CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 10
Bora me sujeta del brazo mientras vamos en camino a la salida del club. Nuestra jornada laboral ha terminado y ya nos disponemos para volver a casa. Por un instante todo parece seguir con normalidad entre las dos, a pesar de que durante la tarde pude notar que todavía se sentía ligeramente dolida por mi culpa.
Ambas nos detenemos en la entrada del club y le ofrezco un cigarrillo que felizmente acepta.
—Así que... ¿Qué has estado haciendo estos días? —Me pregunta antes de llevarse el tubito blanco a los labios—. Realmente creí que te había sucedido algo.
A pesar de que se podría decir que Bora es mi mejor amiga, es extraño que hablemos tanto acerca de nuestra vida privada. Aunque la entiendo, yo también tendría curiosidad por saber en qué anda metida mi amiga si desaparece de manera tan repentina.
Últimamente mi vida se resume en dos personas: mi padre y Jungkook. Me he dedicado a visitar a mi padre con regularidad, estando atenta a cada uno de sus pequeños grandes cambios, intentando mantener en el límite mis expectativas de una nueva vida junto a él. Y con respecto a Jungkook no hay mucho que pueda decir aparte de que es el hombre que más feliz me ha hecho alguna vez en todos los sentidos de la palabra.
—He estado un poco ocupada con muchas cosas y todo está pasando al mismo tiempo —le respondo e inevitablemente se me forma una sonrisa en los labios.
Sus ojos me examinan el rostro minuciosamente, intentando quizás encontrarle el sentido a las palabras tan vacías que acabo de decirle. Inmediatamente me siento culpable por ser tan hermética con ella, siendo que siempre está a mi lado cuando lo necesito.
—Sigues con él, ¿cierto? —Pregunta después de un incómodo silencio.
No necesito que me aclare por quién pregunta, ambas sabemos que se trata de Jungkook. Asiento con la cabeza, manteniendo mi silencio, confirmando sus sospechas, pues no puedo negarle que es Jungkook el hombre que se ha estado llevando toda mi atención y tiempo disponible. Bora corre la vista hacia el piso y suelta un suspiro amargo que provoca que se me retuerza el estómago.
—Yo sé que no es mi asunto, Hanni —dice con suavidad, botando el aire de sus pulmones—, pero ese chico no me gusta para nada.
Entrecierro los ojos en su dirección, aunque no esté mirándome. Algo arde dentro de mí y esta vez no se trata de la lujuria apoderándose de mi cuerpo, sino que de algo más oscuro.
Desde que conozco a Bora, el apoyo ha sido mutuo en cada momento y esa es la razón por la que no logro entender por qué en esta ocasión no se muestra de acuerdo con mi reciente relación. Sé que el mundo en el que Jungkook se mueve no es bueno, lleno de adicciones y violencia, pero el de nosotras no es mucho mejor que eso. Cada noche debemos dejar que más de un par de hombres diferentes nos toquen de las maneras más perversas que se le ocurran y lo único que podemos hacer es aguantar en silencio para no perder el cliente y, por ende, el dinero.
¿Por qué Jungkook debe ser juzgado de manera diferente a nosotras, según Bora?
—Él no es como tú crees —me limito a responder.
Entonces me mira con la decepción cargada en los ojos. Es como si me dijera "no puedo creer que seas tan estúpida", pero estoy segura de que no me equivoco, que Jungkook realmente no es de la manera en la que ella se lo imagina.
El hombre que conocía del club y el que es cuando está conmigo son personas completamente diferentes.
Enciendo un segundo cigarrillo, sabiendo que cuando ambas terminemos, la conversación también se dará por finalizada y cada una se irá a casa, incluso si eso significa que nos quedemos a medias. A pesar de mi creciente enojo hacia Bora, quiero que entienda que las cosas no son ella cree y que no soy tan inocente como piensa.
—Como digas, Hanni, ya te dije que no es asunto mío —se encoge de hombros mientras enciende otro cigarrillo.
La manera en la que me responde me duele, pero tiene razón. Lo que haga con mi vida no es asunto suyo y lo que ella haga con la suya, tampoco mío.
Mientras nos quedamos en absoluto silencio mi mente comienza a vagar, encontrándome de golpe con el rostro de la madre de Jung Hoseok y su triste mirada. Se me hace un nudo en la garganta al recordarla hoy al momento de enterarse que su hijo estaba administrando el club Stardust y casi puedo imaginarme su sentir, aunque no puedo encontrar la razón de por qué se sintió tan traicionada, pues este tipo de cosas no logra afectar a la gente rica. Para ellos es simplemente un negocio, una manera de generar dinero y engordar sus bolsillos.
