CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 11
Quizás llevo media hora o más mirando la pared blanca de mi habitación, intentando procesar lo último que escuché. Ayer antes de la hora de almuerzo fui con Jungkook a visitar a mi padre con la intención de presentárselo, pero de pronto había desaparecido de la sala de visitantes.
Y no sólo eso, sino que había desaparecido del centro de rehabilitación.
Pestañeo un par de veces para despejar mi vista borrosa, provocando que un par de lágrimas caigan por mis mejillas. Intento no entrar en pánico, pues él es un hombre adulto que tiene la capacidad de decidir si es que quiere mantenerse dentro de la rehabilitación, pero me comienzo a cuestionarme realmente la razón por la que ha decidido dejarla.
Parecía tan feliz...
Con las manos temblorosas busco su contacto en mi celular y lo llamo.
—El número que ha marcado no se encuentra disponible —suena una grabadora por el auricular.
Me quedo mirando la pantalla un momento antes de volver a intentarlo un par de veces más y es allí cuando entiendo que si realmente ha escapado del centro de rehabilitación, ha dejado su celular abandonado allí, custodiado junto a sus otros artículos personales que le requisaron al momento de ingresar. Me pongo de pie y me cambio de ropa mientras cambio al contacto de Jungkook.
Sin embargo, mi teléfono pierde toda su batería y termina por apagarse antes de realizar la llamada.
Intento normalizar mi respiración para no entrar en pánico y decido que no tengo tiempo para recargarlo, pero igualmente lo guardo en mi bolso y salgo hacia la calle. Afuera todo me parece caótico, los autos van de un lado a otro a gran velocidad, la gente conversa a volúmenes muy altos al pasar a mi lado y todo parece girar a mi alrededor.
Camino hacia la calle y levanto el brazo para tomar un taxi. Es la manera más rápida de llegar a casa de mi padre si es que Jungkook no puede llevarme en su auto.
—¿De casualidad tiene un cargador que pueda prestarme, señor? —Le pregunto al chofer después de haberle indicado la dirección.
—No.
Suelto un suspiro tembloroso y, aunque sé que no funcionará, intento prender mi teléfono otra vez. Lo único que puedo pensar aparte del bienestar de mi padre es que necesito que Jungkook esté a mi lado.
Necesito la tranquilidad que me transmite.
Bajo corriendo del taxi apenas se detiene frente al edificio y subo las escaleras a la velocidad que me permiten mis piernas debilitadas por el cansancio. Golpeo la puerta una y otra vez, también toco el timbre hasta que uno de los vecinos sale a insultarme por ser tan escandalosa.
Mi padre no está aquí.
Y el solo hecho de pensar en eso me hace desesperar todavía más.
¿A dónde ha ido? ¿Por qué no me dijo nada ayer cuando lo vi?
¿Está acaso huyendo de mí?
Me apoyo en la pared junto a la puerta del apartamento de mi padre y me dejo caer hasta quedar sentada en el piso. Miro insistentemente la pantalla de un celular muerto y el pasillo que hay que recorrer para llegar hasta aquí, por si es que mi padre viene en camino y yo me he adelantado. Aunque eso sólo me dejaría más dudas. ¿Dónde ha estado durante todas estas horas?
Y por más que me hago ese tipo de preguntas, haciendo una lista mental con el interrogatorio que le haré apenas lo vea, él no aparece. Ni siquiera después de una hora en la que estoy sentada en el piso, con las piernas recogidas para abrazarme a mí misma, siendo esa la única manera en la que puedo encontrar un poco de consuelo. Él no vendrá, eso es lo que me queda claro después de estar haciendo guardia afuera de su puerta como un maldito perro.
¿Acaso he hecho algo mal? ¿Por qué ha tomado esta decisión de manera tan drástica y sin siquiera comentarme? Por un momento creí que nuestra relación estaba mejorando, pero parece que los secretos siempre nos rondarán, sin dejarnos descansar.
Cierro los ojos y apoyo la frente sobre mis rodillas. Me quedo así un rato y soy incapaz de controlar a mi propia cabeza, que se encarga de hacerme imaginar los peores escenarios posibles. Quizás quería volver a casa y le pasó algo en el camino. Quizás tenía tantas ganas de un trago que decidió dejar todo para volver a él. O quizás solamente se fue y me dejó aquí, sola.
