Final.
Reviso la hora de nuevo. Limpiando las manchas de sangre de mi rostro y cuello. Aunque eso da igual, ellos podrán olerlo de mi ropa. Tiro la toalla sobre el escusado, quitándome el abrigo y quedando con el suéter.
Levanto el antes mencionado, revisando que la herida esté limpia para poner la gasa. Paso por última vez el algodón, limpiando alrededor. Suspiro cuando bajo de nuevo mi suéter, tentando por encima que tanto duele.
Todavía no estás muerta.
Todavía no. Joder, necesito un trago. No esta bien, pero me siento casi satisfecha, quién dijo que la venganza no arregla nada es porque nunca la vivió. Ignorando el dolor en mi corazón salgo del baño, el pasillo se encuentra vacío y me doy cuenta de que la pequeña niña hizo bien el encargo.
A medida que avanzo me abstengo de pensar en algo más que no sea en huir... En su mirada verde.
Al bajar las escaleras flaqueo como niña asustada. Veo las pinturas y una parte de él en ellas. La tristeza empieza a hacerse campo en mi mente.
Tal vez en otra vida todo sea diferente. Con esa ilusión avanzo, sin rendirme. Veo a los guardias volver apresurados a su lugar, con Candy entre ellos. Ella me da una sonrisa, si hace lo que le dije, correrá con suerte.
Me detengo frente a su despacho, el cual ahora me parece más sombrío, apagado. Entonces me doy cuenta, un detalle que ni siquiera con las manos manchadas de sangre sentí.
Cada parte de mi cuerpo ansia su tacto, su presencia, todo de él. ¿Cuánto tardaré el morir? Recargo la cabeza en las puertas de su despacho. Con el corazón en la mano y el aire agotandose en mis pulmones.
Miedo.
Toco la puerta sin más demora y la abro. Tomándome segundos que bien podrían ser horas. Al menos para mí, el mundo se detuvo al ver sus brillantes ojos verdes. Al principio no son necesarias las palabras, no, pero luego los añicos en mi se juntaron. Levanté el rostro sin demostrar temor o tristeza. Lista para soltar todo.
Su cuerpo reposa junto a la ventana, con un trago en mano y postura relajada.
Me guardo un suspiro derrotado. Cierro la puerta detrás mía, es un click lo que también hace mi mente. Al verlo tan espléndido, tan imponente y... Sin ninguna reacción.
La frialdad en su mirada es un disparo directo a todo lo que construí.
Algo en mi interior se retuerce al ver la verdad en sus ojos verdes. Porque lo sé y no puedo negarme más.
—Fue una mala jugada del destino—la pesadez en su pastosa voz me desquicia.
El ambiente es denso a medida que se acerca. Pero no quiero, no quiero que sea así, no quiero incomodidad, pero no lo quiero cerca.
Ahora me preguntó desde hace cuanto lo sabe, ¿acaso él me lo dió?.
—¿Mala para quién?—me atrevo a preguntar, recomponiendo mis sentidos nublados. A solo unos pasos de distancia lo freno, tocando mi bolsillo trasero en busca de la daga—No des un paso más.
—¿Acaso tienes miedo, Lucy?
—No soy yo la que debería tener miedo—tanteo el arma, dispuesta a destrozarnos.
Pero no duda en avanzar, siendo recibido por la punta plateada. Mantengo la vista en su pecho, preparándome. Su respiración cálida choca con mi cabello, una de sus manos va por todo mi cuello, forzandome con un delicado movimiento a verlo.
—¿Era esto lo que te hacía falta?—su pulgar acaricia toda la extensión de mi cuello—Pues ya lo tienes.
—Lo sabías—titubeo en tono perdido—, todo esté tiempo lo supiste—giro el rostro disgustada, con el enojo empezando a abrazar cada fibra de mi cuerpo—y me dejas hacerlo.
—Te dí lo que querías, hasta más—admite, siento como la daga es levemente empujada. Volteo abajo—. Pero no serás feliz ni con toda mi especie muerta.
—¿Lo dudas?
—Lo afirmo.
