dedos que siguen moviéndose de manera tan magistral, abrazándolo y soltándolo una y otra vez a la par que los gemidos escapan de mi boca sin ningún tipo de control. Me corro sobre su boca de manera escandalosa y Jungkook sonríe, como si hubiese estado deseándolo desde hace tiempo.

Y me sorprendo al admitir que yo también lo deseaba.

Se incorpora, todavía con aquella sonrisa ladina y la parte inferior del rostro brillante por mis fluidos, y me enseña cómo se lame los labios para terminar de capturar todo el sabor que esté a su alcance antes de acercarse a mis labios y dejar un casto beso sobre ellos.

—Espero que esto te ayude a descansar mejor —murmura, recordándome la intención inicial por la que nos encontrábamos aquí.

Este capítulo estuvo intenso 🫦 y afírmense porque se pondrá mejor.

Recuerden pasarse por las historias de las otras autoras porque todo está conectado (dorasilove liveforjk y NewHopeland )

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