Y la idea de que me haya abandonado me rompe el corazón en millones de pedazos, pues, a pesar de todo lo malo que viví junto a él, es mi padre y es quien me cuidó cuando mi madre decidió que merecía algo mejor y olvidó a su hija.
Niego con la cabeza, ahuyentando aquellos pensamientos y creo que ya ha pasado suficiente tiempo, que no vendrá aquí y que será mejor que vuelva a casa. Probablemente Jungkook ya vaya de vuelta y llegará pronto.
No veo la hora de envolverme nuevamente en sus brazos y sentir su calor.
Él podrá ayudarme a pensar con mayor claridad, lo sé.
—¡¿Hanni?! —Exclama Bora cuando me ve entrar en el camarín del club—. Creí que no te vería más por aquí.
No digo nada, simplemente me apresuro a abrazarla. Ella me devuelve el abrazo, un poco sorprendida de encontrarme acá después de haberle dicho que dejaría este trabajo. Acomodo mi cabeza en el hueco de su cuello y doy rienda suelta a mis lágrimas que intento aguantar desde hace al menos un par de horas.
—Oye, ¿qué ocurre? —Pregunta, afirmando su agarre en mí.
Por un par de minutos no le respondo nada y sólo me dedico a vaciar mi tristeza. Su olor me transmite tranquilidad, aunque aquello me resulta más doloroso después de lo que ocurrió con nosotras anoche, pues me doy cuenta de que jamás podría vivir sin Bora.
—Es mi padre, Bora —respondo en medio de un jadeo—. Desapareció y no sé dónde está.
Me acaricia la espalda lentamente, logrado terminar de calmarme, y cuando decido alejarme de ella me encuentro con su expresión de preocupación. Sus ojos me recorren el rostro, examinando cada centímetro de él, y finalmente se decide por tenderme una toalla para que pueda lavarme la cara.
—No te preocupes, Hanni, vamos a encontrarlo —me tranquiliza cuando tomo asiento sobre una de las tantas bancas del camarín—. Deberíamos ir a los hospitales de la ciudad y preguntar por él.
Asiento con la cabeza, encontrando razón en sus palabras. En este momento lo único que necesito es alguien que piense de manera racional, es por eso por lo que apenas llegué a casa no fui capaz de seguir esperando a que Jungkook llegase y he terminado aquí, junto a la chica que había decidido terminar nuestra amistad.
Mientras ella toma una ducha para acompañarme, busco su cargador dentro de su bolso y conecto mi celular. La pantalla se ilumina, mostrando el logo de la marca del teléfono y me parece una eternidad hasta que este termina de iniciarse.
Al contrario de lo que esperaba, no tengo ningún mensaje ni ninguna llamada por parte de Jungkook, lo que termina de encender una alarma dentro de mi cabeza.
Siento que estoy a punto de perder el control
—Ya estoy lista —aparece Bora a mi lado—, vamos.
Bloqueo el celular y lo dejo sobre mi regazo. Mi amiga me espera con su bolso colgado en el hombro, lista para partir, y su determinación es lo que me impulsa a levantarme para salir del club. En este momento Jungkook pasa a segundo plano, pues quizás se entretuvo de más en las carreras y se le pasó la hora. O eso es lo que espero. Caminamos hacia la salida del club, Bora llevándome de la mano apresuradamente, arrastrándome entre la multitud que danza sin ninguna otra preocupación más que pasarla bien.
—El hospital más cercano está a media hora caminando, deberíamos partir por ahí —dice cuando ya estamos en el frío de la noche.
Mis ojos se llenan de lágrimas cuando miro a Bora, que tan decididamente ha dejado su trabajo de lado para ayudarme, y agradezco una y otra vez tenerla conmigo, pues de otra manera yo sería un desastre.
—Gracias —murmuro.
Ella despega la vista de su celular y me mira extrañada.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Por ayudarme —me encojo de hombros.
Suelta un suspiro antes de agarrarme con firmeza de los brazos, su mirada me atrapa con intensidad y de pronto me siento como una niña que está a punto de ser regañada. Sin embargo, lo que dice no es nada parecido a un regaño:
—Hanni, mientras yo viva nunca estarás sola, ¿entendido?
