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CAPÍTULO 2

CAPÍTULO 2

Frunzo los labios mientras sostengo en cada mano una marca diferente de cereales para el desayuno. El que me encanta, que de hecho es mi favorito, tiene demasiada azúcar y el otro, que considero un poco más insípido, está mejor. Intento decidir cuál debería elegir, pero mi atención está puesta en la mujer parada a un par de metros que me observa con horror.

Levanto la vista y la miro de reojo, para que note que me he dado cuenta de que está allí y que sus ojos saltones me molestan. Rápidamente sigue su camino y me deja sola en el pasillo del supermercado.

Bufo, echando mi cereal favorito en el carro, y también sigo mi camino. Un hematoma en el ojo podría ser más fácil de ocultar, podría ponerme unos anteojos de sol y ya, pero uno en el pómulo es un poco más complicado. Tengo maquillaje que podría cubrirlo, y lo hubiese cubierto si no me doliera como la mierda, pues el simple roce del viento me hace arrugar el rostro de dolor.

—¡Jamás creí que te encontraría por aquí!

Pongo los ojos en blanco al escuchar aquella voz y, aunque quiero escapar, me quedo plantada en mi lugar hasta encontrarme con aquellos ojos redondos que me miran divertidos. Diversión que dura poco hasta que se posan sobre mi mejilla. Jungkook frunce el ceño y estira la mano para sostenerme del mentón, como si fuéramos amigos o algo por el estilo.

—¿Qué te pasó? —Pregunta, acercándose un poco a mi rostro.

Me echo hacia atrás, librándome de su agarre. Niego con la cabeza, dándole a entender que no quiero hablar sobre eso.

—Sabes que puedo darle una paliza a quién lo necesite —suelta con socarronería.

Y ahí está él de nuevo, por un segundo me sentí sorprendida de que haya mostrado un mínimo de preocupación por alguien que no fuera él mismo.

—No, gracias —me limito a responder y sigo mi camino.

Él me sigue el paso y toma mi carrito cuando me detengo a elegir una caja de leche, apoderándose de él y conduciéndolo.

—¿Por qué siempre me evitas, Hanni?

Suelto un suspiro, sintiéndome exasperada de pronto. Quiero que se vaya y poder seguir haciendo mis compras de manera normal.

—¿Por qué insistes en perseguirme? —Le pregunto, levantando un poco la voz.

—Porque me caes bien —se encoge de hombros.

Chasqueo la lengua al escucharlo. Eso no es cierto, todos buscan a otros por razones específicas, nadie se deja llevar por algo tan simple como el agrado. Ciertamente el hedonismo no nos conduce a ningún lado, todo en este mundo se trate de intereses. Murmuro una respuesta que ni siquiera yo logro comprender y tiro del carrito desde la parte frontal, intentando quitárselo, pero no lo suelta, así que me rindo y sigo caminando.

Entramos al pasillo en el que se encuentran los artículos de higiene personal y me voy directo hacia los tampones. Jungkook me sigue desde cerca con el carrito, sé que observa atentamente cada movimiento que hago y que pone especial atención a la marca que decido elegir. Lo miro de reojo, de la misma manera que he hecho con la señora mirona, pero aquello no logra intimidarlo en lo absoluto.

Por supuesto, ¿cómo una simple chica podría espantarlo? Jeon Jungkook a diario se enfrenta a cosas peores, o eso es lo que me imagino cuando pienso a lo que se dedica. Tengo completamente caro que no soy nadie para juzgar el trabajo que hace alguien, pues el mío no es el más honrado, pero quizás la razón por la que no puedo bajar la guardia estando con Jungkook se debe únicamente a su trabajo.

No puedo negarlo, es un hombre carismático y guapo, y probablemente esa palabra le quede pequeña a su atractivo. Es capaz de hacer sonrojar a cualquier mujer con tan sólo una mirada y una sonrisa ladina. Es encantador y lo sabe, y lo complementa con aquella actitud de chico malo que expele por cada poro de su ser. Pero la ilegalidad de sus acciones me hace retroceder un paso cuando me siento mínimamente interesada.