A no ser que tenga una moralidad inquebrantable o que directamente se sienta pasada a llevar por alguna otra razón.
Sin embargo, aquello logra hacerme cuestionar un montón de cosas acerca de mí misma, entre ellas la razón por la que estoy tan cómoda trabajando aquí, dejando que profanen mi cuerpo por pura obligación, e inevitablemente llego a la conclusión de que es la misma razón por la que los ricos hacen la vista gorda y emprende con este tipo de negocios: el dinero.
Sí, estoy aquí por el dinero, a pesar de que mi cuerpo duela por la fatiga cada noche que trabajo, porque me pagan bien y puedo vivir cómodamente e incluso ahorrar un poco de dinero para el futuro. Aunque realmente no sé qué es lo que me depara el futuro.
¿Seguiré aquí cuando mi piel comience a perder su elasticidad y me llene de arrugas en el rostro? ¿Cómo sabré cuándo es suficiente? ¿Cuál es realmente mi límite para seguir realizando esto? Podría llegar a terminar como en mis pesadillas, rodeada de hombres que buscan hacerme algo malo y que finalmente se encarguen de matarme. ¿Sabré allí que ese es mi límite? Ya sería demasiado tarde.
Entonces aquella idea que reside en mi mente desde hace un tiempo se hace relucir. Es una idea que he estado intentando ignorar, escondiéndola en lo más profundo de mi cabeza para poder continuar con mi vida, pero resulta ser que mi vida tampoco es la misma que tenía hace un par de meses. La idea trepa por mi garganta, arrastrándose con rapidez y agilidad hacia mi boca, en donde no puedo seguir aguantando y la suelto:
—Bora, estoy pensando en dejar esto.
Bora vuelve a mirarme y no puedo descifrar su expresión. ¿Qué es lo que estará pensando? ¿Acaso no le parece bien que quiera salir de toda esta mierda?
—Me parece genial.
—¿Qué...? —Dejo la pregunta a medias y niego con la cabeza—. Pues no parece que te parezca genial. ¿Qué es lo que ocurre? ¿Acaso tú no quieres salir de esto algún día?
Dibuja una sonrisa triste y desvía la mirada. El extremo de su cigarrillo se enciende de color anaranjado cuando aspira el humo. Su rostro de pronto luce mucho más sombrío que antes y aquello me entristece.
—Por supuesto que sí, pero por ahora no puedo y no sé si algún día podré. Me parece genial que tengas la posibilidad de hacerlo y que ya no estés completamente sola —su sonrisa se ensancha mientras observa a la distancia, con el cigarrillo cerca de la boca, pero sin aspirar de él—. Imagino que debe ser lindo tener a alguien que pueda apoyarte económicamente.
Mi estómago se revuelve. Quiero agacharme y vomitar lo poco que he comido durante el día. Es cierto, en este momento tengo a Jungkook, quien no dudará en apoyarme para salir de esto. Después de todo, sé que estará allí conmigo en cada paso que dé para ser una mejor persona.
Pero Bora no corre con la misma suerte. Ella no tiene a nadie más que ella misma.
Y a mí, siendo una amiga de mierda.
Veo cómo lanza su cigarrillo a medio fumar al piso y se acomoda el bolso sobre el hombro. Ha borrado todo rastro de tristeza de su expresión y ha vuelto a ser la misma mujer de siempre, aquella con la que he pasado momentos tan difíciles.
—Entonces creo que esta es la despedida, Hanni.
—No digas eso, Bora —frunzo el ceño mientras niego con la cabeza—, nuestra amistad no tiene por qué terminar aquí.
—No, no lo tiene, pero ambas sabemos que lo hará.
Vuelve a despedirse de mí y comienza su camino a casa, dejándome sola y con el corazón en la mano. Me giro hacia ella, pero no soy capaz de hacer nada, ni siquiera de llamarla para que no se siga alejando de mí, simplemente veo cómo se pierde en la oscuridad de la noche.
—¡Allí estabas, ángel! —Escucho la voz de Jungkook a mi espalda luego de que la puerta del club se abriera—. Estaba buscándote... ¿Ocurre algo?
No dudo en girarme hacia él y enterrar mi rostro en su pecho para ocultar mis lágrimas. Jamás creí que esto dolería tanto, pero duele como el mismo infierno.
Jungkook no duda en darme la contención que necesito. Me abraza en silencio mientras termino de vaciar la tristeza que me asalta y cuando me lleva a casa en su auto me escucha atentamente cuando le cuento lo que ha pasado con Bora. No dice mucho, pero eso es justamente lo que necesito.