La mancha de sangre en su camisa se esparce. Le doy una rápida mirada, esperando ver su cara dolido. Y nada.
La expresión en su mirada verdosa se ensombrece. Algo en él es diferente a lo que me mostró. Entonces, las piezas comienzan a encajar.
Todo toma sentido y coherencia. Las dulces palabras para después dejarme sola. El descuido en la seguridad y la falta de interés. Su mano baja hasta mi pecho, dejando un camino de caricias con su otra mano por toda mi espalda.
—Lo planeaste todo—y de una forma tan magnífica.
Eufórica termino por atravesar su abdomen, robandole un suspiro.
—Eres igual a ellos—gruño afectada—, una bestia.
—Y tú eras mi presa—no aparta la mirada, ninguno lo hace, pero aparta mi mano de la daga y sin temblar la saca—. Así que huye, escondete, corre, grita, ve hasta el fin del mundo si es lo que quieres—deja la daga entre mis manos, presionandola en el proceso hasta hacerme sangrar—. Porque cuando te encuentre, no volverás a escapar.
Y sin más me suelta, dando el primer paso atrás, llevándose consigo una parte de mi. Lo único que me quedaba y sin dudarlo los guardó para él.
—Tienes razón—reviso de vuelta el reloj, solo diez minutos—. El destino es una perra.
Le doy una última mirada, esperando ver un poco de calidez en su mirada. Comienzo a caminar hacía atrás, no solo marcando una distancia física, sino también rompiendo la burbuja de mentiras que ambos creamos.
Elijah...
Suspiro con fuerza, parpadeando rápidamente para no derramar una sola lágrima. Aprieto los puños sobre mis rodillas, apunto de gritar histérica. Exhalo del mismo modo, ahora tirando de la liga de mi cabello, jalando algunos mechones.
Cierro los ojos, ardiendo como nunca antes. Con mis propias llamas.
Así que corro, como lo deseé tantas veces. Atravieso el umbral de la puerta en el momento justo.
La melena rubia de Tadeo va de un lado a otro, sostiene una mochila entre sus brazos, abrazándola como si su vida dependiera de ella. Bajo los últimos escalones, ganando los gritos de los guardias ante mi huida.
Una punzada de dolor recorre desde mi abdomen hasta mis rodillas a medida que nos acercamos. La mochila café queda entre nuestros cuerpos, marcando distancia.
Lo veo tragar saliva mientras, con manos temblorosas, la abre y saca un pequeño bote transparente.
—Un corte—dicta tomando una gran bocanada de aire.
Los pesados pasos de los guardias son más cercanos.
Sujeta mis manos entre las suyas, con el frasco de por medio.
—Solo uno—aclaro con seguridad. Asiente repetidas veces, volteando atrás.
—Esperan la señal—abre el frasco y yo saco la daga.
—¡En nombre de la Luna!—gritan en unísono brutal, sacando a la luz una pequeña parte de ellos. El incesante golpeteo de los árboles Anuncia su llegada.
Levanto la mano con la daga bañada en un oscuro líquido espeso. Y una puerta se abre entre la oscuridad del bosque, dando camino a cientos de sombras borrosas salir de ellas. Una espesa niebla las acompaña, avanzando con el aire y tapando todo objeto en el suelo.
No me giro al escuchar las súplicas de las mujeres de servicio porque entre a la casa, tampoco por el crujir de huesos. Solo me mantengo estancada, esperando.
—Tenemos que irnos—grita a mi lado.
Pero su voz es lejana, casi ajena a lo que mis pensamientos gritan tratando de callar el dolor en mi cuerpo.
¿Quién es el villano?
Las sombras comienzan a tomar forma, como una baba negra y viscosa, saliendo desde la densa niebla. La guerra empieza y estamos de por medio. Comienzan a tomar forma humana, gritando de dolor en el proceso.
Y de entre todos los cuerpos humanos se impone uno, arrastrando consigo un sin número de llamas. El hijo de puta más egocéntrico.