—¿Qué te pasó en la mejilla? —Pregunta nuevamente, pero esta vez el tono de su voz se escucha diferente, completamente serio.

Tiro el paquete de tampones dentro del carrito y me encojo de hombros.

—Me golpearon —me limito a responder.

—Tu trabajo es realmente peligroso.

Lo es, pero no tengo muchas más opciones. Podría buscar algo menos peligroso y más honrado, un tipo de trabajo del que tu padre no se sienta avergonzado cuando sus amistades le pregunten a qué se dedica su única hija, pero aquí permanezco. Quizás es porque, por más horrible que sea, ya me acostumbré y ya no se me hace tan terrible.

—Tu trabajo también es peligroso —acoto y sigo caminando.

Él se me pone al lado, sin dejar de mirarme.

—Pero yo puedo defenderme solo.

Inevitablemente mis ojos se van hacia los músculos de sus brazos que se unen con los de sus hombros y estos con los de su espalda. Jungkook es un hombre que se ejercita periódicamente, tiene una excelente condición física y no le supone un gran problema darle una paliza a alguien. En cambio, yo debo mantenerme lo más delgada que pueda y el cansancio diario, tanto físico como mental, que me deja el trabajo no me permite siquiera levantar una mancuerna de medio kilógramo.

Asiento con la cabeza y desvío la mirada hacia los suavizantes para ropa.

—Creo que el destino nos ha juntado aquí, Hanni —suelta de pronto con una sonrisa en los labios.

Levanto una ceja al escucharlo y sigue hablando para explicarme su idea:

—El destino quiso que estuviéramos aquí para que tuviésemos esta conversación y para que yo te ofrezca mi protección.

—¿Destino? —Repito en medio de una carcajada—. Es sólo una coincidencia, una casualidad...

—¿No crees en el destino? —Me interrumpe.

Y me quedo callada, aquella pregunta ha sonado tan profunda que realmente no sé qué responder. De pronto aquella expresión socarrona desaparece de su rostro y sólo me puedo concentrar en sus ojos oscuros observándome con intensidad.

—No lo sé —digo después de un par de segundos en los que no soy capaz de articular palabra—, pero no necesito un guardaespaldas. Gracias, de todas maneras.

Rápidamente vuelve a ser el mismo Jungkook de siempre y me sonríe mientras niega con la cabeza, un gesto que casi me hace enrojecer de la ira. Como si estuviera compadeciéndose de una pobre niña que no sabe lo que realmente necesita. Esa niña soy yo, una muchachita perdida en la vida.

—Estaré pendiente de ti, Hanni.

Quiero replicar, decirle que no es necesario y que no lo necesito, pero mi celular comienza a sonar. El nombre de mi padre reluce en la pantalla, indicando que la llamada entrante en suya. Suelto un suspiro y me tomo un momento antes de contestar:

—¿Qué pasa? —Es lo primero que digo cuando acerco el celular a mi oído.

—¿Dónde estás, Hanni?

Pongo los ojos en blanco.

—¿Qué es lo que quieres, papá?

Jungkook, que seguía observándome en silencio, levanta una de sus cejas. Frunzo el ceño y me doy media vuelta para tener un poco más de privacidad, aunque sé que igualmente sigue escuchándome.

—Nada —admite entonces mi padre y aprieto la mandíbula, intentando mantener la paciencia—. Solamente tuve una mala sensación y me acordé de ti.

—No me llames si no es algo importante —finalizo y corto la llamada.

Probablemente ni siquiera se encuentre sobrio y no tengo tiempo para soportar sus tonterías.

—No sabía que eras tan grosera con tu padre.

Me giro nuevamente hacia Jungkook, que todavía mantiene esa ceja elevada, y niego con la cabeza. No quiero ni tengo la obligación de hablar de ese tipo de cosas con él. Sin embargo, parece importarle poco porque comienza a interrogarme:

—¿Desde hace cuánto te llevas mal con él?