Me trago a la fuerza el nudo que se me ha formado en la garganta. No es momento de seguir llorando, tengo que actuar lo más rápido posible para encontrar a mi padre. Aunque, de todas maneras, me doy el tiempo para abrazar a mi amiga a modo de agradecimiento, pues si ella no estuviera aquí conmigo, no sé qué sería de mí.
El rostro de Jungkook llega a mi mente junto a una punzada en mi corazón, pero intento alejarlo de mis pensamientos, al menos hasta que pueda tener alguna noticia de mi padre y esté un poco más tranquila.
—¿Hanni? —Escucho detrás de nosotras cuando ya he decidido tomar la distancia—. ¿Pasó algo?
Me encuentro con los curiosos ojos de Hoseok, que viajan repetidamente desde mi rostro al de Bora. Sé que no luzco como siempre, no tengo una gota de maquillaje y toda mi cara está hinchada por haber llorado durante tantas horas, así que, bajo la cabeza, sintiendo vergüenza de que me vea así.
—Lo siento, Hoseok, en este momento no tengo tiempo. Debo irme.
Tomo a Bora de la mano y comienzo a caminar a la velocidad más rápida que me permiten mis piernas.
—¡Espera! —Trota para alcanzarnos—. Lo siento, no quise escuchar a escondidas, pero me preguntaba si necesitas ayuda... Tengo mi auto aquí.
Miro a Bora, quien asiente con la cabeza, aceptando la ayuda. Los tres nos subimos al auto de Hoseok, un BMW blanco cuyo modelo no logro reconocer y que normalmente no me importaría saber, pero que me sorprende por un momento al no encontrarme con Lamborghini verde que conocí en las carreras. Me subo sin pensar mucho en ello, aunque más tarde recuerdo el origen de Jung Hoseok, un muchachito rico que probablemente tiene más de uno o dos autos en casa.
Tardamos aún menos de la mitad del tiempo original en llegar al hospital más cercano y, mientras Hoseok busca un lugar para estacionarse, junto a Bora salimos corriendo hacia la recepción de la urgencia. Me toma un par de intentos que la secretaria acepte buscar en sus registros el nombre de mi padre, escudándose en que no pueden entregar información personal de sus pacientes, todo para terminar negándome con la cabeza, diciendo que no hay nadie en las instalaciones que se llame Kim Jaesung.
Sin embargo, Bora no me deja siquiera soltar un lamento y me arrastra nuevamente hacia el auto que acaba de encontrar un lugar para detenerse. Hoseok rápidamente nos lleva a otro hospital y, cuando en ese nos vuelven a dar la misma respuesta, nos lleva al siguiente. Así hasta que hemos ido al menos a unos seis, lo que no representa ni siquiera una décima parte de la totalidad de los hospitales que hay en la ciudad, ya que Seúl es un lugar demasiado grande.
—Hanni —me dice Bora cuando ya hemos salido del séptimo hospital, girándose desde el asiento del copiloto—, creo que deberíamos seguir mañana.
—Es cierto —acuerda Hoseok, mirándome por el espejo retrovisor—. Es tarde y debes descansar.
Me desarmo sobre el asiento trasero, hundiéndome hasta que mi cuerpo casi se funde con el cuero negro. Sé que tienen razón, que deben ser ya cerca de las cinco de la mañana y que los tres debemos dormir, pero no puedo dejar la esperanza de que mi padre se encontrará en el siguiente hospital al que lleguemos. Sin embargo, asiento con la cabeza, aceptando que ya nos vayamos a casa.
Hoseok conduce primero hacia la casa de Bora, en un sector relativamente cerca a donde yo vivo, y luego me deja a mí frente al edificio. Antes de bajarme, me pone la mano sobre el hombro, con un poco de cautela.
—Yo... No sé si estás sola, pero... —veo su manzana de Adán moverse cuando traga saliva, evidentemente nervioso— aquí está mi número por si mañana necesitas a alguien que te lleve.
Recibo el papelito que me tiende, agradeciéndole con una sonrisa, y me despido para volver a casa. Cuando abro la puerta del apartamento mi corazón termina por encogerse al encontrarme con todas las luces apagadas y todas las cosas como yo misma las dejé antes de salir.
Jungkook no está aquí.
Dios mío pero qué está pasando aquí???? Todos desaparecieron?
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Recuerden pasarse por las historias de las otras autoras porque todo está conectado (dorasilove NewHopeland y liveforjk)
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