—Corre cien metros al sureste—ordeno a Tadeo, afianzo mi agarre en la afilada daga—, espera junto al árbol azúl a que llegue—el esbelto cuerpo de Alonso empieza a avanzar y los demás corren por sus costados, las sombras van por los aires y caen detrás nuestro. Los aullidos y gruñidos son el efecto principal—, si no llego alguien saldrá y te llevará con tu hermana.
No espera más y sale corriendo, sin transformarse o mirar atrás. Las enormes bestias de cuatro patas arrasan con los pálidos cuerpos, los vampiros decapitan y las brujas torturan. Todo un escenario.
—Tu tiempo acordado se agota—su fría respiración choca con mi cuello, por detrás.
—Tenía que despedirme de mi gran amigo—giro sobre mis talones, ignorando los cuerpos mutilados en el piso. Algunos Lobos saltan sobre el, pero son bloqueados en el proceso, siendo recibidos por sus largas garras negras y Kibliks que lo defienden.
—Cumpliste tu parte—sus uñas tocan mi rostro, ansioso—, quedamos a mano.
Entrecierro los ojos, levantando el mentón. Cuidadosamente paso mis manos atrás su cuello, obteniendo un olaje de deseo en su mirada.
—¿Te quedas a ver el espectáculo?
—No exactamente—me paro de puntillas, giro el mango de la daga—. Solo me quedo a despedirme.
Ladeé el rostro, lamiendo mis labios. El brutal sonido de algo explotar no nos detuvo. Siendo mi rostro ser salpicado de algo muy obvio.
—Nos vemos pronto Roja—acerca su rostro y yo levanto la daga tras su espalda.
—Hasta nunca.
Siento sus labios sobre los míos, instandome a abrirlos. Y al hacerlo yo también dejo caer mi mano sobre su espalda, justo en el centro. Sus uñas se entierran sobre mi ropa, traspasando hasta mi piel. Me empuja y lo atraigo todavía más.
Giro mi mano sin medirme, destrozando tanto como puedo su columna. Sonrío sobre sus labios, dejando que su espesa sangre bañe los míos.
—Si vuelves a acercarte—bramo, sosteniendo su cuerpo—. Voy a matarte como lo hiciste con él.
Sus brazos me toman por los hombros con la poca fuerza que le queda, abriendo los ojos desorbitado.
—Hija de puta—las llamas a nuestro al rededor se avivan, quemando a todo el que quiere acercarse.
Lo dejo caer de rodillas asqueada de tanta sangre. Sus garras se encogen sobre sus manos, parpadeando lentamente.
—Ahora estamos a mano.
Empujo su cuerpo hacía atrás, a la vez en que las llamas a nuestro alrededor empiezan a apagarse. Le doy una última mirada a Alonso, sabiendo que es probable que su cuerpo se recupere.
Cientos de Lobos y Kibliks pelean, destrozándose, cuando bien podrían hacer una tregua y matar a la mitad de los humanos para su beneficio.
Empiezo a correr entre sangre y bestias, siguiendo el camino correcto.
Una punzada de dolor atraviesa todo mi cuerpo, seguido de un asfixiante corte en mi garganta interna. Las ramas golpean mi rostro. Suelto el afilado objeto a medida que me acerco a mi punto de partida, esperando que todavía no se hayan ido.
La herida en mi mano pica y la cabeza amenaza con dejarme sola con mis sentidos. Corro tan rápido como puedo, dejando atrás el dolor, aunque guarde un poco en el espacio vacío que dejó.
Un poco más.
Me trago un grito de dolor, mis ojos lagrimean. Limpio con el dorso de mi mano la sangre sobre mis labios, e de parecer un caníbal.
—Ella dijo que nos fuéramos—declara el rubio.
—Puedes irte si quieres.
Nunca había estado tan feliz de ver esa mata de cabellos castaños. A unos árboles de distancia Tadeo voltea en mi dirección, abriendo los ojos de sobre manera. Avanzo lo último de distancia, evitando hacer ruido.
—¿Ahora qué pasa?
Su voz es una melodía para mis oídos.
—No puede ser—su cuerpo se tensa—, estás más gordo.
Lentamente su cuerpo da vuelta, su cara asombrada contradice todas sus palabras sobre espérame.