Aquella es una buena pregunta. Me llevo mal con él desde que tengo memoria, pero durante muchos años tuve la esperanza de que eso cambiara y mágicamente él comenzara a demostrarme que soy más importante que sus botellas de vino. Mas eso no ocurrió y yo me vi en la obligación de huir de allí para evitar seguir hundiéndome en la misera. En su miseria. Se la pasaba los días bebiendo hasta perder el conocimiento, la mayoría del tiempo con los ojos cristalizados y enrojecidos y la otra parte del tiempo llorando, como si hubiese algo en su corazón que no lo dejara seguir adelante con su vida. A medida que crecí y me tuve que hacer cargo de cosas que no debía, como cocinar, lavar ropa y hacer las compras, la curiosidad me picaba al igual que un insecto para que intentara descubrir la razón por la que mi padre parecía estar tan atascado en su propia mierda y sólo una vez cometí el error de preguntarle.

—Eso no es asunto tuyo —respondo y sigo mi camino.

Me pongo en la fila para pagar y mi celular comienza a sonar otra vez.

—Hanni —dice entonces mi padre cuando contesto, sin darme chance de hablar—, pásate por mi casa. Necesito saber que estás bien.

Y me cuelga de la misma manera en la que yo hice anteriormente.

Miro de reojo a Jungkook y vuelvo a negar con la cabeza:

—Basta de preguntas —le advierto.

Me mantengo en silencio el resto del tiempo hasta que termino de pagar y me toca recoger todas las bolsas de papel con las compras, pero él se me adelanta, tomándolas entre sus brazos como si aquello no le supusiera un esfuerzo mayor. Lo dejo salir de la tienda para finalmente intentar de quitárselas y Jungkook retrocede un par de pasos.

—¿Vives por aquí cerca? Puedo cargarlas por ti.

—No, gracias —vuelvo a acercarme y esta vez logro quitárselas.

Una sonrisa se extiende lentamente a lo largo de sus labios mientras me observa batallar con las bolsas. Es guapo, logra el efecto deseado en las mujeres, incluyéndome, y lo sabe con mucha seguridad. Quito la vista de su rostro y la fijo en la calle, donde las personas caminan apresuradas de un lado para otro, intentando distraerme de su seductora cara.

—¿Por qué no confías en mí, Hanni?

—Porque no te conozco, Jungkook.

Intento responderle con el mismo tono para que no se dé cuenta de lo nerviosa que logra ponerme. Esto me pasa pocas veces, pero siempre ocurre si es que me concentro mucho en su rostro porque comienzo a darme cuenta de lo atractivo que se me hace, lo atrayente que es y de que no puedo evitar imaginarme las posibles maneras en las que arruga la cara cuando está sintiendo placer.

Este trabajo me ha convertido en un monstruo.

Aunque debería aborrecer siquiera la idea de estar en la cama con alguien, lo que me sucede al pensar en que el cliente que acaba de entrar a la habitación en la que estoy comenzará a tocarme, pero con Jungkook mi cuerpo se va al extremo de la curiosidad. Quizás porque desde hace tanto tiempo que no disfruto del sexo que he llegado al punto de poner sobre él todos mis anhelos, aunque sé que no es más que una ilusión creada por mi propia mente. Él no tiene por qué diferenciarse del resto de los hombres, es uno más.

—Pero podemos conocernos —murmura, acercándose un poco a mi rostro—. Cuando quieras, ángel.

"Ángel".

Frunzo el ceño, sin saber cómo interpretar lo que acabo de escuchar y casi me da la sensación de que pudiera leer mis pensamientos. Aquello me pone en alerta inmediatamente, no puedo creer que he llegado a ser tan evidente. Termino por darme media vuelta y comenzar a caminar en dirección a mi casa.

—Adiós, Jungkook —digo, medio mirando hacia atrás.

Y agradezco que no me siga, así puedo sentirme tranquila al llegar.

Que opinan de este Jk? Es bastante misterioso 👀

Recuerda dejar tu voto, significa mucho para mí 🩷

Recuerden pasarse por las historias de las otras autoras porque todo está conectado (dorasilove liveforjk y NewHopeland )

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