Se queda conmigo durante la noche, sin aflojar su abrazo que tan bien me hace sentir, como si fuera una especie de barrera que me protege de todos los daños del exterior. El silencio nos acompaña con comodidad, siendo interrumpido sólo de vez en cuando, cuando comienzo a sollozar otra vez, y Jungkook aprieta su agarre en mí, pidiéndome que llore todas las veces que necesite y diciéndome que todo estará bien.
A la mañana siguiente es él quien me despierta con un beso en la frente. Tengo los ojos hinchados, no necesito verme en el espejo para saberlo, y, aunque el dolor sigue latente en mi pecho, todo se siente menos terrible porque estoy junto a Jungkook.
Ya está vestido, se ha duchado mientras yo seguía durmiendo, y huele tan bien que estoy segura de que, si no me sintiera de esta manera, me habría tirado a sus brazos a devorarle la boca.
—Te he preparado el desayuno —me dice, tendiéndome la mano para que me levante de la cama y lo siga.
De manera muy caballerosa, corre la silla frente a la isla para que yo pueda tomar asiento, y luego pone frente a mí un cuenco con frutas, un jugo de naranja, tostadas y una taza de café. Se sienta a mi lado para verme comer, de vez en cuando llevando la cuchara a mi boca por su propia cuenta, y yo no puedo recordar cuándo fue la última vez que alguien hizo algo así por mí.
Mi corazón late emocionado, lleno de amor. De su amor.
Cuando Jungkook ya ha limpiado todo lo que utilizamos para comer, se pone frente a mí, al otro lado de la isla, y se cierne sobre mí con una pequeña sonrisa en los labios. Me da un beso en la frente, otro en la punta de la nariz y, cuando creo que me besará en los labios, me dice:
—Debo irme, tengo que arreglar unos asuntos con Kang.
Instantáneamente toda la felicidad que me embargaba se desvanece. No quiero que se vaya y tener que enfrentarme a mis propios demonios, pero tampoco puedo pedirle que se quede. Jungkook tiene una vida propia, por más que me gustaría, él no gira a mi alrededor.
Ahora sí me besa en los labios, quizás para calmar la amargura que se extiende por mi rostro, y se queda un momento allí, saboreándome con ternura. Luego se aleja, me regala una sonrisa tranquilizadora, como si intentara calmarme, casi diciéndome que no me quedaré sola por mucho tiempo, y finalmente toma su chaqueta para marcharse.
Y yo me quedo allí, con un nudo en el estómago y con ganas de vomitar todo lo que acabo de comer. Vuelvo a recostarme sobre la cama, intentando ignorar todas las sensaciones incómodas y aquellos pensamientos intrusivos que me culpan una y otra vez sobre lo que ocurrió anoche.
Me encantaría simplemente poder dejar de pensar en esto y en cada cosa que me ocurre, pasar la página cuando sucede algo que no tenía previsto y simplemente dejarlo ir. Pero aquí estoy, pensando una y otra vez en Bora, en por qué ha reaccionado de esa manera y en por qué ha sido tan tajante al terminar nuestra relación.
¿Acaso no entiende que sí podemos seguir siendo amigas? Nuestros trabajos no interferirán con nosotras...
Estoy a punto de tomar el teléfono para mandarle un mensaje, pero este comienza a vibrar, anunciando una llamada entrante. Por un instante me debato si contestar, pues odio hablar por teléfono, sólo lo hago con mi padre, y no conozco el número que intenta contactarme.
¿Y si es una emergencia?
—¿Hola? —Digo al contestar.
—Buenos días —una voz femenina se escucha al otro lado de la línea—, ¿es este el número con Kim Hanni?
Frunzo el ceño. No conozco aquella voz ni la razón por la que podría saber mi nombre.
—Sí, con ella.
—Señorita Kim —continúa, aunque hace una pequeña pausa después de decir mi nombre, como si estuviera dudando—, la estamos contactando desde el Centro de Rehabilitación Renacer, el señor Kim Jaesung la ha elegido a usted como su contacto de emergencia.
Me rasco la nuca por el nerviosismo. La chica me entrega tan poca información que me pone nerviosa y sólo puedo pensar en que le ha ocurrido algo malo a mi padre.
—¿Ocurrió algo con él?
—Él... —dice ella y yo cierro los ojos con fuerza, preparándome para lo peor—. Él está desaparecido desde ayer.
Dios mío, el padre de Hanni si que anda haciendo puras cagadas, dónde creen que ande?
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Recuerden pasarse por las historias de las otras autoras porque todo está conectado ( dorasilove NewHopeland y )
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