—Luciana—sonríe, caminando de prisa a atraparme. Dejo mi cuerpo cansado sobre sus brazos, sonriendo sobre su pecho—, estás bien—me aleja, tomando mi rostro entre sus manos. Mis ojos se llenan de lágrimas.
—Hay una maldita batalla de especies a menos de un kilómetro, les agradecería que nos fuéramos de una buena vez.
Tomo una gran bocanada de aire, poniendo los pies sobre la tierra. El castaño me sostiene por la cintura.
—¿Qué tan lejos?—pregunto, tanteo por encima de la ropa las nuevas heridas.
—Un kilómetro a lo mucho.
Asiento, aclarando la garganta. Tadeo nos sigue por detrás y camino lo más rápido que puedo. Realmente no sé cuánto tiempo fue así. Pero a ratos, sentía un jalón, algo que no miraba pero sentía, que me pedía tomar otro camino.
Cerré los ojos por un segundo, un segundo que fueron minutos. El cuerpo comenzaba a pesarme y ya no era consiente de mis acciones, no del todo.
Mis pensamientos vuelven a divagar cuando ya no andaba por mi misma. ¿Acaso no me quería? No puedo quejarme, no puedo ser tan hipócrita.
Pero si puedo preguntarme una y otra vez; si las cosas hubieran sido diferentes, ¿Nos habríamos dejado arder?
—El lazo se debilita—escucho sus voces, muy lejos.
¿Él también sentirá esto?
No rompí mi promesa, ¿por qué siento que fallé en otras?
—Ella debe decidir vivir—la voz de una mujer entra al plano—. No podemos hacer nada.
Entre abro los ojos y lamo mis labios, saboreando el característico sabor metálico.
—Oye Carter—balbuceo su nombre, de inmediato lo aparece en mi campo de visión, sonriendo entre lágrimas—, no llores. Las niñas bonitas no lloran.
Trato de tocar su mejilla, pero el dolor se inserta en mis extremidades.
—No soy una niña.
—Pero podrías.
Ahogo mis sentimientos.
Corto el hilo que me pide regresar y vuelvo a cerrar los ojos, extrañamente cansada.
—Creo que me enamoré—farrullo con los dientes apretados—. Y me rompí.
Su voz vuelve a ser distante. Por hoy no quiero nada más. Dejo sus insistentes llamados, dejándome ir a la oscuridad que tanto susurra mi nombre.
Y solo cuando lo hago, el dolor se va.
Ya no hay más presiones.
No más promesas.
No más juegos.
Solo la bella oscuridad.
Así que dime, ¿por qué aún en el limbo de la muerte, solo puedo pensar en lo verde de tus ojos?.
. . .
Aquí de nuevo chicas, Revenge In Red con sentimientos al descubierto.
Fue complicado escribir esto, al menos para mí fue un reto que no creí que podría cumplir gracias a muchas complicaciones en mi vida, pero sí se pudo y no saben lo feliz que me hace.
Aprovecho para resolver algunas dudas que creo* nunca aclaré:
· Lucy descubrió todo a los diecisiete años, pero por prepararse mejor esperó más.
· La relación de Elijah y Jasón no es como la de otros hermanos, es más bien solo en batallas.
· Camila no murió por los celos de Lucy, sino, porque ella aún tenía cierta confianza de Elijah que podría perjudicar todo.
· Jasón planeaba matar a Lucy si describiría la verdad.
· El padre de Lucy murió por los Kibliks en un intento desesperado porque no abandonara el plan.
· JASÓN fue el que mató a la madre de Alanys, realmente creí que había aclarado eso, pero muchas seguían preguntando jajaj.
· No hicieron el delicioso.
· Elijah supo la verdad poco después de la llegada de su mate.
Si tienen alguna otra duda, no duden en preguntar.
Y sin más. Muchas gracias a todas aquellas que se quedaron a leer, que esperaron cada capítulo. Gracias por sus votos y comentarios tan peculiares ♥️.
Con amor, Lin ☁️
Fin de la primera parte de la duología Revenge.
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